Partida Rol por web

—Tome asiento y cuénteme, mientras le preparo algo para sus dolencias.

En el rincón opuesto al escritorio tenía una pequeña estufa de metal remachado (probablemente obra de su colega Ash), que usaba para calentarse en invierno y cocinar. En este caso, la empleó para hervir un poco de agua, a la cual le agregó luego una pizca de cierto polvo negruzco que guardaba en un gabinete cercano. De inmediato, el agua se oscureció tanto como si le hubiera echado un frasco entero de tinta para escribir.

—Beba esto. Es té de Hidra azabache, planta que se regenera a ritmo increíble en estado silvestre. Es tóxica para las Personas, pero quien sabe prepararla logra extraer de ella medicina potente.

El brebaje en cuestión desprendía un hedor capaz de levantar a un moribundo de su lecho, y burbujeaba en la taza como un pequeño charco de alquitrán cocido. Ciertamente no era una bebida para débiles de carácter.

—Aspire primero los vapores una media docena de veces, respiraciones lentas y profundas. Luego ya puede tomar el líquido, en lo posible de un sólo trago. Ah, es probable que se quede sin gusto por un par de días, ya que la infusión posee un sabor amargo extremadamente intenso y persistente, je.

Greeny acompañó a los dos tipos de Lobo Gris sin inmutarse. Si le iban a dar una paliza delante de todos no tenía sentido andar asustado, habría tiempo de luchar.

Escuchó lo que Lobo Gris tenía que decirle. Desde la distancia se podía ver que aceptaba la mano tendida de Lobo Gris sin cambiar su expresión. Tampoco quería forzar su suerte haciéndole un feo tan exagerado después de haber ido tan cerca del límite en la asamblea.

Al ver que Leech le preparó algo para sentirse mejor, no supo cómo reaccionar porque ella no estaba acostumbrada a ello. No cuando todo lo que había recibido eran golpes a diestra y siniestra por parte de su jefe entre otras cosas. 

—Nadie hizo algo así por mí nunca... Gracias—dijo en un tono bajo—. Eso... ¿Es para mis heridas?

Había preguntado una obviedad, solo que el color oscuro de la infusión y el hecho de que sea peligroso para las personas, alertó un poco a White, aunque nada sería peor que esos golpes recibidos minutos atrás. Por ello una vez se lo sirvió, le hizo caso y estuvo inhalando los vapores primero. 

—Lobo gris me ha sentenciado, sé que si no sale bien esta vuelta voy a morir. ¿Por qué has aliado a Joe con mi Jefe? 

- Los dos deseamos lo mismo, lo mejor para el Arca. – confirmó Greeny aceptando su mano – Aprovecho para darte mis condolencias por la muerte de Joe. Oí que ahora era uno de tus chicos. – lo dijo como si aquello no tuviera la menor importancia y realmente quisiera ser educado – Murió antes de que pudiéramos hacer nada por él.

Greeny asintió a las palabras de Marlotte.

- Entonces tendré que averiguar quien tenía interés en hacernos creer que Joe trabajaba para Lobo Gris y que quería sabotear la misión. – replicó Greeny tranquilo - ¿Qué sabes de Leech? – preguntó como si no tuviera nada que ver con el tema, aunque era evidente que lo tenía - ¿Es realmente tan neutral como pretende? – pensaba que Leech no sería el que tenía el interés, que le habían pasado mala información, pero no podía descartar que Leech trabajara para Lobo Gris.

Volvió a asentir con el segundo tema.

- Yo también espero que ese almacén sea cierto, pero si lo es significará más problemas para el Arca. A los de esa otra Arca no les hará gracia que nos llevemos el papeo que estaban saqueando ellos. – lo dijo sin más emoción expresando algo que le parecía evidente – Hablando de Lobo Gris… cuando no se salga con la suya querrá desquitarse con alguien y yo me estoy arriesgando mucho para intentar animar a los demás a plantarle cara, pero ya has visto que no abren la boca. Es probable que necesite protección. – volvió a expresarlo sin emoción, otra obviedad, aunque la petición iba implícita.

Bastante rato después de la asamblea Greeny se pasó por el taller-refugio de Ash comprobando que estuviera solo y haciendo ruido antes de llegar para no pillar por sorpresa a su colega.

- La información que nos dio Joe de Leech es bastante probable que fuera errónea. – expresó Greeny sin preámbulos y sin emoción – La cuestión sería, ¿quién tenía interés de colarnos esa información? – añadió un gesto alzando ambas cejas.

Se encogió de hombros.

- Por cierto, ¿si te dejo mi cuchillo te da tiempo de hacerle algún apaño antes de mañana para que corte más? Si nos encontramos con otro lagargajo me vendría bien. – le pidió tendiéndole el cuchillo con el mango por delante asumiendo el sí de su amigo.

—Los cronistas escribimos la historia de las Personas —explicó pacientemente—. Por eso siempre estamos atentos a cualquier información que pueda circular por los Millenium Mills.

En tanto esperaba a que la maltrecha joven se terminara su medicina, fue hasta un gabinete cercano y comenzó a resbuscar entre las baratijas que tenía apiladas dentro, sin parar de exponer sus razones:

—El rumor sobre Joe comenzó a sonar con fuerza tras la asamblea del otro día. En mi caso, al tener un buen registro de Lobo gris, me quedó claro al instante que la propuesta caníbal es sólo una jugada para eliminar a sus rivales con impunidad, y así declararse dictador del Arca sin resistencia.

Finalmente, su búsqueda produjo el resultado esperado: Un fino paño rojo, símil seda, con el que se dirigió al estante alto que estaba afirmado sobre la ventana y lo usó para envolver un objeto algo esférico e irreconocible a la distancia. Fuera lo que fuera, lo trasladó con cuidado hasta el escritorio, donde continuó diciendo:

—Lo mejor que podemos hacer ahora es tener éxito en el asalto que la jefa Marlotte ha decretado. No será la mejor idea del mundo, pero una victoria ciertamente dejará al lobo acorralado y más débil. Ahí es cuando presionaremos para cambiar su condición a liberta. Lo tengo todo calculado, je.

Dicho eso, sacó del cajón del mueble un pequeño cofre de madera, a donde la misteriosa reliquia envuelta fue a parar con delicadeza. Cerrado el recipiente, se lo entregó con ademán solemne a su aprendiz.

—Guarde esto, no lo abra. Es nuestra arma secreta en caso de que mis colegas del Gremio se muestren reacios a aceptar su solicitud de afiliación. Haríamos bien en ir yendo para allá ahora.

- Solo quería decirte que aunque no estemos siempre de acuerdo, me alegro de que vinieras con nosotros. – sentenció directamente sin preámbulos – Creo que sería bueno para el grupo si vinieras mañana con nosotros.

Alfa estaba molesto. White no le había dicho nada cuando le había felicitado, y eso le hacía sentir de nuevo esa sensación desagradable en la boca del estómago. Esa niña blanca y flacucha le provocaba sensaciones extrañas que no sabía identificar. Y eso le cabreaba sobremanera. Y Greeny, con toda la buena intención del mundo, acudió a él en un momento de amargura.

—¿Ah, sí? —el adiestrador se había acercado hasta la endeble valla que separaba La Perrera del resto del Arca. Estaba sudoroso, con los puños apretados y ensangrentados, y la chaqueta de cuero abierta. El merodeador pudo ver que parecía debatirse entre miles de respuestas ácidas y afiladas para escupirle, pero inmediatamente las iba descartando. Estaba rabioso, pero el tipo que tenía ante él no tenía la culpa. Finalmente cabeceó, en una confusa señal que podía interpretarse como vale, o ¿quieres pelea? — o ambas al mismo tiempo — escupió y se marchó. 

—Te debo agua —le recordó, con una sonrisa que nadie pudo apreciar. Alfa siempre pagaba las deudas. Incluidas las de sangre.

—Oh, ¡claro, Greeny! —contestó Ash mientras aceptaba el cuchillo del merodeador.

Había pensado en preguntarle más cosas sobre las arcas a Moris e interrogar a Leech acerca del chivatazo sobre Joe, pero la información que acababa de brindarle Greeny le hizo replantearse las cosas.

—¿Y puedes fiarte de Lobo Gris? El que nos dio el chivatazo fue Leech y, ahora que lo dices, resulta sospechoso que Lobo deje a su esclava ir alegremente con los cronistas. Quizá debamos andarnos con ojo, pero tampoco descartaría que intenten sembrar la desconfianza entre nosotros.

Lo escuchó con detenimiento mientras tenía su pelea interna con la infusión. Estaba un tanto perturbada por el aroma, más aún tras haberlo inhalado todas las veces que le indicó Leech. Ante los primeros comentarios solo asintió sin dejar de hacer caras al beber aquello y ya con lo otro, se quedó un tanto pensativa. 

—Es un rumor falso... —dijo totalmente segura—. No es para nada malo que quieran buscar las formas de derrocarlo, aunque es muy difícil. De todos modos su plan es tal cual lo has dicho, es lo que imagino. 

Después bajó la mirada y le mostró un papel. 

—Parece que hay una alianza o posible alianza, esto me dió lobo gris pero como yo no sé leer... No lo entiendo. 

Tras darle aquella nota, se encogió de hombros y aceptó lo que le estaba ofreciendo Leech. No tenía idea alguna de lo que era aquella esfera que con tanto cuidado la estaba cubriendo, aunque creyó completamente en las palabras de su mentor. 

—Lo guardaré, ya mismo. 

—¿Una alianza dice? Déjeme que lea... —comentó intrigado al recibir el papel. Se tomó su tiempo para analizar fríamente lo escrito en él, antes de concluir—. Interesante, muy interesante. Pero mejor le cuento de qué se trata en el camino. Es menester que nos pongamos en marcha ya mismo.

Así fue que Leech condujo a su pupila escaleras abajo con gran celeridad. La Cámara de Escribas se encontraba en la planta baja, así que tardaron bastante en llegar hasta ahí. Cuando finalmente estuvieron parados frente a las robustas puertas de madera oscura, el cronista entró sin golpear y le indicó a White que lo siguiera.

—Bienvenida a su nuevo segundo hogar, neófita.

Ante ellos se extendía uno de los recintos más imponentes del edificio. En cierto modo, se parecía al refugio de Leech pero en una escala infinitamente más titánica. Los archivos de la Cámara contenían décadas de registros de todos los miembros del Gremio, activos o muertos. Juntos formaban la memoria viva del Arca.

—Parece que ya nos esperan —susurró, señalando con la vista a una silueta que asomaba a la distancia, justo por debajo del enorme techo vidriado que dejaba a la luz bañar buena parte de la sala.

Avanzó entonces a paso firme, confiado en que todo el tiempo dedicado en investigar el potencial de White finalmente daría fruto. Sus estudios le indicaban que la muchacha jugaría un papel muy importante en la salvación de las Personas, pero para eso antes había que ayudarla a salvarse ella misma de sus propios demonios.

—Esto puede ser una moneda de cambio, detectando al traidor... 

Aquello considerando que tenía a la muerte respirando sobre su nuca, la impulsaron a creer que debía encontrar la forma de salvarse aunque sea por un tiempo considerable de las garras de Lobo Gris. No obstante aquello quedaría relegado ante la oportuna situación en la que debía asistir junto a Leech a ese lugar donde estaban todos los cronistas. 

Nerviosa se mantuvo al lado de aquel muchacho, incluso buscó la mano de su mentor para cogerla ya que era todo nuevo y siendo una esclava, las pocas posibilidades que tenía se las había exterminado su jefe y por esa razón es que ahora que el cronista le ofrecía un nuevo camino, una nueva oportunidad, de aferró a ello como si fuera una salvación. 

—Eso he notado... Yo te dejo a ti hablar. 

Era pequeña de estatura y se escondió un poco detrás de Leech, no llevaba un buen atuendo—aunque nadie lo tenía en verdad— pero su vestido pese a ser corto, no estaba en tan malas condiciones. Incluso su cabello parecía un poco más peinado de lo habitual. 

—¿Quién? —preguntó Lobo Gris a Greeny sin saber muy bien a qué se estaba refiriendo—. Ah, el arreglador ese. Bah, bien muerto está. Ahí se pudra.

Y sin añadir nada más el Lobo se marchó con los suyos.

—El Gremio de los Cronistas es una entidad aparte que escapa al control de los Jefes. En teoría son neutrales, pero a estas alturas ya nada me sorprende. Es probable que él tenga sus propias motivaciones. No sé mucho del tal Leech, pero no debería extrañarte que alguien intente sabotear la misión. Tu tarea es asegurarte que eso no ocurre. No puedo asignarte protección para el viaje, pero si volvéis exitosos de la misión me aseguraré de que a Lobo Gris no se le ocurra hacerte nada. Si conseguís volver de ese almacén solucionando el problema del papeo al Lobo no le quedarán muchos apoyos —explicó la jefa.

Al día siguiente, cuando el sol despuntaba en el plomizo cielo de la Zona, el grupo volvió a ponerse en marcha para tratar de solucionar el problema de papeo del Arca. El objetivo era asaltar el almacén que Moris les había indicado y regresar al Arca con el suficiente papeo para paliar la hambruna que sufrían. Que eso despertara algún tipo de incidente con otra Arca estaría por ver, pero sería un problema del futuro. La mayoría de ellos estaban de acuerdo en que la prioridad era encontrar comida.

Moris se había pasado el día comerciando con los habitantes del Arca. Había un gran problema de papeo, por lo que la mercancía más codiciada eran sus propias provisiones. Moris se guardó las justas para aquel viaje y logró llevarse una buena suma de balas con el resto. También intercambió algún objeto curioso de los que cargaba en su mochila con otros que tenían en el Arca y resultaban extraños para él. No había podido hacer muchos negocios debido a la situación del Arca, pero aseguró que volvería en un tiempo, y traería más cosas. Aquella primera toma de contacto había resultado todo un éxito para él.

Pero ahora tenían preocupaciones mayores que atender. Un nuevo viaje, una nueva misión de vital importancia para el Arca se encontraba ante ellos. La Zona les aguardaba, inhóspita y hostil como de costumbre.

Greeny apareció con una enrollada alrededor del cuerpo pasando por encima de su hombro derecho y por debajo de la axila izquierda. En uno de los extremos de la cuerda colgaba atado un garfio. Parecía que esta vez venía más preparado para afrontar edificios altos como aquel en el que White no se mató de milagro (o más bien por la ayuda del resto del grupo).

Tras hablar con todos y acordar que irían en diagonal se adelantó para explorar por delante, no sin antes advertirles al separarse de ellos.

- Id con los ojos bien abiertos, ya visteis lo que nos encontramos en el último viaje.

Sin embargo, alejarse del río no le gustaba. El río era una referencia clara que siempre tenía a mano. Los edificios cerca del río eran más espaciosos, sobre todo las calles que colindaban con él. Cuanto más se separaban del río los edificios se amontonaban más, los escombros de unos formaban pequeñas montañas que cerraban el acceso a callejones, pero que a cambio podían subir para acceder a los edificios directamente por las paredes derruidas de la primera planta, al menos si el suelo seguía allí. En definitiva, no se sentía tan cómodo y suelto como cerca del río, además de ser una zona mucho más explorada por otros como ese mierda de Yassan por lo que quedaba poco que saquear. A pesar de todo estaba dispuesto a no volver con las manos vacías y un artefacto como esas armas que encontraron podría serles de utilidad.

- No me preocupa un navajazo de mis compañeros ahí fuera. Imagino que quien quiera sabotear la misión será más listo o ya habría dado la cara en la última misión. Me preocupa cuando regrese, pero lo haremos con papeo. – aseguró confiando en que Moris estuviera en lo cierto. Si no era así Moris iba a tener un fin de viaje muy poco placentero.

Greeny negó a la pregunta de Ash.

- No me fio de él, pero parecía no saber quien coño era el Joe ese. Marlotte tampoco cree que Joe pudiera trabajar a dos bandos. Lo salvó hace años de los chicos de Lobo Gris y lo protegió. La cuestión es si la información venía directamente de Leech o alguien se la pasó a él y si es lo segundo, quién se la paso. – su semblante seguía serio como casi siempre - ¿Hasta que punto podemos fiarnos de Leech? – preguntó más retóricamente que esperando una respuesta.

Leech no mostró gran entusiasmo al partir. Se lo veía algo trasnochado, producto del tedioso trámite burocrático al que se habían sometido él y White la jornada anterior. Por otro lado, el plan de su política preferida, la Jefa Marlotte, lo había decepcionado bastante por lo improvisado e irresponsable. Pero como la alternativa era la anarquía y el canibalismo por los que Lobo Gris abogaba, no quedaba más que agachar la cabeza y seguir.

Alfa no apareció hasta el último momento, cuando ya empezaran a caminar y emprendieron el viaje. Se limitó a unirse al grupo sin decir nada, dando la espalda deliberadamente a White mientras el sabueso trotaba a su lado con la lengua fuera. Pareciera que la criatura le había cogido el gusto a lo de salir del Arca.