Partida Rol por web

El señor Mahfuz y yo avanzábamos por el pasillo dando pequeños pasos, como si nos fuéramos a encontrar algo desagradable tras doblar cada esquina de aquel laberinto. Por detrás se acercaba el señor Castle, el cual parecía no estar tan incómodo con la situación, al menos no tanto como yo.

Avanzábamos en la oscuridad, la antorcha sólo nos permitía ver lo que había a pocos pasos de nosotros. Lo cierto es que veía muy complicado salir de allí, daba la sensación de que cualquier cosa podría atacarnos en cualquier momento, y de no ser así, tendríamos que encontrar la salida antes de que las provisiones se nos acabaran. Sentí un vacío en el pecho, agarré con fuerza la alianza de Marlen, mientras pensaba en ella. Quizá ella tuviera suerte después de todo, al fin y al cabo tuvo una muerte rápida, y no tendría que sufrir la incertidumbre de sobrevivir en aquel lugar.

Sentí alivio por ella durante un momento, hasta que la realidad me golpeó, en caso de salir de la pirámide, ¿qué sería de mí sin Marlen?, ella se convirtió en todo lo que me importaba, así que... ¿salir o no salir? ¿habría alguna diferencia?, seguiría atrapado en una cárcel por no estar con ella, en la pirámide o fuera de ella.

- Los arquitectos de estas antiguas construcciones, sabían hacer muy bien su trabajo - dijo Howard en voz baja mientras trataba de alcancar a sus compeñeros que seguían avanzando por el largo pasillo. Palpó su bolsilló y se aseguró que, a pesar de los últimos acontecimientos, su pequeña libreta seguía con él. ¡Debería anotar tantas cosas en cuanto fuera posible! No podía escatimar en detalles, sobre todo pensando en la pobre señora Márquez y su desafortunado y trágico accidente. Todos debían saber lo ocurrido.

Trató de hacer un mapa mental de aquel lugar pero entre los golpes de la caida, el shock de ver el cadáver de la infortunada señora y aquellos lóbregos pasillos -que nada tenían que ver con los bien iluminados de otras construcciones que él solia frecuentar - le estaba costando más de lo imaginable. Volvió su rostro para escrutrar la oscuridad que dejaba atras - Nunca sabes de donde puede llegar el peligr... - masculló entre dientes mientras golpeaba con el brazo un gran jarrón funerario que no había visto llegar al apartar la mirada del frente. Se detuvo en seco. Vió como aquel vestigio del pasado de desplomaba a cámara lenta y se rebentaba en cientos de pedazos mientras el estrépito recorría el pasillo en todas direcciones - ¡Por las hijas de Àmohn-Ra! - se atrevió a decir - Miles de años de reposo destruidos en un segundo...¡no se puede ser mas patoso! - y diciendo esto pisó lo que eran ya escombros de aquel antiguo jarrón egipcio y siguió la escasa luz que emanaba de la antorcha que, poco a poco, se alejaba de él...

Avanzasteis por el nuevo pasillo (PJ), el cual era bastante más estrecho que el resto y bastante más bajo pero accesible de todas maneras.

Al cabo de unos minutos recorriendo el lugar alcanzasteis el tramo que colindaba con otra sala (9) para comprobar que había una gran pared que cortaba el camino ¿significaba que no había un acceso directo desde PJ hasta 9?

Avanzábamos por el pasillo el señor Mahfuz y yo intentando no hacer ningún ruido con nuestros pasos. Hasta que de repente, escuche como si un plato o un vaso de barro se cayera al suelo y se rompía en mil pedazos, me dí rápidamente la vuelta mientras pensaba qué había provocado ese ruido, ¿tal vez esos extraños gatos que vimos antes?, pero no, el señor Castle estaba de pie, con los ojos como platos y totalmente rígido, justo delante de una vasija rota. Por un momento sentí alivio de que fuera él y no los gatos, pero entonces me dí cuenta de que el ruido podría haber llamado la atención de varios de los gatos, de todos o de cualquier otra criatura que estuviera en aquella pirámide.

Me quedé en silencio y muy quieto, buscando en la lejanía cualquier ruido de movimiento que pudiera venir de aquellos largos y oscuros pasillos, mientras rezaba por no oír nada extraño.

Pasó un tiempo y todo parecía ir bien, entonces escuche al señor Castle lamentarse por ser tan patoso y haber roto aquella vasija tan antigua e interesante. Mi mirada volvió a centrarse en él, ¿cómo puede pensar en esa estúpida vasija?, parecía que le importaba más cualquier cosa tirada por el suelo de aquel laberinto, que su propia vida, o las de el señor Mahfuz y yo. Cada vez me cabreaba más sus comentarios, pero contuve mis palabras y me giré para continuar avanzando por el pasillo.

El nuevo pasillo se volvía más estrecho y bajo que el anterior, seguimos caminando encogidos hasta que el señor Mahfuz se paró, levanté la mirada, y moviendo la cabeza de lado a lado para evitar el cuerpo del guía y poder ver qué teníamos delante, pude ver una pared justo enfrente nuestra.

- No puede ser, debe ser una broma... - le dije al señor Mahfuz, - no me lo puedo creer, ¿que pinta esta pared aquí?, ese mapa no nos ayudará de nada, ya me lo temía - refunfuñé mientras pensaba que todo esto hubiera tenido cierto encanto para Marlen, le encantaban los misterios, ¿qué habría dicho ella en esta situación?, seguro que hubiera buscado en cada muro con la esperanza de encontrar una forma de pasar.

- Eso es... - me dije a mí mismo en voz baja. Miré hacia atrás buscando la mirada del señor Castle, el cual estaba distraído observando cada piedra de aquel pasillo mientras sujetaba un pequeño libro con una de sus manos. Mi antipatía hacia él aumentaba cada vez que le miraba y cada vez que abría la boca, siempre despistado y haciendo referencia a cosas que a él le apasionaban de aquel lugar, pero que no nos ayudaba en nada a nuestra causa. De todos modos, en este momento le necesitaba, al fin y al cabo era un experto en la materia, - señor Castle, si confiamos en el mapa, cosa que no me gusta ni un pelo pero no tenemos más remedio, ¿es posible que esta pared sea falsa?, es decir, ¿es posible que sea un muro corredizo o una trampilla o algo así? - le pregunté, y antes de darle tiempo a responder, añadí, - quizá podamos encontrar la forma de pasar. - Una vez terminada la frase volví a mirarle, esta vez esterando su respuesta.

- Si, si, si, tiene usted toda la razón, Sr. Sauke - dijo Howard jadeando y acercándose hacia la avanzadilla de aquella improvidada expedición - Los antíguos egípcios pensaban en el paso de la vida a la muerta como un camino en varias fases y por eso era muy normal que dividieran sus estancias con puertas o paredes que aparecen de la nada - El Sr.Castle llegó junto a ellos - Es muy posible que alguna puerta escondida se nos haya pasado por alto en este trayecto en la semi-oscuridad o que incluso esta misma pared que nos bloquea el paso no sea tal y sólo una sea separación mas entre la vida y la muerte - se detuvo; iba a proseguir pero aquellas palabras, en aquel lugar y en aquel justo momento no sonaron nada bien; miró al Señor Sauke - Lo siento señor Sauke, no era mi intención ofender la memoria de su esposa... - trató de disculparse - ...imagino lo que estará sintiendo mientras sigue atrapado aqui abajo... no se preocupe, saldremos de esta y podrá honrar su memoria como es debido - y dicho esto guardó silencio por unos instantes; luego desvió la mirada hacia la pared y su rostro mostró sorpresa- ¡Fíjense!... inscripciones de Osiris i Amtra, las hermanas de la vida y la muerte... - dudó un segundo antres de continuar, como buscando en su memoria vestigios del pasado - Seguramente debe de haber por aquí alguna palanca o engranaje escondido que pueda abrir este muro - dijo mientras seguía palpaldo la pared con una de sus gruesas manos mientras con la otra guardaba el pequeño block de notas en un bolsillo y extraía casi al mismo tiempo un viejo, grande y desgastado pañuelo blanco que pasó por su frente y su cara llena de arena y sudor - Esperemos no activar ninguna maldita trampa....con estos egìpcios nunca se sabe... - dijo finalmente casi para si mismo.

No pude por menos que sonreir ante el último comentario del señor Castle... ¿"con estos egipcios nunca se sabe..."? 

Lo cierto es que no me caía nada bien el arqueólogo, parecía más preocupado por hacer algún descubrimiento con el que ganar fama o dinero, y el resto no le importaba lo más mínimo... Por Maat, si acaba de destrozar un jarrón de valor incalculable... 

Señores, los antiguos egipcios no llenaban de trampas sus tumbas por mero capricho. Lo hacían tan solo para preservar lo que en ellas depositaban, ya fuesen personas, ya fuesen objetos. No olvidemos que lo que enterraban con los muertos éstos se lo llevaban a la otra vida. Tan solo tenemos que buscar la manera de salir, tocando lo menos posible, y guardando el correspondiente respeto a lo que encontremos. Y por favor, traten de no buscar fantasmas donde no los hay. Los peligros que pueda haber se deberán exclusivamente a causas físicas o químicas, nada de maldiciones, momias que andan ni nada, el miedo puede ser nuestro peor aliado aquí abajo. Les necesito con la mente despejada. Una vez fuera, y con ustedes a salvo, daré parte a Patrimonio para que se pueda abrir al templo como debe de hacerse y no como se ha ido haciendo hasta hace bien poco. 

Tomé un poco de aire en la pesada atmósfera del pasillo, observando la "pared" que daba a la sala 9 y añadí, captando la atención de mis dos compañeros - ¿les importa mirar el mapa? Si mi interpretación ha sido correcta, y nos hallamos en el corredor PJ, al otro lado de esta pared estará la sala 9. Si partimos de la base de que la sala marcada con una X es la primera cámara, o la antecámara de entrada, creo que debemos dirigirnos allí, y acceder a la 9, nos aleja.

Les dejé contemplando el mapa y me dispuse a tratar de leer una inscripción que ví en la parte baja del muro en demótico, igual arrojaba algo de luz...

Howard guardó el pañuelo, marronáceo ya por la arena, en su bolsillo y siguió palpando la pared con sus gruesas y velludas manos. - Vamos bonita, abre todos tus misterios para nosotros - dijo en un tono extraño, serio pero a la vez con un toque sutilmente libidinoso - Nada - bufó al fin - nada de nada. Sólo pared....

Miró hacia la derecha observando el pasilló al que habían llegado y en el que casi ni habían reparado ensimismados como estaban en aquella pared.

- Creo que debemos avanzar al contrario - comentó a los presentes - a veces, menos es mas, adelante es atrás y, si este mapa no nos engaña, parece mostrar un recinto cerrado, así que está claro que su dueño no llegó a encontrar la nunca la exit zone - meditó sus palabras - Está claro que, por lo tanto, cualquier sala puede esconder la salida que ese pobre insensato no encontró. Aun así les eseguro que no será fácil. - miró al bajo techo y de nuevo a ambas paredes. Sus ojos parecían no fijarse a ningún lugar - Los egipcios no construían estos lugares pensando en que los que entreban, debían salir....tenemos que ir con mucho ojo.... - y dicho esto pasó entre los hombres que lo miraban perplejo y, sujetando su viejo y horadado sombrero con una mano, se alejó trastabillando unos pasos en dirección a la sala 7. Al llegar junto a la entrada sintió de nuevo un escalofrio. Casi no se atrevía a girar la cabeza y mirar. Podía conocer muchos secretos de los Faraones y sus tradiciones, castas y ritos, pero una cosa era analizar viejas escrituras, pergaminos, vasijas o incluso piedras extraidas de alguna excavación, y otra muy distinta estar encerrado en aquel lugar. - Señores - dijo con voz entrecortada - creo que hemos encontrado otra sala..... - Apenas si llegaba luz de la antorcha donde él se había detenido.

Puede que tenga usted razón, mi planteamiento era solo eso, señor Castle, una interpretación del mapa. Sigo pensando que deberíamos dirigirnos a la sala marcada con una X, pero no perdemos nada por mirar en alguna otra sala de camino... - dicho esto, saqué un gastado pañuelo que siempre llevaba conmigo y, tras limpiarme una gotas de sudor que ya perlaban mi frente, me lo abroché tapando un poco mi boca, pues comenzaba a sentir como el polvo en suspensión me iba taponando las vías respiratorias.

Seguí al señor Castle, confiando en que Alexander hiciera lo propio cuando de repente, éste se paró diciendo en voz alta que habíamos encontrado otra sala. Algo en su actitud me alarmó, pues quedó como petrificado junto a lo que parecía ser la cámara marcada con un 7 en el mapa.

Cada decisión que tomábamos parecía que era la incorrecta, primero la sala con los gatos, después un muro nos impedía continuar... La desesperanza se empezaba a apoderar de mí.

Ese mapa nos estaba trayendo muchos quebraderos de cabeza, lo usábamos para avanzar pero, ¿avanzar hacia donde?, no sabíamos qué sala nos ayudaría a salir de allí. La sala X parecía que era la opción que más le gustaba al señor Mahfuz, pero según los dibujos del mapa nos encontraríamos un muro igual o similar al de la sala 9, la línea que representaban ambas puertas eran las mismas, por lo que quizás tampoco podríamos entrar en ella.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas a estas ideas pero mi cuerpo seguía por inercia al del señor Mahfuz. Le seguí hasta llegar a la sala 7 y mientras entrábamos, me dirigí a él y le dije con voz seria, - yo no sé mucho de los egipcios y los faraones y estos temas, pero creo que si construían este tipo de laberintos era para proteger la tumba de los invasores. Siguiendo esa idea, lo lógico es que la salida sea la sala más alejada de la principal, que por tamaño es la más grande, que aparece en el centro del mapa. Quizás la salida sea la sala 13 y no la X. - Terminé la frase pero estaba convencido de que mi opinión no valía de nada para mis compañeros, al fin y al cabo yo era el único de los tres sin ningún tipo de experiencia.

Decidí no sacar el tema de nuevo, callar y dejad las decisiones importantes a quienes entendían de Egipto y sus misterios.  

Entramos a la sala 7, el señor Sauke y yo, Howard se mantuvo en la entrada ensimismado en algo... alcé la tea todo lo que pude, pero la sala era grande y apenas vislumbraba a mi alrededor. No parecía haber nada, lo que indicaba que podía tratarse de una cámara auxiliar. En lo poco que habíamos visto, no daba la sensación de haber sido saqueada, por lo que esta sala, o bien no llegaron a darle uso, o se abandonó por alguna otra razón.

Antes de avanzar hacia el interior de la misma, cogí un trozo de tela adicional que impregné con un poco de parafina que llevaba en mi jubón con la idea de tener algo más de luz y dije: tiene razón, al menos en parte, en lo que dice, señor Sauke. Los monumentos funerarios se diseñaban teniendo en cuenta eso precisamente, dificultar al máximo que los profanadores llegaran a la cámara del difunto. Pero no debe de olvidar que también tenía que facilitar el tránsito a la otra vida del mismo, por lo que debían darle ... facilidades, por decirlo de alguna manera. No obstante el mapa es plano, pero como habrá podido darse cuenta, los corredores suben y bajan, por lo que hay diferentes niveles, y lo que en plano puede parece una cámara cercana, igual por la diferencia de profundidad, resulta estar más alejada. De momento no tenemos información suficiente para interpretarlo con exactitud. Si sabemos con certeza que corresponde al lugar donde nos encontramos. Debemos tener un poco de paciencia para no dar un paso en falso, que puede ser fatal, algo que por desgracia ya hemos experimentado.

A Howard le estaba empezando a pasar factura la tensión de los momentos vividos. Sus nervios ante todos los secretos que podían descubrir, junto con la certeza de que no sería nada fácil espacar de allí, le jugaban ya malas pasadas. El estaba curtido en mil batallas....de libro. En pelear con jeroglíficos enrevesados, con traducciones endiabladas, pero aquello...aquello era muy distinto. Aquello era la vida...y la muerte...real.

Sintió como se acercaban y pasaban por su lado tanto el señor Naguib como el señor Sauke. La luz mas intensa de la antorcha al pasar cerca de él lo sacó de su ensimismamiento y, tras dar un último y rápido vistazo a ambos lados del pasillo, siguió los pasos de sus dos compañeros de desgracias. "Qué mas nos puede pasar?, pensó.  Y ni en lo más recóndito de su mente podía imaginar todo lo que aun les aguardaba.

Se detuvo junto a sus compañeros y, al igual que el señor Naguib, alzó la mirada hacia el centro de aquella nueva y misteriosa sala, ahora mucho mas iluminada gracias a la habilidad del guía con la antorcha.

Las palabras, debido a los nervios, se agolpaban en su boca. Pero logró contenerse y permaneció en silencio.

Entrar en aquella sala (7) hizo que os miraseis los unos a los otros debido a que a escasos metros en su interior, escuchasteis el sonido de ¿agua fluir? No lo teníais claro hasta que decidisteis avanzar un poco más para comprobar que en aquella estancia existía un gigantesco foso que cubría todo el ancho del lugar.

Si mirabais más abajo comprobaríais que la caída era de más de 15 metros, pero para colmo, extraños rugidos provenían de la masa de agua estancada depositada allí.

Sabíais que más allá del foso había un acceso a otra sala ¿quién se tomaría las molestias de crear un foso si no fuese para proteger algo importante? El problema era que había que saltar casi 3 metros para solventar el obstáculo ¿quién sería capaz de hacerlo?

Mientras hablaba con el señor Sauke y añadía con precisión un poco de tela impregnada de parafina a mi inseparable antorcha, noté como el señor Castle se colocaba a mi derecha. Cuando alcé la tea no vimos nada especial, pero sea por la escasa visibilidad, o la adrenalina, que todos sin excepción habíamos notado el poco ruido que hace el agua en movimiento. Avanzamos muy despacio y cual fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos ante un foso que iba de pared a pared, creando una barrera difícil de franquear, cuanto menos.

Miré a mis dos compañeros y dije: ¡Vaya! Esto es una novedad. He explorado incontables tumbas, templos y demás recintos, y jamás me había encontrado nada parecido a esta trampa. A pesar de que los antiguos egipcios controlaban con precisión de cirujano las crecidas del Nilo, encauzandolo incluso para llevar agua a donde no lo había, jamás podría haber imaginado una poza en este lugar. Lo que realmente me desconcierta son los ruidos extraños que parecen venir del agua... 

No dejaba de pensar lo extraño de la situación, aunque eso sí, parecía que ponía punto y final a nuestra aventura en esta sala.

Señores, no tenemos materiales para pasar al otro lado y poder ver la sala 6. Ustedes no se, pero yo no soy ningún atleta, y salvo que no quedara opción, no voy a intentar el salto. Deberíamos continuar por el pasillo y probar en la siguiente sala, la 5, o la central, ambas según el mapa enfrentadas. Si alguno quiere intentar el salto, es libre de hacerlo.

Tras decir esto, permanecí unos momentos mirando a mis compañeros para ver que decisión tomaban. Como responsable de ellos, preferiría que ninguno intentara cruzar, pues si la sala 6 resultaba no tener nada, luego tendrían que volver a saltar, y aunque no habíamos notado ningún otro temblor, algo me decía que el tiempo no era un bien que pudiéramos desaprovechar a la ligera...

- ¡Dios bendito! ¡Por las sirvientas semidesnudas de Okectra! ¿Que hace una poza con agua en un lugar así? - dijo totalmente sorprendido Howard - Está claro que el agua no fluye, mas bien parece estancada por su color...y por su olor - pronunció estas palabras mientras se asomaba un poco mas a la caida hacia el agua y sacaba con rapidez el viejo pañuelo de su bolsillo llevándolo sin dilación a sus fosas nasales - Tiene usted toda la razón, señor Naguib - dijo con la voz algo apagada por el pañuelo - No deberíamos aventurarnos al agua tan pronto y mas sin saber que podemos encontrar en otras salas - dió un paso atrás y miró al guía - Nuestra edad ya no nos permite depende que cosas y creo que nuestra prudencia tampoco lo aconseja - se limpió de nuevo el sudor, dejando a la vez extraños rastros de arena repartidos por su cara. Miró al señor Sauke que observaba con detenimiento el lugar - ¿Qué opina usted, señor Sauke? ¿Le parece apropiado que volvamos al pasillo e intentemos llegar a la sala 5? - giró su rostro y volvió a mirar la poza ponzoñosa - Por el pezón mágico de Amishtra.....este lugar me da escalofríos... - dijo como para si mismo.

Me quedé fijamente mirando aquel foso, e intentando deducir qué podría haber allí abajo, qué tipo de criatura estaría emitiendo esos ruidos. Mis compañeros ya habían decidido dar la vuelta e ir por otro camino, ¿era la mejor idea?, alcé la voz para ser escuchado y que mis compañeros se quedaran quietos y no salieran de la sala, - No podemos seguir así, no sabemos donde empieza ni donde acaba este laberinto, hemos intentado ir a la sala 8 y nos dimos la vuelta por miedo y para no arriesgarnos, luego nos encontramos un muro infranqueable cuando íbamos a entrar en la sala 9, y ahora, ¿nos vamos a volver a dar la vuelta por este foso?, no sé cuanto tiempo llevamos aquí pero tenemos que avanzar, si cada vez que se nos pone delante una dificultad nos retiramos... jamás saldremos de aquí... - dije sin dejar de mirar aquel foso, para a continuación, girarme hacia mis compañeros, quienes me miraban fijamente, y añadir, - Yo voy a saltar, no sé si llegaré, no sé si caeré, no sé qué habrá allí abajo, ni lo que habrá en la siguiente sala, pero lo que sí se es que no moriré escondiéndome y huyendo de cada problema que nos encontremos.

Una vez terminé de hablar y, sin dar tiempo a mis compañeros a responderme, empecé a coger carrerilla totalmente decidido a saltar.