Partida Rol por web

Una cosa era aguantar el tipo a dos de esos gorilas, incluso a tres. Pero ya cuando eran cinco contra uno, las posibilidades de salir bien de ese encuentro se reducían drásticamente, y así quedó en evidencia. Cole lanzó un escupitajo ensangrentado al suelo, mirando al tal Mr. Zúlu o como coño se llamara. -¿No les basto yo? ¿O es que os sentís tan machos que queréis hostiar a una mujer también?-

Sabía que vendrían más golpes, pero el alcohol soltaba la lengua, y él ya venía con mucho alcohol en el cuerpo. -Ella se fue antes, es más lista y no le gustan estos ambientes. Venga, soltadme de una vez y no contaré que los seguratas de este local son unas nenazas que no aguantan dos golpes ni dos puyas amistosas.-

A Cole le cayó una lluvia de golpes: puñetazos en el estómago, directos al hígado, y en la cara. 

-¡Basta! Aquí no -escupió el jefe, cabreado. -Mierda. Los reservados. ¡Joder! Ahí está ese capullo. Las putas cámaras, ¿quién coño las controla? Le voy a cortar los huevos.

Él mismo te atiza una buena hostia en la mejilla, te abre un poco más el pómulo izquierdo.

-Llevadlo al almacén. Vamos a por esa furcia. 

Se larga con tres de los matones y a ti te arrastran otros tres, te sacan por una puerta lateral y te conducen por un pasillo hasta una nueva puerta, grande y robusta, entreabierta. Uno de los gorilas te estampa la cabeza contra la pared. 

En ese momento sale una camarera del almacén cargando con una caja de cervezas.

-E…-la chica se asusta un poco, aunque no le extraña la situación. 

-Largo, puta, mueve ese culo -la intimida uno de los tipejos.

Tras varias puertas en donde no está, pruebo con otra y esta vez sí, ahí está y vaya con la compañía. Extraigo el móvil y antes de que se percaten, hago varias fotos, luego lo guardo antes de acercarme más y hablarle - ¡Se acabó la fiesta, qué demonios haces aquí, Frank? ¿Y estas chicas? - me acerco a ellas y les pregunto nombres, nacionalidad y edad.

- Vamos vístete, en menudo lío te has metido

No eres muy sigilosa. Los nervios te traicionan, quizá porque sabes que vas con el tiempo justo, que te han podido localizar con las cámaras y que te pueden pillar. Claro que eres poli...Pero...Estáis en la madriguera de unos tipos que no son trigo limpio.

El móvil se te cae, vaya. Lo recoges, y hasta logras hacer un par de fotos. Sin embargo ya te han visto, la sorpresa se diluye como el hielo en el vaso de whisky de Cole. Las chicas se paran en sus trabajos, te observan curiosas. Te fijas en que, menos la mujer negra, las otras dos, orientales, son excesivamente jóvenes, unas adolescentes apenas, o eso parecen. Frank no se inmuta mucho, incómodo, sí, pero no más allá de eso. Su expresión es muy neutra, como acostumbra en él. Ya tiene la chaqueta tapándole la entrepierna. Y una mano debajo.

-Me la están mamando. ¿Has venido a apuntarte? -

Niega con la cabeza cuando le exiges que se vista- ¿Jackson, no? Creo que eres tú la que no sabes en la mierda de lío que has metido tu coño. Dame el móvil, que borre las fotos. Olvídate de lo que has visto y lárgate antes de que sea tarde.

Como me lo parecía, resulta que las chicas son demasiado jóvenes - menores - y seguramente Frank lo sabía, igual las había solicitado así, y por la forma en que reacciona, tampoco es que esté alarmado, parece como que controla la situación. Incluso se atreve a darme órdenes en aquella situación.

- No, no lo sé... ya que estamos, podrías aclararte.

Hay una especie de amenaza velada, dice que si no me voy, pasará algo. Está claro que si hay una trata de menores aquí y hay al menos un poli involucrado puede que la cosa sea importante. El caso es que sin la pistola, cualquier conflicto aquí se puede volver peligroso, esta gente lo debe de tener bien organizado. Pero claro, si me voy sin más... Aunque está el tema de la chica con la que hemos quedado más tarde, quizás ella pudiera despejar el resto.

- Está bien, está bien...  - me retiro por donde había venido, no sin antes mandarle a Cole las fotos*

Se estaba comenzando a acostumbrar al sabor de su propia sangre. Escuchar que habían visto a Belinda le hizo preocuparse, pero tampoco le dieron mucho tiempo más pues ya comenzaban a arrastrarlo hacia una dirección de la cual, podía sospecharlo, no saldría vivo. Lo peor era pensar que seguramente a nadie le importaría, ni le sorprendería, encontrarlo muerto a golpes y apestando a alcohol en alguna acera.

En el instante en que los matones fueron interrumpidos, el detective buscó la manera de zafarse, con aquella entrada en mente para usarla como escape. De ser posible, intentaría quitarle algún arma a uno de los gorilas, aunque si no podía no insistiría.

Cuando vas a teclear en el móvil descubres que Frank ya te está apuntando con su pistola que ocultaba debajo de la chaqueta. Pero te da tiempo de enviarlas mientras el policía te encañona. Las chicas ahora sí que se apartan, asustadas, para salvar el culo. 

-El móvil, Jackson. Lánzamelo. Me da que ya es tarde para ti -Es una orden bastante tajante, directa, sin titubeos en su voz. Fuera, te llegan sonidos de voces desconocidas y pasos a media carrera que se acercan por el pasillo hacia la habitación donde estáis.

Tu primer movimiento les pilla por sorpresa. Logras liberar un brazo. Intentas el otro, aquí ya no tienes tanta suerte. Te debates con los tres tipos, un gancho de izquierda, un puñetazo a la mandíbula, empujones y si es necesario patadas y codazos.

La camarera se cae al suelo, gritando la pobre chica, la caja se abre con un golpe sordo, algo de cristales se desparraman junto con la cerveza. Caes al suelo, cerca estás de conseguirlo, pero te pillan entre los tres, se te echan encima. Dejas a uno fuera de combate con un tremendo puntapié en los testículos.

Los otros dos te golpean, escuchas el chasquido de alguno de tus huesos, el pómulo derecho seguramente. Logras alcanzar la pistola de uno de los matones, se produce un forcejeo.

¿Un forcejeo a vida o muerte?

Será posible, Frank está claro que forma parte de la organización, de lo contrario nunca podría haber colado aquella arma. Recordaba muy bien cómo había sido el cacheo a la entrada de esta zona vip. 

- Eh, tranquilo, quieto Frank. Aquí está el teléfono, no hagas ninguna locura, baja el arma - escucho voces extrañas, quizás de los de la organización. En todo caso, trato de ganar tiempo, a ver si llegan hasta allí y Frank no me dispara antes - voy, voy, toma, toma - se lo lanzo.

Cole estaba en un momento crítico, sabía que no tendría oportunidad de salir vivo de allí si no seguía luchando. Además, Belinda estaba en peligro., Así que no se lo pensó y se enfrentó a aquellos dos, intentando que el arma estuviera apuntando hacia ellos y no hacia si mismo cuando jalara del gatillo...

Un disparo resuena formando ecos en el pasillo. La camarera, medio sentada en el suelo, grita de nuevo, asustada, y vuelve a chillar, los ojos abiertos y aterrados. 

Uno de los matones se derrumba, las manos en el vientre, ensangrentadas, se desploma en el suelo y se va formando un enorme charco de sangre oscura. Antes de que alces la pistola, que la tienes apuntando hacia el suelo, el otro te encañona a un par de metros de distancia.

-Cabronazo...hijo de puta, ¡tira la pistola! ¡Suéltala ya o derramo tus putos sesos por las paredes! -su saliva salpica sus palabras. 

El tercer gorila está más allá, cerca de la puerta del almacén, comienza a reaccionar tras el shock de la patada en su entrepierna. No tardará en reaccionar.

La respiración de Trevor se aceleraba. Su mirada iba del cañón del arma a la puerta y viceversa. Todo o nada. -¿La quieres? Es tuya.- Y lanzó la pistola hacia el tipo, con la intención de ganar unos segundo de distracción para él también lanzarse contra él e intentar noquearlo.

Te decides por la opción prudente. Obedeces y le lanzas el móvil que cae sobre la cama -Buena chica, Jackson. Me gustan las chicas dóciles y dulces. Tú eres un poco madurita, lástima, tienes un buen culo. 

No toca el móvil, pero tampoco deja de apuntarte con la pistola. Sonríe, mordaz. las chicas se quedan en sus rincones. -No te muevas. Esperamos amigos.

No tardan en aparecer tres gigantones, uno de ellos chino, que te agarran de los brazos, te cachean contra la pared, te quitan la cartera, las esposas, la placa, libreta. Entretanto aparece Mr Zhöu, el jefe de los de seguridad. Está cabreado. Te taladra con sus ojos rasgados llenos de cólera.

-La puta. ¿No leéis entre líneas? Una copa, una chica, os largáis. Fácil. -se fija en Frank- Y tú qué, capullo. Vístete. 

-Eh, controla. No te pases. -Frank empieza a vestirse, no parece que le imponga mucho respeto o miedo el chino.- Tengo su móvil. Hizo fotos. 

Mr Zhöu te suelta una bofetada. -Ya lo comprobará uno de los chicos.- Y te suelta otra más. -Vamos.

Los tipos tironean de ti y te sacan al pasillo. 

Te la juegas. Para eso tienes cojones. El alcohol te anima a arriesgarte, total, si te van a despachar igualmente. 

La pistola vuela, el tipo esquiva y dispara cuando ya te lanzas sobre él. La bala te atraviesa el hombro izquierdo, pero no te detiene más de un segundo. Te arrojas sobre ese cabrón y transformas su cara en un mapa.

Tu ira es incontenible. El balazo en el hombro te quema, pero no sientes dolor, enmascarado por la embriaguez de la sangre salpicando tu traje, tus mejillas, tus labios y las paredes.

El tipo está tieso, inconsciente, la cara destrozada. Coges una de las pistolas. Oyes pasos detrás de ti. Es el otro, el de la patada en los huevos.

Joder. 

El dolor en los nudillos los sentiría al día siguiente, al igual que la magnitud de los golpes que se había llevado. Antes incluso de girarse, empezó a hablar hacia quien estaba colocándose trás él, sosteniendo con toda la firmeza de la que era capaz en ese momento la pistola. -Será mejor que te apartes, amigo. O un dolor de bolas va a ser el menor de tus problemas.-

No esperó a que respondiera, dándose la vuelta y apuntando con la pistola al hombre, que seguramente estaría armado como los otros dos. Si le veía amenazando, le dispararía.

Lo sabía, los ruidos del pasillo no era Cole llegando con refuerzos sino chinos del local, seguramente los encargados de seguridad. Por lo que puedo escuchar y ver, hay como un pacto no sólo con Frank sino con más polis. Probablemente vengan a consumir su receta de sexo y alcohol gratis para cumplir una parte del acuerdo mientras hacen la vista gorda o allanan el camino a la organización.

También escucho que hoy tienen algo, igual viene alguien importante. Podría jugar esa baza, intentar hablar con algún jefe para buscar algún tipo de salida o acuerdo. Tras las dos bofetadas que recibo, me sacan al pasillo, en cuanto tenga tiempo y observe que ya no está cerca Frank - eh, quiero hablar con tu jefe, tengo información que le puede resultar importante.