Partida Rol por web

- Yo soy su mula de carga... 

-Errol Flynt-Guybrush, aventurero y espadachín, entre otras muchas virtudes. Ahora mismo busco un buen baño y una cena copiosa. Mañana ya me preocuparé por ver qué se puede hacer de provecho en este lugar -dijo Errol haciendo una pose que él creía magnífica y que apenas llegaba a arrogante, especialmente dada la condición polvorienta y sucia de sus ropas de viaje.

Niren miró a cada uno de los humanos (y semihumanos) que se iban presentando algunos tan informativamente y cuando le tocó a ella, se limitó a entrelazar las manos detrás de la nuca y soltar:

—Yo soy Niren, ¿qué tal le va la vida?

En principio aquella iba a ser su presentación pero entonces cayó en la cuenta de que se le había olvidado responder a la otra pregunta y añadió:

—Oh, y vengo a pasar la noche. Como toda buena, honrada y ejemplar ciudadana, por supuesto.

Esbozó una encantadora sonrisa que dejaba ver los pequeños pero puntiagudos caninos, herencia de su parte infernal. Había hecho hincapié a drede en la indirecta de "no-soy-una-carterista" precisamente por el hecho de que el humano la había mirado tan exclusivamente. Conocía demasiado bien aquel tipo de mirada.

Valeria se había mantenido alejado del resto de la comitiva, sin entablar conversación con nadie. Iba envarada en su caballo como si aquello de montar no fuera demasiado con ella.

—¡Ves! Ya empiezan a hacer amistades entre ellos, y tú sola y amargada ¡como siempre! —comentó la calavera parlante cuando estaban llegando a Nevesmortas.

Valeria no la miró.

—Claro que no es de extrañar en una persona que cree que el único significado de la palabra "humor" es "líquido corporal".

Valeria le dedicó una mirada lánguida a Talith.

—Curiosa apreciación viniendo una calavera parlante.

Aquello no detuvo la acometida de Talith.

—Querida, incluso muerta parezco más humana y cálida que tú.

Valeria decidió que no merecía la pena seguir discutiendo con su calavera y se dirigió a los guardias.

—Buena luna. Yo soy Valeria, de la Guardia Sortílega de Luna Plateada. Vengo en misión oficial. ¿Quién está al mando?

Miró con ojo crítico al comité de bienvenida, antes de tomarse su tiempo para responder.

- Sven Torgerson. Comida y cama es lo único que me trae hasta aquí. -Escueto sí... pero no necesitaban saber nada más

-Muy gracioso, bestia. -Respondió vehementemente al minotauro -Bestias como tú no traen nada bueno a estas tierras y no son bienvenidas.

Miró fijamente al hombre y asintió ante su respuesta, luego puso atención a la Tiefling y le devolvió una mirada de disgusto como si hubiera sido un sarcásmo lo que había salido de su boca, sin embargo quedó pensativo unos instántes -Niren...Niren...-Susurró- pero claro!. Alzó la vista y lo que le devolvió fue una sonrisa -Tienes una amiga en la villa, verdad?, si decía que ese nombre me sonaba a algo!.

Luego escuchó a Valeria y asintió -Tendrás algún documento firmado que lo corrobore, ¿No es cierto?... Soy yo el que está a cargo de la guardia, mi nombre es Mannock, y la regente nominal de la comunidad se llama Arlezha Lanzagélida, si quieres audiencia con ella, deberás esperar hasta mañana!..

Observó a Sven y a Redwin de arriba a abajo........

-Acompáñenme! -Se apresuró a decir ante el silencio que reinó durante unos segundos. Emprendió camino hacia el interior de la torre de vigilancia, sacando un enorme libro posandolo sobre una pequeña mesa cercana a la puerta de entrada -Tengo que registrar sus nombres y sus pertenencias.

Uno de los guardias trajo una silla donde el capitán se sentó y empezó a anotar en el libro. -3 hombres, una mujer, una tiefling, un semiorco, una semielfa, 4 caballos y dos mulas - Culminó lanzándole una mirada fulminante a Pashma. - Necesito que me muestren sus armas y objetos de valor para registrarlos, todos son bienvenidos dentro de las murallas, excepto la mula bípeda de cuernos, salvo que alguien se haga responsable de él....

La noche empezaba a alzar sus brazos y la villa empezaba a iluminarse por las antorchas que se ponían dispersamente en las calles, los viajeros se encontraban en la entrada registrándose al capitán Mannock...

De repente, el grito de espanto de una mujer hizó eco hasta los oidos de los presentes..... Pocos segundos después el grito volvió a sonar y no paró...

El capitán salió corriendo mientras desenfundaba su espada larga en dirección al grito, arrojando el libro al suelo. Los tres guardias corrieron detrás de él, a través de una calle y luego volteando por una esquina.

Pashma no dijo nada, ni siquiera miró al guardia, simplemente se olvidó de todo. Si alguno de sus compañeros respondía por él, pues mejor, si no... dormiría al raso y comería raciones de viaja resecas. No era lo que deseaba pero estaba acostumbrado.

Niren se dio una sonora palmada en la frente que incluso la hizo echar la cabeza hacia atrás cuando aquel tipo mencionó a su "amiga en la ciudad". A la tiefling no le gustaba ser el centro de atención y la condenada gnoma había estado proclamándolo a los cuatro vientos.

«¡Voy a matarla!»

En ese momento se escuchó un alarido y Niren se quitó la mano de la cara parpadeando con gesto interrogante y mirando en aquella dirección. Sin hacer ademán de moverse del sitio, lo único que le salió del alma fue:

—Guao, qué pulmones.

—Tengo una orden firmada por Yoriz Mantoazur que acredita mi servicio en la Guardia Sortílega, oficial —respondió Valeria con rotundidad, como si aquello diera por zanjada la veracidad de sus palabras—. Os la mostraré si así lo deseáis.

Valeria desmontó con torpeza y guió a su caballo por las riendas hasta el puesto de la guardia, lo ató a un poste y penetró en el interior. Cuando iba a poner en orden su equipaje para registrarlo un grito rompió la tranquilidad de la noche.

Valeria sacó un bastón de hierro de sus trabillas y salió disparada junto a Mannok y sus hombres.

—Ayuda a la Guardia, minotauro, y yo misma me haré cargo de ti —le ofreció con tono urgente.

Pashma comenzo a andar tras el guardia. De espaldas y sin girarse añadió algo.

- Te dije mi nombre.

El mismo Errol iba a ofrecerse a hacerse responsable del simpático minotauro, del que sólo temía su singular sentido del humor (un tanto lacerante para su gusto, pero inteligente), cuando un grito traspasó sus oídos.

-No he ni llegado a una alcoba y ya hay alaridos. Este lugar es de lo más interesante. ¡Corramos, amigos! -dijo alegremente el atlético humano, y al punto se estaba lanzando a la carrera tras los guardias. A la velocidad que iba, sólo retrasado por su estoque, daga y poco más, probablemente les acabara adelantando. Y teniendo en cuenta que el alarido se prolongaba en el tiempo, no tendría muchos problemas en seguirlo hasta su origen.

—¡Jojojo! ¡Le tiraste del rabo al toro! —comentó con jocosidad Talith.

—Que yo sepa no nos han presentado —le espetó Valeria a Pashma, con sequedad.

No es que Valeria fuera un lobo solitario, pero no era la mejor compañera de bromas, juegos y cháchara intrascendente. Los temas que apasionaban a la maga harían bostezar de aburrimiento a cualquiera, así que se había mantenido en un discreto segundo margen todo el tiempo.

«Si lo hubieran hecho lo recordaría. Hmpf. Y luego dirá Dregon que los actos desinteresados siempre son recompensados por los dioses.»

Valeria estaba doblemente molesta. Por un lado, porque se pensó que el minotauro había subestimado su memoria en vez de considerarlo un gesto de altanería. Y por el otro, porque la ex-maga roja no era muy pródiga en tener ese tipo de detalles con nadie. Haber recibido una respuesta tan cortante la había hecho sentir estúpida, y era un sensación que solía combatir con la ira.

Aquello sólo era un mero trámite y después ya podrían buscar un sitio decente donde descansar. Pero aquel grito... Está visto que el día aún no se ha acabado, ¿qué pasará ahora? Con un suspiro de resignación se dispuso a seguir a sus compañeros demasiado interesados en descubrir el origen de tales alaridos.

- Si no hay más remedio habrá que ir. -Se dijo más para él que para que alguien le oyera.- No creo que sea algo tan grave que la guardia no lo pueda solucionar.

Pero a pesar de las pocas ganas que tenía de saber qué estaba pasando, aceleró el paso para alcanzar a los otros con la mano descansando sobre el pomo de la espada.

Redwim había pasado lo que restaba del camino meditando sobre las palabras del minotauro; meditando sobre eso, y observando el hermoso paisaje que estaban cruzando. Le encantaba viajar, cabalgar por llanuras, montañas y dormir al raso... aunque también le gustaba dormir en una posada, beber y comer caliente y también dormir caliente...

Entre unas cosas y otras, llegaron a Nevesmortas y la guardia de la puerta requería saber quienes eran.

-Mi nombre es Redwim. dijo con su potente voz-y mis intenciones son poner mi espada al servicio de este lugar, hasta que me marche o muera.

Los tramites que restaban no eran una molestia para él, pero apenas había desenganchado la lanza para sacar otras posesiones, cuando una voz espantó la tranquilidad de la noche.

Redwim reaccionó al instante y tiró con fuerza de la lanza para que no le estorbara, cosa que provocó que las cosas que llevaba enganchadas al mimo cinturón, salieran volando (una manta, cuerda y algo de ropa), pero eso daba igual, la presteza era una virtud en estos casos, así que saltó sobre el caballo sin preocuparse por el desorden generado en un momento y se dirigió raudo con su imponente corcel hacia el origen de aquel alarido.

Al voltear la esquina de un edificio, la tenue luz de las antorchas iluminaban la escena que tenían a tan solo unas yardas de distancia:

Un hombre fuertemente armado con una coraza y un gran escudo con el simbolo de Lazhander yacía inherte en el suelo, con los ojos abiertos, pero la mirada perdida y con las orbitas enegrecidas por completo. No muy lejos, una plebeya se encontraba llorando, sentada, en un rincón, el miedo se apoderaba de ella.

Mannock llegó al lado del hombre para comprobar sus signos vitales -No puede ser!!, otro caballero de la atalaya que es asesinado en las últimas dekhanas.....!!.

Uno de los guardias intentó calmar a la señora, mientras esta repetía con un inclemente miedo en su voz. -Yo lo vi.... lo vi todo.... las sombras, las sombras cayeron..... caballeros que atraviesan paredes.... vi como se lanzaban contra el hombre que rápidamente cayó... yo lo vi....