Partida Rol por web

-¿En serio, nadie se va a deshacer de esta mujer?

Arcturus intentó sonar confidencial, aunque con poco éxito. No parecía dispuesto a hablar con el Académico delante de ella. No la conocían de nada. Podría ser... Cualquier cosa.

-Disculpe, señorita -dijo, dirigiéndose a ella exasperado y glacial. -Vamos a tratar un tema confidencial. Incluso para usted; si averiguáramos algo de interés respecto al paradero de su hermano, sin duda se lo comunicaremos. Le rogaría que nos esperase en la entrada de las instalaciones. Se refería a la calle, frente al enorme edificio. -Si tiene algún problema, yo mismo puedo acompañarla.
 

El arbites pareció confuso un momento y su rostro no pudo ocultarlo - ¿la novena luna de qué? - entonces recordó vagamente haberlo oído antes. Ni entonces ni más tarde conseguiría recordar dónde. Cuando la Inquisidora Karkalla se había dirigido a ellos, Hieronymus se encontraba al borde del pánico, apenas capaz de evitar salir corriendo para conservar la cordura y en sus ojos sólo había horror y en sus oidos el pitido continuo que antecede a la pérdida de conciencia.

En cualquier caso, razonó que debía ser una clave que el psíquico y el Académico compartían, porque la actitud de éste cambió radicalmente. Arcturus se adelantó al arbites y ordenó a la mujer noble que abandonara el edificio. El siervo de Marte actuó con firmeza y rapidez y el arbites se enorgulleció por él, casi tanto como se avergonzó por sí mismo por no haber actuado con mayor rapidez.

- Señora, seguid sus indicaciones - en esta ocasión no mantuvo el rifle bajo sino que lo elevó levemente, apuntando así discretamente al abdomen de la mujer. Si la noble no resultaba ser quien decía o aún peor, se trataba de un agente encubierto como había sugerido Gianna, le rociaría medio cargador antes de que pudiera suponer una amenaza.

Habría deseado volverse hacia el Académico y urgirle a que revelara sus descubrimientos, lo hiciera rápida y salieran de allí antes de que el enemigo les alcanzara, pero contemplaba a Lady Meula como si del mismísimo Nonesuch se tratara.

Artemius volvió a ser testigo de una innecesario muestra de violencia por parte de uno de sus compañeros y esta vez no se contuvo en dar su opinión al respecto.

-Se acabó- su tono era firme y no tenía ni un hilo de sarcasmo o ironía en él. Cogió el rifle por el cañón y lo apuntó al suelo interponiéndose entre la noble y el arbites- No voy a volver a tolerar una demostración así. Casi costáis el éxito de la misión dos veces por ser agentes de gatillo fácil.- mete su mano en la gabardina y saca el sello inquisitorial de Karkalla para esgrimirlo ante la cara del arbites- Yo me he identificado correctamente y está más que claro que soy un servidor inquisitorial. Este sello es el de mi difunta inquisidora y es más que suficiente para convertirme en el líder nominal de una célula de acólitos. Está mujer queda a partir de ahora bajo mi tutela y responsabilidad directa y no voy a permitir ni amenazas ni violencia alguna contra ella. Y os agradecería que dejarais de actuar solo con los músculos y empezaseis a ser sutiles y a jugar en las sombras tal y como se espera de un agente del trono.

Cogió aire e intentó calmarse. Aplicó una sencillísima pero efectiva técnica que le enseñaron en la Scola Psychana; contar hasta 10.

-8...9...10...- cuando terminó la cuenta y sin esperar respuesta de sus compañeros ni guardar el sello habló primero con lady Melua- Ya os dije que mis compañeros no tendrían paciencia. Ya conocéis nuestra naturaleza y como comprenderá no podrá alejarse de mí a partir de ahora más de dos pasos. Es por su seguridad, por supuesto. Ah, no estoy abierto al dialogo con esto- girándose volvió a hablar con el Académico- Me llamo Artemius y soy un agente de la gloriosamente fallecida inquisidora Karkalla- dijo con un tono solemne- Debemos advertirle de que corre un gran peligro y tenemos que sacarle de aquí y protegerle. ¿Aunque si tenemos algo de tiempo me gustaría saber qué descubrimientos son esos?-

Ante nosotros teníamos a quien nos podía dar un poco de luz en este galimatías, por desgracia el tiempo jugaba en nuestra contra y lo que menos necesitábamos ahora era que hubiera tensión entre nosotros, las palabras de Arcturus sobre la mujer me parecían acertadas, desde el principio había en esa mujer algo escondido, para bien o para mal escondía algo, con una mirada al viejo intento adivinar que podía estar pasando por su cabeza ante las palabras de Artemius, aparte de controlar el perímetro y a la mujer ahora también me mantenía atenta ante cualquier gesto extraño de Artemius, poco a poco se estaba integrando en el grupo pero tenía muy claro mi lealtad, aunque necesitábamos de cada uno de nosotros para poder salir de este embrollo, Artemius guárdate eso, aquí hace falta mucho más para querer ostentar ese puesto, y dado el caso ya esta ocupado, pero ahora no es lo más importante, de momento esa mujer es tu responsabilidad, si algo ocurre por su culpa tú responderás por ella, y ahora dejemonos de tonterias y démonos prisa en salir de este lugar antes de que se convierta en nuestra tumba

Isolda no pudo evitar sentirse aliviada por las capacidades mentales de su nuevo compañero porque ella había bloqueado casi todos los recuerdos anteriores a que le mostraran su bolter en aquel maldito antro; pero no pudo evitar sonreír ante la actitud de Arcturus pues le gustaba ver que no era la única que perdía el temple en ciertas circunstancias y que su compañero también tenía poca paciencia con las tonterías de la gente; pero Artemius tampoco la tenía para ellos.

Y la tapadera al traste, ¿para eso se esforzaba tanto?¿Para que luego viniera otro y en un movimiento unilateral descubriera todo el pastel?. Empezaba a estar un poco harta de ver que todos parecían poder hacer las cosas cuando quisieran y que ella tuviera en consideración a los demás antes de hacer nada.

Al menos Gianna se mantenía firme y dejaba las cosas claras. No tenía nada más que añadir en ese momento, pero entonces se percató de que Artemius solo había explicado parte de la misión.

-Y también queremos saber todo lo que pueda decirnos sobre el Viudo y los Haarlock -pues con esa pregunta suponía que también recibirían información sobre Garza aunque fuera de forma indirecta.

El arbites se había esperado que la "dama" saltara sobre él, pero no que Plex se interpusiera y aún más, que echara mano al arma que empuñaba en un gesto de autoridad o de imprudencia inaudito. Acto seguido Artemius había mostrado el sello inquisitorial y desvelado a Lady Meula y al Académico quienes eran.

- Este sello es el de mi difunta inquisidora y es más que suficiente para convertirme en el líder nominal de una célula de acólitos - había dicho.

- Así sea - respondió el arbites en voz baja - vuestra autoridad, vuestra responsabilidad - Frunció el ceño y chasqueó la lengua, pero el arbites no estaba de humor para discusiones, dsiputas sobre legitimidad o legislación y aún menos estaba dispuesto a hacerlo delante de desconocidos. Dió un paso atrás y con firmeza liberó el cañón del arma de las manos del psíquico.

Sin quitar ojo a Lady Meula, ni a Artemius habló dirigiéndose al Académico - señor, os ruego que acabeís aquello que indispensablemente teneís que hacer aqui y nos vayamos lo antes posibles. Vuestros enemigos y los nuestros están al caer. Dejad para más tarde todo lo que pueda esperar y daos prisa. Hablaremos caminando si hace falta.

Arcturus enarcó las cejas (una de las pocas partes visibles de su rostro) ante la explosión de Artemius. Se llevó la mano a los ojos, frotándolos lentamente.

-¿Gatillo fácil?

Parecía que aquello era lo único que le había ofendido realmente. Miraba dolido al psíquico. Todos sabían que el resto era palabrería; un anillo conseguido de un superior muerto... Todos tenían superiores muertos. Todos servían a la Inquisición, y no era así como se ascendía en el escalafón.*

Se miró la mano. Abrió y cerró los dedos, y luego se los rascó. Respiró hondo y se encogió de hombros. Ya había soltado suficiente información delante de la desconocida, así que no había nada que hacer. Se cruzó de brazos, mirando fijamente a Artemius, y esperó el desarrollo de los acontecimientos.

La salida de tono de los acólitos había alterado el ambiente. Tanto Lady Melua como el académico se escandalizaron momentaneamente al sacar las armas, y al sacar el sello roto y hablar de la inquisición la sorpresa de Lady Melua no fue menor. Después del intercambio de palabras, la mujer permaneció lo más cerca posible de Artemius, visiblemente alterada y preocupada de los demás. Al menos aquello había tenido un efecto positivo, la mujer ya no se mostraba tan altiva, y de hecho se había callado por completo.

Séptimus permaneció comprensiblemente confuso por un momento, pero cuando comenzaron las preguntas recobró la compostura cuanto pudo antes de comenzar a hablar.

- De modo que Karkalla está muerta... - por su tono no parecía estar especialmente sorprendido, pero si abatido. - Al utilizar vosotros su código pensé que tal vez había logrado escapar de la emboscada. Hubiera sido mejor para todos que hubiera intercambiado mi lugar con ella. - el académico se inclinó hacia la ventana, mirando al vacío unos segundos en un silencio solemne

La advertencia de hieronymus sobre los enemigos que le acechaban revitalizó de nuevo al académico, que comenzó a revolver de nuevo entre sus papeles, aunque su voz cuando habló sonaba muy cansada. - No merece la pena. Durante la celebración no permitirán que ninguna nave abandone el planeta, y no nos quedan muchas horas por delante. Lo mejor que puedo hacer es contaros todo lo que pueda antes de quedarnos sin tiempo. -

también queremos saber todo lo que pueda decirnos sobre el Viudo y los Haarlock

- ¿ya han oído algo? bien, eso nos ahorrará tiempo. -

- Lo primero es a quienes nos enfrentamos. Se hacen llamar a sí mismos los Peregrinos de Hayte. Son una horrible secta de mutantes, su único propósito es eliminar a toda la Humanidad o transfigurarla en las mismas horribles formas de carne corrupta que son ellos. - miró hacia Artemius, que aún sostenía el sello roto de la inquisidora - si se han encontrado con Karkalla por fuerza tienen que haberse cruzado con ellos. Han manipulado a unos traficantes de bestias del sector para poder camuflarse entre ellos y poder entrar al planeta en masa sin llamar la atención. La mayoría son insignificantes, pero este es de quien debemos preocuparnos. - el académico sacó un trozo de pergamino, pero vuestra expectación dio paso a una ligera decepción al encontrar solo un boceto hecho a mano del conocido hombre con la máscara de garza.

- Ya sabrán que entre los mutantes hay quienes son capaces de influir en el inmaterium, brujos. Este hombre es uno de ellos, y uno especialmente poderoso, ya que con sus poderes logró tendernos una trampa. Apenas sabemos nada sobre él salvo que lidera en las sombras a los demás mutantes del planeta. Pero tras nuestra derrota comencé a investigar a través de las pistas que habíamos reunido... -

De nuevo, el académico continuó revolviendo entre páginas y pergaminos, mostrándoos de vez en cuando ilustraciones o textos que solo llegabais a entrever a medida que explicaba. - el Viudo es una especie de guardián, un centinela del planeta contra los enemigos de sus amos. No puedo imaginar cómo lo hicieron los Haarlock, o si lo encontraron así, pero de algún modo esa máquina o criatura se alimenta de la energía que emite un evento cósmico en esta zona del espacio. ¿Han oído hablar del Festival del Destino Incierto? Es lo que se celebra ahora mismo en este lugar. Dentro de poco comenzará un eclipse aparentemente inexplicable que se repite de forma constante en el tiempo. El comienzo del eclipse lo señalará la primera campanada en el coto de Gabriel Haarlock, la mansión principal en el centro de la ciudad, y 13 horas después el eclipse alcanzará su cenit. -

- Este es el momento que están esperando los peregrinos de Hayte. De algún modo pretenden hacerse con el control del Viudo, y usarle a él o la energía cósmica que lo mueve para matar y mutar a todo lo que esté a su alcance. Solo puedo hacer suposiciones, pero en el mejor de los casos todo el planeta está en peligro, y en peor caso estaríamos ante una amenaza capaz de afectar a gran parte del sector, las consecuencias son inimaginables. -

El académico hizo una última pausa, hablaba con tanta emoción y preocupación que había comenzado a sudar, pero antes de terminar, esbozó una sonrisa - Pero no he estado aquí atrapado las últimas semanas en vano. Me he remontado a los documentos y leyendas más antiguos, y he descubierto que el Viudo tiene un punto débil, por el cual debería poder ser destruido. - sin embargo, a continuación pareció muy abatido - Lamentablemente, no he descubierto cual es ese punto débil. Podría acceder a más información en la biblioteca privada del coto de Gabriel, pero solo se puede entrar con invitación expresa. -

Lady Melua se había mantenido en todo momento oculta tras Artemius, aferrada a sus ropas como si pudieran protegerle del peligro. Durante la conversación había mirado alternativamente al académico y a los acólitos, comprensiva ante algunas cosas y visiblemente confusa ante la mención de otras.

Se había hecho el silencio con la última sentencia del académico cuando Lady Melua alzó la voz por primera vez desde que conociera vuestra identidad. - Yo... yo tengo invitación. -

Para reforzar sus palabras, sacó con sus temblorosas manos un papel dorado de su bolso de mano. Una reluciente invitación para la dama y cualesquiera acompañantes que deseara llevar consigo. Visiblemente intimidada, sacó fuerzas para seguir hablando y, tal y como si se presentase de nuevo, dijo - Soy Du'Landra Melua, bisnieta de Du'Landra Titus, hijo de Du'Landra Darius y la quinta hija de un descendiente del linaje exiliado de Marcus Blade Haarlock, Olenna Haarlock. -

Había escuchado la deliciosamente ordenada exposición den Académico sin mudar de postura, pero la vocecilla de la mujer le hizo girar la cabeza para mirarla. Luego miró de reojo a Hieronymus y no pudo evitar una risita; seguro que al paranoico arbites aquella casualidad le parecía demasiado buena para ser cierta... o libre de sospecha. ¿Aquella impertinente jovencita (y su hermano desaparecido) era de la sangre de los Haarlock?

Volvió de nuevo la cabeza hacia Artemius, asintiendo levemente. -Al final ha sido una suerte no haberla echado, Lady Du'Landra -dijo, sin mirarla, a la noble. -Al final nos traeré usted suerte.

Como siempre todo se iba complicando, o se acabaría complicando que al final era lo mismo, no creía en las casualidades, y que la mujer y su hermano fueran Haarlock no me daba buenas vibraciones, ya lo había advertido antes, esa mujer escondía cosas y esta era la confirmación de ello, malhumorada me dirigo al grupo sin centrarme en ninguno en concreto, suerte, no lo digas muy fuerte, veremos cuantas sorpresas más nos trae esta mujer...

Isolda se mantuvo callada mientras que el académico hablaba y el mero hecho de escuchar el término "secta de mutantes" ya hizo que quisiera matarlos a todos; pero no podía hacerlo porque carecía de la capacidad para ello, así que tendría que contentarse con frustrar sus planes o morir en el intento, que era a lo que se resumía su papel como acólita de la inquisición.

Brujo y mutante, lo tenía todo para acabar con una bala de bolter en la cabeza antes de que explotara, pero ahora no podía hacerlo, no lo tenía a tiro ni tenía su bolter.

-Entonces el Viudo es el guardián y a la vez el que puede destruir el planeta o parte del sector. Si lo destruimos podemos provocar lo que queremos evitar. Creo que antes de hacer nada deberíamos de saber qué quieren hacer esos mutantes para impedírselo y hacer justamente lo contrario. Si quieren destruir al Viudo, lo defendemos, si quieren usarlo, lo destruimos.

Al escuchar la voz de Lady Melua, Isolda giró el rostro hacia ella con una ceja alzada en gesto de sorpresa y confusión.

-Entonces ya sabemos por qué quieren a su hermano -sentenció la Sororita- si la Viuda Dorada requería de sangre de los Haarlock, puede que el Viudo la requiera para ser corrompido o usado por esos herejes. Creo que ahora mismo tenemos que protegerla a ella también, pero si además tiene una entrada y podemos adentrarnos en la biblioteca de la mansión...

En ese momento empezó a echar de menos a Urtzi y sus capacidades académicas y para encontrar datos interesantes entre un mar de documentos y cogitadores que parecían infinitos e incomprensibles para Isolda.

- Soy Du'Landra Melua, bisnieta de Du'Landra Titus, hijo de Du'Landra Darius y la quinta hija de un descendiente del linaje exiliado de Marcus Blade Haarlock, Olenna Haarlock - dijo la mujer mostrando la invitación dorada.

El arbites asintió, con la misma severidad con la que hubiera respondido si hubiera dicho "soy la gobernadora planetaria" o "tengo una bomba atada al pecho".

- Señora, me temo que mucha gente está deseando mutilaros, mataros y emplear vuestros restos y quizás no en ese orden. Quizás el sitio más seguro para vos sea que continueís sin apartaros de quien empuña el sello - señaló a Artemius con un gesto de la cabeza -

- Señor ¿podemos marcharnos? ¿sería posible que cambiaraís vuestro aspecto? ¿quizás querríais que yo llevara vuestra túnica? por vuestra seguridad - ofreció Hieronymus al Académico - así sois facilmente identificable y un blanco fácil.

- Por otro lado, aunque no podamos salir del planeta, quizás podríamos ocultarnos en un lugar menos obvio, uno en el que vuestros enemigos no os esperen - descripción que probablemente cubría cualquier lugar menos la Biblioteca, donde el sabio parecía casi haber establecido su residencia durante días.

El arbites hablaba con sinceridad aunque sintió una chispa de cruel felicidad al acobardar a la mujer. Por otro lado, el autoproclamado defensor de la dama parecía, una vez más, iluminado por la sonrisa de la Dama Suerte. Quizás la fortuna del grupo cambiara de ahora en adelante, aunque el arbites, paranoico y pesimista por naturaleza dudaba que así fuera.

Artemius se aferró al sello marchito de Karkalla mientras escuchaba las replicas de sus nuevos compañeros. Ninguna de ellas le sorpredió.

Cuando Lady Melua descubrió su identidad esbozó una ligera sonrisa

-Toda una suerte, si...-replicó al escuchar el comentario del adepto de Marte- Bueno, parece que tenemos un plan para entrar en ese lugar. ¿Nos hacemos pasar por el séquito de la bella Melua, no?-

Ante el plan de Hieronymous el psíquico no pudo más que expresar su aprobación

-Lo de cambiar la ropa me parece adecuado. Es más, si tenemos unas cuantas túnicas como la suya- señala al académico- podríamos jugar al trile con posibles asesinos...

El académico estaba extasiado ante la declaración de Lady Melua, y aunque secundó brevemente la mención de Hieronymus sobre que la dama no estaría segura al poseer sangre de los Haarlock, casi no lograba esconder la emoción por poder entrar a examinar los libros en el coto de Gabriel Haarlock.

- Los peregrinos de Hayte necesitan al viudo vivo y entero, por lo que nuestra prioridad debería ser destruirlo. Ahora que ya saben todo coincido con ustedes, vayámonos. Ni siquiera ellos podrán entrar como si nada en el coto privado. Aunque yo no me preocuparía, les he evitado durante días y no han sido capaces de encontrarme. -

Las últimas palabras del académico se vieron interrumpidas por un súbito escándalo tras vosotros. Por el extremo más alejado de la habitación acababan de entrar varios individuos desgraciadamente conocidos, todos cubiertos con túnicas y ropas de inferior categoría y las caras tapadas por máscaras de morro puntiagudo imitando la máscara de garza del hombre al que ya conocíais.

Había tres de esos hombres, y al frente de todos ellos otro más, con una máscara tan real que su rostro parecía desfigurado, aunque tras las palabras del académico Séptimus comenzabais a creer que tal vez era así en realidad. El escándalo se debía a que al cruzarse con un viejo y apolillado servidor bibliotecario sordo y mudo en su labor rutinaria de colocar libros, lo habían arrojado al suelo y aplastado repetidamente con sus pies, probablemente con intención de llamar deliberadamente vuestra atención.

Antes de comenzar a hablar, el "hombre" que presidía a los demás enmascarados imitó una burlona reverencia, al mismo tiempo los otros tres levantaron sus máscaras para permitiros ver sus rostros desfigurados y cubiertos de cortes. - Un impresionante esfuerzo, seres inferiores, pero ya es hora de que los peones sean sacrificados. - con cada palabra, que pretendía imitar la cortesía, su voz arrojaba un profundo desdén y desprecio. - Entregad al anciano de los pergaminos, y tal vez salgáis de aquí con vida -

Todos tus sentidos se ponen alerta de golpe. El que había hablado era un brujo y no se estaba esforzando lo más mínimo por ocultar o contener su poder. Tal vez no fuera terriblemente poderoso, pero sin el entrenamiento de la Psykana y sus rituales de sancionamiento, sabes perfectamente que su poder sería superior y más descontrolado que el de un psíquico corriente; y las consecuencias si cometía un error al alterar la disformidad tan descuidadamente no serían pequeñas...

La irrupción de aquellos herejes en la sala cogió a Artemius por sorpresa. 

-Pensaba que tendríais mejor seguridad en un sitio como este- dijo dirigiéndose al académico mientras daba un par de pasos hacia delante para cubrirle a él y a lady Melua- Permaneced detrás de nosotros. Nos encargaremos de estos sacos de escoria.

Sus sentidos le avisaron de la peligrosa naturaleza de aquel engendro y no pudo más que lanzar una media sonrisa ladina.

-Vaya, parece que por fin estáis de suerte- dirige sus palabras a los acólitos en la sala- Sobre todo tú, flequillo recto. Esta miasma de disformidad- desenfunda su espada y señala con el filo al hombre de la máscara de pájaro- Es un brujo adorador de los poderes ruinosos. Os aconsejo ir a por él primero, si lanza un hechizo y no le sale bien, lo cual es más que probable, la disformidad nos tragará a todos. Vamos a acabar con él y sus heréticos compañeros. 

Antes de que comenzará la refriega Plex invocó los poderes disformes para aumentar sus capacidades de combate.

-Meo poruenit dicere mihi tum... 

De pronto su mente empezó a percibir destellos del futuro. Flashes de aquello que podía ocurrir. Le sería muy útil para conocer los pérfidos ataques de sus enemigos...

Asintió ante las palabras del académico pero no pudo evitar darse la vuelta con un movimiento rápido y sacar el láser de duelo en una soltura y precisión más fruto de la práctica que de un pensamiento en concreto.

-Ven a por él si soy tan inferior -escupió con una sonrisa Isolda a ese mutante que se las daba de importante. Con esos no tenía que contenerse, no tenía que hacer nada que no fuera purgarlos a todos en nombre del Emperador mientras que sus compañeros protegían a los otros presentes y no pudo evitar responder a Artemius- sí, creo que al final mi paciencia y mi fe han sido recompensadas.

Alzó la pistola y disparó tres tiros muy rápidos con el arma que había comprado a cambio de unas balas de su bolter. No tenía esa fuerza, ese tirón que daba con cada disparo y al que estaba acostumbrada; pero no podía quejarse de que funcionara mal.

Se habían acabado las palabras, ahora era el momento de la acción, y en eso poco les tenían que decir, el entrenamiento efectuado en la academia les servía para mantenerse alerta en todo momento y actuar de forma automática ante cualquier amenaza, no había hablado aún Artemius cuando Isolda y yo misma disparamos nuestras armas de fuego sobre el que parecía el líder de los mutantes que avanzaban hacia ellos.