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[D&D 3.5] La Torre de las Almas Perdidas 2: El Plano de la L

Capítulo 11. ¿Una Nueva Esperanza?

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04/12/2017, 22:56
Director

Aquel hombre no escuchó a Gwindra. Sin duda fuera lo que fuera lo que le había sucedido había anulado todos los sentidos que permitían su comunicación con el mundo exterior. Su existencia no parecía tener demasiado sentido en esas condiciones, pero al menos para la elfa, era evidente que mientras les quedasen algunos de aquellos tubérculos no lonchearía a ese desgraciado para practicar el canibalismo.

Lyris no dijo nada y Serge no insistió en su idea. En el fondo la idea de comerse a ese vagabundo demente no le hacía demasiada gracia. No obstante su humor negro era algo que difícilmente le abandonaría. Era algo intrínseco a él, parte de su personalidad. Aún así, tanto el astuto pícaro, como la diestra arquera aguardaron unos instantes antes en espera de una mordaz réplica de la arcana que finalmente no llegó.

Casi sin darse cuenta siguieron avanzando a través de ese gran desierto rojo. El calor era intenso y pronto descubrieron que en aquel plano no había término medio. Se trataba de un lugar de extremos. Habían pasado de un frío que les helaba hasta el tuétano a un calor que les exprimía hasta la última gota de sudor.

El sol del amanecer parecía que había decidido hacerles compañía por más tiempo del habitual. Por primera vez desde su llegada al plano de la locura, desearon que anocheciera. Los rayos de aquel sol rojizo se clavaban en la piel de los cuatro viajeros. Aquel sol picaba en sus enrojecidos rostros. Tuvieron que taparse hasta el último centímetro de su piel para no acabar con una insolación. Por desgracia el agua se acabó antes de lo que esperaban y por desgracia parecía incluso que el agua se hubiera esfumado o desaparecido.

De nuevo parecía que aquel lugar les ponía a prueba o se burlaba de ellos. Una fuerte ventisca soplaba de vez en cuando golpeando con su ardiente temperatura y llenando sus ojos de arena, provocando que las lágrimas resbalaran por su rostro. Sed, hambre,extremo calor, insolación, cansancio, desesperación, ira y apatía eran algunos de los sentimientos que embargaban al menos a tres de ellos.

Sólo uno de los cuatro compañeros parecía infatigable, pues incluso las aves, delgadas casi en extremo y sin fuerzas para alzar el vuelo, permanecían junto a sus dueñas a expensas de ellas para sobrevivir. Se no era otro que el catatónico monje con el que se habían topado horas atrás, cuando el sol naciente se convirtió en un sol perpetuo que les torturaba desde el cielo como cumpliendo los deseos de aquel lugar maligno.

De pronto uno de ellos encontró algo en la lejanía que le llamó poderosamente la atención. No fue Gwindra como de costumbre, ni tampoco ninguna de las exhaustas aves. Evidentemente no fue el catatónico monje y tampoco fue Lyris usando alguno de los trucos que hasta ahora les habían salvado en más de una ocasión. Esta vez fueron los ojos de Serge los que detectaron una esperanza.

A poco menos de un kilómetro de distancia, si no le engañaban los ojos y su cerebro no le hacía creer lo que no era, acababa de ver lo que parecía ser un pueblo. Descendiendo de una loma, la cual se encontraba cubierta por gran cantidad de hierbajos secos y algún que otro cactus, se podían ver los tejados de gran cantidad de pequeños edificios de madera que parecían haber sido construidos entorno a una única carretera que discurría atravesando el poblado y sólo desviándose hacia lo que parecía ser una cementerio cercado por una valla metálica.

Para cuando Serge quiso comunicar a sus compañeras su sorprendente hallazgo, éstas ya se habían percatado de éste. Los tres detuvieron la marcha parándose a observar aquel primer signo de civilización en muchísimas jornadas. Tan solo el monje siguió avanzando en su pesado deambular, sin parecer a priori haberse percatado de nada.

Tras unos segundos observando desde la distancia, pudieron contar una veintena de edificios de muy similar construcción. Casi todos se trataban de edificaciones de dos pisos y destacaban por encima del resto una amplia vivienda acabada en un campanario y otra edificación bastante más amplia que el resto cuya primera altura estaba construida en piedra y la segunda en madera pintada de blanco.

Detectaron también lo que parecían ser algunos viejos carruajes y una plaza central en la que se hallaba un pozo. Que de una chimenea surgiera una columna de humo indicaba que alguien se encontraba en el interior de una casucha situada en un extremo del pueblo. Fue entonces cuando escucharon el relincho de un caballo y unos gritos tras la ruptura de algún objeto de vidrio que dieron inicio a una acalorada discusión, cuyos dueños no les fueron desvelados por el momento.

- ¿Dónde estoy? - Dijo entonces Khorvin deteniendo su paso y mirando a su alrededor.

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04/12/2017, 23:15
Serge Leblanc

Como odiaba el desierto… Calor pegajoso, un sol interminable, escasez de agua y comida… Y ni uno solo de los tan cacareados espejismos de los que tanto había oído hablar a los viajeros en las posadas. Lo que daría él por tener una última visión agradable antes de caer en aquel suelo de roja arena para no volver a levantarse jamás. En fin, al menos las vendas que llevaba le cubrían bastante la piel, que con lo pálido que estaba corría el riesgo de que el sol le convirtiera en una salchicha demasiado asada. Aún así el incordiante viento quemaba casi tanto como los rayos del astro rey. ¡Cómo odiaba el desierto!

Y lo mejor es que la única novedad interesante que les había sucedido desde que cambiaron la nieve por el desierto fue que el monje, que podría haberles servido para hacer mucha cecina, ahora caminaba junto a ellos como si fuera un gólem de barro sin mente, igual que el que salía en uno de los cuentos que su madre le contaba cuando era un niño. Como al final sobreviviera ese vagabundo y ellos muriesen… Sí, eso parecía muy adecuado teniendo en cuenta el lugar en el que estaban. La ironía perfecta. Maldito fuera ese plano infernal, con sus desiertos, sus tundras y sus burlas hacia la naturaleza.

Sin embargo, sus ojos, aunque cansados, captaron algo en la lejanía. No en vano, Serge necesitaba una atención al detalle estupenda en su oficio, para poder detectar posibles trampas ocultas o emboscadas. Normal que fuera el primero en ver aquella maravilla.

 -Un… Un village.

La idea de haber encontrado algo de civilización le dio nuevas fuerzas.

 -Sacre bleu! ¿Lo estáis viendo? ¡Es un poblado! ¡Estamos salvados!

Y de repente el monje decidió romper su voto de silencio pronunciando las primeras palabras desde que lo habían encontrado.

 -¿Qué más dará dónde estemos? ¡Hemos encontrado civilisation! ¡Podremos comer, beber y dormir como hace semaines que no lo hacemos! Los dioses aún ne nous han abandonado.

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05/12/2017, 08:26
Gwindra D'Pasthel

Sol y calor. Viento. Sol y calor. viento. Otro paso más. Tapada de pies a cabeza, que el sol no le alcance. Su pobre pájaro casi desfallecido. Sus compañeros están como ella. El extraño monje les sigue, pero parece un zombie. Espero que no sea un zombie.

De pronto, Serge se para. Gwindra dirige la mirada hacia donde él mira. No puede ser. Es un espejismo.

-Sí, un pueblo. Maldita sea. ¡Un pueblo!- Dice la elfa feliz. Los espejismos no hacen ruidos. Y oigo caballos, oigo voces.-Acerquémonos. Nada puede ser peor que esto.- Mira a la maga y recuerda sus palabras constantes sobre este maldito plano.-O sí, pero prefiero arriesgarme que dejarme morir aquí.

El ascético monje habla. Le mira de cabo a rabo.-Vaya, si hablas. No lo sabemos. ¿Cómo te llamas? Yo soy Gwindra.

 

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07/12/2017, 18:01
Khorvin Lluch

Khorvin parpadeó de forma exajerada, como si se acabase de despertar en medio de la noche.

-Por todos los demonios marinos, ¿Donde diantres estoy? ¿Por que tengo arena en las calzas?

Sin demasiado disimulo se rascó las nalgas tratando de aliviar el picor que le producia la arena que jugueteaba por sus partes pudientas, mientras que con la otra mano se mesó la barba, adoptando una pose entre lo contemplativo y lo ridículo.

-¿Mh? ¿y quienes son estas buenas gentes? dos hermosas señoritas, por lo que veo y un... una... persona...

Achinó los ojos  y miró hacia el horizonte -¿Que playa es esta? Ahhh... yo te maldigo, Cleon ¿ Que clase de bebida me distes ayer noche...?  ¿Donde está ese bellaco?

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07/12/2017, 20:48
Serge Leblanc

Vaya, que el monje-zombi ese sabía hablar y todo. Y no perdía el tiempo, piropeando a sus compañeras y… calificándolo a él.

 -Monsieur, permítame lo primero presentarme.

El ladrón alargó la mano para estrechársela.

 -Serge Leblanc, enchanté. Lo segundo, decirle que no se encuentra en una playa, aunque muy probablemente ya lo habrá découvert. Estamos en un desierto metido en una especie de plano de réalité alternativo. Bueno, mi compañera Lyris aquí presente le podrá explicar esto mejor que moi. Y en cuanto al amigo que menciona…

El ladrón miró a Gwindra y a Lyris. Aquel monje había acabado en ese lugar tal y como ellos lo habían hecho. Alguien les había llevado allí, probablemente con intención de sacrificarle también, justo como pretendía el ex-mentor de la elfa.

 -No pretendo ser pájaro de mal agüero, pero creo que si está aquí tras una beuverie, muy probablemente le hayan traído aquí para que muera. Igual que a nous.

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09/12/2017, 00:08
Khorvin Lluch

Sin abandonar la expresión de recien levantado del catre se rascó la ceja derecha y volvió a parpadear varias veces.

-Que las ballenas sangrientas se me lleven... ¿Te refieres al lugar aquel que comentó... el individuo ese tan tétrico...? ¿El lagarto ese? es cierto... recuerdo que entramos en el...¿ Lo has llamado plano?  bueno, el lugar ese mágico buscando a la mujer de Cleon... Pero a vosotros si que no os recuerdo para nada, me temo... que por cierto... ¿Donde están Cleon y los demás?

Se amasó las mejillas con la misma mano que hacía un instante se había estado rascándose la ceja y miró con más detenimiento a su alrededor, buscando a sus compañeros.

-Soy Khorvin, por cierto. y no se como se dirá en su idioma, don Leblanc, pero en mi idioma a eso lo llamamos playa...dijo señalando hacia el horizonte donde se dibujaba de forma inequívoca una línea de costa hasta donde llegaba la vista.

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09/12/2017, 11:44
Director

Todos echaron un vistazo atrás pese a saber con certeza que lo que acababa de decir aquel hombre no era más que una sandez. Acababan de atravesar un desierto rojo en el que el calor casi acaba con ellos y no habían visto una sola gota de agua en ninguna dirección. Que el lugar de donde procedían se hubiera convertido en un inmenso mar no era algo que pudieran creer sus ojos salvo que...

Salvo que se encontraran en el plano de la locura, pues si, ante sus ojos se abría paso un interminable océano donde segundos atrás tan solo había fina arena roja. Pese a que parecía imposible Khorvin decía la verdad. El camino por el que habían venido, por donde habían atravesado un gran desierto, no era ahora otra cosa que un terreno bañado por las azules y resplandecientes aguas de un océano calmo.

Lyris cruzó su mirada con la de Serge tratando de encontrar en los ojos de aquel escuálido hombre una sola respuesta que explicara lo que sus ojos veían. Como era de esperar no halló ningún tipo de comprensión en aquel hombre, quien parecía tan asombrado como ella en lo que acababa de sucederles.

No obstante fueron los ojos élficos de Gwindra los que por fin hallaron cierta coherencia en lo irracional de aquella situación. Aquel inmenso mar no era más que un reflejo. La fina arena rojiza seguía donde estaba, pero en ella se reflejaba el cielo. Un cielo extraño que no podría explicarse con las leyes físicas que regían en el plano material de Gea. Si, ciertamente la visión de un inmenso mar abarcando el firmamento era un escenario que nunca antes hubiera creído posible.

Lo cierto era que allí donde antaño se encontrara aquel perpetuo cielo oscuro iluminado por estrellas titilantes que parecían moverse de forma errática y en contadas y fugaces ocasiones iluminado por el rojizo sol del amanecer, ahora parecía hallarse un inmeso y hermoso mar azul en calma. Un mar que les transmitía serenidad y que les inundaba con una agradable brisa marina que golpeaba su castigado cuerpo, provocando un gran alivio en las quemaduras producto del sol.

Pese a encontrarse muy lejos de aquel mar que sobrevolaba por encima de sus cabezas, pudieron detectar bancos de peces que lo surcaban en todas direcciones e incluso algunos pájaros que volaban por debajo de éste. Se trataba de una sensación extraña, pues la serenidad que emanaba de aquel mar, contrastaba con el atentado a la lógica y el raciocinio que les producía su visión.

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10/12/2017, 12:08
Serge Leblanc

Una playa decía… El sol debía de haberle reblandecido los sesos a base de bien al pobre hombre. Pero al mirar hacia atrás y ver aquella inmensa masa de agua, Serge empezó a creer que a él también se le habían reblandecido los sesos. Lyris parecía tan confundida como él, ¿sería otra jugarreta del plano? Era difícil de creer, ya que normalmente ese infierno sólo cambiaba para hacerles sufrir cada vez más. ¿Qué sentido tenía traerles un apacible océano en el que bañarse para quitarse el calor de encima y pescar para conseguir alimento?

Fue Gwindra, con su aguda vista, la que consiguió discernir la verdad. Aquel mar no estaba en tierra. Estaba en el cielo. Y si no hubiera visto ya más locuras como aquella, el ladrón no habría podido creer lo que veía. Pero la brisa marina que refrescaba su piel era real. El olor a salitre era real. Había un mar en el cielo.

 -J'arrive pas à y croire... Eh, ¿son eso peces? Gwindra, ma cherie, ¿crees que podríamos alcanzarlos disparando con el arco?

¿Sería un regalo de los dioses? Porque ese mar tan tranquilo y hermoso… No encajaba para nada en el plano infernal en el que se encontraban. Claro que estaba en el cielo. A lo peor tenía ese aspecto tan tranquilo para engañarlos y luego caer encima de ellos ahogándoles como ratas. Que era descabellado, sí, pero en ese lugar podía pasar cualquier cosa.

 -Aunque pensándolo bien, igual deberíamos buscar refuge en el poblado. Por si acaso a ese océan le da por llovernos encima.

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11/12/2017, 09:24
Gwindra D'Pasthel

Anonadada, Gwindra mira el océano. Entonces, levanta la mirada y ve el océano arriba. Con la boca abierta y la mano señalando a donde debía estar el cielo, informa a sus compañeros.

-Eso es un espejismo, el mar está ahí.- Dice, llevando la contraria a Khorvin.- Joder, estoy harta de este plano. Es una maldita broma de mal gusto. No creo que mis flechas lleguen ahí arriba, además, el pez se iría al fondo hacia arriba, o no, nada obedece a la lógica. A lo mejor la flecha sí que llegaría.

Menea la cabeza, como intentando deshacerse de los pensamientos absurdos a los que este sitio está llevándole. Entonces mira al zombie revivido.

-¿O sea que viniste aquí por voluntad propia a buscar a la esposa de alguien? Interesante. ¿Cómo vinisteis?- Interroga a éste. Ante la sugerencia de Serge, asiento.

-Sí, vayamos a la aldea. Creo que es lo mejor.

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11/12/2017, 10:22
Khorvin Lluch

Algo más espabilado y con las ideas ordenándose poco a poco en su cabeza se sacudió la arena de los pantalones y empezó a caminar en dirección al pueblo que se veía en el horizonte, acompañando a aquellos con los que se había despertado.

-Hum... yo trabajaba de guardia en la prisión de Umnia, la torre de las almas perdidas, si sabéis a lo que me refiero... Ese lugar era tétrico sinduda pero otorgaba un techo bajo el que dormir y dos comidas calientes al día...

El director de la prisión era poco más que una sabandija que parecía haber tomado el mal por camino y así se lo hacía ver a los presos en cuanto tenía oportunidad... pero nosotros los guardias, bueno, la mayoria stratábamos con respeto a los reclusos... demonios ¡Cualquiera puede errar en  esta vida y dar con sus huesos en un calabozo! ¿No es así?-preguntó retóricamente

-Bueno, como decía... ese perro de Gladys Thetys al paecer estaba tramando algo sobrenatural y maligno, puesto que en la torre se presentó el mismísimo corregidor del emperador Umnio para aprehenderlo a él y a sus secuaces y poner fin a toda aquella maldad... Se liberaron a muchos de los presos que al parecer se encontraban por motivos injustos y se descubrió que en la parte más profunda se habían estado realizando rituales con algunos presos, y...-se paró a pensar la mejor manera de expresarse, pues era consciente de lo poco claro que estaba siendo-los cuerpos de los presos seguían allí, pero no así los propios presos...al parecer habían sido transportados aquí donde nos encontramos ahora... o eso creo...-se encogió de hombros.

-En resumidas cuentas, Cleon era un preso con el que tenía bastante buen trato y su mujer estaba en la zona profunda, donde los presos estaban pero ya no estaban, ¿sabes? Pues al llegar el corregidor se trajo consigo un extraño sacerdote con cara de lagarto, o de serpiente más bien... que nos propuso a unos cuantos el venir a este lugar en busca de la mujer de Cleon...

Torció el gesto dándose cuenta de lo poco entendible que había sido su relato, pero el no era ni bardo ni historiador, por lo que no se le podía pedir más, pensó.

 

 

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13/12/2017, 15:14
Director

Los cuatro miembros de aquel variopinto grupo, en el que no habían tenido ningún interés de empezar a formar parte, se dirigieron hacia el poblado ignorando todo lo que pudieron la extraña realidad que se cernía sobre sus cabezas. Pese al dolor de pies que todos ellos tenían y la fatiga acumulada, apretaron el paso bien por la advertencia de Serge, bien podía aquel plano querer empaparlos bajo un océano caído del cielo, bien por las meras ganas de llegar a un lugar cubierto donde reposar tras aquel agotador viaje, del que ya no recordaban la fecha de inicio.

A medida que se acercaban hacia las afueras del poblado, empezaron a ser partícipes de alguna de las escenas cotidianas de aquella comunidad. A lo lejos vieron un grupo de cuatro hombres tratando de atrapar a un caballo negro que corría de un lado a otro desbocado. Sus vestimentas les resultaron extrañas desde el primer momento que los vieron.

Aquellas gentes vestían con unas botas de piel en cuyo talón estaba incrustada una pieza metálica. Portaban pantalones de un color azulado, de una tela que parecía ser muy resistente. Alrededor de su cintura portaban un cinturón con varias vainas a los costados de las cuales sobresalían las empuñaduras curvadas de madera de dos extrañas y pequeñas armas. Cubriéndoles el pecho portaban camisas de botones, estampada en cuadros de colores diversos, desde el azul o el verde, hasta el rojo. Dos de ellos portaban chalecos de ante y todos ellos tapaban su cabeza mediante un sombrero de ala ancha.

Enfrascados en esa visión no se percataron de que a su derecha, sentado entre una bala de paja y masticando un fino palillo se encontraba un arrugado anciano vestido con un mono blanco de arriba abajo, el cual parecía tratarse de ropa interior. Por el contrario no le faltaban las botas con aquellas extrañas espuelas en el talón y un sombrero de ala ancha sobre la cabeza. Aquel hombre les miró entrecerrando un ojo y con actitud algo desafiante.

- Bienvenidos a Orderville forasteros. – Dijo aquel hombre mientras parecía estar trenzando una cuerda. - ¿Qué les trae por este paraje olvidado de la mano de Dios? – Preguntó aquel hombre.

Los cuatro se miraron algo sorprendidos. Pese a que no hablaba un idioma que conocieran de antemano, todos ellos le entendían a la perfección. Quizás alguna clase de hechizo afectaba a ese extraño lugar, que les permitía comunicarse con los lugareños. Quizás por eso pasaron por alto que aquel hombre también iba armado con una de aquellas extrañas armas que pendía de la vaina de su cinturón.

- ¿Os gustan las historias? Os contaré una. Una vaca enterró a un pajarito en sus heces. No lo hacía para dañarlo, sino para mantenerlo caliente. Pero entonces llegó un coyote y se lo comió. Esa es la moraleja de los nuevos tiempos, señores. No todo el que te cubre de mierda trata de lastimarte y no todos los que te sacan de ella lo hacen para ayudarte. – Aquel hombre se puso en pie ofreciendo la mano a Khorvin en primer lugar, que no tuvo más remedio que aceptarla. – El punto es que cuando la mierda te llegue al cuello debes procurar mantener la boca cerrada. – En ese momento trató de imitar una carcajada, pero tan solo se quedó en el intento. Acto seguido miró a Lyris y realizó una leve reverencia con la cabeza mientras agarraba la punta de su sombrero. – Señorita… - Dijo para justo después rememorar el mismo gesto dirigido hacia Gwindra. – Señorita… - Repitió. - ¿Y tú, qué diantre eres? – Miró de forma inquisidora a Serge. - ¡Pero que pintas lleváis, parecéis forajidos o salvajes emplumados! ¿De dónde carajo habéis salido?

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14/12/2017, 02:44
Serge Leblanc

No, si algo así debería habérselo esperado. El poblado era raro. Pero no raro de “agradablemente exótico”, no. Raro de “¿qué diantres llevaba la cerveza que he tomado que veo cosas chungas?”. Aquellas gentes vestían de una manera que él jamás había visto ni siquiera en libros sobre países lejanos y tenían extraños accesorios y armas.

El anciano que fue a hablar con ellos no era menos raro que el resto de gente que pululaba por allí. Primero les contó un bonito cuento lleno de caca de vaca, luego les fue saludando uno a uno y finalmente les preguntó que de dónde habían salido.

 -Ah, qué buena pregunta, monsieur. Ya nos gustaría saber a nosotros por dónde hemos llegado aquí, para poder salir por el mismo site. Lo único que sabemos es que hemos recorrido una montaña helada y luego un desierto que tiene un océan por cielo. Estamos cansados y hambrientos, ¿sabe dónde nos pueden dar buena comida, bebida y logement?

Porque por muy raro que fuera el pueblo, seguía siendo un pueblo con humanos viviendo en él. Tenían que tener víveres, agua y bañeras. Por favor, que tuvieran bañeras con agua caliente y camas cómodas. Poco más haría falta para hacerle feliz.

 -Por cierto, mi nombre es Serge Leblanc. Enchanté de conocerle, caballero.

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14/12/2017, 08:19
Gwindra D'Pasthel

Según se acercan al pueblo, Gwindra mira atónita a lo que ocurre ante sus ojos.

-¿Habéis visto vaya pintas tan extrañas?- Preguntó a sus compañeros mirando el espectáculo que daban intentando atrapar al caballo- Igual podría echarles una mano para ganarnos la confianza de los lugareños- Añadió,  cuando de pronto un viejo en el que no había reparado, les habló. Empezó a hablar da bostas y pájaros.  Gwindra lo miraba como si estuviese viendo a un dragón tomar el té.

-Enc... encantada.-Balbuceó ante el saludo del extraño personaje.-¿Ordeville? ¿Así se llama este pueblo? Soy Gwindra, ¿Tú eres...?

Los ojos de Gwindra iban alternativamente de la extraña arma a las también extrañas piezas de metal con forma de estrella de los talones, para luego mirar a los que estaban intentando atrapar al caballo.

 

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15/12/2017, 09:37
Khorvin Lluch

Khorvin asintió casi sin darse cuenta ante la pregunta de aquel lugareño, puesto que compartía las dudas de cara al aspeco de su nuevo compañero, pero no tardó en levantar la voz, -No somos nosotros los que parecemos un ... un no-se-muy-bien-qué. bueno... la mayoría de nosotros -dijo mirando de reojo a Serge.-Pero si algo puedo asegurar, mi buen señor, es que somos gente de bien, y no forajidos ni cosas emplumadas... bueno, almenos lo aseguro por mi parte, diantre. No es mi intención la de hablar por nadie. ¿Que pamplinas cuelgan de vuestro cinto? parecen vainas con empuñaduras son filo. ¿ acaso habéis quebrado el filo de vuestras espadas?- Preguntó no siendo capaz de contener su curiosidad.

 

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15/12/2017, 14:48
Director

- ¡Esta sí que es buena! – Dijo aquel hombrecillo mirando a Serge con cierta desgana. - ¿No sabes cómo has llegado hasta aquí? ¿Y qué nombre es ese? Serge Le… ¡Lo que sea!

Aquel hombre se rascó la cabeza y señaló en dirección hacia el pueblo torciendo el brazo insistentemente hacia la derecha mientras explicaba a Serge donde saciar sus necesidades.

- Hay una posada, allí… - Señaló en dirección a la aldea. - ¿Ve la oficina postal? Debe girar a la derecha. – Tras unos pocos segundos en silencio volvió a abrir la boca. – Tiene que llegar al correo. Cuando doble la esquina verá a unos cientos de metros la estación del ferrocarril. Allí justo enfrente. La taberna del Viejo Joe. Ese es su nombre.

Fue entonces cuando la elfa se dirigió a aquel amable lugareño con unos modos algo rudos presentándose y de nuevo haciendo más preguntas. El anciano cortésmente agarró la mano de la joven elfa y la besó dulcemente, dejado atónica a la elfa ante tal costumbre tan poco arraigada en el mudo del que provenía.

- Mi nombre es Billy, Billy Claxton. – Se quitó el sombrero. – Encantado. – Dijo.

De nuevo alguien reclamó la atención de Billy. Khrovin dejó claro que para ellos el que vestía de una forma curiosa era él y no ellos. Ante la pregunta tan extraña que Khorvin le formuló, aquel tipo se frotó los ojos y miró de nuevo a ese hombre desarrapado con vestiduras de… ¿Monje? No lo tenía claro.

- ¿Espadas quebradas? – Preguntó aquel personaje de forma retórica, pues el mismo respondió. - ¡Qué majadería es esa! Se trata de mi fiel revolver, amiguito. ¡Espero que digas la verdad y no seáis forajidos, pues con esas gentes son mis balas las que hablan con sus frentes! - Fue entonces cuando pareció reparar en Lyris. - ¿Y tú encanto, te cortó la lengua un salvaje? - Le preguntó a la arcana.

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17/12/2017, 01:47
Serge Leblanc

 -Serge Leblanc, monsieur Claxton. Pero puede llamarme sólo Serge.

Madre mía, ¿a qué pueblo de paletos raros habían llegado? Que sí, que vale, que plano caótico maligno, pero… El único atisbo de civilización que veían en semanas o meses o lo que hubiera transcurrido desde que llegaran allí y tenía que ser una especie de jaula de grillos con sombreros extraños. Cómo odiaba el humor tan negro de aquel lugar.

 -Y no se preocupe, no deseamos causar ningún problème. Sólo somos extranjeros perdidos que buscan descansar, nada más. Así que merci por las indicaciones.

¿Qué demonios sería un ferrocarril? ¿Y un revólver? ¿Y por qué llevarían todos esas púas metálicas en el talón de las botas? La cabeza empezaba a dolerle con tantas cosas que preguntar y tanto cansancio acumulado. Estaba claro que primero debían reposar y luego ya indagarían a ver dónde estaban y cómo podían aprovechar los recursos del pueblo para regresar a su plano.

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17/12/2017, 11:28
Billy Claxton

Aquel hombre empezó a reír a carcajadas. Se puso junto a Serge con los brazos a horcajadas mientras reía sin parar y le miraba de arriba abajo con expresión divertida. Fue entonces cuando alzó el brazo para dar un portentoso manotazo amistoso en la espalda de Serge que casi le corta la respiración y le hace acabar de bruces contra el suelo.

- ¡Qué acento! – Exclamó. - ¿De dónde ha salido, señor…? – Se detuvo un momento para pensar. - ¡Lo que carajo sea! – Y rió de nuevo escupiendo por la boca. – No sé si tendrán dinero suficiente para la posada. Creo que no por las extrañas pintas que me lleváis. Si os place tengo hueco en mi granero. ¡Puedo daros un plato de sopa caliente! – Se rió de nuevo de forma estridente golpeando de nuevo a Serge en la espalda. – ¡Mi mujer, Margiorie estará encantada de cocinar para vosotros!

 

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18/12/2017, 08:55
Gwindra D'Pasthel

¿Revolver? ¿De que habla? ¿Ferrocaque?  Gwindra asiste como convidada de piedra a la conversación. Cuando parece que van a ir hacia la posada, habla de sus precios. Muy caro ha de ser para que no me alcance el oro.

-Em, señor Claxton, ¿Cómo son los precios? Porque, sin desmerecer su ofrecimiento, llevamos durmiendo en el suelo más tiempo del que recuerdo y lloraría por una cama y un baño caliente. Aunque sea caro. Tengo algo de oro y supongo que alcanzará.

Mira inquisitivamente a sus compañeros.  Vámonos.

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20/12/2017, 23:46
Serge Leblanc

Puede que una palmada en la espalda fuera un gesto amistoso en aquellas tierras, ¡pero maldita sea! ¡Aquel hombre no le partió en dos por poco! Entre lo que había adelgazado en la tundra helada y lo cansado que estaba por la caminata por el desierto, aquel manotazo casi le tiró al suelo.

 -Auch… Me alegro de que le haga gracia, monsieur… Y desde que era niño he viajado mucho, no recuerdo el lugar en el que nací, pero sí que el acento que tengo es cosa de ma mère, mi madre. Ella fue la que me enseñó a hablar tal y como lo hago.

Y entonces surgió el tema del dinero y el ladrón no pudo evitar darle la razón al viejo. Dinero tenían, sí, pero seguro que no era de curso legal en aquella ciudad tan extraña. Probablemente pensaran que eran monedas de juguete y les echaran a patadas de la taberna en la que intentaran emplearlas.

 -Siempre podemos intentar encontrar un lugar en el que nos cambien nuestras monedas por algo de dinero de aquí. Una trésorerie o…

Habría seguido diciendo opciones, pero Billy volvió a palmearle la espalda con ganas. Genial, al viejo le había caído bien. Bueno, eso podía ser una ventaja, ya que les estaba ofreciendo alojamiento y comida gratis.

 -Será un placer ser sus invitados, monsieur, eh, señor Claxton. Si ha llegado a la edad que tiene estando tan fuerte eso es que su épouse tiene que ser una cocinera de primera.

Luego miró a sus compañeros.

 -Yo creo que podríamos aceptar su invitación para reposer algo ahora. Y luego ya preocuparnos del dinero y de las tabernas. Porque no sé vous, pero yo me muero por llevarme algo a la boca ya mismo.

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22/12/2017, 16:57
Khorvin Lluch

-Si a alguien le interesa mi opinión, que yo me supongo que si, diría que el señor Draxton es un buen hombre, sus palabras me suenan sinceras, si señor.

Asintió convencido de sus palabras.

-Un buen plato de comida caliente aclarará nuestras entumecidas cabezas, eso tenedlo por seguro, camaradas. Dijo como si los conociese de toda la vida -Y seguro que el bueno de nuestro anfritión tendrá a bien proporcinarnos un poco del hipocrass que beban por aquí para limpiar las tripas por dentro, pardiez.