Partida Rol por web

Veo como Ulrich se abalanza nuevamente sobre el preso con una sonrisa sádica en el rostro. Sin embargo, aunque valoro el denuedo que pone el jefe de seguridad en su trabajo, no tengo intención ni de alargar esta reunión ni de manchar de sangre mi despacho por lo que, con un simple gesto, hago que el guardia se detenga. Lo hace, por supuesto y puedo ver la furia contenida en sus ojos. Otro animal más, pero al menos de este tengo la correa.

- Es usted muy explicito señor Vinyard y veo que se encuentra muy bien informado. – Asiento ante él y rebusco en el cajón de mi mesa unos papeles que, tras cogerlos, los pongo frente a él. – Estos papeles firmados por el gobernador, me autorizan a liberar a la persona que consiga ganar 5 torneos de Death Race y no solo eso. Todos sus antecedentes le serían borrados. –

Me recuesto sobre mi silla.

- ¿Son las condiciones de su agrado? –

Sonrío divertida. Es tan gracioso ver como intentan mantener su estatus y su presencia incluso en un lugar así. Pero siempre olvidan que son nada, escoria, por muy monos que vayan o mucho poder que crean que tienen aquí dentro, no entienden que siguen siendo míos. Pero ahora no estoy para distraerme con tonterías por lo que paso por alto su tono condescendiente y su actitud pasota.

“Al final, bailará para mi”

Vuelvo a ponerme seria, aunque solo sea por aparentar algo similar a una charla entre… “iguales”.

- Una mujer precavida. Eso es importante si quiere uno sobrevivir en este mundo de locos. Permítame que sea yo quien despeje sus dudas. Death Race es una competición en la que 10 corredores se enfrentarán para lograr convertirse en campeones. Para ello, se os proporcionará vehículos especialmente preparados para ello. –

Me muestro curiosa por ver cuanto creía saber esta basura.

- ¿Su información era similar? ¿O quiere que amplíe la información de alguna manera? –

Tan simples. Tan absurdos

Es tan fácil controlarlos y llevarlos por donde uno quiere que a veces me pregunto para qué me esfuerzo tanto. Aunque pensándolo bien, es lo que le da sabor a la vida, aunque pueda hacerse fácil, a mi me gusta hacerlo con estilo. Mi rostro se torna serio.

- Entiendo lo que quiere decir, y creo que podemos tener un acuerdo. Al fin y al cabo la recompensa debe estar a la altura de los riesgos. –

Rebusco en mis cajones y tras encontrar lo que busco, pongo una ristra de papeles frente a la loca que tengo delante.

- Estos papeles, firmados por el gobernador, me permite dar la libertad a cualquiera capaz de ganar 5 torneos de Death Race y no solo eso. Todos sus antecedentes serían borrados de su historial. Un nuevo comienzo. –

Sonrio divertida.

- ¿Qué me dice? ¿Tenemos un trato? -

Mentes simples y superfluas. Peticiones tan superfluas y banales que casi era aburridas.

- Creo que podemos atender sus peticiones. Tenga en cuenta que los vehículos utilizados para la ocasión podrán ser modificados por usted mismo y bajo sus requerimientos por lo que no solo ponemos a su disposición millones de almas que convencer, ponemos también las armas para que su voz sea escuchada. –

Me hecho hacia adelante para darle una sensación de “igualdad” si es que eso era posible.

- Si le parece bien, gane esas carreras, convenza al mundo y puede que pudiéramos habilitarle sesiones especiales para sus… creyentes –

Tan simples

- ¿Tenemos un trato? -

Sonrío burlonamente. Que alguien tan simple pudiera haber llegado hasta aquí muestra cuan podrido esta el mundo y eso solo afianza su convicción de que esto no solo saldrá bien, le reportará muchísimo dinero. Pero primero hay que terminar de atar ciertos cabos, uno de los cuales está dubitativo frente a mí.

- La carrera de la muerte es un campeonato que estoy organizando para que 10 participantes luchen por la victoria. Siendo usted una mujer fuerte y decidida, tenía intención en que participara en ella. –

La miro desafiante. Es tan poca cosa, tan mediocre. Y lo más divertido es que no parece darse cuenta de ello.

... las palabras de la Alcaide suenan bien... la verdad, he estado en agujeros peores que este; de hecho, esto hasta parece un resort para tipos como yo, joder; tal vez me esté acomodando... leches, que no es plan, que tengo asuntos pendientes fuera que quiero resolver..., y tal vez sea la forma de salir de aquí... bueno, no LA forma, sino UNA forma; total, no deja de ser una prisión, y no dejan de cometer los mismos errores que en las otras en las que he estado...

-Solo una cuestíón, señora Hennessey..., una condición... los rumores dicen que se puede competir con un ayudante... si es así, ¿el ayudante tendrá ese mismo beneficio?, es que verá, tengo un amigo aquí, que su (abro comillas con los dedos) padre (cierro comillas con los dedos), me encasquetó para que se lo devolviese hecho un hombre hecho y derecho, y ya había pensado devolvérselo en un paquete postal o lanzarlo por encima de la cerca electrificada y el camino de ronda de los dogos... pero lo mismo así es más fácil, ¿sabe?.. es que su abro comillas con los dedos) padre (cierro comillas con los dedos), puede ser un problema si se lo devuelvo en no muy buen estado y tal...

-A lo que voy, que a mi me da igual, pero si no hay la misma recompensa para Mini-Yo, ahí se queda con su Gran Hermano Vip sobre ruedas. Ya sabe que soy algo famosete, tanto por lo que hago, como por con quien me muevo ahí fuera, como por quién y cómo consiguó meterme en la trena; sería un caramelito para la audiencia.., un pastelito... hala, ya me ha entrado hambre, joder

- Hm, espere un momentito... Primero necesito un cafecito, que voy a leer los papelitos estos firmados por el Gobernador. No sé si me entiende, no piense que descreo de sus palabras, todo lo contrario. Es que me gusta asegurarme muchito y no firmar cositas que me jueguen en contra. Ya sabe... Los presos somos un poquito desconfiados y su nobleza puede que no se capte lo suficiente. - responde al tomar asiento y coger los papeles, le llevará un tiempo prudencial el leerlos todos, pero no se la haría fácil. 

Y mientras revisa cada uno de los papeles, obviamente a la espera del café para amenizar el momento. 

- Mire Señora, no soy una brutita ignorante y prefiero que no aparente las cositas porque no tengo un pelo de tontita. Entregue el acuerdo sobre la mesa así lo leo, si me gusta lo que dice, participo en la carrera y de paso, mi cuerpito tiene un descanso que sus oficiales andan muy hambrientos... No sé, imagino que usted con esas faldas los tiene loquitos y por eso se desquitan conmigo. Ambas somos rubias, hijas de puta y maliciosas, parecemos madre e hija. ¿No cree? -  pregunta mientras le indica con la mano que ponga el contrato a leer donde figura lo que sus palabras han dicho. 

- Me hace ilu ser su pariente... - agrega distendida. - ¿Y el cafecito? Cómo verá, me dan solo "leche" a diario, necesitaría tomar una bebida que corresponda... Creo que lo merezco, soy la que hace muyyyy feliz a sus guardias. - termina de decir para presionar a la mujer. 

Todos observamos lo que pone en los papeles, leyendo cada línea, tratando de buscar la letra pequeña. ¿Dónde está el truco? ¿Borrarán nuestros antecedentes y será como si Edmund nunca hubiera hecho nada? ¿Empezaríamos los veintiuno desde cero? Era una posibilidad demasiado atrayente como para dejarla escapar.

-Claro que sí, rubia -dice Alonzo, con total seguridad, cruzando los brazos sobre el pecho y esbozando una sonrisa pícara-. Claro que tenemos un trato. No podría decirle que no a una carrera. Estoy deseando destrozar a todos esos idiotas. ¿Y cuántos dice que vamos a competir en cada carrera, eh?

-Claro! Será divertido... - me dirigía hacia la puerta cuando se me planteo una nueva duda -Por cierto, ¿Porque todo este paripé de preguntar? ¿No puede obligar directamente que corramos y ya está? - la directora era una persona que siempre elegía entre unos y ceros, no dejaba nada a la elección de los demás por ello me resultaba tan extraño....

Tuvo que hacer un gran esfuerzo por desviar la mirada de aquellas maravillosas vistas. La altura del despacho dejaba ver mucho más allá de esos malditos muros que la asfixiaban continuamente. 

Fijó la vista en Hennessey y se inclinó hacia delante en el sofá. Iba a ir directa al grano, estaba un poquito harta de los jueguecitos de esa maldita perra. 

- Más o menos se corresponde con lo que había oído. Pero debe hacerme usted el favor de contestar a dos preguntas que se me plantean. 

Tenía toda su atención, evidentemente, por algo la había llamado, pero decidió concederse a sí misma unos segundos de suspense. 

- Si habrá un campeón es de suponer que también debería haber un premio, ¿no cree?

Levantó la ceja, ahora realmente iban a entrar en materia.

- ¿Y por qué me incluye en el reparto de vehículos? ¿Es que acaso me está invitando a esta fiesta?

La situación rozaba en lo absurdo; el despacho brillante, la mirada desafiante y la explicación vaga...era todo un caso de manual. Pero quién se creía que era ella? Acaso no se había dado cuenta que era solo una empleada...una don nadie a cargo de un montón de nadies?

-Creo que nos debemos un poco más de respeto, mi estimada. Al menos el suficiente para ser honestas entre nosotras. Usted quiere que juegue? yo juego. Quiere que baile? bailo... no es tan difícil y no me genera mayor molestia de momento. Pero si pudiese ser un poco más informativa que los rumores de la cafetería le estaría muy agradecida.

Era una movida peligrosa, pero quien nada tiene que perder quiere ganarlo todo...o al menos esa era la esperanza de la doctora mientras sostenía la mirada con precisión clínica y profesional. Quizás Hennessey mandara en este mundo, pero más allá de su cargo era solo una pobre mujer sin sentido del gusto.

Me encojo de hombros cuando Hennessey dice que estoy muy bien informado. -Es un secreto a voces. Todo el mundo está hablando de lo mismo, me temo que en este agujero que gobierna no hay secretos. Tal vez debería ponerles bozales a sus perros- Le sugiero. Sé que me estoy jugando otro calambrazo, pero la tentación de provocar a Ulric es superior a mis fuerzas.

No le dedico ni una mirada a los papeles. Aunque fingiera leerlos no es cómo si entendiera toda esa jerga técnica que gastan los abogados. Me basta saber que el propio gobernador los ha firmado, porque siendo algo de dominio público no pueden jodernos sin verse expuestos a los focos mediáticos. No, al menos en apariencia se verán obligados a cumplir con su parte del acuerdo, otra cosa es que no fie una mierda de Hennesey y su perro, pues estoy convencido de que aunque ganara en cuatro carreras  preferirán verme muerto antes que libre, pero bueno, todo eso aún está por venir…

No. También quiero unas cervezas frías, y celebrar una puta barbacoa en el patio y una pantalla de alta definición para ver la superbowl…  ah, y quiero las mismas condiciones que me ofrece a mí, para mi copiloto -Digo incluyendo la libertad de Courtney en el trato de la forma más fría e indiferente que puedo. En este lugar no puedo dejar que nadie piense que Courtney me importa más que un felpudo o la utilizarán para hacerme daño.

Sonrío satisfecha.

- Creo que podremos hacer algo con su… petición, señor Gordo. –

Me reclino hacia delante y miro a los ojos a aquel seboso ser. Era repulsivo, pero precisamente por eso me había llamado la atención. Por mucho que la sociedad intentara disimular, al final lo raro y vomitivo gustaba. Alguien como él hará que el interés por la carrera suba como la espuma. Por eso es importante mantener las apariencias, la sonrisa y darle lo que pide. Al fin y al cabo, debe SOBREVIVIR a la carrera para que su petición pueda suponer un problema.

- Siempre y cuando, usted gane los cinco torneos de Death Race. ¿Tenemos un trato entonces? -

Niego con la cabeza y mi rostro se torna serio.

- Creo que no lo ha entendido señorita Carroll. Esta petición es un mero formalismo para que sienta que ha tenido algún tipo de elección. –

Me pongo en pie par situarme por encima de ella. Es tan poca cosa. Siempre lo son.

- ¿Hermanitas? ¿Iguales? Querida, no estamos ni en la misma liga –

Mi rostro se torna serio, clavo mi mirada en ella, haciéndola ver que ni su actitud me impresiona lo más mínimo y que aquí mando yo.

- ¿Ha visto los leones en el zoo señorita Carroll? Es fácil saber cuales han crecido en libertad. Hundidos y apagados, puedes ver en sus ojos como la vida se escapa ante el recuerdo de lo que amaban, de la libertad. Eso es lo que le espera a usted ¿Cree que me refiero a eso? – Y señalo por la ventana – Ilusa. Aquí, aunque con paredes, siguen gozando de libertad para sus… “disfrutes” personales. – Me aproximo más a ella. – Le hablo de una celda chiquitita. Sin nada más que un mendrugo para comer. No tendría visitas, no tendría objetos. Solo usted y cuatro paredes. Un día tras otro… Y todo el mundo sabría que se enfrentó a mí. Y que perdió –

Remarco bien esta última palabra, quiero que entienda que conmigo no se juega.

- Así que… ¿Quiere correr o prefiere la caja? –

Es una amenaza más que una pregunta.

Sonrio satisfecha. Ha sido más fácil de lo esperado. A veces sobreestimo a estos chalados.

- Serán 10 corredores en total. Al menos al principio. De ustedes dependerá que ese número descienda rápidamente. –

Sin más guardo las hojas nuevamente en el cajón y hago un gesto a Ulrich para que sepa que esta reunión ha terminado.

- Le recomiendo que se dirija a la zona que se ha habilitado para preparar los vehículos y vaya familiarizándose con el suyo. Estoy segura de que veremos cosas interesantes por su parte en la carrera. –

El jefe de seguridad le pone una mano en el hombro para indicarle que se levante.

-Ahora debo pedirle que se marche. Debo atender otros asuntos.-

No se si quiere replicarme algo más, pero lo veo innecesario. Ulrich ya está arrastrándolo fuera del despacho. Cuando me quedo sola, saco una lista personal con varios nombres. Tacho el de Brian Benson de la lista.

- Otro más –

Sonrío divertida ante el comentario del preso. Puede que, al fin y al cabo, no todo sea mediocridad lo que albergo en estas paredes.

- Tiene usted toda la razón, no hay necesidad de esta pantomima. Pero qué aburrido sería entonces ¿no? La parte emocionante de este trabajo se desvanecería. Pero por eso me interesaría verle en esta carrera, porque está claro que usted no es como los demás. Usted tiene algo… - Algo que atrae a mucha gente a la televisión, pero eso no lo digo – Y sería una pena mantenerlo encerrado por más tiempo. –

Me recuesto sobre mi sillón.

- Ahora le tengo que pedir que se marche señor Smith. Tengo asuntos que me reclaman. -

Hago una señal para que Ulrich acompañe a nuestro nuevo corredor a su celda. Cuando me dejan a solas sonrío ampliamente, me encanta ver como los planes van tomando forma. Como suele decirse, preparar la fiesta puede ser mejor que la fiesta en sí. Y está siendo divertido.

La prepotencia de esta chiquilla es casi divertida. Es curioso ver como algunos mantienen ese aire de orgullo a pesar de encontrarse encerrados. Simples y estúpidos. Como jugar con niños.

- En efecto, estaría interesado en que usted participara en este Torneo, señorita Waldorf. Por supuesto, no se iría con las manos vacías. – Rebusco en mi mesa un conjunto de papeles que pongo inmediatamente encima de la mesa – En estos papeles encontrara junto a la firma del gobernador, una declaración de inocencia, así como el borrado de todos sus antecedentes. ¿Entiende lo que le digo? Sería libre para volver a lo que sea que hiciera antes de caer aquí –

Lanzo el cebo, preparo el hilo y me dispongo a capturar otra presa. Tan fácil.

- ¿Tenemos un trato? -

Al oírla contestarme tan “educadamente”, veo como Ulrich avanza para aplicarla un correctivo y casi estoy tentada de dejar que lo haga. Pero antes de que termine de llegar a su altura, le hago un gesto con el rostro para hacerle entender que no es necesario. Esta mierdecilla se cree con derecho a hablarme de tu a tu.  Pobre infeliz.

- Claro que correrá, señorita Cockerhan, pero no porque usted quiera, sino porque yo lo demando. – Le señalo sus manos – Son unas buenas manos, las herramientas de un artista. Sería una pena que, por una palabra desafortunada, me viera obligada a tomar medidas contra usted, medidas que terminarían en usted lisiada de por vida. ¿Entiende? Da igual la noble obra que desee lograr, jamás volverá a usar las manos. ¿Sabe por qué? Porque entre estas cuatro paredes yo soy Dios y puedo hacer y deshacer a mi antojo. – Mi rostro se torna serio – Así que no piense ni por un momento que puede tutearme o que puede hablar de tú a tú. –

La mantengo la mirada con expresión fría y firme. Quiero que entienda que no voy de farol. Entonces, sonrío levemente y continuo.

- No obstante, sería absurdo que no tuvieran una motivación para correr por lo que le informo que, de los 10 corredores, si alguno llegase a ganar 5 torneos de Death Race, sería puesto en libertad y todos sus antecedentes borrados. – Saco unos papeles de mi mesa y los planto frente a ella. -Estos papeles confirman lo que le he dicho y como ve, están firmados por el gobernados. –

Vuelvo a ponerme seria.

- ¿Ha quedado claro? Correrá ¿verdad? –

Es algo que siempre me divertirá y fascinará de estas inmundicias. Cuando, por alguna razón, creen estar en condiciones de ponerse al nivel de los que están claramente por encima de ellos. Casi estoy tentada de dejar que Ulrich le aplique un correctivo, pero le hago una señal para que se detenga porque esta reunión ya se ha alargado demasiado.

- Se cree muy gracioso señor Vinyard, tal vez le he dado la errónea impresión de que tiene algún tipo de opinión en este asunto. Solo quise ser formal, pero nada más lejos de la verdad. Usted va a correr, de eso no hay duda. –

Entonces saco una foto de mi mesa. En ella puede verse a parte de la familia del preso.

- Una buena familia, alegre, numerosa. ¿Sabía que siguen esperando su regreso? Me gusta sobre todo los hermanos pequeños que tiene. Sería una pena que pudiera ocurrirle un accidente, pero, ya sabe, los accidentes ocurren. ¿Se imagina lo que podría ser para su familia perder a uno de los pequeños? ¿O tal vez debería ocurrirle a su padre? Único sustento de la familia ¿Pero entonces como sobreviviría el resto de su familia? Plantéese todas estas preguntas antes de creerse gracioso conmigo señor Vinyard. ¿Ha quedado lo suficientemente claro?  -

Dejo la foto encima para que su débil mente no olvide con quien está tratando.

La falta del uso del matón era nueva en la mujer. Es extraño como todos los que piensan que tienen poder no suelen hacer nada por ellos mismos; no hay talento, no hay pasión y mucho menos habilidad. Este no era un caso distinto. Hennessey misma lo había confirmado, había una diferencia abismal entre ambas: una era una artista, una entregada a su causa... la otra, solo un perro que ladraba lo suficiente para que otros perros mordieran por ella.

Claro que sería demasiado estúpido escupirselo en la cara. Débil...si, pero aún con suficiente control como para mandarla a la tumba y hacerlo parecer un accidente. La doctora se presionó para tomar nota mental del arrebato de la alcaide y sus múltiples reacciones. Tendría que ser más cuidadosa a la hora de presionar a la mujer, por ahora era claro que la había llevado a su límite.

-Más que claro, señora Hennessey -dijo bajando la mirada para apaciguar la situación- es claro que cuenta con todo mi apoyo e interés, como siempre... esperemos que estas manos estén sanas para poder dar un espectáculo a la altura de sus expectativas.

Levantando la mirada, Delilah miró con una sonrisa tímida a la mujer. No es que hubiera miedo en ella... pero parecía la clase de reacción que esperaba la mujer de todo pelmazo con el que hablaba. 

-Puedo retirarme? asumo que desea que me prepare para cuando llegue el momento - agregó con tono servicial