Partida Rol por web

Cuando el semiorco se acercó al cadáver de bandido más próximo y cuando lo examinó confirmó que el humano llevaba días muerto con varios cortes en el pecho y arañazos múltiples. El estado de descomposición había empezado a actuar y el rostro empezaba a estar desfigurado.

El camino estaba claro tras descubrir que una de las opciones no era viable, así que avanzaron a buen paso y entraron en una gran sala sin iluminación. Era un mausoleo donde reposaban los restos de varios compañeros de Kassen. Deambulaba entre las tumbas con solemnidad, pues aquel era un lugar de descanso eterno. Descanso que al parecer unos saqueadores de tumbas habían pretendido perturbar. Una idea le vino a la cabeza....

Estos hombres trataron de molestar a los yacientes en esta cripta y despertaron a los seres no-muertos que acabaron con ellos... Y después con nuestros conciudadanos cuando vinieron a preparar nuestra llegada.... Bueno, es una posibilidad....

He aquí un hombre con una deducción tan poderosa como su discreción–pensó no sin cierto sarcasmo la hechicera. Sin embargo, y quizás por respeto a los muertos no dijo nada al respecto. Del mismo modo no revisó los cadáveres. Ella misma, cuando habían encontrado algún cadáver con la caravana lo habían hecho. Además, sabía que mucha gente lo hacía, pero a ella no le resultaba interesante. No necesitaba nada en aquel momento para proveerse y los muertos tampoco eran un grupo de grandes héroes o villanos, ni siquiera un gran enemigo que hubiese batido. Era otro pobre diablo cuyos días de pillaje habían terminado. Aunque no era religiosa, Zha'kya no pudo evitar dedicar una breve oración en varisio a los fallecidos, rogando a la Diosa no por sus almas, sino porque su propio camino estuviese plagado de aventuras y que el final de los bandidos llegase lo más tarde posible.

Desna, da moj put je pun avandure i da sudbina koja je zadesila te ljude je u meni, i uzbudljivo kasno

El rostro de la mujer no mostraba tristeza. Para ella, aquel final no era una desgracia ni algo merecido. Era simplemente algo que pasaba, un designio de la diosa, un reto que no habían sabido superar. Y el final era el que les esperaba a todos. No, aquello no era en realidad triste. Como si de un acto supersticioso se tratase, la joven sacó uno de sus dos odres y se vertió un poco de agua en la mano, agua con el que salpicó los cadáveres.* Por lo demás, la mujer no parecía especialmente impresionada. Aunque había llegado a conocer algo de la historia de Kassen no había crecido en aquel pueblo y por tanto, la historia solo tenía para ella la importancia de la historia de cualquier otro pueblo: un relato que recordar para narrar a los suyos, si algún día volvía con los suyos, o a quien quisiera escucharla, si el camino con su familia tardaba en volver a cruzarse.

Mientras Bronco examinaba uno de los cadáveres en busca de más pistas sobre los terribles sucesos de la cripta, la hechicera se acercó a otro de los cuerpos mientras murmuraba una oración en lengua varisia. Cuando llegó quiso derramar algo de la agua sagrada que extrajo de la fuente de Erastil durante su confinamiento movida por las viejas prácticas de sus orígenes en las que tenían por costumbre cubrir los cuerpos de los fallecidos con agua bendita para evitar lo máximo posible la temida nigromancia.

Cuando derramo las primeras gotas sobre uno de los cadáveres este se revolvió emitiendo un desagradable chillido como si despertara de un profundo sueño que rompió la tranquilidad del lugar. Simultáneamente el cadáver de bandido que el semiorco druida examinaba alargó su mano para aferrar con fuerza su pierna, tratando de morderle mientras emitía unos terroríficos gemidos. La sorpresa para el grupo no acabó allí, pues dos bandidos zombies más se alzaron a escasos metros del grupo gimiendo y incorporándose de manera errática.

Shud...ni
Zhakya reacciónó con unos reflejos sorprendentes ante la inesperada resurrección de los bandidos. A veces los dioses escuchan, y se toman las plegarias a su modo.

Bronco examinaba las heridas de aquellos cadáveres. Pasó un buen rato observando los cortes e incluso inspeccionando la sangres reseca y coagulada que manchaba los jirones de sus ropas. La violencia había sido la causa del fallecimiento, y éste se había producido varios días antes.

De repente, abrieron sus ojos en una mirada furtiva de conjuntivas cetrinas y amarillentas.

¡No muerte!

El zombi se abalanzó sobre el druida con clara intención de morderlo, pero el semiorco fue lo suficientemente rápido como para dar unos ágiles pasos hacia atrás mientras extraía su tirachinas de madera de pino.

Aquellas criaturas sin descanso moraban ávidas de carne viva. 

¡¡Brrrrrrrrraaaaggghh!!- gruñó el osezno de grandes zarpas, cuando aquellas criaturas ultraterrenas se alzaron contra la muchacha varisia y Bronco. El hedor que desprendían era verdaderamente repugnante, pero no dudaría en hincar sus colmillos por el bien de su amigo semiorco.

¡Cuidado!

La hechicera reaccionó tan rápido como si supiese lo que iba a pasar, y sacó a toda velocidad el otro odre. Haciendo fuerza lo apretó "disparando" un chorro de aquel agua mágica contra él, a modo de defensa. Había visto lo que había conseguido antes al mojar el cadaver y había visto como el agua mantenía alejado de la habitación a aquellos seres. Sin duda era mucho más efectivo que uno de sus trucos o  un golpe con su cayado.

Mierda Zha'kya, tienes que alejarte–pensó valorando las opciones

De repente, los cuerpos que yacían tendidos en el suelo se levantaron con intención de atacar a los compañeros. La visión de los cadáveres tambaleantes acercándose era aterradora, sin embargo, la llama que inflamaba el corazón de Boris era más ardiente que el miedo.
Apretando los dientes con ira, extrajo una saeta de la aljaba y tensó el arco. La madera crujió con ansia aguardando el combate que se avecinaba. Soltó la cuerda y el feroz proyectil voló en pos de su enemigo.

No obstante, realizó el disparo con tanta saña, que el tiro salió desviado.

¡Brrrrrrrgh!

El osezno desató toda su ferocidad al tiempo que se aproximaba a apoyar a su buen amigo semiorco. Ambos estaban ligados por el mismo destino. A Bronco, lo abandonaron a su suerte, cuando sólo era un bebé al igual que el bueno de Haggar, y eso había creado un par de espíritus salvajes, unidos por el entramado del siempre caprichoso destino.

Cuando se halló cerca del zombi, lanzó una dentellada pero ni tan siquiera pudo rasgar la carne putrefacta del no muerto. El sabor de la carne corrompida por las energías sombrías de la necromancia, era más nauseabundo que las malditas raíces que el druida semiorco guardaba en su enorme petate.

La hechicera varisia reaccionó con rapidez ante la amenaza de aquellos no-muertos tras haber calcinado parte de la piel de uno de ellos derramando algunas gotas de agua bendita, siguiendo las antiguas costumbres de su pueblo. Cuando el zombie trató de incorporarse para hacer frente a la mujer, esta derramo todo el odre provocando que la piel del zombie ardiera emanando un vapor de olor desagradable. El zombie chilló de forma agonizante y aunque la mayor parte de su cuerpo estaba quemada por el agua bendecida aún seguía moviéndose. Boris le disparó una flecha pero esta falló y rebotó contra el muro de piedra.

Al sur de la catacumba, el bandido zombie que el druida semiorco había examinado se abalanzó gateando en cuanto este extrajo su tirachinas de madera y le hincó un fuerte mordisco en la pierna provocándole un gran dolor. 

Jalles estaba aún contemplando la quietud de aquel mausoleo cuando los cuerpos caídos de los saqueadores, pues el joven ya se había hecho su propia composición de los hechos, se alzaron convertidos en no-muertos.

Sin perder ni un instante se movió raudamente por un lateral de la sala dando giros y volteando la cadena alrededor de su cuerpo. Cuando llegó junto a uno de los enemigos que aún no había actuado intentó la táctica que tan bien le había ido últimamente. Primero derribar al oponente para dificultarle las maniobras y después machacarlo en el suelo. Lanzó la cadena hacia las extremidades inferiores del monstruo con la intención de hacerle caer...

El druida tenía su gran tirachinas en la mano, pero el espacio en el que estaba peleando era demasiado estrecho y angosto. El zombi, había conseguido golpearle y hacerle un daño considerable, pero el semiorco tan solo apretó los dientes y continuó en la brega. Se necesitaba mucho más para derribar al druida... ¡¡Mucho más!!

Con otro gesto rápido, extrajo la hoz que Olmira le regalara unos años atrás. Era una herramienta a la que le guardaba cariño y afecto, pero en aquella situación, con el hacha en el suelo, podía sacarle de aquel aprieto. 

Con un tosco movimiento, intentó golpear al muerto viviente, pero su maniobra, lejos de ser efectiva, estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio.

Ante un apresurado gesto de Zha'kya, el cuervo negro hundió las garras en la bolsa de viaje de la chica y sacó un rollo de cuerda. Sin pararse a comprobar instrucciones el animal se alejó de la hechicera dirigiéndose, con el rollo firmemente sujeto entre las garras hacia el lugar donde semiorco y zombie se debatían en una feroz batalla. Cuando estuvo a su altura -procurando eso sí, volar por encima de las garras y armas- dejó caer la cuerda junto al monstruo.