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[D&D 3.5] La Torre de las Almas Perdidas 2: El Plano de la L

Capítulo 7. Una Ciudad Demencial.

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19/09/2017, 13:53
Director

Una exageradas risas que más bien parecían aullidos de alguna bestia surgieron de las gargantas de los seres oscuros que les habían capturado. Aquellos ocho demonios se reían y parecían estar mofándose de la demencia de la que el caballero había sido presa. Aullaban y le señalaban mientras se miraban los unos a los otros. Parecía que disfrutaban con el ataque de pánico el que el caballero experimentaba en aquellos momentos.

Iirag trato de comunicarse con el caballero intentando tranquilizarle y al ver que aquellos seres no se lo impedían elevó su tono de voz. Sin embargo, nada que le dijera parecía poder alejar su mente del profundo sufrimiento que había aflorado en aquel extraño paladín del Sol Naciente. Fue cuando las palabras que pronunciaba Koinzell dejaron de tener sentido y cuando la estructura de las frases que salían de la boca del caballero dejaron de tener lógica alguna, cuando Iirag se rindió.

Pronto la verborrea de Koinzell se convirtió en un murmullo apagado pero incesante. El rostro asombrado de lo que quedaba de aquel humano se torno en una expresión decadente, cercana a la sumisión. La desolación parecía haberse apoderado de aquel caballero y su cara parecía tornarse en una gris imitación de lo que una vez fue. La mandíbula de Koinzell parecía carecer de fuerza, la baba le caía por la comisura del labio. Sus ojos parecían ahora apagados, como sin vida y una profundas ojeras surgieron de la nada nublando su expresión. Más parecía un no muerto que alguien con vida. Un espectro, sin duda esa era la definición perfecta para la apariencia actual del que había sido su compañero de viaje durante las últimas fechas.

Cuando el caballero Koinzell empezó a murmurar cosas ininteligibles, las bestias demoníacas que tripulaban aquel ser volador pronto dejaron de mofarse de él poniendo de nuevo toda su atención en el pilotaje del monstruo sobre el que viajaban. Iirag se percató de que se estaban acercando cada vez más hacia aquella torre afilada que se erigía en el centro de la ciudad y que parecía ser la base del orbe oscuro.

¿Le estarían conduciendo directamente hasta aquel lugar? ¿Sería su final? ¿Acabaría sumando un alma más a aquel orbe oscuro? ¿Era eso lo que Yrg e Ygg tenían para él predestinado?

Por suerte aquellas preguntas fueron muy pronto respondidas, pues cuando parecía evidente que el monstruoso ser volador se dirigía a la aguja negra, viró repentinamente su rumbo y algunos de los demonios se giraron para observar al norteño. Iirag dedujo que aquel rumbo no había sido trazado de forma aleatoria, sino premeditada para hacerles creer que los llevaban a la torre e incrementar así su sufrimiento.

Lo cierto fue empezaron a descender en dirección a lo que parecía ser la azotea de un inmenso edificio que sin embargo no le hacía sombra a la torre negra. Allí entre afiladas puntas que se alzaba como columnas en dirección al orbe oscuro, se hallaba el espacio suficiente para el aterrizaje de la bestia. Poco a poco se fue acercando y aunque Iirag no las tenía todas consigo acabó por posarse sobre el techo de aquel edificio de forma magistral.

Allí aguardaban dos más de aquellos extraños guerreros oscuros. Éstos parecían custodiar o proteger a una tercera figura. Un ser humanoide ataviado con una túnica de color rojo. Se trataba de un ser de piel clara y arrugada. Un pañuelo amarillo cubría su cabeza ocultando su cabello por completo. Aunque su aspecto era amenazante, sus ojos de color azul claro eran lo más humano que había visto desde su llegada a aquel horrible universo y eso renovó las esperanzas de Iirag de tener un final algo más apetecible que el tormento eterno al que parecían estar sometidas las almas del orbe.

Los demonios ayudaron a bajar al caballero Koinzell, quien parecía haber perdido toda capacidad motriz. Se movía pero tan solo tras los empujones de sus captores, pues lo cierto era que no parecía tener voluntad propia para hacer movimiento alguno. En el caso de Iirag las órdenes fueron claras pese a no entender palabra alguna. Le mostraron una escalinata de cuerda que rozaba el suelo de aquella azotea y aunque dudó un instante, la amenaza de ser lanzado desde lo alto de la bestia voladora le convenció para descender por su propio pie.

Una vez en suelo firme pudo observar como dos de los demonios conducían al caballero en dirección puesta al hombre de la túnica roja, mientras que otros dos le escoltaban a él hacia éste. Una vez frente a aquel hombre le llamaron la soberanamente la atención sus tiznadas manos en verde y los afilados colmillos que lucía en su boca.

- Bienvenido, Iirag. - Dijo aquel hombre con una voz profunda que no parecía pertenecer, una voz demoníaca, como imbuida en pura malignidad. - Iirag Thorson, hijo del Jrag Thror Tryggvason. Muy bien... - Dijo sin mirarle mientras anotaba algo con una pluma en una extraña tablilla cedida por uno de los dos demonios oscuros que le escoltaban. - ¿Cómo ha ido el viaje?

Notas de juego

Algo que decir? Alguna pregunta?

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22/09/2017, 19:23
Iirag Throrson

Todo el viaje en aquel extraño monstruo rodeado de demonios y viendo como un compañero se volvía completamente loco para después convertirse en poco mas que una marioneta le habían llevado al borde de la locura, las preguntas se amontonaban tras su sien y por instantes le impedían recordar hasta quien era el mismo y donde estaban los limites de la realidad. Un fuerte dolor de cabeza y algo de mareo le habían acompañado hasta bajar por aquella escalinata de cuerda y el encuentro con aquel demonio de largos colmillos y manos verdes. El contacto con aquella cuerda, tan familiar y el volver a escuchar a alguien en su propio idioma hizo que se centrase por completo. El oir el nombre de su padre le hizo pensar en que habría hecho el, pero el pensar que Thror habría aniquilado a aquellos demonios con sus propias manos no le ayudó, pues esa opción no estaba entre las posibles a priori.

Era simplemente otra batalla, tenia que sobrevivir, pero sus armas no serian las de siempre, sino su propia inteligencia. Era una obra de teatro, y debía estar preparado. Así que trato de sonreír pero al no conseguirlo simplemente arrancó cualquier sentimiento de su mente. Apenas se reconoció cuando empezó a hablar con un cierto toque irónico.

El viaje ha sido menos doloroso de lo que esperaba, aunque habría sido mas placentero si supiese adonde me han traído y porque.

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23/09/2017, 09:10
Director

Aquel hombre no pudo más que sonreír satisfecho ante la actitud arrogante de Iirag. Le miró de arriba abajo complacido y dio una leve palmada en el aire y fue cuando Iirag se percató de las negras y afiladas uñas en forma de garra que poseía aquel individuo.. Los demonios que habían conducido al vovit hasta aquel lugar se montaron sobre su bestia voladora y alzaron el vuelo alejándose hacia las afueras de aquella demencial ciudad. Los demonios oscuros que acompañaban al hombre de la túnica se dieron la vuelta al unísono al más puro estilo militar y se marcharon por donde habían venido.

Iirag portaba su armadura y todo su equipo consigo. Se percató entonces de que su martillo se encontraba en el suelo junto a él. ¿Lo habían dejado allí los demonios? No podía saberlo, pero lo evidente era que no parecían temer que lo usara contra aquel hombre que rezumaba malignidad por todos los poros de su cuerpo. ¿Era una opción luchar o una causa perdida? Mientras esa refelxión pasaba en un instante por la mente de Iirag las palabras de aquel sacerdote, clérigo o lo que fuera le sacaron de sus pensamientos.

- Tienes muchas preguntas Iirag. - Confirmó aquel tipo ahora sin la aparente protección de los demonios. - Estás en el que muchos denominas en plano de la Locura o el plano Demencial. Es un plano en el que las leyes físicas no se comportan como en tu mundo, en el mundo del que provienes. ¿Y por qué estás aquí? Porque mi señor y tú amo ha reclamado tu presencia.

Iirag escuchó atento las palabras de aquel ser que parecía humano pero que algunos detalles como su voz, sus dientes o sus extrañas uñas delataban cierta naturaleza demoníaca, al menos esa era la impresión que al norteño le daba aquel ser. Tras de él había una puerta en forma de arco y unas escaleras que descendían hacia el interior de aquel gigantesco y aterrador edificio. Acompañado por su anfitrión o no descender aquellas escaleras parecía la única opción para él, pues saltar por los limites de aquella azotea la conducirían a una larga caída y a una muerte segura.

- ¿Tienes alguna otra pregunta antes de acompañarme? - Dijo aquel ser encapuchado.

 

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26/09/2017, 19:16
Iirag Throrson

¿Mi amo, ser asqueroso? Mi único señor es Thror. El pensamiento pasó por su mente como un relámpago mientras sentía una ira ardiente, pero rápidamente se reprimió. Cállate imbécil, seguramente sepan que estas pensando. Puso todos sus esfuerzos en mantener la mente en blanco incluso trató de no pensar en que coño sería aquello del plano demencial y como había llegado allí. Se centró en mantenerse serio y aferró su martillo con una mano de acero.

Ninguna, acompañare al siervo de mi nuevo...—Se atraganto ligeramente por la sensación de asco— amo ahora mismo.

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27/09/2017, 10:46
Director

Aquel extraño humano que vestía con tan característica túnica roja se sintió complacido ante la respuesta de Iirag. Se colocó una capucha roja sobre el pañuelo amarillo que cubría su cabello y frotándose las manos le miró de arriba abajo mientras mostraba una maliciosa sonrisa de medio lado que dejaba entrever sus afilados dientes. Sus ahora enorme ojos casi parecían ser de un tono rojizo, aunque el norteño los recordaba azules. Se mostraban casi desorbitados y parecían reflejar por momentos la locura que encerraba el alma de su propietario.

El humano se dio media vuelta y se dispuso a descender las escaleras que conducían al interior de aquel tenebroso edificio similar a una torre de porte cuadrada. Iirag se dispuso a seguirle con paso decidido, pues nada tenía ya que perder, tan sólo deseaba descubrir que era lo que querían de él quienes quisiera que fueran aquellos seres. No obstante el hombre de la túnica roja se detuvo en seco y girando hacia atrás la cabeza para mirar por encima de su hombro a Iirag le habló.

- ¿No recoges tu martillo? - Le preguntó para seguir avanzando inmediatamente después.

Descendieron por una empinadas escaleras tan resbaladizas como oscuras a pesar de estar tenuemente iluminadas por antorchas cada pocos metros. Aquellas escaleras, más de cien escalones contó Iirag, les condujeron a una pequeña puerta de madera reforzada en metal. El hombre encapuchado agarró la argolla que hacía las veces de pomo y tiró de ella abriendo la puerta que chirrió como si sus bisagras nunca hubieran sido tratadas.

Lo que Iirag tuvo el placer de contemplar tras dejar atrás aquellas escaleras y sobrepasar el umbral de la puerta le desconcertó aún más de lo que ya lo estaba. Se encontraba en un amplio pasillo abovedado. Las paredes de su lado izquierdo estaban repletas de amplios ventanales que daban al exterior, cada uno de ellos enmarcado por columnas de mármol gris veteado en verde. A su derecha había más de aquellas columnas que delimitaban las entradas a un sinfín de habitaciones con manufacturadas puertas de roble con inscripciones talladas. El largo pasillo cuyas baldosas de mármol blanco hacían juego con el color del techo abovedado, estaba completamente tapado en su centro por una alfombra roja que llegaba hasta una puerta doble al fondo del pasillo. A medida que avanzaban pudo ver gracias a la cálida luz que penetraba a través de los ventanales, como bustos humanos y esculturas de aves, las cuales podía reconocer de su propio mundo, decoraban el pasillo al igual de pinturas de floreadas campiñas distribuidas de forma uniforme por todo el corredor.

La visión de aquel particular pasillo acabó de descolocar a Iirag. Se encontraban en un lugar tenebroso cuya pavorosa estructura provocaría la huida de algunos de los más valientes caballeros, si es que alguno de ellos se hubiera atrevido a llegar hasta aquel lugar pasando a través de las horripilantes calles de aquella ciudad demencial. Sin embargo, el interior de aquella torre estaba decorado al más puro estilo de uno de los castillos señoriales de las más lujosas ciudades de Gea. Nunca había estado en uno de ellos, pero imaginaba que serían similares a aquel lugar. No obstante lo más extraño que percibió fue lo que se veía a través de los ventanales.

Del otro lado de aquellos amplios ventanales se podía observar un precioso prado soleado. Un prado floreado con una floresta al fondo y un arroyo que descendía de un colina. Desde aquella posición se podían observar algunas granjas y señoríos, así como gente trabajando los campos de cultivo allí dispuestos. Una suave brisa fresca se introducía a través de los ventanales portando consigo el suave aroma de las flores y una sensación de calidez reconfortaba su maltrecho cuerpo. Los pájaros piaban y...

En ese momento Iirag fue agarrado del brazo y al desviar la mirada se encontró con la arrugada y desagradable cara de su guía quien de nuevo lucía ojos azules y una mueca de disgusto. Se encontraban frente a la puerta del fondo y aunque Iirag no se había percatado de si había dado un solo paso o no, supuso que al estar anonadado ante la visión que todavía podía contemplarse por los ventanales no se percató de su propio movimiento. Aunque de no haber sido así ya le daba bastante igual.

Su guía abrió el portón y ante él se abrió paso una amplia sala con similares ventanales, innumerables columnas y arcos de mármol, pinturas y tapices que decoraban el lugar, así como estatuas, esculturas e incluso armaduras completas decorando junto a las paredes y espadas y escudos heráldicos colgando de éstas. Al fondo de aquella ostentosa estancia se hallaba amplio púlpito sobre el que se encontraba un sobrecargado trono metálico y recostado sobre éste un hombre permanecía sentado mirando directamente a Iirag.

Al igual que su guía, aquel hombre anciano lucía una túnica roja hasta los pies, aunque con decoraciones en dorado en las mangas, cuello, capucha y en la parte baja de la misma. No portaba la capucha sobre la cabeza, por lo que Iirag pudo observar un característico tatuaje sobre su calva. Se trataba de un símbolo arcano, dos estrellas rojas de cinco puntas superpuestas la una sobre la otra y envueltas por un orbe cuyo reborde era negro. Su mirada era oscura y un tanto siniestra, al igual que su bronceada y cuarteada piel plagada de arrugas. Iirag lo reconoció al instante, difícilmente olvidaba una cara aunque sólo la hubiera visto una vez y difuminada en el horizonte. Se trataba del rostro que se le apareció en la tundra hacía ya bastantes jornadas.

- ¡Bienvenido a mi palacio, Iirag Thorson, hijo del Jrag Thror Tryggvason! - Dijo al fin aquel hombre mostrando sus afilados dientes felinos con un tono atronador que parecía la conjunción de diversas voces resonando al unísono. - ¿Supongo que vienes a saldar tu deuda, verdad? ¿Alguna pregunta antes de empezar?

Notas de juego

Debes hacer un prueba de cordura por la visión de la composición del orbe...

D100 menor o igual que 60 la superas. Daño de  cordura 3 (si superas) /2d4 (si fallas)

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02/10/2017, 10:01
Iirag Throrson

Todo aquel paseo había sido terriblemente desconcertante. Su mente empezaba a dividirse en preguntas, empezaba a perder la cabeza. Una parte de Iirag trato de centrarse mientras andaba por aquel diabólico pasillo, pero las demás seguían hundiendo su mente en preguntas y deliberaciones sin sentido. Iirag estaba concentrado luchando contra aquellas voces cuando entró en aquella sala con aquel extraño ser.

Mientras unas partes gritaban de miedo, otras planeaban un ataque y algunas soñaban despiertas, una de las nuevas partes de la mente de Iirag tomó el control de un solo golpe y expulsó a las demás, dejando su cerebro en calma. Oyó la voz de aquel ser sin temblar, mientras apretaba sus grandes puños. Contestó con una voz seca, completamente concentrado en el tatuaje de aquel ser, para evitar pensar en otras cosas que pudieran volverse en su contra.

Solo dos, señor ¿Cual es mi deuda y como debo saldarla?

- Tiradas (1)
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02/10/2017, 12:16
Mago Rojo

- Tu deuda es la eternidad, Iirag. – Respondió aquel ser encapuchado. – La saldarás poniéndote al servicio de éste plano. Eres un válido guerrero. Te conozco aunque tú a mí no. Sé cómo eres, sé que eres ambicioso. Sé que quieres honrar a tu padre y es por tu padre por lo que estás aquí.

El mago rojo se puso en pie y caminó hasta donde Iirag se encontraba. Se acercó mucho a él, demasiado y casi pudo notar su aliento, pero no se movió un ápice orgulloso como era. El mago le rodeó observándole de arriba abajo como estudiándole.

- Veo que encontrarse tu armadura y tu equipo. – Dijo el mago con una siniestra sonrisa impresa en el rostro. - ¿Te gustó el truco? – Una risa extraña y que retumbaba en su cabeza surgió de su garganta. – No hace falta que contestes, se cómo te sentiste.

El mago regresó a su trono y se sentó cómodamente en éste. Por unos segundos se quedó mirando a Iirag, todo permanecía en silencio y aquel hombre le mirada con un brillo extraño en los ojos. De pronto comenzó a repiquetear con sus alargadas uñas sobre el brazo del trono y el monótono sonido que producía comenzó a inquietar por momentos al vovit, tanto que pasados unos segundos aquella inquietud se tornó en angustia y cuando creía que iba a implorar que parara lo hizo por iniciativa propia.

- ¿Tu padre, Thror… - Hizo una pausa premeditada. - …crees que es un buen padre, qué nunca te traicionaría? – Iirag fue a responder pero el mago le interrumpió. - ¡Tsch! – Alzó un dedo demandando silencio. – Yo re responderé, pues tú no tienes todas las respuestas y yo sí. Yrgvas el Jrag de los Colmillos Grises, Yrgvas el Sabio. ¿Sabes que era poderoso, verdad? ¿Sabes que no tenía posibilidad alguna contra tu padre? ¿Lo sabes verdad?

Iirag estaba perplejo ante aquellas palabras. Aquel mago sabía mucho de su pasado, sabía demasiado aunque se equivocaba, pues Thror lo derrotó en duelo singular, él estuvo allí, él lo vio. Vengó las afrentas a su familia y se convirtió en uno de los jrags más poderosos de todo el noroeste.

- Hizo un trato conmigo. – Intervino de nuevo el mago rojo. – Por eso estás aquí. Antes te he mentido en eso; no es tu deuda la que vienes a saldar, sino la de tu padre. 

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04/10/2017, 01:20
Iirag Throrson

Iirag se quedó mudo por un instante. Sus pensamientos volaban sin control aunque por lo menos ya no oía diferentes voces. Apretó los puños hasta hacerse sangre para después soltarlos y espirar discretamente con calma, centrándose en sus pensamientos. Ni por un solo segundo pensó el vovit que su padre hubiera podido ser capaz de semejante acto. El clan lo es todo y Thror siempre le había llevado consigo, le había enseñado... no, le había forjado como el heredero del clan de los Hermanos Lobo. Es cierto que no era un hombre cariñoso y era terriblemente cruel y rígido con sus enemigos. Pero jamas le haría eso al clan o a su hijo, su padre no solo buscaba poder, también se regia por el honor, si su hijo se veía muerto por su culpa el clan quedaría deshonrado. Su padre no podría respetarse a su mismo tras vender a su hijo por mero poder.

Pero... Una insidiosa parte de el le mostró otras posibilidades con cruel sagacidad.

¡¡NO!! ¡¡NO ES POSIBLE!! Iirag gritó en el interior de su mente, y aquella voz insidiosa se ocultó en lo mas oscuro de su cerebro.

Lo mas lógico era pensar que aquel ser demoníaco trataba de manipularle, al fin y al cabo era una especie de líder del plano de la locura, nada de lo que dijese podía ser verdad. Estaba tratando de volverle loco con algún motivo oculto o por mera diversión.

Se dio cuenta de que llevaba unos segundos callado e inmóvil, y que seguramente aquel ser estaría leyendo sus pensamientos en ese instante. Iirag puso su mente en blanco concentrándose en el dolor de las palmas de sus manos y se mantuvo firme. A la espera de un nuevo castigo, orden o truco.

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04/10/2017, 10:45
Mago Rojo

Aquel mago parecía satisfecho. Captó de inmediato el dolor que se había autoinfringido Iirag en las manos y ver el reguero de sangre que empezó a gotear contra el suelo le produjo una gran satisfacción.  Cuando Iirag trató de poner la mente en blanco se percató de la maliciosa sonrisa que su anfitrión le estaba dedicando. ¿Se estaba riendo de él, de su sufrimiento? Todo hacía indicar que sí.

El archimago mantuvo esa sonrisa durante unos cuantos e incómodos segundos en los que Iirag no sabía muy bien lo que debía hacer, decir o pensar. No obstante aquella sensación de incomodidad empezaba a transformarse en ansiedad y por todos era conocido que un lobo ansioso podía reaccionar de forma violenta, aunque eso no parecía preocupar a aquel ser ataviado con aquella túnica completamente roja a excepción de los detalles dorados.

Finalmente y tras mantener la mirada fija sobre el vovit durante unos instantes que parecieron eternos, aquel ser se puso de nuevo en pie y camino de nuevo junto al norteño. Le tendió su huesuda mano y Iirag pese a que intentó rechazar el ofrecimiento, finalmente guiado por la intensa mirada del mago no tuvo más remedio que aceptar agarrarla.

Su tacto era caliente, mucho más que el de cualquier otro humano que hubiera tocado antes. No llegaba a quemar, pero se encontraba en el umbral de un calor agradable y el que empieza a ser perjudicial. Notaba sus huesudos dedos entrelazando su mano y como sus afiladas uñas rozaban el dorso de ésta de una forma muy desagradable.

El mago se ayudó de Iirag para descender los escalones de aquel púlpito y comenzó a caminar por aquella sala en dirección a la entrada por donde instantes atrás había accedido el confundido norteño. Fue entonces cuando notó que aquel mago hedía a muerte. Olía a putrefacción aunque de una manera ligera, pues había tratado de disimular aquella intensa peste con un sinfín de perfumes

- Dominar este plano no es algo fácil, Iirag. – Dijo al fin el mago con su cavernosa y voz. – Necesito un gran ejército. Los nativos de este plano están en gran parte de mi lado. Muchos son leales, son buenas herramientas para mi causa, pero necesito algo más. Necesito algo distinto y sobretodo necesito guerreros como tú Iirag. Necesito reunir a mucho como tú para dominar finalmente este plano y devolverle un poco de la cordura perdida. – El archimago se detuvo ante uno de los ventanales que daba al exterior mostrando aquellos bellos campos labrados y a los campesinos que los ocupaban. – No serás el primero ni el último, pero si una pieza más que me acercará a la victoria. Mira. – El mago le indicó con su enjuto dedo índice que mirara a través de la ventana.

Fue entonces cuando vio la realidad. Lo que había del otro lado no era la idílica visión que hasta ese momento había podido contemplar, sino todo lo contrario. Ante él se habría paso una horrible ciudad de retoricada y afilada construcción. Una ciudad oscura por la que descendían ríos de sangre, una ciudad en la que las ruinas y las llamas consumían gran parte de su superficie. De las fachadas de los edificios pendían esqueléticos cuerpos ahorcados, abandonados por aquellas calles se podían encontrar decenas de miembros mutilados, así como cabezas cercenadas. Tan solo algunos árboles atrofiados y algunos pequeños arbustos ennegrecidos se permitían el lujo de crecer entre tan malsano ambiente

Se escuchaban gritos de terror en todas direcciones y las estrechas e insalubres calles estaban repletas de almas en pena que parecían vagar guiadas por la desesperación y las implacables fustas de los pelotones de demonios que parecían ser sus guardianes. Demonios similares a aquellos mismos que habían conducido a Iirag ante el que se había desvelado como el gobernador de la inconcebible y pavorosa locura que era aquella inmensa ciudad.

- Necesito a algunos como tú para cambiar lo que ven tus ojos. – Dijo el archimago. – Muy pocos sobreviven como tú lo has hecho para llegar hasta aquí. No sólo mueren sus cuerpos, sino que sus almas también quedan perturbadas para siempre y se convierten en inservibles a mis propósitos, es el caso de tu compañero de andanzas, el caballero de la orden del Sol Naciente. ¿Qué me dices Iirag hijo de Thror, tienes alguna pregunta? Y lo más importante. ¿Me servirás como el perro fiel que eres?

Notas de juego

Dos tiradas más de cordura (ahora todo es muy nuevo, luego haremos menos)

1ª: Al ser desvelado lo del padre de Iirag debes tirar una prueba de cordura menos o igual a 57. Pérdida 0/1d4

2ª Al ver la ciudad de la locura en su máximo esplendor, una nueva prueba, si has perdido cordura con la anterior réstala al porcentaje. Pérdida 3/2d4

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06/10/2017, 10:04
Iirag Throrson

Iirag conseguía mantenerse firme a pesar de todo lo que se le venía encima. Una posible eternidad de esclavitud, la supuesta información sobre su padre y el resto de sucesos. Seguía concentrado en tener la mente en blanco mientras andaba junto a aquel oscuro mago, tratando de no pensar en lo fácil que parecía matarle en ese momento, en sus verdaderas intenciones y sobretodo, en su padre.

Pensar en Thror otra vez rompió su concentración, trató de buscar delante de sí algo en qué fijarse para mantener su mente centrada solo en ello. Pero todo lo que veía era una interminable ciudad de locura. No se podía decir de Iirag Throrson que no hubiese cometido crímenes ni visto abominaciones, pero aquello era excesivo, por doquier veía tortura, imágenes incomprensibles y locura. Noto como su cordura se estremecía mientras sus ojos se abrían de par en par.

Casi agradeció las preguntas de aquel ser, pues le dieron algo en lo que pensar. No vio fisuras ni opciones, debía seguir esperando y mantenerse cuerdo. Después de encomendarse a Yrg e Ygg mentalmente dijo lo que se esperaba de él:

 

No tengo preguntas. Le serviré.

 

- Tiradas (3)

Notas de juego

Apañau

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09/10/2017, 17:40
Director

El Mago rojo parecía gozoso con la complacencia de Iirag a la par que sorprendido. Le miró de abajo arriba y cuando sus ojos llegaron a la altura del rostro del vovit se quedaron fijos en él unos instantes. Aquella mirada penetrante le causó cierta angustia al norteño así como cierto desasosiego. Parecía que aquel endemoniado personaje tratase de escrutar muy dentro suyo, como tratando de hallar algo en su interior.

Iirag presintió que el Mago intentaba leer su mente para tratar de desenmascararle y así de alguna forma. Para saber que era lo que realmente estaba pensando. El bárbaro trató de poner la mente en blanco como ya había hecho anteriormente, pero notó como sus propios pensamientos se entremezclaban con la voz del mago y aunque no entendía las extrañas y arcanas palabras que se reproducían en su mente, sabía que era él, el ser que tenía frente a sí. Pensaba que iba a perder el control de sus propio raciocinio, de sus propias ideas y de pronto recuperó por completo el control.

- Iirag, tu destino va a ser el Laberinto del Caos. – Dijo al fin el Mago. – Allí servirás junto a otros como tú bajo la tutela de uno de mis adalides. Tu misión será desvelada una vez te encuentres allí. Vete ahora, Iirag hijo de Thror. Vete por dónde has venido.

El norteño caminó varios pasos hacia atrás, para acto seguido darse media vuelta y regresar a aquel pasillo decorado con un lujo sobrecargado y con vistas a aquellos ilusorios campos idílicos tan alejados de la realidad. No fue una sorpresa para Iirag que tras la puerta le aguardase el mismo individuo vestido con una túnica roja, como tampoco lo fue que la visión que podía vislumbrar ahora a través de los ventanales no fuera la que se le mostró nada más llegar, sino el horripilante panorama de aquella grotesca ciudad maligna.

El encapuchado le condujo de nuevo a aquellas interminables escaleras de caracol. Descendieron durante varios minutos hasta un nivel aún más oscuro y húmedo que los que les precedían. Ante ellos se abría paso un amplio corredor oscuro, sólo iluminado por algunas antorchas distribuidas cada muchos metros, muchas de ellas en su estertor o completamente apagadas. Caminaron durante varios minutos más a lo largo de aquel angosto pasaje.

A ambos lados del pasillo se encontraban un sinfín de puertas de madera sin cerradura. Todas ellas estaban cerradas y no parecían tener ningún distintivo o numeración que las diferenciase. Del interior de alguna de ellas se podían escuchar ronquidos, de otras susurros y de algunas otras incluso gritos aterradores. Aunque de la mayor parte de ellas emanaba un silencio sepulcral que era por alguna razón aún mucho más inquietante. Sólo se observa luz a través de las rendijas de muy pocas puertas, pero eso indicaba que al menos aquellas estaban ocupadas.

Finalmente llegaron hasta una puerta frente a la cual se detuvieron. No tenía ninguna característica diferente al resto y como todas permanecía cerrada. El encapuchado la empujó y del marco de la puerta cayó algo de polvo desprendido de la misma pared y la puerta se abrió chirriante. El interior era muy humilde. Un jergón que aparentemente estaba húmedo con un baúl a sus pies, una mesa de escritorio con una silla y una estantería a su lado componía todo el mobiliario de su nueva residencia.

- Sobre la mesa está tu cena. – Dijo el encapuchado. – Al final del pasillo hay una letrina. Pero no te aconsejo que la uses. Descansa, mañana será un día largo y puede que el último si no estás en el completo uso de tus facultades.

Notas de juego

Acomódate y luego tienes algunas opciones:

  • Investigar los pasillos
  • Reflexionar
  • Dormir

 

P.D. La cena son gachas con una pinta nefasta y un vaso de agua parda.

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10/10/2017, 01:12
Iirag Throrson

No sabia que había visto en su mente el amo de aquel lugar. Esperaba que lo mínimo posible. 

Mientras andaba por los pasillos con aquel siervo, pensó que no saber su nombre le otorgaba un poder que no quería darle para causarle miedo. Así que tras pensar decidió llamarlo Jotun, como se llamaba a los demonios entre los vovits. Tambien pensó en aquellos demonios que le habían apresado, pero al comparar el odio que sentía por ellos con el que sentía por Jotun notó que apenas era como una vela frente al incendio de una ciudad saqueada. Si, los demonios le habían humillado y apresado, pero Jotun le había esclavizado, torturado mentalmente y mentido sobre Thror, haría todo lo que estuviese en su mano por acabar con el y todo lo que le importaba en este mundo, le daba igual si tenia que vender su alma a Yrg e Ygg, se convertiría en un demonio con tal de matar a Jotun y destruir su maldito reino.

Cuando se cerró la puerta de su cuarto se quedó en medio de aquella desoladora habitación durante varios minutos, al ver que nada le iba a atacar y que todo estaba en calma, empezó a quitarse la armadura con parsimoniosa calma mientras echaba un vistazo a su alrededor. Terminó y colocó su armadura contra la pared, aunque dejó su martillo cerca de sí en todo momento. Dio la vuelta al jergón para comprobar si tenia parásitos y ver si estaba mas seco al otro lado.

Echó un vistazo a las gachas, picoteó las que parecían mas limpias, después filtró todo lo que pudo el agua con un trozo de tela mas o menos limpio para beber un asqueroso trago de agua casi clara, era todo lo que podía hacer. Con decisión agarró su martillo y se decidió a investigar los pasillos, de paso evacuaría por primera vez en toda aquella interminable jornada.

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10/10/2017, 19:24
Director

Iirag salió de la habitación que le habían asignado armado con su martillo y con la férrea determinación de poner algo de luz a todos los sucesos que se habían desarrollado durante las últimas horas y los últimos días. Pero antes de eso debía aliviar su vientre, pues tras aquella interminable jornada lo merecía. Además al probar las gachas algo se removió en su estómago suplicando por un retrete.

Nada más acercarse a la puerta observó que tenía un pestillo y en cierta medida respiró aliviado. Algo de intimidad le vendría bastante bien al regresar de la letrina. No obstante todas sus expectativas de vieron derrotadas al comprobar que dicho pestillo estaba roto y faltaba la hembrilla que debía estar sujeta al marco de la puerta.

Avanzó hacia el fondo del pasillo, hacia donde su guía le había indicado que se encontraba el trono donde hacer sus necesidades. El pasillo era largo y con los pies descalzos detectó cierta humedad en las irregulares baldosas. Muchas puertas se encontraban a ambos lados del pasillo y como las que precedían a su habitación, todas estaban cerradas y la mayoría en silencio.

De unas pocas surgía algo de luz por las rendijas de la pared y a través de otras se escuchaba algún murmullo, ronquido y algún que otro grito. Cuando por fin comenzó a vislumbrar el final de aquel interminable pasillo, habría contado unas cien puertas entre los dos lados. A tres puertas del final, a la izquierda encontró una estancia cuya puerta se encontraba entreabierta y con cierta luz que manaba de su interior y justo al final del pasillo una puerta basculante que tan solo ocultaba el interior de los tobillos a la cabeza.

La letrina como ya le habían advertido era algo nauseabundo. Un simple agujero situado sobre una estructura de piedra. El asiento sobre el que debía colocar sus posaderas para acertar en el agujero estaba completamente manchado de heces hediondas y gracias a la luz que se reflejaba de la puerta entreabierta, pudo apreciar el reflejo de los fluidos que cubrían la letrina que con suerte sólo serían orina. El olor de aquel inmundo y diminuto habitáculo era fétido y casi provocó que brotaran las lágrimas en Iirag, pues notó una sensación similar a la de estar frotando una cebolla en sus propios ojos.

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10/10/2017, 22:27
Iirag Throrson

Aunque era lógico que su cuerpo reaccionase con arcadas, su mente estaba tranquila, incluso a gusto con aquella situación tan mundana. Iirag entre otras cosas, había recibido una lluvia de deshechos por parte de los defensores de Cala Gris, en Colina Asdra se había quedado atrapado dos horas junto a toda su columna en una fosa común recién rellenada de fétidos cuerpos en descomposición y en Isla de Muertos había tenido que sumergirse en una fosa séptica a rebosar de excrementos junto a sus mejores hombres para internarse en las murallas de Torre de Hueso, solo Yrg e Ygg le defendieron de una infeccion mientras sus hombres morían días después. Esto en comparación era un paseo en el campo. Se alejó de la letrina y se agachó en una esquina sin tocar la pared o el suelo. Mientras hacia sus necesidades jugaba con los dedos de los pies con lo que parecía un maíz gordo sin digerir de un trozo de mierda seco.

Cuando terminó salió de la letrina y se acercó a la esquina limpia mas cercana, al no encontrar ningún papel, palo o piedra redonda, se limpió lo que pudo con el recto angulo entre pasillos. Lo que quedó lo limpió con el dorso de la mano, después arrastró la mano por toda una pared mientras seguía investigando aquellos pasillos.

Notas de juego

Como que descalzo cabrón, no iba a salir sin botas. Bueno digamos que se me ha ido la olla.

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11/10/2017, 17:11
Nigrith Dealirion

- ¿Ninka? – Una tierna voz femenina surgió del interior de la estancia cuya puerta se encontraba entreabierta.

Iirag no entendía lo que le había dicho, pero por su entonación parecía una pregunta. Pudo suponer que la persona que había pronunciado aquella palabra le había escuchado merodear por aquellos oscuros pasillos y curiosa debió preguntar por su identidad o pedir de alguna forma que se identificara.

Iirag esperó unos instantes con la intención de que se reprodujera de nuevo aquella voz, en cambio escuchó el característico sonido de una silla al ser arrastradas sus patas contra el suelo por la persona que la ocupaba al levantarse. Unos pasos fue lo próximo que escuchó y entonces la puerta se abrió un poco más de lo que ya estaba.

- ¿Ninka? – Volvió a escuchar aquella dulce vos antes de observar una silueta femenina del otro lado del umbral de la puerta

Fue entonces cuando vio aquel rostro y casi le dio un vuelco al corazón. Se trataba de una mujer de largos y finos cabellos azulados y finas facciones aunque de labios gruesos. Su piel era realmente pálida, como si no le hubiera dado el sol en su vida. Sus ojos eran de un extraño color rojo que brillaba con un inquietante fulgor. Una extraña marca o tatuaje estaba impreso en su frente. Su apariencia en general era escalofriante y su pavoroso aspecto se reflejaba principalmente en aquella mirada que hubiera hecho huir a cualquiera. Sin embargo un halo de misticismo la envolvía y a la vez que Iirag notó cierto atractivo morboso en aquella muchacha.

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24/10/2017, 23:28
Iirag Throrson

Iirag se detuvo a unos pasos de la puerta, se llevo la mano derecha lentamente a la nuca, para poder enarbolar su martillo si fuese necesario, no se fiaba de las mujeres igual que no lo hacia de los hombres, y menos si no eran vovits, y menos de las que tenían aspecto místico o de brujas. Se quedo quieto y la miró desafiante, en pie y recto con su considerable altura y su intimidante musculatura. Alzo la voz y pregunto en todos los idiomas que conocía:

¿Quien eres?

No tenia miedo de sus hechizos, parte de su entrenamiento como elegido de Yrg e Ygg se habia basado en soportar todo tipo de ataques, tanto físicos como mágicos, su voluntad y fortaleza eran prácticamente inquebrantables. Pero sabia que los magos podían convocar seres y lanzar diversos hechizos muy poderosos que no podía detener con mera fuerza de voluntad. Así que se mantuvo en tensión.

Notas de juego

Idiomas: vovit, umnio, Gallego.

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26/10/2017, 10:43
Nigrith Dealirion

Aquella extraña mujer se sobresaltó al ver a Iirag encarar el marco de la puerta. Rápidamente se puso en pie y agarró una extraña daga algo curvada, situándose tras una mesa en posición defensiva. Aquellos ojos rojizos le escrutaron con una mezcla entre miedo y agresividad. Sin duda aquella joven parecía dispuesta a emplear aquel cuchillo pese a que la desventaja en el cuerpo a cuerpo con aquel recién llegado y su portentoso martillo era notable.

- ¡Ninka, fashua! - Repitió la misma pregunta en un tono algo más elevado.

Era evidente que aquella mujer no entendía el idioma con el que Iirag se había tratado de comunicar con ella. En cambio había percibido su llegada como una seria amenaza y también era evidente que estaba algo asustada y una mujer asustada era un ser totalmente impredecible, más si iba armada.

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31/10/2017, 18:41
Iirag Throrson

Esto es inútil. Pensó el joven vovit. No somos capaces de entendernos, y no creo que pueda sacar nada útil de esto. Se alejó de la puerta sin dejar de mirar a aquella extraña mujer y avanzó por el pasillo, echando algún vistazo atrás por si le seguía.

Realmente tenia curiosidad por saber quien era aquella mujer y porque tenia aquel aspecto, pero al no entenderla era mejor pasar. Pues la alternativa era mantenerse cerca de alguien que seguramente era bruja y medio loca, durante varias horas, en un vano y peligroso intento de comunicarse.

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01/11/2017, 10:17
Neegor Basaim

Tras dar varios pasos en dirección a su modesto hospedaje escuchó un portazo. Aquella extraña mujer acababa de cerrar la puerta de forma algo violenta. La aparición de Iirag parecía haberla molestado, era evidente que no quería visitas en mitad de la noche y las dotes diplomáticas del vovit no le habían hecho cambiar de opinión. Sin duda el no conocer el idioma era un problema casi insalvable en cualquier situación.

Pese al cansancio y las fuertes emociones que había vivido durante ese extraño día donde había prevalecido la oscuridad, como acostumbraba a ser así en aquel plano, no tenía sueño. Tan solo sentía el impulso de investigar todo lo que le fuera posible por tal de poner algo de luz a aquel extraño trance que días atrás había experimentado. Sin embargo, dada su situación actual como siervo de aquel extraño ser encapuchado, no tenía demasiadas opciones de movimiento.

Avanzó por aquel lóbrego pasillo dejando atrás habitación tras habitación. Del interior de alguna de ellas surgían ronquidos y de otras se colaba cierta luz por las rendijas de la puerta. Eso no había cambiado, pero ninguna de ellas estaba abierta. Aunque hubiera deseado que alguien saliera al pasillo para conversar con él o para que le invitara a pasar al interior de su estancia, llegó al final del pasillo y no pasó.

Ante el se alzaba una puerta de hierro ahora cerrada y tras de ésta se encontraban aquellas interminables escaleras de caracol que le habían conducido a aquel tenebroso y húmedo nivel lleno de pequeñas celdas destinadas muy probablemente a albergar a más esclavos del mago rojo como lo era en esos momentos él mismo. Pues por alguna razón había entendido que su nuevo estatus era ese, el de un mero esclavo de un mago demente.

Iirag decidió tratar de abrir la puerta, pese a que de antemano su intuición le decía que ésta estaría cerrada con llave. Al empujarla comprobó que su instinto no se equivocaba, la puerta había sido sellada con llave. Observó nos instantes la cerradura comprobando que se trataba de una de gran calidad. De contar con una ganzúa y los conocimientos suficientes para utilizarla, aún así sería difícil forzarla y abrirla sin la llave.

Iirag se giró con la intención de regresar a su habitación, hastiado de vagar de un lado para otro del pasillo sin encontrar pista alguna de como escapar o simplemente de encontrar cierta información acerca de lo que sucedía en aquel plano o lo que querían de él. Un vuelco le dio el corazón al toparse de bruces con un extraño y menudo ser de piel pálida, casi podía decirse que de color gris. Por su apariencia parecía tratarse de un varón, su nariz era gruesa y sus facciones afiladas, y aunque su complexión era la de un enano, su ausencia de barba sembró la duda en Iirag. No obstante, lo más inquietante sin duda eran sus extraños ojos blancos que parecían relucir en la oscuridad.

- ¿Eres de Gea? - Dijo aquel ser en el idioma natal del vovit. - ¿Del norte de Arthanis? Pasé tres largos inviernos allí. Mi nombre es Neegor Basaim.  

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03/11/2017, 18:08
Iirag Throrson

Iirag se quedó en silencio mirando a aquel tipo llamado Neegor Basaim. Sabia que no podía fiarse de nadie, tampoco de otros siervos de Jotun que posiblemente quisieran ganar puntos frente al dueño del plano o estaban totalmente locos. Iirag compuso su mejor sonrisa y saludó con un gesto de la cabeza al recién llegado. Fijó su mirada en sus extraños ojos con una naturalidad entrenada.

¡Bien hallado Neegor! Mi nombre es Iirag Throrson y provengo de Gea, en efecto—Evito decirle cual era su procedencia exacta, la información podría ser una debilidad. Después bajé el tono—¿Tu también eres uno de los muchos y felices siervos del dueño de este plano?