Partida Rol por web

Por fin aquel extraño viaje a través de los planos había conducido hasta su final. De nuevo sus pies se encontraban sobre un suelo firme, aunque eso si algo blando y sus pulmones se llenaban y se vaciaban de aire para continuar respirando de una forma normal. Sin embargo, el olor que allí se percibía era un olor a putrefacción o a moho, o quizás a una combinación de ambas.

Frente a ellos se extendían centenares de kilómetros yermos donde sólo sobresalían algunos árboles que sin duda habían crecido retorcidos como afligidos por el obsceno paisaje que les acogía. Los pocos árboles que allí crecían estaban cubiertos por musgos de colores enfermizos. Repartidos por doquier se podían ver decenas de montículos formados por unas extrañas piedras negras cristalizadas. Ninguno de estos amontonamientos se elevaba más de tres o cuatro pies del suelo, pero lo que más llamaba la atención era que de dichos montículos rezumaba un viscoso y luminiscente líquido verdoso que parecía manar del mismo interior de las rocas.

A medida que su vista se alejaba de aquel lugar el brillante horizonte negro como la noche más impenetrable era iluminado por titilantes luces plateadas que aparecían aquí y allá desapareciendo al instante. Con cada una de las apariciones luminescentes del cielo algo o alguien parecía susurrar algún indescifrable sortilegio y para cuando llevaban algunos minutos allí aquellos murmullos ya empezaban a sus corduras.

Podían llegar a intuir luminosas sombras que parecían esconderse de ellos tras cualquiera de los disformes elementos del terreno. Por mucho que tratara de perseguirlas siempre eran más veloces que su vista y no llegaba nunca a apreciarlas por completo. También sospechaban sin poder llegar a una verdadera certeza, que unos ojos le vigilaban en todo momento. Unos ojos que surgían en los ensortijados árboles, las rocas, los lodazales o en la misma brisa que pasaba ululante a su alrededor para luego desaparecer al instante.

Mirasen donde mirasen el paisaje era deprimente y demencial. No parecía que hubiera ni un solo ser con vida, pues hasta los árboles o los mohos parecían carecer de vida. Estaban solos en aquel lugar pues no había ni rastro del resto de sus compañeros y sin duda, si habían llegado como ellos a ese extraño lugar se debían encontrar muy lejos los unos de los otros. Debían decidir qué hacer, por dónde empezar a moverse y debían hacerlo rápido, pues el sentimiento de estar siendo observados crecía a cada instante a la vez que lo hacía una extraña sensación acerca de que sus vidas empezaban a estar también amenazadas por el mismo espeluznante y hostil entorno que les rodeaba.

El batidor se encontraba desorientado, la cabeza le daba vueltas y sentía ganas de vomitar, suerte que no había probado bocado en un par de horas, pensó.

Aferrado a su mano se encontraba su compañero Edzard, el cual no se debía encontrar mucho mejor, y parecía que si había comido antes del viaje, el pobre guardia se encontraba echando hasta el ultimo resto de lo que hacía unas horas debía ser un rico aperitivo.

-Tranquilo, echalo todo, yo te cubro. dijo el joven mientras le ofrecía el odre de agua a su compañero. Tras esto afinó sus ojos y miró en todas direcciones, agudizando su oído para intentar escuchar algún engendro por la zona. Pero no, parecía estar todo en orden, menos mal pues se encontraban desarmados y sin preparar.

Miró a su compañero a los ojos y espetó: -Deberíamos prepararnos con todo lo que hemos cogido de la torre, la salida ha sido algo desenfrenada pero aquí debemos estar listos para que cualquier bicho nos ataque. Dijo el Sureño mientras abría su mochila para ver que era lo que había cogido en los escasos minutos que les habían dado para ello.

Desenganchó el arco de la mochila, comprobando que se encontrara en perfectas condiciones, pudo observar como las runas aun desprendían su característico y tenue brillo, lo depositó en el suelo y fué a mirar su mochila, el hacha fué lo primero en salir, esperaba no tener que usarla mucho, pero se alegraba de tenerla consigo, muchos cráneos había partido con esa arma desde que se la sustrajo a ese repugnante jefe trasgo, esperaba poder usarla algún día contra él, pero ahora sonaba muy lejana esa idea.

Lope escuchó un ruido que le hizo saltar de un respingo, miró en dirección al ruido y lo único que localizó fue una rama partiéndose y cayendo, visto el estado de esa "vegetación" debería ser normal, rezó.

Tras ese pequeño infarto que seguramente le había restado 6 meses de esperanza de vida, continuó buscando en la bolsa, bien doblado encontró su bonito camisote de mallas, que se puso rápidamente, sobre sus ropajes, tapándolo con su gran capa de pieles que le había protegido del frío todos esos años.

El carcaj tan bonito que había encontrado en la armería era lo siguiente, contó las flechas, 25, y observó algo extraño en su interior, tocó una pequeña pestaña y un mecanismo abrió parte del carcaj, dejando a la vista una espada  corta de muy buena manudactura, una simpatica sorpresa, lo volvió a cerrar y se lo colgó a la espalda.

Metió la pequeña daga en la vaina de muñeca y se la colocó de forma que no fuera visible, Por ultimo sacó su tubo de respiración, el periscopio y la cuerda elfica, todo objetos de una vida anterior que tantas veces le habían hecho su buen servicio. 

Por ultimo observó toda la comida, perfectamente colocada en uno de los compartimientos, cogió un trozo de carne seca y le dio un par de mordiscos, volviéndolo a guardar con su bota de agua; al ir a cerrar la mochila observó la pequeña bolsita que por inercia había cogido, al abrirla y meter la mano, para su sorpresa sacó un yelmo muy extraño, pero lo mas extraño de todo era el tamaño, varias veces superior al de la propia bolsa, y ademas pesaba mucho mas que esta; el Yelmo era horrible, tenia un acabado parecido al de las orejas de un Elfo, pero mucho mas grandes, optó por ponérselo y tuvo una sensación como de mejor audición, por lo que optó por dejárselo puesto.

Volvió a mirar en la bolsa de las sorpresas y de ella salió otra bolsita, la miró con curiosidad y de su interior salieron varios trozos de pan de Lemba, mas pan del que la propia bolsa podía albergar, volvió a meterlo en su interior y movió su cabeza en señal de aprobación, Muy útil si señor, la depositó en el suelo y volvió a probar suerte; esta vez el Azar le regaló una taza metalica, con una inscripcion que ponia "Pida agua, vino o cerveza y beba a gusto", Cerveza? pensó y la jarra se llenó de un liquido que parecia ser lo que habia pensado, dio un largo trago y en efecto, rica y fresca cerveza. Depositó la jarra junto a la bolsa de comida y siguió buscando, parecian regalos de los Dioses, Quizas Gorant habia pensado en él? 

Una antorcha muy extraña salió de esa pequeña bolsa, al sostenerla el objeto se encendió automaticamente, lo que provocó que del susto se le cayese, apagandose nuevamente, -Util si señor. dijo el batidor.

Una pequeña varita de curación, un cinturón y unos guantes fue lo último en salir. Se puso los guantes, los cuales le imbuyeron de una sensación de mayor destreza, y el cinturón, que le hizo sentirse físicamente mejor, haciéndole olvidar esas arcadas que hacia un rato que le acompañaban, volvió a meter los objetos innecesarios en la bolsita, que ató a su cinturon y encondió dentro del pantalón; enganchó su hacha al cinturón y se colgó el pequeño arco a la espalda. Sin duda ya se sentia mas preparado para el camino, con una moral mucho mas alta gracias a esos regalos de los dioses.

Miró a su compañero, que parecía estar mucho mas sano, tenia una ballesta y una espada larga, una poco lustrosa armadura de placas y un escudo de madera, parecía estar listo para el paseo.

-Iré yo delante, dijo Lope con seriedad, Tú mantente a unos 10 pasos por detrás mía e intenta no hacer ruido, nuestro primer objetivo es localizar a nuestros compañeros que deben estar en un radio de varios kilómetros; si no los encontramos continuaremos con la misión en solitario, Dijo Lope con toda la seriedad posible que le permitía ese ridículo casco que portaba.

Comenzaron a caminar, lenta y precavidamente, buscando un lugar un poco alto desde el que otear el terreno y localizar a sus amigos.

Habían llegado. El perro que Cleon había sacado de las perreras de la prisión temblaba y lamía a su nuevo amo, aterrorizado aún por la experiencia que había pasado. Con suavidad el explorador dejó al animal en el suelo, aunque observó que éste no se separaba de su lado. El perro miraba los alrededores nervioso, olfateando el hediondo ambiente mientras gemía de forma casi inaudible. Cleon intentó tranquilizar a la bestia acariciandole suavemente el lomo.

El propio explorador estaba completamente desorientado. Agradecía haber llegado a algún lado y haber dejado atrás la pesadilla del viaje, pero estaba totalmente perdido. Tensó el arco y preparó un flecha mientras observaba los alrededores ¿cómo iba a encontrar al resto del grupo en esta inmensa oscuridad?

Notaba la hostilidad del ambiente. Eran extraños en este mundo, extranjeros no bienvenidos. Era como si el entorno le exhortara a marcharse.

Aunque hubiera querido, Cleon tampoco sabía cómo salir de aquí. El viaje era de ida y nadie le había contado cómo sería el regreso. A él le daba igual, prefería el infierno con Helga que el paraíso sin ella. Se lo merecía y no la iba a abandonar.

Empezó a moverse lentamente, sin rumbo establecido, observando cada detalle a su alrededor intentando encontrar a sus amigos. El perro ya empezaba a sentirse más confiado y Cleon le ordenaba buscar, aunque el animal no tenía muy claro qué era lo que tenia que buscar.

El entendimiento entre ambos era algo que se iba a tener que forjar poco a poco.

No es obligatorio. Pero si en algún momento necesitas que haga o diga algo poco transcendental puedes usarlo como si fuera un pnj. Siempre desde un punto logico y respetando todo lo posible su personalidad.

Caminaron durante un buen rato en una dirección aleatoria. Por mucho que buscaron algún indicio de donde deberían estar ubicados los puntos cardinales de aquel nuevo mundo que se abría ante sus pies les fue imposible dar con ellos. Parecía que tener mayor o menos experiencia en el campo de la supervivencia al aire libre, poco valía en aquel nuevo entorno, pues aunque los elementos que moraban en éste, bien se parecían a su lugar de procedencia, eran en realidad muy diferentes a todo aquello que habían visto en Gea.

Durante su deambular por aquellas tierras yermas no menguó ni por un instante la sensación de estar siendo vigilados por algún ente siniestro que en cualquier momento se abalanzaría sobre ellos cumpliendo su más temible amenaza. Pronto sus pies se llenaron de un limo verdoso que acabó por traspasar sus botas empapando sus pies. Por otra parte la temperatura que envolvía aquel ambiente también era del todo anómala. Una densa humedad les envolvía provocándoles sudores y falta de aire. Se trataba de una sensación similar a la que sentirían de estar en el más caluroso de los desiertos de Gea. Sin embargo, sentían un extraño frío que les atravesaba helando sus huesos como si se encontraran en la tundra del norte de Arthanis, en territorio vovit.

Fuera como fuera debían seguir avanzando, pues debían reunirse con sus compañeros para empezar a investigar aquel vasto terreno que les rodeaba y comenzar a reunir las pistas que le condujeran a su objetivo final. Por ello caminaron durante horas, pese a que el desánimo que les causaba aquel monótono e interminable paisaje que les rodeaba, les hacía desear detenerse a descansar y les replanteaba la necesidad de haber traspasado el umbral del plano de Tránsito para recalar en aquel infierno.

Fue en el momento en que a punto estaban de abandonar su empeño para detenerse a recuperar fuerzas y almorzar algo cuando escucharon una voz. Se trataba de una voz conocida, uno de sus compañeros de viaje planar berreaba como una cabra llamándoles y lo hacía de tal manera que si alguna de las criaturas nativas de aquel plano les estuviera acechando ya no tendría duda alguna de que se encontraban allí.

Sin saber muy bien cuál de sus compañeros era quien chillaba, decidieron a seguir aquella voz. Apresuraron la marcha y avanzaron a través de la ciénaga hasta llegar a un pequeño montículo sobre el cual parecía encontrarse una extraña planta con forma de flor pero de un tamaño enorme, tan alta como un hombre y tan ancha como dos. Antes de ascender la colina se detuvieron un instante a observar los hipnóticos colores de aquella planta, los cuales parecían variar en todas las tonalidades del arcoíris, según se reflejase la sombra de aquella noche sobre su cuerpo.

Fue allí donde Loperick y Edzard observaron como al otro lado de la colina se encontraban dos caras conocidas, se trataba de Samiam y Cleon, los cuales también habían quedado absortos con la visión de aquella extraña flor que desprendía cierta malignidad, nada que no fuera habitual en aquel perturbador plano de locura y desasosiego.

Estar en ese plano demencial se hacia insoportable, una sensación de calor agobiante a la vez que un frío que te helaba los huesos era algo incongruente con el mundo real, poco o nada de lo que conocía sobre los terrenos naturales servían para ese mundo de locura.

Pasaron las primeras horas y los dos compañeros se empezaban a impacientar, ese no era un mundo en el que un grupo tan pequeño tuviera posibilidades de sobrevivir durante mucho tiempo, era una carrera contrarrelog hasta que cualquier criatura se topara con ellos y tuvieran que luchar por su vida. 

Se sentían espiados, pero no alcanzaban a ver a nadie, eran las sombras? el limo? el propio terreno? tenia capacidad para controlarles desde grandes distancias? muchas dudas sin respuesta que esperaba descubrir y poder transmitir personalmente al Corregidor, vivo e ileso preferentemente.

Llegaba un momento que la locura  de no entender nada y verse solos contra el mundo les hacia parecer escuchar gritos en la lejanía.

- Escuchas eso Edd? preguntó Lope a su compañero. Parece que hemos dado en el clavo!!!

Corrieron en dirección a las voces, parecían Samian y Cleon, tras subir a un montículo los vieron frente a si, la alegría les embargó, el grupo empezaba a reunirse y parecían intactos.

Pero algo raro había en la escena, una especie de planta con unos colores muy extraños estaba a mitad de camino, prefirió dar un rodeo, nunca se sabia lo que podía amenazarles y lo que parecía una planta bien podía ser un ser malvado deborahombres, y se acercó a sus compañeros. Tras un abrazo de puro alivio y liberación Lope les preguntó por su estado y si habían visto a alguien o algo mas.

Mientras tanto, de su bolsa sacó el odre de agua, junto un poco de carne seca y un poco de ese pan mágico autorrellenable de su bolsita, ofreció a los demás y esperó a escuchar la historia. Todo sin dejar de estar atento al terreno, en especial a esa loma donde se habían encontrado.

-Quien de vosotros ha gritado? aunque nos haya ido bien, conviene no llamar la atención de mas, no sabemos quien o que puede andar por aquí. Dijo Lope con la cara seria por el temor que les atenazaba

Avanzar por aquel paisaje de pesadilla era una verdadera locura. Cleon pensaba que su falta de capacidad de orientación era debida a su largo cautiverio, pero al poco tiempo comprobó que, aún estando en la plenitud de sus facultades estaría igual de desorientado.

Samian ayudaba poco en ese aspecto ya que se encontraba tan perdido como Cleon y, además, había dejado a éste las decisiones acerca de dónde ir. Incluso el perro era incapaz de obtener o seguir un rastro.

Cleon intentó fijar un punto en el extraño horizonte para al menos intentar avanzar recto, pero era una labor casi imposible. El explorador era consciente que avanzaba de forma errática y que sería imposible intentar regresar al punto de partida.

De pronto se oyó un grito, o algo parecido a un grito... Cleon no estaba seguro, pero era algo que le daba una referencia. Gracias e ello llegaron a una pequeña colina coronada por una extraña planta. Nunca antes habían visto algo como aquello.

Loperick y Edzard estaban en el otro lado. Cleon iba a correr hacia ellos cuando observó que, prudentemente, evitaban la colina y el ser que la coronaba. Se abrazaron como si no se hubieran visto en meses.

Lope sacó algo de comida y bebida. Muy apropiado para relajar la tensión a la que estaban sometidos.

- No recuerdo haber gritado, pero en esta pesadilla podría haberlo hecho sin darme cuenta. Sí, debemos ser precavidos, no sabemos como pueden ser los seres en este extraño lugar. - Al decir esto observó la planta que coronaba la colina. - Como esa cosa. He de suponer que no habéis encontrado a nadie más.

El batidor estaba inquieto, si sus compañeros desconocían haber gritado y se habían acercado por los gritos que tampoco habíamos dado esto podía significar dos cosas, la primera, que se estaban volviendo locos, lo cual esperaba que no fuese cierto, y lo segundo y mas probable, que alguien o algo les hubiera tendido una emboscada en ese lugar tan expuesto.

El batidor guardó imperceptiblemente la bota y las provisiones y echó mano del arco, con una flecha preparada para defender a sus compañeros, oteó la zona, mirando de refilón a esa extraña pseudoplanta, comenzó a moverse por la zona a fin de tener una mejor comprensión del terreno, cosa muy difícil en ese plano.

-Estad preparados, no me huele muy bien nada de esto, deberíamos salir de aquí y seguir buscando al resto. dijo rezando por que sus instintos le hubieran fallado.

El grupo decidió hacerle caso a Lope sin prestar demasiada atención a la planta y comenzaron a alejarse de aquella pequeña colina. En cuanto aquella flor se percató de que sus presas se alejaban de ella se abrió de par en par y del interior de sus pétalos surgieron unas terroríficas fauces repletas de una infinidad de afilados colmillos lanzándose hacia los cuatro ajenos al plano e intentando devorarlos. Sin embargo por la lejanía a la que estaban, aquel intento tan solo sirvió para sobresaltarlos. Finalmente aquella planta replegó sus fauces y los pétalos acabaron por ocultarlas entre unos extraños gemidos de aparente resignación.

Continuaron avanzando en una dirección aleatoria pero esta vez los cuatro juntos. El claro objetivo era el de encontrar a Khorvin y a Markku, desaparecidos hasta el momento. Caminaron durante lo que parecieron horas infinitas a través de aquella ciénaga apestosa de la que cada tanto en cuanto surgían unas extrañas burbujas que se elevaban hacia el oscuro cielo que les rodeaba hasta explotar desprendiendo un olor fétido que revolvía el estómago.

El rumor que aparentemente procedía de aquellas tintineantes luces distribuidas alrededor de todo el firmamento no cesaba y empezaba a martillear cada vez con más fuerza en sus cabezas como tratando de minar su cordura. Sumado aquello al intenso frío y a la vez a aquel sofocante calor que imperaba en el ambiente, se empezaba a hacer insoportable el seguir allí.

No obstante, una extraña luz rojiza empezó a surgir en el horizonte no pudiendo identificar si se trataba de la salida del sol o de otro evento mucho menos halagüeño. Pero pronto pudieron percatarse de que un sol rojizo empezaba a elevarse veloz en el firmamento haciéndole la competencia a un extraño orbe negro que se vislumbraba hacia el interior de aquel terrorífico pantano. Se trataba de un orbe que desprendía una incomprensible luz oscura que envolvía todo cuanto le rodeaba y aunque aún se encontraba extremadamente lejos de ellos, podían sentir o más bien intuir su malignidad y su propia conciencia.

Que tocaba ahora? un orbe que absorvia la luz, seguido de un sol rojizo que le hacia competencia... los eventos que ocurrían en ese plano sin duda harían implosionar la cabeza del mayor de los eruditos.

Que traerían ambos eventos? no pasaría nada? serian destruidos? atraería a mas criaturas? Lope prefirió buscar algún sitio a cobijo antes de que esos eventos cataclismicos llegaran a su máxima expresión. Ninguna precaución era poca y mas teniendo en cuenta la simpática planta comehumanos de hacía un rato.

Caminar por este entorno de pesadilla ya era en sí mismo una tortura. Su perro se mantenía junto a sus pies aunque el animal se mantenía alerta del entorno. Tras un rato caminando, una réplica de algún tipo de amanecer sacudió el horizonte.

Aún no habían visto a nadie más y tras el encuentro con la maligna planta anterior habían extremando las precauciones. Gracias a la nueva luz que se iba imponiendo un orbe oscuro se podía apreciar frente al rojizo fondo. Cleon dudaba.

- Hasta ahora no hemos visto nada de los prisioneros capturados ni de nuestros compañero que atravesaron el portal. Solo eso - señalo al oscuro orbe - podría darnos alguna indicación ¿qué hacemos? ¿nos acercamos un poco?

- Ese orbe oscuro desprende malignidad. - Dijo Samiam, quien había permanecido en silencio hasta ese momento. - He entrado y salido en muchas ocasiones de éste plano de locura y ese orbe es lo único que se ha mantenido intacto en todas mis visitas. He deducido y creo que no estoy equivocado que ese orbe flota en medio del plano. No es el sol, aunque eso es evidente pues ese astro rojizo, aunque no creo que sea Seyran, es la estrella central alrededor de la cual orbita este mundo, de no ser al revés claro... Los cuatro ajenos se quedaron petrificados por unos instantes observando aquellos extraños astros que flotaban en aquel oscuro firmamento. El sol rojizo se asemejaba al sol del alba, aunque parecía ser bastante más pequeño que Seyran, al que todos estaban acostumbrados. Su brillo era desde luego mucho menos cegador que el de astro rey de su plano de procedencia, aunque parecía ejercer una influencia casi hipnótica hacia ellos, pues no podían dejar de observarlo. Era evidente que el sol naciente variaba su posición, pues iba ascendiendo a medida que avanzaban las horas y lo hacía a una velocidad vertiginosa, mucho más raudo de lo Seyran les tenía acostumbrados. En cambio aquel orbe que desprendía oscuridad parecía permanecer estático en el centro del plano y a una altura muy inferior a la que orbitaba el sol naciente. Esas características le otorgaban a aquel segundo orbe una apariencia totalmente antinatural, como si se tratase de una creación artificial. - No me inspira ninguna confianza ese sol negro. - Intervino Edzard. - Quizás por eso deberíamos ir hacia él. - [B]Nunca, en ninguno de mis estancias en este horrible lugar he alcanzado a el lugar sobre el que flota el orbe.[/B] - Intervino Samiam. - Es posible que la cuna de la civilización que puebla este plano se encuentro bajo el orbe. - ¿Debemos ir hacia allí entonces? - Preguntó Edzard. - ¿O buscamos al resto? No hay ni rastro de Markku y Khorvin. - Por desgracia creo que esa decisión no nos corresponde a nosotros. - Sonrió Samiam. - Estoy convencido de que el plano tiene una idea clara de a donde iremos a parar que será éste el que nos conduzca donde le plazca. No creo que podamos decidir nada mientras permanezcamos aquí. Pero vosotros decidís. Si queréis continuar buscando a los otros dos guardias sigamos en este pantano. Creo que es el primer lugar donde he aparecido en la mayoría de mis visitas. Por lo que posiblemente vuestros compañeros están por aquí. Si queréis viajar en dirección al orbe, deberíamos escapar del pantano. - Teniendo en cuenta los peligros de los que habló el Corregidor y de lo que hemos visto desde nuestra llegada, Kohorvin y Markku podrían estar ya muertos. - Reflexionó Edzard. - O podrían haber perdido la cordura... No tenemos demasiado tiempo así que voto por avanzar hacia el centro del plano. - Yo no votaré. - Respondió Samiam. - Soy vuestro guía y el único que ha estado aquí. Quizás por eso considero igual de malas las dos opciones. Cleon, Lope, votad.

La duda asaltaba a Cleon, Por una parte tenía claro que debía aproximarse a esa obscenidad oscura en busca de respuestas, pero por otro lado no podía dejar atrás al resto de compañeros, no le gustaría que se lo hicieran a él.

- Propongo dar una horas a nuestros compañeros perdidos a ver si consiguen encontrarnos. En ese tiempo deberíamos explorar el pantano, al menos los alrededores, en su busca.

- Pero si en ese tiempo no los encontramos, tendremos que continuar hasta el orbe.

Lope comprendía que era difícil que encontrasen a sus restantes amigos, pero hacia mucho tiempo que buscaban y era muy probable que no los volviesen a ver, La idea de Cleon le pareció muy acertada, darles un par de horas de plazo y si no aparecían continuar con su misión.

-Les daremos estas horas de plazo como dice Cleon, es lo mejor,... no nos separemos, no sea que el remedio sea peor que la enfermedad y acabemos desperdigados por este plano del horror. Recemos a Gorant por si no les encontramos lleguen a la misma conclusión de ir en dirección al orbe de la locura. Lo mejor será que Cleon y yo nos adelantemos unos metros, separados entre nosotros para cubrir mas terreno y el resto preparado para la lucha por detrás, repito, no puede cortarse la linea visual, para acudir en ayuda de alguno si algo nos ataca. dijo el batidor mientras cogía su arco y oteaba el horizonte final.

Edzard pese a que en el plano material era el superior del resto decidió no ejercer el poder que le otorgaba su cargo, pues ni el mismo estaba seguro de que su decisión de seguir adelante fuera la acertada. Dos votos contra uno y la abstención de Samiam provocó que el grupo no se planteara abandonar el pantano y avanzar hacia el orbe oscuro hasta por lo menos un par de horas en adelante. Por lo tanto la idea de Cleon secundada por Lope fue finalmente lo que se llevó a término.

Durante un buen rato avanzaron en círculos a través de aquel monótono y malicioso pantano. Pese a las advertencias del Corregidor y del mismo Samiam nada les había amenazado hasta el momento a excepción quizás, de aquella extraña y siniestra planta multicolor que posiblemente había sido la que había susurrado sus nombres para atraerlos hacia ella. No obstante pese a no haberse sentido amenazados físicamente si que habían sentido que algo global, podría ser que se tratase del plano entero, trataba de destruir sus mentes.

Aquel lugar parecía minar poco a poco su cordura, pues la sensación de estar siendo observados, los extraños susurros que de tanto en cuanto surgían de los destellos luminosos de aquel oscuro cielo tan solo iluminado por la rojiza luz del sol naciente, no ayudaban precisamente a que se sintieran cómodos en la ciénaga. Entendían ahora las reticencias de Samiam a regresar al lugar en el que se encontraban y también comprendieron porqué la mayor parte de los que experimentaban aquel plano no regresaban nunca al plano material. Tan solo llevaban unas horas en aquel lugar y pese a que todavía nada les había sucedido, empezaban a arrepentirse de su valiente decisión de explorar aquel páramo.

Por otra parte empezaban a perder la esperanza de que amaneciera pues aquel sol enrojecido ya empezaba a descender sin haber llegado a lanzar luz efectiva sobre la tierra que pisaban. Si seguía moviéndose al mismo ritmo con el que había recorrido el firmamento hasta ese instante, algo que parecía inevitable, se escondería por el horizonte antes incluso de que el día hubiera substituido a aquella noche perpetua que parecía clara obra del orbe de oscura malignidad que presidía el plano. Si aquello era el día en el plano de la Locura y todos los días duraban tanto como aquel, su duración se reduciría a unas cinco horas escasas de semi-luz rojiza.

Fue en ese preciso instante en el que todos habían quedado absortos con la visión del hipnotizante sol naciente cuando escucharon unos inequívocos gritos de dolor mezclados con un intenso terror. Aquellos gritos parecían proceder de una voz conocida. Edzard fue el primero en reconocer en aquel lamento desesperado a Markku, su más antiguo compañero y amigo. El monje no lo dudó, desenfundó su espada y corrió en dirección a los gritos. Samiam le secundó sólo un instante después.

Samiam y Edzard se dirigían hacia una zona poblada con numerosos de aquellos retorcidos y enfermizos árboles cubiertos por musgos anaranjados y luminescentes. De ahí parecían proceder los gritos y aunque la visión de lo que estaba sucediendo en el interior de aquella zona se complicaba debido a la escasa luz y a la neblina que nunca abandonaba aquel lugar, se pudieron observar hasta tres siluetas de seres humanoides. Dos parecían estar persiguiendo a un tercero que se movía rápido pero con una aparente cojera.

Cleon se vio sorprendido por los gritos y no reaccionó a tiempo. Edzard y Samian ya estaban corriendo en dirección al origen de los mismos y el cazador los seguía apenas unos metros por detrás.

En medio de la confusión del entorno una silueta era perseguida por otras dos. Cleon no lo tenía nada claro pero en un movimiento rápido sacó el arco que llevaba a la espalda, lo tensó y preparo una flecha. Mientras hacía todo esto sus otros dos compañeros se habían adelantado un poco.

La maleza, esos extraños árboles, le impedían una visión clara, pero en principio su intención no era disparar sino parar aquella persecución. Apuntó hacia las tres figuras sin saber muy bien a cual disparar, pero el arco permanecía tenso con la flecha preparar¡da.

- ¡ Quietos todos ! ¡ Mataré al que se mueva ! - gritó con todas sus fuerzas aunque era consciente que necesitaría un milagro para hacer blanco a través de la arboleda.

El batidor observó como sus compañeros salían disparados en dirección a unos gritos, tras la espesa niebla logró a duras penar ver como una persecución se estaba produciendo, Cleon por su parte profirió gritos de amenaza a todos los implicados, con la clara intención de evitar una masacre, pero el batidor dudaba que algo así pudiera evitarse y menos en mitad del plano de la locura.

Con mucho cuidado a los arboles y demás elementos del lugar apuntó con su arco con la clara idea de defender a sus compañeros, los cuales se precipitaban a un futuro incierto, si algo les atacaba desde la nada, primero se llevaría un flechazo, para acto seguido atacar con su espada larga

A medida que el grupo se fue acercando hacia aquella arboleda la niebla se fue disipando mostrando como aquella zona algo más poblada por aquellos retorcidos árboles de pesadilla daba lugar a un área en la que se podían observar las ruinas de alguna antigua construcción anclada en un pasado muy remoto. Fue entonces cuando también pudieron diferenciar con claridad la figura del ser humanoide que gritaba pidiendo ayuda y que se arrastraba tratando de alejarse de sus perseguidores. Se trataba muy posiblemente de un hombre totalmente ensangrentado. Era una persona horrorizada que gritaba temerosa de aquellos seres que querían darle caza. En sus ojos se leía el pavor que en aquel instante sentía y su expresión era la de haber visto un terrible fantasma antropófago. Cuando volvió a abrir la boca todas las dudas que aún pudieran albergar los ajenos a aquel destructivo plano envuelto en un aura de malignidad extrema, se resolvieron. - ¡Edzard! – Gritó Markku al darse cuenta de que su viejo compañero de armas se encontraba en el lugar. - ¡Por el Gran Oso, mátame! – Vociferó suplicante. Entonces pudieron observar a los dos monstruos humanoides de oscuros rasgos que corrían ras la pista de su compañero de viaje. Sus ojos eran tan solo oscuras cuencas vacías mientras que sus fosas nasales eran más grandes que las de un humanoide al uso. Tampoco tenían labios quedando sus curvados y babeantes colmillos al aire. Unos cuernos similares a los de un carnero pero mucho más afilados, se retorcían desde sus frentes hacia parte trasera de su cabeza. Ambos iban armados con una especie de lanzas acabadas en largos filos similares a espadas cortas.

El batidor, haciendo gala de sus artes, y aun a pesar del terreno, se acercó con su arco a 20E apuntando al ser que se encontraba mas cerca de "su amigo" (D1?) disparándole una flecha a donde su instinto le hacia creer que mas daño le haría, volviendo a colocarse posteriormente en 18C, desde donde visualizar la situación para su próximo ataque, mirando de reojo al pobre Edzard por si necesitase ayuda urgente y a todas las construcciones y zonas próximas a fin de descubrir mas enemigos.