Partida Rol por web

El guardia saludó respetuosamente al adepto Asclates en cuanto este apareció, y escuchó lo que el hombre debía decirles. Parecía que la misión se había considerado un éxito, aunque Vladymir se preguntaba aún si hubiera sido posible salvar a alguien más. La perspectiva de un descanso era bastante tentadora, pero el deber sólo termina con la muerte, y parecía que aún le iba a quedar algún tiempo antes de poder relajarse.

-Por supuesto, ayudaré a los aspirantes todo lo que pueda, adepto Asclates-respondió el vostroyano. En cierto modo, se alegraba de que finalmente hubieran sido integrados en la célula... Eran potencialmente valiosos para el Imperio, y desde luego la alternativa era peor. 

-Por cierto Tercio, felicidades. A este paso, vas a tener que tener un armario sólo para condecoraciones. 

Veo con pesar como a Arlan se lo llevan las Sororitas pero nada puedo hacer por evitarlo. Solo me queda rezar al Dios-Emperador porque entienda que la debilidad no quita devoción y que aquel episodio no demuestra corrupción. Solo me queda esperar para que se demuestre que es puro y que, si el Dios-Emperador lo desea, volvamos a vernos. Me despido con un gesto de mi mano pero sé que no puede verme ya que sus ojos estallaron.

Luego de eso el Vidente Asclates se acerca a nosotros y nos comenta sus felicitaciones en nuestra misión. No ha sido fácil y ha implicado muchos desafíos en los que nos hemos visto expuestos a la corrupción pero hemos sabido triunfar conservando nuestra pureza. Felicito a Tercio con un gesto amable.

Respondo a sus palabras con las mías:

 - "Me quedaré acá mientras mis compañeros no estén en condiciones de marchar. Somos un grupo y debemos comportarnos como tal. Usaré, con vuestro beneplácito, las instalaciones para entrenarme mientras mis compañeros se recuperan."

La verdad es que no me gusta la idea de separarnos, mucho menos la de abandonar a un miembro del grupo herido, como es Xerxes. Me quedaré hasta que el último de nosotros esté listo para partir.

- "Hombre de Armas Vladymir Ostrogov, acérquese por favor." -

Cuando Vladymir se acerca, el Erudito Materium saca de sus ropajes un pequeño estuche metálico.

- "Sé bien que su servicio al Emperador es su propia recompensa, y que es usted completamente desinteresado. Sin embargo, en ocasiones sí existe una recompensa adicional." -

Abre el estuche, mostrando unos galones de Sargento nuevos y relucientes, con el distintivo de la infantería pesada del Regimiento de los Primeros Nacidos de Vostroya.

- "Desde este momento, es usted el Sargento Ostrogov. Enhorabuena." - Le entrega el estuche a Vladymir.

- "Sacerdote Faith, su decisión de cuidar de los heridos es muy loable, aunque no olvide que usted también fue herido severamente en la última misión, y que deberá restaurar por completo también su salud." -

El Erudito Materium hace una pausa y sonríe levemente.

- "Sacerdote Tauron Faith, ha demostrado su devoción y su sentido del deber más allá de toda posible duda. Ha superado todas las pruebas, por lo que me enorgullece comunicarle que es usted ya un Acólito inquisitorial de pleno derecho. Se le reconoce tal posición con efectos y antigüedad desde el día uno del presente mes.

Sé que ha sido difícil, y que se ha demorado muchos meses más que el resto de sus compañeros que empezaron con usted en la Mina Gorgónida, en Sepheris Secundus, pero por fin lo ha logrado. Créame si le digo lo mucho que me alegra." -

Miro hacia Renata, lanzándole un guiño. Luego devuelvo la atención al grupo.

-Está muy bien todo esto de reconocer a estos hombres su valor y sacrificio alicatándolos a medallas -digo, mostrando los dientes como hago siempre que la oficialidad procede a chuparse las pollas mútuamente-. Se lo merecen. Pero yo me pregunto, ¿qué pasa con este jodido collar explosivo? Pongo mi vida en peligro, acepto enrolarme en la sagrada Inqui, ¿y qué? ¿A mí que me den por culo?

Después quedo unos segundos en silencio, pensando. Alzo un dedo.

-Dicho lo de "darme por culo" con el mayor de los respetos. Joder, eso no cuenta como malos modales ¿no? No he amenazado con follarme a nadie ni he dicho la palabra "coño", ¿no...?

- Gracias, Adepto Asclates, sólo cumplía con mi deber para con el Emperador - respondí al recibir la medalla.

En mi vida habría sido capaz de precedir el curso de los acontecimientos, un ratero de poca monta como yo condecorado en dos ocasiones, ni más ni menos. Y pensar que en un pasado no tan lejano habría ido corriendo a los bajos fondos a empeñar estas medallas por unos miserables créditos...

- Gracias, Vlad, creo que me compraré una chaqueta con chorreras para lucir las medallas como es debido - dije, bromeando.- Creo, Adapto Asclates, que me quedaré aquí con mis compañeros, seguro que Intius Varnias y la arbitradora Arlesha Rais se las arreglarán bien sin nosotros en la finca Specula Maris, aquí seremos de más utilidad.

Y además el Bastión Serpentis no está nada mal para descansar, en la finca hay demasiadas cosas que hacer todo el rato...

" Tercio, te has ganado por lo menos una semana de vagueo ininterrumpido... A contar lo agujeritos del techo de la celda ¡Oh, sí! " - pensé, esbozando una sonrisa.

- "Seguirá luciendo ese precioso collar, Aspirante Brokenbone. Pensamos que en más de una ocasión puede ser una cobertura excelente para la tapadera que esté usando. Además, lamento decirle que por la forma como ha cicatrizado la carne de su cuello entorno al implante explosivo, si intentásemos retirarlo seguramente eso le mataría. Esto es, en el improbable caso de que el collarín no estallara.

Eso es muy loable, señor Veridio, aunque debo de comunicarle que en realidad el cuartel general de su célula está desatendido en estos momentos, me temo. El equipo de reserva fue enviado en su ausencia a una misión inquisitorial en el planeta Granithor." -

TRANSCURREN VEINTE DIAS.

- Han transcurrido veinte días en el Bastión Serpentis.

- Tercio y el Sargento Vladymir han estado ocupados en el entrenamiento de Kurt y Renata.

Kurt es tosco y duro de mollera, pero parece acostumbrado a toda clase de horrores, pues procede del terrorífico mundo de Crepúsculo. Se le da bien soportar el dolor, los interrogatorios y todos los aspectos puramente físicos del entrenamiento. Se le dan mucho peor las cuestiones del intelecto o las sociales.

Renata se ha vuelto muy callada e introvertida. No destaca nada en los aspectos físicos, más bien al contrario, pero ha demostrado entereza, resistencia mental, intelecto y astucia, cualidades todas que le serán muy necesarias cuando sea Acólita inquisitorial.

- El Sacerdote Faith ha estado sobretodo rezando y cuidando del convaleciente Xerxes, quien por fin parece que está saliendo fuera de peligro, aunque aún está muy grave y pasarán meses antes de que pueda volver a caminar. De vez en cuando recupera la consciencia, aunque no está precisamente muy hablador. Tauron intenta animarlo, y le lee para ello verísculos sagrados, pero todo parece en vano.

- Asclates sugiere que Tercio y Tauron lleven a Xerxes de regreso a Specula Maris. Allí podrá descansar más adecuadamente y recuperarse. Parece probable que aún tenga que pasar seis meses de convalecencia.

Los días pasan y acompaño a Xerxes en su recuperación, pero este no habla nada en absoluto. Le veo despertar en las horas que paso al lado de su cama, pero este no me dirige la palabra. Le recito la palabra del Dios-Emperador para darle ánimos y hacerle recordar el sagrado deber que tenemos así como la luz que aclara nuestro camino.

Rezo durante los momentos en que él duerme para que el mismísimo Dios-Emperador le ayude a sanar sus heridas, pero pronto entiendo que no es solo su cuerpo el que ha sido herido, sino también su orgullo. Veo la vergüenza en él y de a poco aprendo como interpretar las emociones trasmitidas a través de las expresiones tanto inconscientes como voluntarias. De a poco noto que puedo saber lo que piensa o como se siente sin necesidad de preguntarle.

A ratos él duerme y yo me paro frente a un espejo mirando mis propias cicatrices. Mi poco tiempo al servicio del Ordo me ha dejado más marcas de las que he tenido en toda mi vida. Pensar que provengo de un mundo Imperial santuario, un lugar de paz y calma. Quién pensaría que ahora tengo es aspecto de un justiciero de mundo muerto. Me miro al espejo y me río, saco mi pistola y veo la graciosa escena de un hombre con varias marcas de combate y armado como un criminal pero que en su interior es un hombre de Fe.

Noto que me demoro en sacar mi arma y decido hacerlo más rápido. Comienzo cada vez a desenfundar de forma más veloz mientras me tomo horas en practicarlo. Siento que, a medida que pasan los días, me vuelvo más hábil y hago girar mi revólver en mi mano.

Rezo y le converso a Xerxes acerca de las enseñanzas de los Santos Imperiales, así como de sus Mártires, quienes nos enseñan, entre muchas cosas, que es mejor ser destruido en cuerpo que corrompido en mente, por lo que los defensores del Imperium nunca deben avergonzarse por las lesiones sufridas, sino llevarlas con el orgullo de saberse la muralla que separa a los hombres justos de la corrupción que viene de la Disformidad. Mientras él duerme, yo practico como sacar mis armas a gran velocidad, lo suficiente como para volarle la cabeza a los herejes antes de que se den cuenta de lo que ocurre.

Se nos sugiere llevar a Xerxes a Specula Maris, pero respondo que lo haremos cuando Kurt y Renata estén listos. Somos ahora un equipo y sigo creyendo, fervientemente, que debemos comportarnos como tal.

- "Seguirá luciendo ese precioso collar, Aspirante Brokenbone. Pensamos que en más de una ocasión puede ser una cobertura excelente para la tapadera que esté usando. Además, lamento decirle que por la forma como ha cicatrizado la carne de su cuello entorno al implante explosivo, si intentásemos retirarlo seguramente eso le mataría. Esto es, en el improbable caso de que el collarín no estallara.

Kurt asiente en silencio. Contempla con cuidado a todos aquellos hombres, cuidándose de clavar en su memoria cada rasgo distintivo, cada gesto particular. Ha dado su vida, todas sus energías, para ayudar a que el asunto en Iocanthos llegara a buen puerto. ¿Para qué? Todo había empeorado para seguir igual. Esos tipos, salvo el pelofino, no valen nada. ¿Camaradería? ¿Sacrificio? Palabras vacías para aquel conjunto de idiotas. ¿Sacerdotes, Hermanas? Sus ideas eran absurdas, su comportamiento despótico. Rechazaron desde el principio la presencia tanto de Renata como la de él mismo, los despreciaron, los ningunearon. Sin embargo, fue su reflexión ante las palabras del libro lo que los salvó. ¿Y qué habían hecho ellos? Al parecer, quejarse por sus agrestes modales. Quejarse.

Bien. No lo olvidaría.

-Mismo collar, distinto amo -dice, conteniendo en la boca un gargajo-. Me piro a entrenar, tengo mucho trabajo que hacer. Ya sabéis dónde encontrarme.

El ascenso a sargento había llenado de orgullo a Vladymir, tanto que casi consiguió conmoverle. Pero aquello se quedó en un casi, después de todo lo que había visto, el guardia estaba lejos de ese tipo de emociones. En fin, le tocaba ayudar a que Kurt y Renata se acoplaran lo mejor posible a su nuevo papel, y lo haría, aunque sabía muy bien qué clase de cosas podía esperar. Además, que no se le pudiera (o quisiera) conceder su petición al legionario penal sin duda no iba a ayudar a conseguir que fuera más disciplinado...

Los siguientes meses fueron tediosos, con continuos entrenamientos en los que intentar que los nuevos llegaran al nivel. Claro, no eran sólo entrenamientos físicos, sino también mentales. La mente debía fortalecerse para hacer frente a los horrores de la herejía y las aberraciones xeno, además de memorizar toda una serie de códigos y protocolos necesarios para la labor de acólito inquisitorial. Por desgracia, aquellas cosas en las que uno de ellos destacaba, eran aquellas de las que carecía el otro, y viceversa. Pero debían seguir intentándolo. 

Xerxes está bajo los cuidados de Tauron, y tanto él como Tercio parecen negarse al traslado a la casa que tienen asignada. Vladymir no dijo nada, pues no tenía intención de romper aquella camaradería que había surgido... Pero probablemente fuese más beneficioso para Xerxes estar en un ambiente algo más recogido y tranquilo, y no en aquel bastión. 

Se frotó el rostro, cansada. Apenas dormía y en su mente solo se sucedían escenas caóticas y terroríficas, recuerdos fugaces, pero intensos del horror vivido en la catedral. Se había sumergido en el estudio, recordatorio de otros tiempos donde era el orgullo de su padre y no una mancha para su apellido, buscando en él el escape necesario. Había asumido un compromiso, una responsabilidad que estaba muy lejos de saber si sería capaz de afrontar. En su interior, una sensación de congoja creciente la embargaba, y había buscado en la soledad una respuesta que no había hallado.

Y ahora era testigo del destino de Kurt y le era imposible no sentirse responsable de tal. Cuando lo vio partir tras escupir su comentario, suspiró y sonrió tristemente. Fue un solo segundo el que tardó en seguir sus pasos. Grandes zancadas para reducir la distancia entre ambos, hasta que pudo posar una mano en su hombro.

-Deja que te acompañe, Kurt. Quiero y necesito hablar contigo. A solas. Mientras entrenas si quieres -dijo con una voz que traslucía su fatiga, una fatiga refrendas por las violáceas ojeras que sombreaban su mirada.

Trabajé lo justo, que tampoco había que forzar las cosas. Además, podía decirse que estábamos en un periodo de tranquilidad, como suele ser siempre ese tiempo entre que terminas de recuperarte de una misión para ser enviado a otra. Siempre que tenía oportunidad, descansaba y en general, no hacía nada, aunque todo por recuperarme más rápido, claro, las heridas que me había causado aquel mostruo no habían sido caricias precisamente.

Nos dijeron que nos enviarían a Tauron y a mi con el Cuéstor de vuelta a la finca, y la verdad es que no me pareció una mala idea, la finca es aún más tranquila que el Bastion Serpentis. En cualquier caso, parece que aún tendremos que esperar que se confirme nuestro próximo destino.

El Adepto Asclates informa de que el entrenamiento de los Aspirantes Brokenbone y Garibaldi está progresando bien.

En caso de desearlo, podrían enfrentarse a su primer examen de Códigos Inquisitoriales el día sesenta, aunque lo recomendado es aguardar hasta el día noventa, o incluso el ciento veinte.

También confirma lo que puede corroborar Tauron, que los informes médicos sobre Xerxes indican que no está experimentando apenas mejoría desde hace dos semanas. El ambiente opresivo del Bastión no facilita la cicatrización de todas sus heridas, muy especialmente las del alma.

Tercio ha estado ganduleando a gusto y, aunque no se siente en absoluto incómodo en espacios confinados, siendo originario de un mundo Colmena; lo cierto es que está empezando a cansarse de recorrer siempre el mismo pasillo y las mismas habitaciones (las celdas de Acólitos y Aspirantes, el comedor-cocina, y las cámaras de entrenamiento y estudio o meditación).
 

Mis heridas han terminado de sanar y siento que mi salud es aún mejor que antes, creo que estoy más preparado para resistir a las inclemencias y al daño físico, siendo así capaz de servir mejor al Dios-Emperador.

Finalmente llegan los resultados médicos que indican que Xerxes no ha estado sanando lo que debería, por lo que decido que es el momento de llevarlo a Specula Maris, donde podrá descansar y reponerse en un ambiente más relajado que en la tensa atmósfera del Bastión Serpentis.

Me acerco al Adepto Asclates para comentárselo:

 - "Saludos Adepto Asclates, quiero comunicarle mi decisión de llevar al Acólito Xerxes von Braun a la Finca Specula Maris para que termine su recuperación junto al resto de nuestra célula inquisitorial. Si usted está de acuerdo, quisiera llevarlo en el próximo vuelo que salga hacia el planeta."

Me quedo esperando la respuesta pues, de ser afirmativa, intentaría sacar a von Braun lo antes posible, pero dudo de que sea capaz de caminar por si mismo, por lo que necesitaría ayuda para hacerlo sin poner en riesgo su delicada salud.

- "De acuerdo, Acólito Tauron. la lanzadera negra les dejará en Tarsus dentro de dos días. Desde allí podrán tomar una nave atmosférica hasta la Colmena Sibellus, donde un aerodeslizador del Inquisitio Planetia les llevará a su base en tierra. Me he tomado la libertad de recargar sus armas." -

- Vladymir se queda ayudando a Renata y Kurt con su entrenamiento.

- Tercio, Tauron y Xerxes regresan a la Finca Specula Maris.