Partida Rol por web

AÑO: 783 D.

MES 2: METAGITNIÓN.

MENÓS PHTHINONTOS: LA DÉCADA DEL MES QUE SE ACABA.

DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 13:16 A.M.

El Administrador asiente ante la Marquesa y toma el comunicador.

- "Puede proceder, Regidor Vespan." -

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 16:30 A.M.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

La Marquesa observaba desde una posición privilegiada toda la escena esperando a que los representantes de la delegación ateniense se la acercaran para que Caoban hiciera las pertinentes presentaciones. Desde luego las lanzaderas atenienses no eran tan espectaculares como "Hydra" pero debía estar allí como mandaba el protocolo.

Uno, dos, tres, cuatro...- Iba contando la Marquesa los hoplitas que salían de las lanzaderas y cuando llegó a más de dos docenas dejó de contar, ya aburrida. Iba a salirles cara la jugada. En menudo momento habían aceptado a ser los anfitriones de tan insignes invitados.  Iba a ser divertido comprobar con sus propios ojos las diferentes maneras que cada delegación tenía de demostrar su poder.

¡Hombres!- Respiró hondo y cuando toda la parafernalia de las presentaciones concluyó se acercó con parsimonia a Laertes.

- ¡Bienvenidos a nuestro humilde hogar!

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:02.

Los escoltas ceremoniales saludan a la Marquesa llevándose el puño derecho al corazón. Lo propio hacen después, en dos filas ordenadas, los Hoplitas de a pie.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

Laertes bajó con paso tranquilo de la lanzadera, con una beatífica sonrisa adornando su rostro, acompañando al maquillaje y sombras de ojos que resaltaban la profundidad de su mirada, así como de los laureles de la victoria que ceñían sus sienes. Sobre su apolínea figura llevaba una túnica de corte clásico, que dejaba ver su musculatura y potencia sobrehumanas. Un auténtico ejemplo de gloria helenística, un semidios que bajaba ante los mortales cargado de buenos deseos y parabienes para todos ellos. 

Su servoarmadura sería enviada aparte a los aposentos de los que dispusieran, pues no era necesario bajar con ella, sabiendo que allí no le esperaban más que amigos... O quizás como muestra de desprecio e indiferencia ante potenciales agentes persas, quien sabía. 

Sonrió complacido ante el despliegue de sus escoltas, y cuando la marquesa se acercó, llevó su mano derecha a su corazón, inclinando levemente la cabeza.

-Marquesa... Sin duda por vos no pasan los años. Atenas agradece esta generosa invitación a vuestros dominios, y confío en que podamos llegar a acuerdos beneficiosos para todos nosotros-saludó, con una impecable sonrisa. 

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HORA LOCAL: 17:01.

Y tocaba desembarcar. Evidentemente esa era la labor de Laertes: entrar más que dignamente en la estación Iculisma de una manera que pudiera causar todo tipo de reacciones entre la delegación de recibimiento. Todas excepto la indiferencia.

El monarca descendió de la lanzadera con su escuadrón flamante de hoplitas, secundado por sus guardias ceremoniales. Un trecho más atrás lo hizo Ladi. Él no era parte del espectáculo y por eso que no participara del hermoso despliegue del ateniense y sus tropas. Tampoco daba el perfil apolíneo deseado. No, él estaba para otras cosas, no para lucirse.

Permaneció en segundo plano observando a la delegación y a la mítica Marquesa. Una cosa era oír y leer cosas sobre ella. Otra distinta tener el privilegio de verla. Al igual que miles de millones de habitantes de los numerosos planetas de los abundantes sistemas, se preguntaba sobre la sobrenatural longevidad de la mujer. Había muchas cosas que se desconocían y para Meyers encararse a lo desconocido resultaba... estimulante.

Y como ella, diversas personalidades de la galaxia se iban a concentrando en aquel lugar. Laertes, un poco más atrás el Gestor Omnios... El vesperiano alzó la cabeza hacia las enorme mamparas cristalinas que daban al inmenso espacio, buscando con su vista la aparición en cualquier momento de una nave y un nuevo invitado.

Esto va a ser, sin duda, interesante, pensó el consejero sin abstraerse demasiado. Si su rey lo necesitaba debía estar atento y cercano a él.

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HORA LOCAL: 17:01.

Tras la reunión con la Marquesa no había vuelto a abrir la boca. A pesar de que la pantalla que volvía a cargar Praxímedes seguía mostrando mi imagen, esta parecía congelada en el tiempo, como si se hubiera quedado bloqueado o atendiendo a algún que otro proceso interno. Nada más lejos de la realidad.

- Cincuenta y dos escoltas para dos individuos. Como medida de seguridad, resulta excesivo.

Pronuncié tras las palabras de Laertes, claramente siguiendo mi propia lógica, porque si Praxímedes apenas requería el uso de un escolta, tal y como podían comprobar al amoratado sargento, el rey ateniense no requería el uso de tanta protección y, por lo tanto, su jefe de inteligencia necesitaba aún menos.

- Como espectáculo, resulta entretenido.

Añado algo más diplomático, aunque apenas la imagen había los labios al responder y usado el mismo tono monótono para ambas declaraciones, haciendo difícil comprender las auténticas intenciones de la inteligencia artificial más allá de las declaraciones realizadas.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

Trescaras dejó a la Marquesa la diplomacia y el protocolo. Cuando las tres lanzaderas atenienses se acoplaron a la Iculisma, el caballero se mantuvo expectante y siguió los pasos de su señora. La delegación de Ritea les acompañó para dar la bienvenida a los recién llegados, y un grupo más numeroso de lo que Trescaras hubiera deseado recibió a los atenienses.

Los saludos protocolarios de los atenienses, proseguidos de las amables palabras de su Rey, no dieron tiempo a Trescaras a reaccionar antes de la intervención de Omnios. Por suerte para los presentes ninguno podía advertir la mirada furibunda que el caballero lanzaba al representante de Ritea.

Se adelantó un paso, situado a un lateral de la Marquesa, y se inclinó en una cortés reverencia a modo de saludo hacia el monarca ateniense.

- Saludos y bienvenido, su Majestad Laertes. - Comenzó antes de erguirse de nuevo. - Es un honor recibirles. - Admitió antes de proseguir. - Soy Trescaras, encargado de la seguridad en toda la Marca, y a efectos, a bordo de la Iculisma. - Explicó. - Comprendo la necesidad de traer consigo tantos escoltas, pero puedo asegurarle que no serán necesarios mientras estén en la estación. Nuestros hombres se asegurarán de que nadie empuñe un arma o atente físicamente contra ninguno de nuestros invitados. - Aseguró sin ningún titubeo en su metálica voz.

Era consciente de que bien podría iniciarse un conflicto diplomático aun antes de que los atenienses pusieran un pie en el interior de la estación... pero era su deber continuar hablando.

- Como medida de seguridad no podemos permitir que ninguno de nuestros invitados suba a bordo con más de cinco escoltas, mi señor. Y como bien hemos advertido anteriormente al representante de Ritea, todo escolta debe mantener sus armas enfundadas y con el seguro puesto en todo momento. - Explicó.

Era algo muy básico. Si Trescaras o la Marquesa permitían que cada delegación subiera con cincuenta soldados armados, las probabilidades de que se iniciara una guerra ante la menor hostilidad en el interior de la Iculisma eran enormes.

- Es una reunión diplomática, no encontraréis enemigos aquí, y os doy mi palabra de que me encargaré personalmente de que nadie intente ninguna estupidez. - Además de que dudaba que nadie fuera tan insensato como para intentar un ataque durante una reunión de semejantes características... pero nunca se sabía. En cualquier caso, Trescaras se tomaba su misión muy en serio.

- El Administrador Caoban y algunos de sus hombres se encargarán de proveer de suministros a los escoltas que permanezcan en sus naves, así como de reabastecer de combustible a las mismas cuando acabe la reunión. - 

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HORA LOCAL: 17:01.

Observo el despliegue ateniense con un gesto mordaz en mi cara. Vaya que es egocéntrico el Laertes. Curiosa comparación con Omnios, que por toda escolta solo me trae a mí. Aunque me gustaría saber si estos soldados podrían hacerme frente. Claro, que eso no lo puedo decir.

Me quedo en segundo plano, siempre atento a Praxímedes y, por extensión, a Onios. Si bien la mirada de Tres Caras no me pasa desapercibida, no le doy mayor importancia, pues comprendo el motivo. A mí también me cabrearía que alguien supusiese que no puedo ejercer mi trabajo.

Aunque, por otra parte, un asalto con tropas equipadas con armaduras modernas... ¿qué harían contra ello tropas con espadas? Mmm... curiosa pregunta. Quizá en otro momento lo averigue. Ahora no es momento.

De todos modos, cuando tres caras comenta lo de las armas enfundadas, yo muestro que, efectivamente, la mía tiene el seguro puesto. Si la miran, mejor, si no la miran, me da igual.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

El gesto de Laertes no varió ni un milímetro ante las apreciaciones del gestor Omnios, continuando con aquella expresión amigable y alegre. 

-¿Entretenido? Sin duda. Me alegra verle "en persona", gestor Omnios, y poder remitirle de nuevo mis saludos y buenos deseos para su gente. Aunque le diré que hay cosas de las que nunca se tiene demasiado, y la seguridad es una de ellas. 

Ante las palabras del caballero, el monarca hizo un leve mohín de reproche, que no duró más que un par de segundos.

-¿Sólo cinco? Vaya, nadie nos indicó eso antes de llegar-replicó, aunque le quitó importancia con un gesto de la mano, recuperando la sonrisa-sea pues, Trescaras. Un nombre peculiar. ¿Debo asumir que se trata de uno de los famosos caballeros de los que tanto he oído hablar? Me sentiré honrado si decidís iluminarme sobre vuestro planeta, o si vuestra señora nos hiciera el honor-añadió, mirando brevemente a la mujer al nombrarla, que parecía haber decidido dejar las palabras a su subalterno.

-Ya habéis oído. Daxos, Stelios, compondréis mi guardia de honor. El resto, replegaos de vuelta a las naves, aunque quiero que tres de vosotros os encarguéis de tener lista mi armadura-ordenó, volviéndose, para después mirar al caballero-eso no será ningún problema, ¿no es así? No me cabe duda de que nadie intentará ninguna tontería, pero prefiero tenerla cerca por si algún agente persa decidiera probar suerte-dijo. Mientras tanto, sus hombres empezaron a cumplir sus órdenes de embarque, y sus dos escoltas ceremoniales se acercaron más al monarca. Cuanto más se acercaban, más extraño resultaba ver a aquellos dos hombres protegiendo a Laertes, que con unos "sanos" dos metros treinta de estatura y una complexión física de neomarine, casi capaz de abrir puertas acorazadas con las manos desnudas, parecía de todo menos necesitado de protección. 

-¿Se sabe algo del resto de comitivas? Creo que Vespan y los suyos están al caer, pero no sé de nadie más. 

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

Trescaras asintió ante las palabras del monarca ateniense, aunque miró primero en dirección a la Marquesa.

- Sí, mi señor. Soy uno de esos caballeros. - Afirmó. - Mi labor durante la asamblea es encargarme de la seguridad, y estoy seguro de que la Marquesa podrá contaros todo lo que deseéis... pero aun así, mientras mis labores lo permitan estaré encantado de resolver vuestras dudas. -

Observó por un momento a la nombrada guardia de honor del ateniense y el yelmo acorazado se movió negativamente.

- Desde luego, no hay problema en que sus hombres se encarguen de su armadura. - Con una seña de Trescaras dos de los guardias medievales se apresuraron para colocarse y guiar a los hombres de Laertes en dirección a los aposentos designados.

- El resto de comitivas deberían estar en camino, Majestad. - Añadió en respuesta a la última pregunta del monarca. - Vespan es el último en llegar a nuestro sistema, no creo que los demás tarden, pero es posible que nos toque esperar unas cuantas horas, puede un par de días, hasta que lleguen todos. - Hasta entonces estaba seguro de que la Marquesa o el propio Caoban estarían encantados de mostrarles el interior de la estación, y darles conversación.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:03.

El Administrador Caoban se lleva una mano a un auricular en su oreja... permanece atento unos segundos y luego levanta la vista hacia la Marquesa.

- "Señora Marquesa. Me informan de que se ha avistado al carguero pesado Rémora, del planeta Gólgota entrando en nuestro sistema. Deberíamos volver a la sala de control para establecer comunicación." -

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

La Marquesa no había considerado una falta de respeto la irrupción de los atenienses con todo su fastuoso boato, en cuanto a seguridad se refiere. Era los mismo que había hecho la delegación de Ritea con su "Hydra" pero de otra manera. Era una forma de demostrar poder, de mostrar la cultura que caracterizaba a cada planeta y eso era enriquecedor.

Al contrario que Trescaras el comentario de Omnios hizo sonreír a la mujer. Una sonrisa suave, como la de una madre hacia su inocente hijo, de sinceridad a veces inapropiada, pero refrescante. Aunque fuera una IA no podían esperar tirar de un cable y apagarlo, debían poder manejarse en aquellas situaciones protocolariamente incómodas. La Marquesa se creía capaz de aquello.

- Mientras vayan de paisano sus hombres podrán pasearse con libertad y deleitarse con nuestra cultura, nuestras gentes y disfrutar de los productos típicos de la superficie.- Intervino finalmente para dar apoyo a las palabras de su Campeón. Dejaba a Trescaras explicar los detalles de aquel "permiso". No quería tener a todos esos hombres encerrados en la lanzadera, acumulando testosterona, aunque tampoco podían ir por ahí libremente en numerosos grupos.- Efectivamente los vesparianos estarán al caer, pero nos dará tiempo para pasear un poco por Iculisma y así ponernos al día.- Dejó también a Trescaras decidir sobre el asunto de la armadura. Hizo un gesto para que Laertes la acompañase.- Trescaras es mi Campeón. No hay ningún Caballero como él.- También ella sabía alardear de los suyos. Por supuesto, al igual que había obviado los halagos hacia su longevidad, obvió también los comentarios dirigidos hacia el peculiar nombre de Trescaras.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:03.

Con un gesto que denotó cierto cansancio La Marquesa se detuvo un instante.

- Hablando del rey de Roma...Caoban, proceda de la forma habitual.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:03 A.M.

El Administrador asiente ante la Marquesa y toma el comunicador de su cinturón, mientras echa a andar de regreso hacia la sala de control.

- "Aquí estación espacial Iculisma. Han entrado en el Sistema de La Marca de Angouleme. Por favor, identifíquense." 

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:03 A.M.

Meyers escuchó al caballero de la Marca informar al rey sobre las limitaciones en seguridad y cómo, a partir de ese momento, eran los marqueños quienes tendrían ese monopolio. Algo lógico y normal ya que se estaba en su Sistema, en efecto, pero algo que podría haber sido informado con anterioridad para evitar crear escenas no imprescindibles, como la entrada de su señor con todo un pelotón de hoplitas, o comentarios totalmente superfluos, como los del Gestor Omnios.

Ladi observó desapasionadamente a los de Ritea. Se había preguntado cómo sería el tal Omnios del cual había oído hablar en diversas ocasiones. Aparte de su barroco y ornamentado aspecto que podía observarse mediante la imagen holográfica que mostraba una especie de ciborg... era todo lo que cabía esperar de una mente analógica. Más le llamó la atención su guardaespaldas, al parecer un humano combatiente veterano. Probablemente elegido para inocular una porción de humanidad a la delegación y salvar las apariencias, sin negar por ello su valía. Aunque en el rango de cada uno, en la comparación entre el hombre y la máquina, quedaba bien claro quien poseía mayor estatus y preponderancia en Ritea.

Estudió al campeón de la Marquesa, el mejor de todos sus caballeros. Otro hombre de armas con ostentosa armadura e imponente porte. Encargado de la seguridad y probablemente ducho en el combate. Combate real.

Y finalmente observó al magnífico Laertes y su titánica figura.

Repleto de grandes guerreros. Supongo que uno no podría sentirse más a seguro, pensó con un punto de mordacidad el consejero.

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 17:01.

-Perfecto entonces-replicó el monarca, con una deslumbrante sonrisa. Poco a poco, todo empezaba a desarrollarse. Aunque claro, ahora le quedaba la parte mala de la puntualidad: esperar a aquellos que se retrasaban. O, como poco, que no habían sido tan raudos a la hora de acudir a la llamada. 

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DÍA: 26 PEMPTÉ.

HORA LOCAL: 18:01.

- "Señora Marquesa, el Ferris Noctis continúa avanzando. Llegará aquí en unas dos o tres horas aunque parecen estar maniobrando para situarse en órbita respecto a la estación. Aparentemente van a descender en lanzadera. Si tuvieran que atracar... y dado que la Hydra ocupa ella sola uno de los cuatro muelles de atraque... sería peligroso para la estabilidad de la estación. El Ascensor Espacial del planeta podría quebrar si una masa tan grande como el Ferris Noctis intenta quebrarse... pero parece que su capitán sabe lo que se hace.

Por otro lado, sigo esperando confirmación de la identidad de la nueva nave." -