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DESOLEUM: ZONA MEDIA DE LA COLMENA PRINCIPAL: BASE DEL INQUISIDOR EISENGAARD:

BASE INQUISITORIAL EISENGAARD:

Se encuentra situada en una zona despejada de la parte baja de la Colmena Media, entre varios edificios abandonados y en ruinas. Es un antiguo cuartel de bomberos abandonado al que se accede a través de una compuerta metálica en una de las paredes.

Tiene un amplio garaje más allá de la compuerta. En el lugar caben fácilmente tres o cuatro camiones de bomberos, aunque en este momento sólo hay uno aparcado junto a una de las paredes. Por su aspecto viejo y descuidado se diría que no había sido arrancado en años.

BASE INQUISITORIAL DEL INQUISIDOR EISENGAARD:

DESCRIPCION:

MAPAS:

- La gran compuerta de acceso al garaje del antiguo cuartel de bomberos se eleva, permitiendo entrar al Cargo-08 conducido por el Tecnosacerdote Cantus.

- En cuanto se detiene el vehículo y comienzan a bajar sus ocupantes, un gran Servidor de Combate sale a interceptarles, pero retrocede ante un gesto del Inquisidor Eisengaard.

Lazarus sale del vehiculo tan pronto se aleja el servidor ante el gesto del inquisidor.
Se quita la mascara y se le ve respirar trabajosamente, tiene la cara empapada de sudor y parece que le flaquean las piernas al andar. Lleva el brazo totalmente flácido e inmóvil.

Se aleja del vehiculo tambaleante.

Encima ahora a hacer un informe de lo sucedido…

- Tecnosacerdote Cantus, reprograme los dos Servidores de Combate con la huella biométrica de todos los presentes. Luego regrese aquí con el iniciado Marius y encárguense de guardar las armas y munición en la armería, así como el resto de material recuperado. - Ordenó el Inquisidor tan pronto puso un pie en el suelo de la base.

- Acólito Noctine, Acólita Ferris. Acompañen al quirurgo a la enfermería y ayúdenle a cargar con los heridos. - Continuó. Luego la figura cubierta en servoarmadura fijó su atención en el hombre que les había acompañado desde la consulta clandestina. El hombre que de momento había salvado la vida del Acólito Jaq.

- Prepare los cuidados indispensables para mis hombres, luego hablaremos en privado. Más tarde podrá descansar. - Omitió acabar la frase con un "de una forma u otra".

- Para todos, descansen durante dos horas. Luego nos reuniremos para decidir el siguiente paso, querré un resumen rápido de boca de cada uno de lo ocurrido durante la misión. Ya les pediré más adelante sus placas de datos con los informes de misión. - El Inquisidor tenía mucho que meditar, Zax Holthane era un objetivo inalcanzable en aquellos momentos, pero si podían seguir la pista hasta otro noble mejor que mejor.

Caradoc asiente y se marcha junto a la psíquica y el quirurgo ayudando a llevar, primero a Jaq, y luego a Lazarus. Es evidente que el noble está, igualmente, malherido, aunque reviste claramente menos gravedad que sus dos compañeros y, sobre todo, que Jaq.

- Ambos han hecho un gran trabajo- dice más tarde cuando está acompañando al quirurgo y a Ferris- Cuando vi a Jaq estaba convencido que su servicio había terminado. 

Trabajo hombro con hombro junto al Acólito Noctine y al quirurgo. No digo una palabra, pues el quirurgo ya ha mostrado su repulsa hacia mí, con lo que de forma automática he erigido un aislante muro protector entre él y yo. En cuanto al noble... muy a mi pesar reconozco su valor y entereza, pues estando notoriamente herido acata sin protestar las órdenes de nuestro Inquisidor y cumple con su cometido. Sin duda, un dignísimo servidor de nuestro Emperador.

Ya hemos terminado de acomodar a los dos compañeros más graves cuando la voz de Noctine me llega como un mazazo. No me gusta que se dirijan a mí fuera de lo necesario para el cumplimiento de nuestras misiones. Ni siquiera con halagos. Sólo cumplo con mi deber, con los medios con que el Emperador me bendijo y me instruyeron a usar en la Sagrada Terra. Pierdo un paso y, ligeramente retrasada de ambos hombres, me limito a contestar con tono neutro un escueto:

- Gracias.

BASE INQUISITORIAL: ZONAS COMUNES:

- Durante la siguiente hora, el Tecnosacerdote Cantus revisa y clasifica el material requisado. Evalúa los daños en el Doble-Sierra, pero se da cuenta de que precisa no sólo de conocimientos tecnológicos, sino también Medicae, para hacer las necesarias reparaciones en el cuerpo cyborg del servidor de combate.

- En la Enfermería de la base, el Sastre opera el brazo de Jaq Flair, ya que de lo contrario podría perderlo. Es la tercera operación consecutiva a la que somete al antiguo pandillero.

- El siguiente que deberá ser operado es el Arbitrador Enoch, que de momento guarda cama con un calmante y analgésicos.

El iniciado Marius asintió respetuosamente ante las órdenes. Él, al igual que otros, se encontraba herido. Pero no lo suficiente como para no poder seguir sirviendo a los propósitos de la Inquisición, aunque fuera en algo tan vulgar como cargar cajas. Con el ceño fruncido se reprendió mentalmente a sí mismo. No había trabajo pequeño, todos servimos al Emperador incluso con las cosas más banales. 

El médico escuchó en silencio las alabanzas del noble, mientras ayudaba con una mano a arrastrar la camilla sobre la que yacía el tal Jaq. El escueto «Gracias» que sonó a sus espaldas terminó de aclarar las dudas que le reconcomían. Ahora ya sabía qué era lo que había mantenido de una pieza el cuerpo de su paciente. El poder de esa psíquica había logrado salvar la vida del pandillero, taponando las diversas hemorragias el tiempo justo para que el quirurgo hiciera su trabajo. El Sastre volvió la mirada hacia la chica por un instante, asintiendo levemente en señal de reconocimiento. Pero el trabajo, tal y como lo había llamado el tal Noctine, distaba mucho de haber terminado: el brazo del pandillero seguía siendo un desastre de carne desgarrada y cortes que llegaban hasta el hueso.

Cuando el grupo llegó a la enfermería, el Adeptus Medicae se detuvo en el umbral. Las instalaciones dejaban bastante que desear, pero comparadas con las lamentables condiciones en las que había estado trabajando durante los últimos años, esa estancia era como un hospital al completo. Varias camillas descansaban a un lado, vacías y expectantes; tras unos biombos blancos de plástico, un quirófano de campaña equipado con las herramientas más básicas; un escritorio de metal, con un grueso cuaderno de notas encima y una silla con ruedas detrás.

El Sastre dejó que sus dos acompañantes guiaran la camilla hasta la pequeña sala de operaciones, mientras él se dirigía obnubilado hacia el brillante escritorio. Nada de polvo, de garabatos grabados a cuchillo, ninguna esquina astillada. Con dulzura, acarició lentamente la metálica superficie. Por fin un lugar de trabajo adecuado. Pasó un dedo por la portada del cuaderno, abriéndolo de par en par; todas sus hojas estaban en blanco, a punto para que el doctor lo estrenara. El médico rebuscó en uno de los bolsillos interiores de su túnica hasta extraer una delgada cinta de tela roja, sosteniéndola durante unos instantes frente a él. Con parsimonia, volvió a abrir el cuaderno por la primera página y depositó la cinta marcapáginas en su interior, sonriendo satisfecho.

Cuando se dio la vuelta, no había rastro de la fugaz sonrisa y una fría luz analítica brillaba en su pupilas. Había trabajo que hacer.

Aun quedaba una hora hasta que expirara el plazo que el Inquisidor había dado a sus Acólitos antes de la reunión, y decidió aprovechar el poco tiempo que quedaba. Se sentó en su silla en la sala de reuniones, y comenzó a hojear algunos de los papeles recuperados en el refugio de Holthane. Grabó en el servocráneo que seguía rotando cerca de su cabeza alguna de las frases que llamó su atención para hacer que más tarde las repitiera por si encontraba algún patrón interesante.

Necesitaba aclarar sus ideas, y quizá comprobar si había algo en los papeles que le diera alguna idea de por dónde continuar. También debía comunicarse luego con uno de sus contactos para preparar el envío del artefacto xenos. Cuanto antes se lo quitaran de encima mucho mejor.

Todo había salido mal, pero tal vez estuvieran a tiempo de remediarlo. Debía reorganizar a su equipo, darles ánimos y conseguir un triunfo rápido.

Baje del vehículo y presté atención a las órdenes del Inquisidor, asintiendo con la cabeza. Reprógrame los dos Servidores de Combate con la huella biométrica de todos los presentes, añadiendo el último al llamado el sastre y poniéndolo como invitado, para evitar una manipulación de estos por su parte. Llevaba el tiempo suficiente con el equipo de limpieza, para saber que no debería fiarse de nadie que no entrase en la base con los datos necesarios de su identidad, ese hombre bien podría ser un hereje y él preferiría estar atento y alerta, antes de ver a sus compañeros muertos por un desconocido.

Fui ayudando a Marius a descargar todo y almacenarlo en la armería, para después hacer una lista de todo el material requisado y añadirlo al inventario. Una vez completado el trabajo y quedando una hora, decidió analizar las placas de datos en un terminal aislado, observando con atención que no haya ninguna información demasiado hereje que pueda corromperme e intentando encontrar alguna información útil. Viendo que el servidor doble-sierra precisa de conocimiento de medicae y que mis compañeros están siendo atendidos, uno de ellos que debe encontrar entre su deber o su final de servicio, me dedico por entero a las placas de datos.

BASE INQUISITORIAL EISENGAARD:

ENFERMERIA:

- Con un poco de ayuda, el Sastre termina finalmente la operación del brazo de Jaq Flair. Es la tercera operación quirúrgica consecutiva que aplica sobre el ex-pandillero. El Adepto Medicae está seguro de que el hombre puede salvarse, pero sin duda necesitará al menos un mes para recuperarse, y probablemente requiera de una pierna biónica, y no son baratas ni fáciles de conseguir.

- Enoch reposa en su cama en la enfermería. Su brazo está severamente quemado por láser y requiere atención médica. Lo único bueno de las quemaduras de láser es que por naturaleza son heridas cauterizadas, con poco riesgo de infección y sin hemorragias molestas. Aún así, el paciente requerirá de cierta reconstrucción de musculatura, tejidos y piel.

Caradoc, tras dejar el cuerpo malherido de sus compañeros en la enfermería, resopla con cansancio y se seca el sudor de la frente. Hecho esto, camina hasta la sala de reuniones, a fin de informar a su señor que estaba preparado para dar su informe cuando este lo estimara necesario.

El quirurgo observó con mirada analítica al desastrado pandillero. El hombre yacía sobre la mesa de operaciones, ya anestesiado y desnudo. Numerosas cicatrices surcaban su piel aquí y allá, contado historias de reyertas a cuchillo y balazos en callejones oscuros. El Sastre comprobó integridad de sus guantes mientras repasaba mentalmente las acciones a llevar a cabo en la siguiente operación. Necesito un ayudante...

- Disculpe -dijo sin apartar la vista de la pantalla que mostraba las constantes vitales del pandillero.

Caradoc Noctine levantó la mirada hacia el quirurgo, que en ese instante se daba la vuelta hacia sus dos nuevos compañeros.

- Usted, no, gracias -le dijo el cirujano sin atisbo alguna de emoción-. Usted.

La delgada muchacha le observó anonadada, pero el quirurgo no pareció prestar atención a las dudas que se dibujaban en el rostro de la psíquica. En condiciones normales, el Sastre no se acercaría voluntariamente a un psíquico a menos de un pársec de distancia, pero esas no eran condiciones normales. Estaban remotamente lejos de serlo. Y aquel al que apodaban Sastre era un hombre pragmático: la chica había demostrado ser más que capaz de resultar útil y nunca debía menospreciarse el valor de un buen bisturí.

- Límpiese las manos correctamente y tome una de las batas estériles de la vitrina -le comunicó antes de que la psíquica llegara a abrir siquiera la boca-. Y dese prisa, que nuestro paciente necesita de nuestra atención.

Miro sin ocultar mi sorpresa al hombre que rato antes me catalogara como non grata sin mediar palabra. Intercambio una mirada con Noctine y le insto en silencio, con un sencillo gesto de testa, que continúe.

- Debe descansar, Noctine. Yo ayudaré. Hasta la hora en que he sido convocada por el Inquisidor. Ni un minuto más.

Cumplo con lo que me indica el quirurgo. Sistemática. Punto por punto. Jaq merece seguir sirviendo al Emperador.