Partida Rol por web

Hacia vuestro encuentro con el Baron Greigory, para repotar el desafortunado asesinato de Koth, el Barón Zachareth os irrumpe en el corredor agitado. ¡Vosotros! Eso es, vosotros sois los indicados, perfecto, escuchad, tomó aire, pues se encontraba bastante nervioso, acabo de hablar con Greigory y la situación es bastante delicada. He tenido que rechazarle el préstamo para mantener las levas, al parecer el tesoro de Arhynn está casi agotado... pronto ninguna baronía podrá mantener los solados.

 medida que os explicaba la situación, su tensión aumentaba y sus manos se distraían ajustándose el tabardo. Pero eso no es lo peor, sucede que llevamos semanas sin recibir noticias de la almenara Piedragris. Nuestras baronías comparte las minas de plata de los montes de Carth y esa almenara cuida y vigila el lugar, pero son demasiados días sin recibir la mercancía...

u mirada os intentaba transmitir la urgencia de un problema en apariencia trivial. Temo que la pérfida estratégica influencia de ese tal Señor Oscuro tenga algo que ver, debéis echar un vistazo, pronto, os lo agradezco. Concluyó retirándose apurado sin haber recibido la más mínima respuesta por vuestra parte.

Para vuestra sorpresa, parecía que todo estaba ya preparado y la caravana andaba esperando vuestra llegada para partir de inmediato.

En vuestro camino hacia la almenara, un retorcido barranco que formaba un estrecho cañón os aminoró la marcha, cuando la luz del sol se apagó un instante, ante el cruce de una criatura alada que aterrizaba algunos metros sobre vuestra posición. Saludos mortales, soy Belthir, vástago de Gryvorn. Una pausa os dio la oportunidad de presentaros, pero la criatura continuó aprovechando vuestro desconcierto. No os deseo mal alguno, pero mi cometido es masacrar cada una de las personas que habitan en esa torre. Como comprenderéis no puedo permitir que podáis interferir. Sus potentes y dracónicas piernas le elevaron por encima del cañón, para que un golpe de su cola derribara un enorme peñasco que descendió violento bloqueando el camino. 

En ese momento se escuchó el delicado ruido de enormes insectos repiqueteando por las paredes del desfiladero. Mis víctimas me esperan y no es de recibo hacerlas esperar, por si tuvierais la insensata intención de seguirme, ya se encargarán estas criaturas de deteneros. Por vuestro bien espero no volver a veros, pequeños mortales, hasta la próxima. Aquella extraña criatura despegó veloz con elegancia sin preocuparse demasiado en vuestra postura. 

Por delante el estrecho camino descansaba en un claro en el que unos hombres bestia salvajes acampaban, para pasar al cañon infectado de arañas que los héroes debían apurarse a cruzar.

Vaya, en bienvenida mas mona, ja, ja. Dejadme a mi primero muchachos.

El giganton corrio hacia el primero de sus enemigos y lo ensalto en su alabarda antes que pudiera hacer alguna moneria. Acto seguido, diviso al jefe y cargo contra el. La certera lanzada lo iba a mandar a la otra vida, si no fuera por la agilidad inusual en el ultimo momento, que le hizo mantenerse con vida a duras penas. 

Buenos chicos a que esperais, ja, ja.

Krutzbeck trotó con sorprendente ligereza hacia el campamento, antesala del desfiladero. El lugar parecía peligroso, pero el tiempo apremiaba y las ansias de combate del enano estaban casi desbordadas, por cuanto que fuera,  muy a su pesar, poco más que una pieza pasiva en la fallida causa de rescatar al cardenal.

Con todo, viendo la cantidad de bestias que pululan por la zona opta por quedarse en una de las esquinas del claro, desafiando con movimientos de su hacha a todo aquél que tuviese las agallas suficientes para cometer la locura de lanzarse por su propia voluntad contra él.

La discípula no deseaba quedarse atrás, y menos a sabiendas que la vida de otra gente estaba en juego, y en cuanto vio partir a la carrera a ambos guerreros, hizo lo propio, logrando incluso adelantar a ambos para situarse bien cerca del líder de la bestias que los estaban esperando a las puertas del desfiladero. Andira no dudó un segundo, y casi sin pararse, desenfundó su espada y lanzó una rápida estocada, pero fue un ataque poco meditado, y en su precipitación lo único que logro fue pinchar el aire muy lejos de su objetivo...

Quellen comenzó a invocar a la magia de la tierra para abrirse paso a través de los numerosos enemigos que se apilaban en frente de ellos.
Mientras sus compañeros tomaron la iniciativa y evitaron que los taponaran en la entrada

ACTUALIZADO

La discípula apenas había sido consciente de donde le llegaban tantos ataques, pero cuando al fin logró un instante de calma, y todo y su malherido cuerpo, concentró su voluntad para deshacerse de los embrujos que la mantenían aturdida, y acto seguido vertió su propio poder curativo sobre su cuerpo, recuperando la fuerza suficiente como para arremeter contra la inmensa araña que tenia frente a ella, y sin duda la Reina de las que habían salido del cañón.

- Vamos amigos, la vida de inocentes dependen de nosotros! - arengó a sus compañeros, convencida de que esas alimañas no serían suficientes para detenerlos.

Quellen vio a un hombre bestia salir desdeespesura tras de si y le disparo provocandole la muerte, después se concentró en la runa que acababa levantar y la hizo explotar, confió que no cogiera en el fuego cruzado a sus camaradas.

Cuerpo a tierra bramó mientras el hombre bestia se desplomaba a su espalda y la magia explotó por doquier

Habia acabado con simiescos enemigos y solo quedaba las de ocho patas. De un hachazo certero con la hoja ancha de la abarda acabo con el sufrimiento de una de ellas, y aprovecho para cargar y ataca a otra desprevenida, pero el ataque solo le rebano una de sus patas, y el otro cosinguio eludir el ataque.

Pues si que son duras estas puñetaras, ja, ja.

Nada más llegar al corazón de la batalla, en cuestión de segundos dejó de ser capaz de llevar la cuenta de los golpes que volaban y de las bajas enemigas que se iban sucediendo. ¡Hasta la piedra de Quellen había explotado, llevándose a varios monstruos por delante! Emocionado, corrió hacia un grupo de arañas para poner en práctica su nueva y letal técnica de combate: ¡El Remolino de la Muerte!

Por desgracia, perdió el control del hacha a mitad del movimiento, y no llegó siquiera a rozar a ninguno de los enemigos. Una pena, porque con la fuerza que le había impreso al arma lo más posible es que, de haber sido certero, el ataque hubiese rebanado cualquier cosa que se le hubiese puesto por delante.

-¡Increíble! ¡Incluso el elfo ha hecho un mejor trabajo que Krutzbeck! -murmuró, herido en los má profundo de su orgullo de enano. Mientras esperaba que aquellas repugnantes arañas le devolviesen el golpe, en lo único en que podía pensar era en resarcirse cuanto antes, y hacer que su Remolino brillara con el resplandor que le correspondía.

ACTUALIZADO

Las arañas se replegaban hacia en interior del cañón, quellen avanzó con resolución y concentró la magia ente esas abyectas criaturas del mal para dejarla estallar, había prisa y poco tiempo para jugar con esos bichos, entonces resbalo y cayó de bruces contra un arbusto donde había un cofre, sangrando por la nariz, herido en su orgullo y mal humorado abrió el cofre de una patada...

Estaba a punto de romper a increpar al Alto Mago a voz en grito, pero tomar conciencia de la situación en la que se hallaba hizo que no se regalara a esa gratuita autocomplaciencia: de un lado, sus compañeros, algunos de ellos al límite de sus fuerzas; de otro, arañas gigantes que, faltas de liderazgo, seguamente se sentirían más pequeñas aún que el bueno de Krutzbeck. El instinto de berserker que corría por las venas del enano no podía reaccionar de otra forma más que aprovechándose de tal debilidad...

Sin darles tiempo a que se reagruparan, sus pequeñas pero fornidas piernas lo transportaron al corazón del grupo sin que ninguna de sus integrantes fuera capaz de retroceder. A continuación, sus pequeños pero fornidos brazos balancearon el hacha de tal manera que el propio Krutzbeck creyó sentir un escalofrío recorriendo su pequeño pero fornido cuello. Durante un furioso giro sobre sí mismo que acompañó de aullidos como si de un demonio se tratase, su fornida y nunca pequeña sed de sangre se vio colmada al ritmo con el que notaba salpicaduras carmesí provenientes de todas direcciones, que dejaban gotas a lo largo de todo su cuerpo.

Cuando hubo escampado, un improvisado cementerio se había levantado a su alrededor. Donde antes había vida, ahora la muerte se amontonaba, laboriosa. El enano contempló quedamente su obra y se relamió, satisfecho.

Aunque todavía guardaba empuje para más: sosteniendo el hacha con una sola mano, cerró la otra a cal y canto en una esfera musculoide segundos antes de estrellarla contra una de las rocas que acababa de caer en el desfiladero, reduciéndola a añicos en el acto. El polvo que se levantó se fue posando sobre las manchas de sangre ajena que jalonaban su carne desnuda, produciendo una espesa capa de suciedad funesta.

Completado el cambio de vestuario, esa nueva pintura de guerra señalaba el camino hacia la salida del desfiladero.

-¡Adelante! -conminó secamente a los demás, mientras medía a ojo la resistencia del peñasco restante.

Debilitada, Andira dejó que a sus labios asomara una orgullosa sonrisa mientras sus compañeros se hacían cargo de todas las criaturas, y cuando al fin el lugar quedó sembrado tan solo por la muerte de las odiosas arañas, se permitió unos segundo para verter, por segunda vez, su curativo poder sobre sus propias heridas. Algo mejor, aunque no mucho, se dirigió hacía un denso grupo de matorrales, donde había avistado algo raro, e intuyendo que iba hallar algo útil, apartó a un lado las plantas para descubrir su recompensa. Todo y que no era lo que esperaba, la discípula guardó su hallazgo en la mochila y se preparó para adentrarse en el desfiladero.

Bulbar ve algo que refleja la luz de sol y aparta unas rocas del lugar, descubriendo un frasco con un poderoso liquido.

Ja ja, vaya suerte la mia amigos, he encontrado un frasco y monedas, ja ja.

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Confiado, su puño se movió en dirección a la roca que todavía quedaba junto a él. Pero esta vez la superficie de aquella mole ni siquiera se inmutó al contacto con los nudillos del enano. Resignado, se arriesgó a mellar todavía más su fiel hacha; y todo él se convirtió en sorpresa al contemplar, petrificado, cómo la roca seguía en pie, orgullosa.

Decididamente su último ataque lo había dejado falto de fuerzas. Así que se tomó unos segundos para encontrar al verdadero Krutzbeck entre aquella maraña de flaquezas: !las aristas de aquel objeto no podían ser, en modo alguno, rivales a la su altura!

-¡Buldar, parece que limpiar este despeñadero va a ser más difícil de lo que pensaba! Así que deja de reírte tanto y trae a tu alabarda hasta aquí, para que ambos cumpláis con vuestra parte. Le dolía tener que pedir ayuda, aunque fuese de forma velada. Pero no dejaba nunca que su sentido del deber se viese distorsiando ni por el honor ni por el orgullo,

Ja, ja. No sabia que los enanos fueran tan endeblucho. Ja, ja. Espera amigo, que aquí tengo faena. El gigante avanzo con la alabarda en ristre y de un solo tajo descabezo al desprevenido Beastman. UHm.... Vaya, pensaba que me ibas a durar mas, ja, ja, ja. En ese momento no sabia que hacer el bárbaro sonriente, o avanzar con su aliado enano, con la posibilidad que acabasen encerrado allí, o prepararse a por los que vendrían. Se levanto un poco el casco y se arrasco la cabeza

Quellen se levanto furioso y  lo primero que vio fue a un hombre mono de esos que los atosigaban por doquier, grito de furia mientras lanzaba un rayo mortal al mono y el olor a pelo quemado quedo flotando en el ambiente.

luego no perdió tiempo y se dirigió  hacia el cañón e invoco las runas mágicas al lado del desprendimiento, mientras estuvieran allí evitarían que cayeran mas escombros.