Partida Rol por web

Tsumiko Komachi logró llegar hasta la habitación de Katsumoto Obinata sin demasiados problemas, usando la PDA del finado logró abrir la puerta y meterse dentro para ver como... aquella habitación volvía a ser ligeramente distinta que las del resto. En este aspecto los muebles parecían ser lujosos e incluso tenía un candelabro colgando del techo.

Un juego de té, un tocador, y diversas flores adornaban el lugar. Incluso tenía hermosas cortinas bordadas incluso la cama tenía cortinas. Y si alguien se acercaba lo suficiente podía ver que incluso estas cortinas tenían cortinas. En definitiva, una habitación un tanto atípica... a parte de ser blanca.

Lo primero que hice fue cerrar todas las cortinas de la habitación, ya que en la medida de lo posible quería evitar que los demás estudiantes supieran que yo ahora dormía ahí. No es que fuera un secreto muy fácil de ocultar, sabía que se descubriría más pronto que tarde, además que ya algunos ya lo sabían, pero haría yo lo que pudiera para ocultarlo.

Dejé la cámara de bebés escondida dentro del ramo de flores, de manera que la lente pudiera grabar la habitación y no ser vista fácilmente. Por dos motivos lo hice: primero, que no quería al hacker colándose en mi habitación para colocar una cámara (y no podái culparle, en su situación yo lo haría), y segundo, que, bueno, de todas formas ya había una cámara en la habitación, colgando del techo, tan pancha. Lo que me hizo pensar, esto era un mundo virtual, ¿para qué diantres necesitaba Akemi Eiji sus cámaras? ¿Por qué había una regla expresamente que prohibía destruirlas? En fin...

Después de ello, me fui al cuarto de baño a, primero regristrarlo (un poco de paranoia terminó entrando en mí) y después, por fin, darme una buena ducha fría.

El cuarto de baño aparecía estar completo, y lo que más resalto para Tsumiko Komachi fue el hecho de que hubiera por todos lados paletas de maquillaje, pintalabios, lápiz de ojos, mascarillas revitalizantes y demás artilugios de belleza que son asociados por personas del sexo femenino, todos ellos abiertos y usados. Al tener todas estas cosas en el cuarto de baño de Katsumoto Obinata hizo más que evidente que la relación entre Tsumiko Komachi y Katsumoto Obinata no había abarcado todo lo que podía abarcar, pues en su cabeza se imaginó a su querido amado usando todos esos potingues y... realmente no lo veía capaz de que le gustara todas esas cosas... ¿En verdad se conocían tanto o había oscuros secretos?.

... "Pero qué... ¿sabes qué, Obinata? No quiero saberlo." negué con la cabeza, hablando sola. "Voy a pensar que esto es una excentricidad de Akemi Eiji o algo así..." Lo último que me faltaba era descubrir una nueva y extraña afición del escritor, que no es que le faltaran pocas. De todas formas, no era quién para juzgar: aquí me encontraba yo, hablando sola conmigo misma al espejo como si estuviera hablando con mi novio difunto. Suspiré, bajando la cabeza y cerrando los ojos unos segundos. Cuando pude calmarme, ahora si, fui por fin a ducharme.

*Escena censurada para mantener un PG bajo*

**Pero no os preocupeis, porque la sangre es rosa**

El tiempo de la ducha parecía que llegaba a su fin si es que Tsumiko Komachi no quería ser la culpable de inundar aquella isla en donde se encontraba con todo aquel exceso y derroche de agua que estaba haciendo en esos momentos. Parecía que llevaba casi 15 días bajo la alcachofa sin hacer nada más que estar ahí y dejar que el agua cayera sobre ella. ¿Acaso estaba TAN sucia?.

Sí, me di una ducha bastante larga. Tenemos que recordar que la noche anterior la había pasado a escondidas, sobreviviendo de una orden de asesinato contra mí. Apenas llegar la mañana y salir de la cabaña del viejo hotel, fui descubierta por Akemi Eiji y, de nuevo, enviada a la piscina a morir. Y todo eso antes del juicio, y luego antes de todo lo que el peliblanco y yo andamos, sobretodo por la zona calurosa, la segunda isla.

Ese era un motivo, pero había otro para mi con mucho más peso. Joder, acababa de perder hacía apenas nada a mi ser más querido, Katsumoto Obinata. ¿Para esto había servido el sacrificio de Tafuna Iwa? ¿Para que Obinata muriese? Sí, es cierto que había una pequeña posibilidad de que, si este mundo era virtual, él... él estuviera vivo, fuera del programa, en el mundo real. Pero no quería hacerme ilusiones. No podía recordar por qué o cómo habíamos entrado Katsumoto y yo en este... este... 'programa'. ¿Y si todo lo del 'virus' no era más que un paripé? ¿Y si Akemi Eiji nos había capturado cuando fuimos a detener su juego? ¿Y si ESTO era su juego? ¿Por qué hacerlo todo virtual, entonces? ¿Porque los originales ya estaban muertos? ¿Porque no se atrevía a hacerlo de verdad? ¿Porque todo esto era un engaño y nunca hubo lista de rechazados y nuevo juego? ¿Por eso tenía una habitación reservada para Katsumoto Obinata, porque todo era mentira? Pero entonces, ¿qué sentido tenía esa lista  Había demasiadas preguntas, demasiadas dudas. Y por si fuera poco la Desesperanza hacía mella en mi y solo se me ocurrían los peores escenarios...

Cuando terminé, me vestí, cogí también mi katana y mis cosas. Me asomé con cuidado por mi ventana, desde detrás de las cortinas. No tardarían en averiguar que yo dormiría aquí, si es que no lo sabían ya. Hasta entonces, preferiría evitar cruzarme con nadie.

Tsumiko Komachi se asomó tras las cortinas cual vieja al visillo para ver si había alguien en las inmediaciones y lo máximo que esta alcanzó a ver fue al grupo conformado por Suigin Shita, Akira Kimura, Uma Yugana y Joshua Josef dirigirse todos juntos hacia la zona de la piscina. Al parecer los grupos se estaban formando, por muy inusuales que estos pudieran ser.

Otra cosa que se percató es que ya estaba anocheciendo, por lo que era probable que el paso del tiempo en ese lugar fuera un poco más rápido de lo habitual, o quizás fuera el hecho de que su ducha y aquella conversación se eternizó en demasía.

Aguardé un rato a que terminaran de irse, al menos desde lo que pudiera ver desde el visillo. Luego me sobresalté al recibir un mensaje en la MonoPDA. "¡Maldita sea!" por experiencia del anterior juego, los mensajitos de marras lo único que traían era problemas. Problemas y más problemas. Ya me estaba imaginado la escena: el hacker, muerto en su habitación. El mensaje, escrito por otro. Y esa en la mejor de las posibilidades, la otra es que esto fuera una trampa para matarme. En fin... de todas formas ya habíamos quedado en el otro lado. Era más fácil allí. Quizá no pasaba nada y simplemente estaba yo algo quisquillosa y paranoica.

"Esperemos que sea eso..."

Con el frío susurro de la parca sobrevolando el hombro de Tsumiko Komachi, la muchacha mantenía sus sentidos alerta sobre cualquier cosa que pudiera pasar y aunque su experiencia en el anterior juego de la vida y la muerte la apoyaba en que todo eso era una mala idea y que probablemente fuera una trampa -en particular porque estaban en el tercer caso- fue igualmente.

Tsumiko Komachi logró llegar hasta la habitación de Katsumoto Obinata sin demasiados problemas, usando la PDA del finado logró abrir la puerta y meterse dentro para ver como... aquella habitación volvía a ser ligeramente distinta que las del resto. En este aspecto los muebles parecían ser lujosos e incluso tenía un candelabro colgando del techo.

Me aseguré de si la habitación estaba tal y como la dejé, incluyendo las cortinas cerradas. Fui al florero donde escondí la cámara para bebés y la saqué, quitándole las pilas, y guardándomela en el cinturón de herramientas. Después, me iría al cuarto de baño a terminar de limpiar la katana y me daría otra ducha antes de irme a dormir: total, tenía la sangre de ese despojo todavía en mi cara y espada.

Todo estaba en su sitio. El cuarto de baño aparecía estar completo, y lo que más resalto para Tsumiko Komachi fue el hecho de que hubiera por todos lados paletas de maquillaje, pintalabios, lápiz de ojos, mascarillas revitalizantes y demás artilugios de belleza que son asociados por personas del sexo femenino, todos ellos abiertos y usados... tal y como los había encontrado la anterior vez.

*Escena censurada para mantener un PG bajo*

**Pero no os preocupeis, porque la sangre es rosa**

Con la desaparición de la luna, y el alzamiento del sol, los rayos de este iluminaron todas las islas del archipiélago; aquella investigación del cuádruple asesinato, así como el juicio en sí les había tomado bastante tiempo, y ahora el poco tiempo libre que tuvieron, dio por finalizada la noche de aquel día tropical.

Con el aviso de Monokuma dándoles la bienvenida a otro maravilloso día tropical, aquellos supervivientes tenían por delante mucho por hacer si querían disfrutar del tiempo que les quedara con vida. ¿Aprovecharían bien esto?.