Partida Rol por web

Era un día bastante caluroso para ser otoño. A pesar de ser mediados de Noviembre, en las montañas donde se desarrollaba el campamento hacía tranquilamente unos 22ºC. Estabas ahí en un campamento interescolar (de varios institutos) en mitad de la naturaleza, todo lleno de árboles y demás. Todo estaba tan tranquilo, y comenzastes a participar en las actividades que se desarrollaban. 

Serían las 11 de la mañana, cuando comenzó la actividad de orientación. Ibas pensando en tus cosas, cuando de repente... a tu móvil llegó un mensaje que decía: "¿quieres una aventura de verdad?" Le disteis al icono que decía que "Sí", creyendo que era una broma.

De pronto una luz te cegó, de entre los árboles pareció que salía una ola de... un agujero de luz? Fuiste absorbido por dicha luz, perdiendo la consciencia. Cuando te despiertas, ves que estas en mitad del bosque, pero al incorporarte, notas que... ¡tienes otro cuerpo! Un grito salió de tu boca, notando después que estas solo.

Dante se había preparado todo lo necesario para la excursión al monte: chaqueta, otra camiseta de manga larga y una buena guarnición de comida. Pasó por delante del espejo para ver que llevaba el pelo "decente" y decidió que este sería otro de esos días en los que no necesitaría peinarse siquiera. Su pelo, de un color marrón oscuro, estaba algo despeinado por las ligeras ondulaciones, pero al menos no estaba enredado. Realmente agradecía no tener que pasar demasiado tiempo acicalándose para estar mejor, ya que no estaba nada mal: cejas perfiladas de forma natural y sin apenas barba. Por no contar con sus elásticos mofletes...

Sin embargo, al salir de casa se sorprendió al ver el buen tiempo que hacía. Quizás habría sido buena idea informarse del día que haría con los servicios meteorológicos... ¡Viva su despiste! Por suerte había optado por su conjunto favorito (además de lo del macuto): una sudadera bajo la que llevaba una camiseta de manga corta que le salvaría de un sofoco asegurado.

Le encantaban las actividades al aire libre, ya que le ofrecían la oportunidad de conocer a nuevas personas y demostrar sus dotes como superviviente nato, por lo que no dudó en apuntarse a todas ellas.

Cuadrando la espalda y andando como si le hubiesen metido un palo por el trasero comenzó su caminata en la carrera de orientación. "Esto está chupado". Sin embargo, un tono en el móvil hizo que se descentrara, sacando el aparato para ver de qué se trataba. -Bah, seguro que es otra broma de Bacho- murmuró con una sonrisa de complicidad mientras le daba a la respuesta "Sí". ¿De qué se trataría esta vez?

Algo así como un flashazo hizo que cerrara los ojos con fuerza, y viendo que esto no era suficiente también se cubrió con los brazos. ¿Qué estaba pasando? Sus pies se arrastraban por el suelo como si algo estuviera tirando de él. Trató de resistirse, pero una fuerza superior le succionó. Ni siquiera pudo gritar.

Todo estaba oscuro. Le dolía todo el cuerpo. -Aiiii...- poco a poco parecía ir recobrando la conciencia a la vez que abría con lentitud los ojos. -¿Qué...?- solo recordaba aquel fogonazo de luz, como si todo el cuerpo de la CIA estuviera buscándolo y enfocaran sus potentes linternas hacia él y después... después... Fue como si le tragara una aspiradora. -Potente aspiradora-. Ya sentado en el suelo se rascó la cabeza para tratar de despejar las dudas de lo que había ocurrido. Pero... había algo diferente.

Su mano no rascaba como debería. No notaba los dedos bailar con naturalidad sobre su pelo. Y su pelo... ¡Ya no estaba! Pero sí notaba dos grandes orejas. ¿Orejas? -Eh..........- se llevó las dos manos a las orejas, palpándolas y estirándolas hasta hacerse daño para asegurarse de que eran suyas. ¡No podían ser suyas!

Echó un vistazo a su alrededor para después bajar la vista hacia lo que ahora parecía ser su cuerpo. -¡NO!- se lo palpó al igual que había hecho con las orejas. ¡Ahora era un enano! ¡Y azul! Y con orejas raras que parecían captar perfectamente los sonidos de su alrededor... Olfateó el aire como si fuera un perro y se puso bizco al darse cuenta de la gran nariz de perro que tenía.

Se puso en pie, primero tambaleante y cayendo unas cuantas veces hasta que se acostumbró (más o menos) a su tamaño, y marchó hacia un lugar en el que oía el arrullo del agua para beber un poco y tranquilizarse. A lo mejor se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza y su reflejo le diría que todo estaba bien...

Sin embargo, cuando encontró el riachuelo y se inclinó sobre su superficie, un perro azul de ojos ambarinos le devolvió una mirada ojiplática mientras se palpaba los mofletes. -¡AAAAHHH! Soy... soy...- iba a decir "un perro enano y pitufo", pero algo en su interior le dio una respuesta diferente: su nombre. -Soy Gaomon- ni siquiera se reconocía, pero cuando lo dijo sintió seguridad.

Gaomon, ese era él. -Ah no no no no no no no- ¡no podía estar tan normal! -¿ALGUIEN PUEDE AYUDARME?- viendo que no había nadie alrededor que escuchara sus gritos decidió ponerse en pie y buscar ayuda en algún lugar.

Tus gritos no llegaban a oidos de nadie, o eso pensastes al comienzo. Decidistes continuar por el bosque, a ver si encontrabas un río o algo así, lo mismo te encontrabas con alguien, o un chapuzón te despertaría del sueño en el que creías poder estar. Mientras avanzabas, te pareció notar que la tierra retumbó, aunque no le distes importancia porque despues de ese temblor no pasó nada más. 

Al cabo de un par de horas andando, llegastes a un río, el cual parecía que el agua estaba fresca. Decidistes beber para saciar tu sed, pero cuando ibas por el segundo sorbo, algo salió de entre los árboles, un dinosaurio negro con varias cicatrices, y se le veía con muy malas intenciones.

Decidió internarse en el bosque para continuar el camino. Al menos podría encontrar algo para comer.

Aunque al principio le costaba mantener el paso no tardó en acostumbrarse a su nuevo cuerpo. Resultaba hasta familiar. ​"Extraño"​, pensó irónico con un atisbo de sonrisa. No estaba seguro de si sería parte de una alucinación y en realidad seguía desmayado, pero quería disfrutar y explorar un poco de aquel rincón de lo que pensaba que era su imaginación.

Se subió a algunas ramas más bajas de los árboles para tratar de ver algo más allá, pero no vio nada más que un gran amasijo de hierbas, diversas plantas y árboles. De pronto, un temblor hizo que casi se cayera, por lo que al final decidió continuar el camino a ras de tierra, viendo una gran variedad de flores que no perdía oportunidad de olisquear. Olores diferentes y nuevos. También cogió algunas frutas que le parecían más o menos familiares y deliciosas (aunque fuera en apariencia) para hincarles el colmillo más adelante.

Finalmente el bosque se abrió para dar paso a un río de agua cristalina. Sin dudarlo un momento se lanzó de cabeza a pegar varios lametazos. El agua fresca pareció devolverle las fuerzas y aclarar su mente, al menos en parte. ¿Qué tendría que hacer ahora? Antes de llegar a dar el segundo sorbo apareció un dinosaurio negro bastante feo que hizo que se irguiera en el momento, esperando en posición de ataque como había aprendido: con la espalda recta, cuerpo ladeado, los pies dibujando una línea recta y separados para mantener el equilibrio, con las rodillas ligeramente flexionadas y los puños en alto. Huir de esa cosa iba a ser difícil si comparabas estaturas. Además, estaba dispuesto a medir su capacidad en ese lugar.

​-¿Vas a atacarme porque quieres esta fruta tan deliciosa?-​ preguntó con un atisbo de sonrisa y mirada desafiante. -Antes tendrás que vencerme-​ esperó hasta el último momento para esquivar el posible ataque del dinosaurio y saltar hacia adelante para asestarle empujar con ambos puños la mandíbula superior, para cerrarle la boca de golpe . Aprovechando la fuerza que haría para abrirla se impulsaría hacia arriba para asestarle más puñetazos en los ojos.

Aunque tu ímpetu era valeroso, un solo rugido de ese dinosaurio negro casi hace que te levante del suelo, por no hablar del dolor de oídos que se te levanta de pronto. Cuando te das cuenta, un potente coletazo que hace que casi pierdas el conocimiento te manda hacia el otro lado del río. Mientras intentas levantarte, ves como ese ser atraviesa el río, listo para acabar contigo; piensas en ese momento que alguien te salve, o que es una pesadilla y que quieres despertar, pero el dolor es real. Cuando ese bicho iba a rematarte, una potente descarga eléctrica lo aturde, para luego una bola amarilla dejarlo noqueado. Cuando te das cuenta, te han cogido cual saco de patatas y ... ¡estas volando!

Miras hacia arriba, y ves a tu salvador.

Aunque las intenciones de Gaomon estaban llenas de valor (o más bien se trataba de un acto temerario) estaba claro que daba igual. En cuanto el gran dinosaurio negro lanzó su rugido se tuvo que agarrar las orejas con fuerzas para taparlas, aun así era tan potente que retumbó todo su cuerpo. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que le venía encima un coletazo del dinosaurio hizo que el pequeño perro azul se viera lanzado por los aires. El aliento se le cortó tras un fuerte golpe que de poco le deja inconsciente. Creía que tendría más fuerza, pero estaba claro que no era más que un cachorro, al menos eso parecía.

Apenas había logrado recobrar la conciencia tras el golpe. ¿Iba a morir allí? Gruñó un poco mientras intentaba ponerse en pie inútilmente. Si era un sueño era el más vívido que había tenido en su vida... En esos momentos dudaba incluso de que fuera obra de su imaginación, no creía que tuviera tanta como para crear cosas así. Pero si era de verdad, ¿por qué ese dinosaurio negro le atacaba así de repente? Aparte de defender lo suyo, ¡no le había hecho nada! -No...- no quería morir. Aunque no entendiera nada no quería morir. Sin embargo parecía que ese momento estaba cada vez más cerca. Apretó los dientes, maldiciéndose por no ser más fuerte en esos momentos, aunque fuera al menos para poder salir huyendo.

Ya estaba cerca. Su tiempo en ese extraño mundo iba a terminar tan pronto como había comenzado. Una lástima no haber podido conocer nada más. Se obligó a sí mismo a no cerrar los ojos. Si debía morir en esos momentos lo haría con orgullo de haber intentado luchar. Justo en ese momento unos rayos emanando del dinosaurio llamaron su atención y poco después se estrelló contra él una bola amarilla que lo remató. Trató de seguir la dirección por la que había aparecido para entender lo que estaba sucediendo, pero en ese mismo momento algo o alguien lo cargó y comenzó a volar. ¡A volar! Tras lanzar un grito de sorpresa miró hacia arriba y vio una especie de persona demasiado tapada y posiblemente haciendo un cosplay de brujo. -¡Oye tú!- comenzó a removerse al principio pero paró al ver que no era buena idea (al menos no en las alturas) -¿Qué quieres de mí?

El extraño te mira, mientras bajan a unas montañas. Una vez en el suelo, te deja despacio en él.

- Lamento haberte llevado así, pero apenas te tenías en pie. Soy Wizardmon. Uno de los guardianes del digimundo. (comienza a caminar, y te indica que le sigas) Estamos en una guerra, los señores demoníacos digimon estan intentando aniquilar este mundo, y los 4 guardianes no están. (llegais a una puerta entre las rocas. Wizardmon la toca y ésta se abre) Hubo una profecía, en la cual decía que cuando este mundo esté por colapsar, unos niños llegados de otro mundo vendrán para protegerlo. (te mira) Aunque se esperaban a 8. No ha venido nadie más contigo?

Os adentrais en la montaña, y logras ver que hay muchos digimons de muchos tipos, muchos te suenan, otros no. Pero lo que más te sorprende, es que la mayoría, son pequeños, del tamaño de pollos.

- Debes ayudarnos, solo así, restaurando el equilibrio de este mundo, podrás regresar al tuyo, Gaomon. Oh sí, ese es tu nombre. Hubo antes que tu, y de hecho, de los antiguos, quedan 3. Dos de ellos no sé muy bien donde están, y el tercero... ha caído en las sombras. Debemos recuperarlos, pero para ello, tienes que aprender a utilizar tus poderes. Si luchas como cuando te encontre con ese DarkTyrannomon, no duraras mucho tiempo.

Una vez aterrizaron todavía le costó unos segundos el lograr mantenerse en pie sin tambalearse. El extraño ser que le había llevado por los aires se presentó como Wizardmon. -Gracias- murmuró no muy convencido a pesar de que le había salvado de aquella cosa. Ante la indicación de Wizardmon, Gaomon le siguió sin protestar, sintiendo cada vez mayor inquietud. Digimundo, digimons, señores oscuros y 4 guardianes... Todo sonaba demasiado extraño, pero trataba de darle forma o al menos intentar entender algo. -No entiendo muy bien- se miró las manos enguantadas -¿por qué yo y cómo he viajado aquí? ¿Y qué es exactamente "aquí"? Tampoco entiendo por qué mi cuerpo ha cambiado. Cada vez tengo más preguntas y no sé en qué orden formularlas. Odio ignorar contra quién o qué me enfrento. Esos guardianes de los que hablabas, ¿por qué no están?- el digimon abrió una puerta simplemente tocándola y habló de una profecía de la que se suponía que formaba parte. Gaomon le devolvió la mirada desconcertado. -¿Ocho niños? Que yo sepa he venido solo. Al menos desperté solo... Después solo vi a ese dinosaurio y ya llegaste tú.

Gaomon se quedó inmovilizado cuando se adentraron en la montaña ante la visión de tantas criaturas pequeñas. -Esto parece una guardería...- murmuró con asombro. Guardó silencio de nuevo al enterarse de la nueva noticia: solo ayudando en ese mundo conseguiría volver al suyo. -Gaomon, ¿eh? Al menos es un nombre chulo. ¿Entonces ya no me llamo Dante? Quiero decir, a la hora de presentarme y eso... soy Gaomon para todos, ¿no?- no terminó de enterarse del todo de aquellos que fueron antes que él y otro que no se qué de que se fue al lado oscuro, pero tampoco era de su incumbencia. Él era él y punto, aunque ahora tuviese un cuerpo diferente. Sin embargo, de las explicaciones de Wizardmon sí hubo un par de cosas que le llamaron la atención: la primera, que tendría poderes y eso solo podía suponer que molaría mucho; y la segunda, el nombre del dinosaurio al que patearía el culo en algún momento de su vida cuando consiguiera ser más fuerte, DarkTyrannomon.

-Muy bien- asintió con una animada y fiera sonrisa a la par mientras chocaba el puño contra la palma de su mano. -Estoy preparado para ese entrenamiento.

¿por qué yo y cómo he viajado aquí? ¿Y qué es exactamente "aquí"? Tampoco entiendo por qué mi cuerpo ha cambiado. Cada vez tengo más preguntas y no sé en qué orden formularlas. Odio ignorar contra quién o qué me enfrento. Esos guardianes de los que hablabas, ¿por qué no están?

- El quién y cómo, es un misterio. Solo sabemos que son elegidos, no sabemos que pautas. Con respecto a los guardianes, tampoco sabemos qué ha sido de ellos, pero no me sorprendería que los señores demoníacos estén detrás de esto.

Mientras habla, otro digimon con forma de pajaro rosa, llega y le dice unas palabras, para luego irse.

¿Entonces ya no me llamo Dante? Quiero decir, a la hora de presentarme y eso... soy Gaomon para todos, ¿no?

- Exacto, no sabemos que otros digimons pueden estar al servicio del mal, si descubrieran que eres un elegido, centrarían sus esfuerzos en tí. Por ahora descansa y come  un poco, ese coletazo fue muy fuerte y si no te mató, fue por pura suerte.

Entonces sabían casi tan poco como él. Eso no ayudaba a que se tranquilizara precisamente. Pero al menos se ofrecían a entrenarle y quizás se volviera tan fuerte como para ser capaz de protegerlos a todos sin la ayuda de los otros supuestos niños elegidos que a saber si habían llegado o no.

-Oye, pero... Si esos supuestos niños han llegado y tienen que llamarse como el digimon que son, ¿no será un poco imposible dar con ellos?-. En cuanto Wizardmon le aconsejó descansar, casi automáticamente un gran bostezo salió de su boca. No sabía si por el hambre o por el cansancio. Como fuera, lo primero sería llenar el estómago. -¿Y qué coméis aquí? ¿Tenéis pizza?

Wizardmon le pide a uno de los digimons que te lleve al comedor, el cual era un digimon que se presentó como Tapirmon.

Te llevó al comedor, donde había un poco de todo: fruta, verdura, panecillos, fideos,... Despuás de que comieras te recomendó que te fueras a dormir, que ya era muy tarde.

A la mañana siguiente, te despertastes como nuevo, aunque al ver tu cuerpo la esperanza de que todo hubiera sido un sueño se desvaneció. En ese momento suena una alarma, y ves a varios digimons dirigirse hacia una dirección.

Una especie de armadillo le acompañó hasta el comedor por orden de Wizardmon. Gaomon no dudó en obedecer, sobre todo habiendo comida de por medio y, aunque no había pizza, dio buena cuenta de la comida que pusieron ante él, pidiendo muchas veces incluso repetir.

Ya con el estómago lleno y agotado tras la experiencia tan cercana a la muerte que había pasado ese día, abrió la boca en un sonoro bostezo cuando le indicaron que era momento de ir a dormir. Tal y como había hecho a la hora de acompañar a Tapirmon hacia el comedor, dejó que le indicaran dónde debía ir a dormir.

Abrió los ojos todavía algo perezoso de despertarse y todavía dio unas vueltas en la cama antes de decidir ponerse en pie. Miró sus cortas patas cubiertas de pelaje azul... No le quedaba otra que admitir que se había convertido en otro ser, por mucho que le hubiera gustado que se tratara de un sueño. ¡Ya no podría deleitarse con la figura femenina! Ni siquiera sabía distinguir entre los digimones cuáles eran hembras y cuáles machos, y aunque lo hiciese los veía como peluches o incluso mascotas.

De pronto algo captó su atención, olvidándose de su drama personal: sonaba a algo parecido a una alarma, ¿sería una especie de despertador? Se sumó a la marea de seres que iban en la misma dirección, tratando de abrirse paso y preguntar al que le pareciera más amigable qué estaba ocurriendo.

Te diriges con los demas digimons hacian donde sonaba la alarma. Al llegar, ves como Wizardmon está hablando con otro digimon, que parece un león.

Wizardmon: Ogremon está haciendo de las suyas, según los informes ha emboscado a un grupo de 7 digimons.

Leomon: Ire a detenerle, pero necesitaré un poco de ayuda.

Wizardmon mira al grupo y te ve a ti.

Wizardmon: Gaomon te ayudará.

Ambos salís del refugio y os dirigís por los senderos de las montañas,  hasta que llegais a una parte donde veis como varios seres de color verde y otro más grande del mismo color están peleando contra unos digimons, de muchos tipos diferentes. De pronto, esos digimons derrotan facilmente a los pequeños, pero el grande termina de rematar al unico superviviente, haciendo que todos se lancen contra él, y uno de ellos se convierte en otro distinto.

¡Un león gigante y bípedo! Bueno, debía admitir que no era lo más alucinante que se había encontrado en ese mundo digital. Escuchó con atención la conversación, moviendo sus orejas para captar mejor el sonido, y cuando el león mencionó que necesitaba ayuda, ya estaba dando un paso al frente antes de que Wizardmon diera por hecho que le ayudaría. -Cuenta conmigo- dijo decidido.

Se puso en marcha junto al gran y peludo digimon sin hablar demasiado al principio, al menos hasta que decidió que llamarlo "gran león bípedo" no sería muy conveniente. -Soy Dan...- se mordió la lengua recordando que no podría seguir utilizando su nombre humano -diiiigo, Gaomon. Me llamo Gaomon, ¿y tú? Por cierto, ¿quién es ese tan Ogremon del que hablabais y por qué está atacando a otros digimons? ¿Es de esos oscuros malosos de los que me habló Wizardmon?- tras sus preguntas trató de hablar de cosas triviales o simplemente guardar silencio. No sabía si podría conocer su condición.

Como fuera, sin duda llegaron a su destino cuando vio semejante campo de batalla. -¿Quiénes son los malos?- preguntó dubitativo mirando ambos bandos, aunque creía conocer la respuesta.

Puedes ver claramente como esos digimons comienzan a pelear, y aunque a tu inexperto ojo ellos no le hacían ni cosquillas, salvo por el Digimon amarillo de 9 colas, se defendían como podían. El tipo verde grande no estaba teniendo un buen día, y al ver que León no hacía nada, sino que se cruzó de brazos, observando, no sabías bien que hacer, hasta que notaste a que el que parecía un cerdito naranja con alas, al intentar levantar a uno de sus compañeros, reparo en vuestra presencia.

Seguía sin estar seguro de quiénes eran los buenos y quiénes los malos, pero pasaba de seguir esperando allí arriba, observando lo que pasaba, cuando podía bajar ahí y actuar. Confiaba en su instinto, él le ayudaría a distinguir de parte de quién estaba cuando llegase al lugar de la batalla.

La batalla estaba avanzando considerablemente mal para el tipo verde. Algunos decían no se qué de BanchouLeomon y mirastes a tu acompañante, extrañado. En su gesto había una cara de incredulidad aparente, asi que os quedasteis aun mirando. Cuando ibas a bajar, notas que del digimon púrpura que parecía un dinosaurio pequeño con alas, le sale un aura negra y se transforma en otro bicho aun más grande, con ojos rojos como la sangre.

La situación parecía que la tenían controlada, pero algo te decía que ese digimon negro, podría daros problemas.

¿Y ahora qué estaba pasando? No le transmitía nada bueno lo que acababa de pasar... Miró hacia Leomon esperando algún tipo de indicación, pero el gran digimon parecía tan dudoso como él.
-No se tú, pero esto me da mala espina. No voy a dejar a esos pequeños solos ante ese... esa... ¿cosa?- si no le había dado indicaciones antes, mucho menos parecía que fuera a dárselas ahora. Gaomon tenía claro que si le habían mandado a ese lugar sería por algo. ¿Podría hacer algo? Debía intentarlo.
Se impulsó con un gran salto, aprovechando su fuerza y ligereza para bajar más rápido y llegar cuanto antes junto a los demás.
-Tranquilos, he venido a ayudar- se apresuró a aclarar a su llegada. Levantó la vista hacia el que antes había sido un pequeño dinosaurio violeta. -¡Oye tú! ¿Amigo o enemigo?

El digimon negro comenzó a dar grandes golpes a la nada, pero luego se centró en los digimons que tenía enfrente. Uno de sus zarpazos golpeó al grande amarillo, volviéndolo más pequeño.

En ese entonces, todos los demás comenzaron a huir, salvo uno pequeño de grandes orejas, que le hizo frente para ayudar a sus compañeros.

— ¡Fox Terrier Helado! —sin embargo el digimon negro ni se inmutó con el ataque, solo se centró sus ojos negros en él, dejándolo paralizado. Tu también te quedastes parado a medio camino antes de llegar a ellos, aunque ellos huían en tu dirección. Cuando visteis que el digimon oscuro iba a rematar a ese pobre valiente, Leomon, que no se había movido ni un segundo, saltó a la batalla y con un rugido, lanzó su Puño Real, derribando al digimon, deshaciendo su transformación y deteniendolo.