Partida Rol por web

PLANETA ESCINTILLA: CIUDAD AMBULON: CORO DEL JÚBILO:

082.816M41.

HORA LOCAL: 23:31.

El arbitrador sintió como era apartado de su posición y ahogó tanto la rabia como la imprecación que pugnó por salir de su garganta.

- Viktor, Huesos, Renée, acabad con él, y tras hacerlo, volved a la sala del templo- ordenó mientras bajaba su arma que, por unos instantes, había apuntado a la espalda de Huesos tras haber este último quitado de su puesto al arbitrador en vez de esperar a que disparase y se apartara, como pensaba hacer. Tragándose el malestar se apoyó contra el otro lado del quicio de la puerta, saliendo de la línea de fuego, y respiró profundamente. Las dos heridas recibidas hacían que oleadas de dolor recorrieran su cuerpo, y tuvo que cerrar los ojos, un instante, antes de caminar hacia la sala del templo, a fin de reagruparse, y esperar a que los que estaban arriba acabaran con el último de los guardias. Y aún había que bajar al sótano que, bien se temía, no iba a resultar fácil- Incognitae, Comido, esperamos aquí para todos juntos (cuando nuestros camaradas acaben con el restante) bajar al sótano. Incognitae, estoy malherido. Me vendría bien algo de curación.

No le alegraba acudir a los poderes del psíquico, pero era consciente que el más mínimo golpe supondría la imposibilidad de seguir combatiendo, y no podía permitirse no cumplir con sus obligaciones.

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Recibido jefe- responde Tercio que había justo entrado en la sala para ver como salía. Así que, vista la situación volvió a ir al salón principal, esperando a que sus compañeros terminasen la limpieza. 

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HORA LOCAL: 23:31.

Valerius llevaba un buen rato en silencio sin dejar de vigilar aquellas escaleras. Todavía escuchaba disparos, aunque un ruido sordo le indicó otro cuerpo que caía. Confiaba en el Emperador para que fueran enemigos, y no sus aliados y compañeros inquisitoriales.

Ahora solo le quedaba seguir esperando a que llegaran a su posición para informarles de lo que había descubierto. Theodossia estaba ahí abajo... y estaba preparado. Eran malas noticias.

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HORA LOCAL: 23:31.

Allí estaba, el último de arriba, herido al parecer.

Ella llegó corriendo, y sin un ángulo perfecto, pero estaba a tiro tras la puerta. Y disparó. Y falló la ráfaga de tres tiros, algo casi imposible, tres, y ni uno le rozó siquiera. En fin.

Con calma, con la calma que daban los años de contrabandista que tenía que sacarse a sí misma las castañas del fuego, Renata se detuvo nada más cruzar esa puerta, y disparó de nuevo. Esta vez firme en el sitio apuntó su Hecuter de magnífica mira láser, y el maldito tiro acabó el trabajo. 

Vio a Kurt un segundo antes, salía de la escalera. Le sonrió. 

Pero no había tiempo que perder, había más tipos de esos, y aún no sabían donde se encontraba Theodosia. Le hizo un gesto a su amigo, Intius había dado órdenes de reagruparse abajo.

-Me alegro de verte entero, osito. Vamos, bajemos.

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HORA LOCAL: 23:32.

Todo parecía indicar que el abatido por Renata era el último de los miembros de la Incertidumbre Dentada que guardaba los niveles superiores de aquella fachada llamada Coro del Júbilo.

Por lógica, Theodosia y los últimos secuaces tenían que estar en el sótano, tras las escaleras descendentes que Valerius había descubierto.

El tiempo era apremiante, pues no sabían si el Magistratum estaba sobre aviso, pero si lo estaba casi con seguridad se pondría de parte del prestigioso y rico Coro del Júbilo antes que de la de unos mercenarios desconocidos. Además, Theodosia y sus últimos cuatro agentes podían estar haciendo cualquier cosa ahí abajo, desde destruir pruebas, a preparar trampas, o incluso tal vez a abrir alguna ruta de escape secreta hacia el interior de las entrañas de Ambulon.

Estaba cansado de intercambiar disparos, de esconderse tras una cobertura y jugar al escondite rezando al Emperador porque le diera mejor tino a él que a sus enemigos. Por eso cuando percibió que todavía quedaba un enemigo con vida, se envalentonó y fue a por todas. Ignoró líneas de fuego, órdenes y pautas de atque probables y fue a por aquel desgraciado.

Quería probar su nueva e imponente espada y partir en dos a aquel fulano, en aquel momento en su cabeza no había hueco para más pensamientos. Dejó caer su rifle láser que tan buen servicio le había dado y tomó en sus dos manos el mango del arma cuerpo a cuerpo. El enemigo aprovechó el pasillo estrecho y descargó sus disparos antes de que Kurt pudiera materializar sus pensamientos. Recibió los impactos de lleno y con gallardía. Repleto de munición enemiga, pero sin permitirse un gesto de dolor. El tipo cayó muerto y la encantadora silueta de Renata apareció detrás de él. Su sonrisa borró de forma momentánea los dolores de Kurt y deseó estar en algún lugar tranquilo y alejado con ella, juntos, muy juntos. Asintió a sus palabras casi sin resuello, mientras notaba el calor de su sangre manchando su cuerpo. Si salía de aquello iba a estar unos cuantos días en cama.

—Yo siempre me alegro de verte —dijo mientras presionaba con su mano una de las heridas y se daba la vuelta en busca de su rifle, dispuesto a recogerlo y bajar cumpliendo órdenes.

Valerius se percató de que Intius estaba entrando en la estancia. Miró en dirección al líder de la célula inquisitorial y le hizo un gesto de silencio con la mano. Luego señaló hacia las escaleras y habló en voz baja... todo lo baja que pudo.

- Dos cables. Uno al principio y otro al final. - Dijo señalándoselos para que los viera con claridad. En la oscuridad de las escaleras eran difíciles de distinguir si uno no sabía dónde mirar.

- Cortarlos posiblemente active los explosivos... No soy un experto pero lo mejor sería evitarlos pasando por encima. - Añadió. - Sabiendo dónde están es factible pasar por encima sin tocarlos, aunque nos llevará algo de tiempo. - Continuó.

- Si nos están esperando abajo, apuntando hacia las propias escaleras... va a ser una masacre. - Explicó. Iban a tener una entrada complicada. 

Miró otra vez hacia las escaleras y continuó hablando.

- Otra opción sería lanzar una granada a las escaleras y que reviente todo... Podríamos colapsar la zona, pero no sabemos si hay otras salidas en ese sótano. - Eso sí, si no había más salidas significaría el fin de Theodosia y los suyos... aunque no obtendrían respuestas. - Veo más sencillo que evitemos el primer cable... y antes de tratar de evitar el segundo lanzar una granada cegadora o similar por encima del último cable... para que nos dé algo de cobertura cuando entremos en ese sótano. - Sugirió.

Aunque los primeros en bajar se la iban a jugar, y mucho.

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HORA LOCAL: 23:32.

Termino de llenar de munición mata-hombres el cargador que tenía vacío. Lo guardo, sabiendo que lo utilizaré muy pronto pues presiento que hay muchas cabezas de herejes escondidas en este edificio anhelando recibir mis municiones en su interior. ¡Quién soy yo para negarles su deseo!

Escucho disparos en la planta superior, supongo que el último de los enemigos que quedó de los que nos disparaban desde arriba está disparándole a Kurt, pero estoy seguro de que mis compañeros son capaces de encargarse de esa amenaza sin necesidad de mi intervención, así que guardo el cargador lleno y saco el que tengo a la mitad de su capacidad para rellenarlo también.

Veo que Itsua entra en la habitación que estoy y le hablo desde mi posición:

 - "Creo que somos varios los que necesitaremos de tus capacidades sanadoras."

Comienzo a recargar su munición y pienso que lo mejor será volver a poner uno de los llenos con munición mata-hombres pues, mientras más rápido acabemos a los enemigos, mejor considerando las heridas que el grupo tiene en este momento. Pocos disparos más aguantaremos antes de caer, por lo que nuestra potencia de fuego debe ser máxima e implacable.

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Por un segundo, el arbitrador estuvo a punto de reprochar a Incognitae el que, contra sus instrucciones expresas, no hubiera procedido a curarle, ni a él, ni a ninguno otro de los miembros de la célula. Sin embargo, y por segunda vez en pocos segundos, se contuvo. Era obvio que las heridas del psíquico eran terribles (aunque el resto de miembros no estaba mucho mejor, y quizás, quitando al psíquico, el propio Intius era el más herido)

- Cuando te repongas, si te restan fuerzas y capacidad psíquica, trata de curar a los más heridos-  le conminó, para luego mirar a Comido y señalar la estancia donde había entrado Valerius- Comido, cuando estén todos, entrad en esta estancia. Voy a dar apoyo a Valerius. No os retraséis. Entrad en cuanto estéis todos.

Tras estas palabras, moviéndose con un dolor evidente, pero muy inferior al que verdaderamente sentía, el arbitrador entró en la estancia donde estaba Valerius, escuchando al mismo y, acto seguido, negando mientras le respondía en un quedo susurro, indicándole por gestos que bajara la voz.

- No dispongo ni de granadas, ni de granadas de humo o cegadoras. ¿Tienes alguna? En todo caso, coincido con tu apreciación.

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-¡Despejado!

Gritó después de comprobar que no había más habitaciones y por tanto que arriba no quedaban enemigos. Pero entonces se dio cuenta de que Kurt sangraba, y no poco.

-Joder, Osito, te han dado bien... vamos, te echo una mano para bajar, el psíquico ha dicho antes que podía sanar, verás que te deja nuevo.

​​​​​​​Renata se acercó a su querido compañero y le rodeó la cintura con el brazo, eso sí, sin enfundar sus armas. No sabían qué clase de sorpresas podían esperarles abajo. Esperaba que fueran los acólitos, pero nunca se sabía...

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No quiso añadir mucho dramatismo a su situaciń, no conocía a nadie que le hubiera ayudado eso en mitad de una misión. Sin embargo cedió con gusto parte de su peso a Renata y dejó que compartiera con él parte de la pesada carga que implicaba ser Huesos y querer usar una espada en un mundo de armas láser. Cargó en su hombro izquierdo el rifle láser y apoyó parte de su musculoso torso en su ama. No disimuló, para qué, y con su mano libre descendió buscando la agradecida retaguardia de la mujer. Cuando la hubo encontrado apretó, no mucho, lo suficiente para recordar.

—Por si la cosa se pone fea y no hay próxima vez —dijo a modo de disculpa y luego continuó bajando apoyado en ella, aunque tratando de fingir que estaba mucho mejor de lo que realmente estaba.

—Me vendría bien un remiendo antes de continuar —dijo al grupo.

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Valerius negó con la cabeza y respondió a Intius.

- No, no llevo ningún artefacto similar, pero alguno de nuestros compañeros quizá sí lleve algo. Necesitamos una distracción y algo que nos dé un poco de cobertura. - Miró hacia la puerta y esperó a ver si el resto de miembros de la célula llegaban.

- Cada segundo que esperamos, es un segundo más en el que Theodosia se puede preparar. - Advirtió.

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El arbitrador asiente a las palabras de Valerius y espera que el resto de la cédula cumpla sus instrucciones, limitándose a ordenar a los que lleguen que mantengan la posición y que le indiquen si tienen granadas de humo o cegadoras. 

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Niega con la cabeza ante la pregunta de Intius de si tiene granadas de humo o cegadoras- tengo una granada de fragmentación y una bomba incendiaria. 

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Valerius alcanzó a escuchar a Tercio, y asintió en dirección a Intius. Eso podía servir. En voz muy baja comentó un posible plan de acción:

- Los dos primeros que arrojen  una granada cada uno. Entre ambas se debería generar suficiente confusión como para que bajen la guardia y algunos de nosotros puedan entrar y buscar cobertura. - Sugirió.

- Seguramente estén atrincherados pero no hay que darles tiempo para pensar. Entrar rápido con la confusión, buscar cobertura y dar fuego de apoyo para que el resto de nuestros compañeros puedan entrar también. Luego acabar con todos esos herejes. -

Era lo más sensato, en su opinión... Pero Intius era más táctico que él... y decidiría. Aunque aun faltaban miembros de la célula por llegar.

Valerius continuó concentrado en vigilar la parte baja de las escaleras para que no apareciera ningún enemigo. Y a medida que iban llegando compañeros a la sala, les iba señalando los cables que había detectado y que activaban los explosivos.

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Cuando llegó, Ostrogov frunció el ceño confuso ante lo que comentaban.

-¿Granadas? Hace años que no tengo ni una. No creo que ninguno llevemos-dijo el vostroyano, relativamente seguro de que iba a tener razón. 

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Renata llegó entonces, a tiempo de escuchar la afirmación de Vladymir.

-Yo, desde luego, no tengo ninguna.

Afirmó contundente.

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HORA LOCAL: 23:32.

El arbitrador escuchó las palabras de Valerius y asintió, levemente. Realmente estaban en consonancia de lo que él mismo pensaba. Con un gesto casi instintivo se agarró la herida del pecho con gesto de dolor, antes de mirar hacia atrás con gesto de ligero fastidio.

- Aún no estamos todos- murmuró para luego señalar a Valerius con un gesto de cabeza- Comido, da un de tus granadas a Valerius. Hay dos trampas de cables como bien ha indicado Valerius- dijo indicando el lugar señalándolos para que el resto pudieran verlos con claridad- una al principio y otra al final. Y obviamente a estas alturas nos estarán esperando. Los dos, Comido, Valerius, iréis primero pues sois los más enteros. Una vez superada la primera trampa de cable, cuando podáis lanzar las granadas sin afectar nuestra posición, preferiblemente antes de superar la última trampa de cable, hacedlo. Y hecho esto, superáis la trampa y os cubrís. Nosotros os seguiremos con rapidez, aprovechando la confusión, el fuego y el humo. Y esperemos que haya algunos enemigos heridos y hayan tenido que salir de sus coberturas. Hay que eliminar a todos los enemigos. No tratéis de obtener prisioneros. Ni de rescatar a nadie. Si hay tiempo y posibilidad al terminar el combate, se hará. No deben escapar.