Partida Rol por web

Alejandro responde .-Me alegra que compartamos posturas. Esta noche ire con algunos de los de la militancia del CTM y tratare de no intervenir mucho salvo que las cosas se vayan de madre. Se que no es el momento para nuestras trifulcas-. A Alejandro no obstante le preocupa que una unión de los movimientos obreros desemboque en una perdida de poder para el, y tampoco esta por la labor de obedecer las decisiones de un nuevo lider de la CGT

mmm... - pensé por un momento mientras le daba un sorbo al vaso - Sí, recuerdo una chica de linda voz que a veces me pide canciones. No estoy muy seguro pero tal vez sea ella; creo que incluso me ha dicho su nombre y podría ser Rocío - bajo el vaso y lo pongo en la mesa del bar - Pero puede que esta cabeza desmemoriada no recuerde muy bien - Solía tener una memoria prodigiosa, pero por experiencia aprendí que ser el que mas sabe siempre me acarreaba problemas

Mientras me mantenía quieto sobre el bar pregunté - ¿Quien la busca? que desea con la chica?

El propio Dean miro la foto extrañado como para asegurarse que había encontrado la foto correcta.

¿Era eso posible? Quizás fuese alguna hermanastra o prima desconocida, desde luego, su madre ya dabería de tener sus buenas arrugas.

Asintió con la cabeza, a las palabras de sus interlocutores.

-¿Así que Rocio? Bien, la esperare aqui. Agradecería una cerveza, tengo la garganta seca.

Comento Dean con tono amigable.

-Por cierto, me llamo Dean, Dean Cythraul.

Fernanda se estaba secando las piernas con una toalla cuando escuchó que sonaba el teléfono. Aprovechando que su compañera no se encontraba en casa se acercó a buscarlo sólo cubierta por la pequeña toalla. Descolgó y se lo puso en la oreja.

-¿Dígame?

Todos estos años, toda esta mierda. ¿Y una puta cruz de plata? ¿Dónde estuvo Dios cuando me secuestraron, y ustedes pensaron que me lo merecía?

La rabia había sido tan fuerte que ni siquiera había retirado la mano. Esa mano la hubiera necesitado en aquellos momentos, no ahora, no tan tarde, y no de esa forma egoísta. Ella también había sentido la agonía, ¿y dónde estaban las manos de él para ella? ¿Dónde estaba? No estaba. Nunca había estado. Nunca. Y ahora necesitaba de su hija, y se aferraba a los dedos y la palma de esa desconocida a quien había negado, para depositar en ella un elemento que no la representaba, que no representaba nada, con el que no quería tener nada que ver.

Le dolía el alma. Pero le dolía de resentimiento y de odio, de ese dolor de ser negada y ser abandonada, aún cuando pensara distinto, aún cuando no fuera lo que esperaban que fuese. Le dolía por reconocer que frente a sus ojos estaba sucediendo lo que no pocas veces había esperado, que se los llevara un cáncer envenenado como bien se los podría haber llevado el olvido. Le dolía aún, ya de pie fuera del hospital, habiendo pasado por ese pasillo donde le ignoraban y le daban vuelta el rostro, y ella levantaba el suyo con la altivez del superviviente, a todo, a todos. A ella misma.

Se moriría, sí. Y ella no volvería a verlo. A ninguno de ellos. Esa había sido la última vez.

Y le dolía el alma.

El ligero temblor podría haber sido la brisa del Río de la Plata, pero eran los años de recuerdos, de dolor, de exilio, que podrían haberse evitado si ellos hubiesen hecho algo por ella. Tenían medios, podrían haber arreglado las cosas, podrían... Pero no lo hicieron. Y ahora, de todo eso sólo quedaba esa cruz de plata, el símbolo de un dios en el cual no creía, y de una caridad la cual no había recibido.

Arrojó la cruz con fuerza, y ésta planeó hasta perderse en el suelo, metros más allá. Natalia le dio la espalda y empezó a irse, pero antes de hacer unos pasos, frenó, y volvió atrás. Caminó hacia donde había caído, se agachó y la recogió. En su palma, la cruz le traía memorias de una infancia tranquila, desprovista de conflictos, olores conocidos, tantos olores que los calabozos le habían quitado. Le trajo un fuerte suspiro. Bien, sería lo último. Lo guardaría como el recuerdo de que la justicia, en algún aspecto, existía en el mundo.

¿La reunión de los sindicalistas? Ah, sí...

Distraer la cabeza, sí.

Natalia marchó para allá, a donde sabía que iba a hacerse.

- Buenas noches, ¿señorita Fernanda Zanetti?. Dice una voz de hombre un poco extraña. Usted no me conoce, pero sólo llamo para alertarla, creo que la vigilan y su vida puede estar en peligro, tenga cuidado...

Y tras decir eso, cuelga.

Tras la reunión, te levantas y te vas, con la dirección y hora del lugar. Es entonces que caminando por las calles recuerdas algo,  será mejor hablar con Miguel,  miembro de la CTM como tú, quien por un accidente había quedado en silla de ruedas, él a pesar de su discapacidad tenía  contactos con otros colegas. Es así como pides el teléfono en algún lugar y le llamas. Para tu sorpresa te dice que “estaba esperando tu llamado”, comenta que ha cambiado de domicilio, y que en una hora llegarían otros.
En realidad has venido a esta ciudad para realizar estas reuniones, a mejor organización  más resultados.
Es así como  tomas el metro y llegas al lugar. Una casa de cemento dentro de un barrio tradicional, sin muchos lujos, sin embargo el ambiente era tranquilo.
Golpeas, y la esposa de Miguel te recibe.  La conoces,  y es entonces cuando antes de entrar miras a tu espalda, y ves una mujer joven, bonita caminar hacia la casa con un papel  garabateado en la mano, cuando ve la dirección la mujer le sonríe. “Oh señorita, también la estan esperando” y es así como ambos entran a la casa.

Es entonces que recuerdas  el papelillo que te dio Roberto, un estudiante  que, como tú en su momento vivió lo mismo que tú.
Aún  por tu cabeza pasan recuerdos y dolores del alma que son difíciles de curar, ¿algún día lo superaras?, no sabes.
Es entonces que sacas el papel, y lees la dirección. Suspiras, no queda lejos, pero te tocará tomar el metro sí deseas llegar a tiempo.
Roberto, te había dicho que te esperaba  en la casa de un tal Miguel, miembro militante de la clase obrera, y asociado a sindicatos gremiales.  Cuando te habló de ese hombre te dijo que estaba discapacitado en una  silla de ruedas por un accidente asociado a la injusticia del gobierno. No sabes qué tipo de injusticia, pero te imaginas muchas cosas. Te encontrarás con Roberto ahí, así que  a paso firme tomas el metro, y te bajas en la estación. Caminas, y delante de ti  hay un hombre con aspecto rudo que también  parece estar buscando una dirección. El hombre para en frente de una casa sencilla de cemento, que no tiene muchos lujos pero se ve digna,  golpea y una mujer de mediana edad abre la puerta. Lo saluda de manera muy amigable. Parece que lo conoce.  Es en ese momento que notas que, dicha casa es la que estas buscando. Te acercas y la mujer te sonríe una vez te has presentado. . “Oh señorita, también la están esperando”
Y es así como ambos entran a la casa.

La casa es pequeña, al fondo de la misma se escuchan voces, y ambos van hacia ellas. Lo primero que notan es este hombre en silla de ruedas quien los recibe de manera muy amigable. Al lado izquierdo Natalia reconoce a Roberto quien se levanta a saludarla. Otros hombres se levantan, conocidos de Fernando. En la reunión hay unas cinco personas.
Oh Alejandro, Bienvenido,  dice el hombre con una sonrisa, señorita, esta es su casa, sigan y siéntense, ¡María  trae unos mates! Le dice a la mujer.
Mientras eso Miguel, que por lógicos motivos no se levanta dice.
Alejandro me alegra verlo, espero que el viaje no haya sido tan largo. Evidentemente Alejandro conoce a los otros hombres pues los saluda afablemente, el único hombre que nunca ha visto es un joven que al parecer  saluda de manera calurosa a Natalia.
El es Roberto, le presenta,  una persona de mi entera confianza,  hace parte de un movimiento estudiantil afectado con toda esta mierda de gobierno, y la señorita, me disculpará, mi nombre es Miguel, a su servicio. Dice  dado que evidentemente no. Hasta el día de hoy la conozco.

El trabajador mira el reloj,  sí va a esperarla,  no sé, yo me tomaría  mi tiempo, es temprano, y usualmente la mujer que le digo aparece cuando abren el bar. Le sonríe. ¿desea tomar algo mientras espera?

En ese momento, Anakin siente que el empleado le ha puesto una cerveza fria al frente, siempre Daniel tan amable antes de que comiences a preparar tu presentación.

Creo que hoy habrá mucho trabajo, así que la necesitarás.

Alejandro se pregunta que tendrá que hacer la chica guapa allí. Es un hombre de unos treintaidos años moreno y de ojos negros vestido con una chaqueta de cuero se dirige a Miguel.-Tienes buen aspecto. Miguel. Se nota que te cuidan bien-. Sonríe y mira a la esposa., para luego dirigirse a Roberto.- Encantado-. Después se acerca de nuevo a donde están juntas las cinco personas.-He estado con unos compañeros en una cafetería hace un rato. Me han invitado, y eso os incluye, a una reunión esta noche-. Deja el folleto en manos del resto para que lo vean .-Me parece una reunión interesante-.

Fernanda se colocó el teléfono contra el pecho, atontada. Al principio sólo había sentido sorpresa, pero ahora tenía algo de miedo. No es que creyera que la vigilasen, pero había escuchado demasiadas historias sobre tarados que se obsesionan con modelos o actrices y les causan muchos problemas. Aquello la inquietó, pero no demasiado. Sacudió la cabeza y colgó, sonriendo.

-Menuda tontería.

Y dicho esto, fue a vestirse y a prepararse para el encuentro con Agustín.

Busco con la mano la cerveza sobre la mesa. Le doy un sorbo, no debía tomar cosas muy frias antes de la presentación. Intentaba acomodar una lista en mi cabeza con las posibles canciones para hoy; a veces era lo mejor saber por donde empezar - empezaré con... con... con... tal vez con T. Richards... - Tendía a hablar en susurros bajos, tal vez olvidándome que había un mundo a mi alrededor...

Di un trago mas y comencé a golpear el baston de un lado al otro en el piso, tratando de escuchar cualquier señal de eco. Así como durante pequeño había logrado desarrollar la percepción de mi oido, me había apegado a intentar aprender a usarlo como sonar, y en eso me iba gastando los últimos 7 años. sin conseguir respuesta alguna me detuve e intenté hablar con aquel hombre - ¿Para que buscas a la chica? ella siempre viene sola, no parece que esperara a nadie... por lo menos siempre me pide canciones pero jamás la he escuchado decir que viene con otra persona...

Dean se sentó junto al invidente, total no tenia nada mejor que hacer mientras esperaba, y cuando le sirvieron una cerveza el alzo la mano para reclamar otra.

-Bueno... En realidad no se si es ella exactamente a la mujer que busco. Pero sin duda, es una familiar, ella me invito a este lugar, así que supongo que algo tendrá que decirme.

Roberto quien en ese momento estaba callado, se mostró interesado en la reunión. Tomó un sorbo de mate y se lo pasó a Natalia.  Mucho gusto, Roberto, ¿un encuentro?... ¿de qué tipo de reunión esta hablando? dice mirando de reojo a Natalia.

En ese momento te das cuenta que para ellos es novedad, y que tu eres el encargado de dar todos los detalles, igual, es una reunión importante, una reunión que al parecer pocos saben.

Sí, era jocoso, aquello de que un desconocido te llame y te diga un par de burradas, pero, en realidad, ¿cómo darle credito a alguién qué ni siquiera se presenta?,  bien sabes que tienes amigos bromistas, tipejos que sienten que son listos.

Mientras te secas el pelo, prendes la radio y escuchas la música de la emisora.

Te arreglas escuchando buena música, mientras lo haces, olvidas tus problemas, ojala el mundo fuera así de simple. Cómo música ligera en la cual vivir sin preocupaciones.

Cuando te observas en el espejo, ves una mujer hermosa, te gusta tu cuerpo, te gustan los detalles, en el instituto eras buena en arte, recuerdas como te felicitaban por tus pinturas, y una vez ganaste un consurso de escultura en arcilla, pero era la escuela, los artistas mueren de hambre en argentina, así que lo olvidaste, en realidad, tu belleza vende más.

Eliges tu ropa muy bien, sexi, sin ser muy atrevida, pero diciente. Te tocas el cabello, te ha quedado muy bien.  Y ahora el maquillaje.

El arte de arreglarse es único.

En ese momento oyes que tocan la puerta. Miras el reloj. ¿tan tarde es?... Jo,  el tiempo se pasa volando.

Descalza caminas hacia la puerta, miras por el ojillo de la misma, reconoces a la persona y la dejas pasar. Es Fabiana, quien como tu esta muy bien arreglada.

Hola Hermosa,  disculpame (lo dice sin acento) por llegar temprano,tuve una pelea con Federico. (su novio) y dado que estoy harta de ese boludo, decidi venir...  Hago un mate si quieres mientras terminas de arreglarte.

La música de la rádio comienza a sonar, bajo, pero claramente.

Es una banda que para  Dean que es extrangero, nunca habia escuchado, pero que en cierta forma le gusta.  Venir a este pais es extraño y más buscando algo poco claro. En ese momento se siente algo estupido, y se pregunta sí hizo bien en hacer semejante viaje.

Alexei nota que el acento de Dean no es de acá, aspecto que le llama la atención. Adicionalmente, de su historia, que es peculiar.  Cada quien con su vida.

En ese momento Daniel se les acerca y les da a cada uno una jarra de cerveza "regalo de la casa"

.-Pues van a ir algunos de la CGT y otros lideres de importancia. Se intenta crear una plataforma llamada MTA. Movimiento de Trabajadores Argentinos. Prefiero no tener tratos con la CGT, pero no podemos quedarnos inmóviles mientras nuestros compañeros cierran filas-. Con el puño derecho golpea su mano izquierda abierta. .-Esta noche tenemos que ir para no quedarnos al margen-.