Partida Rol por web

-Puede- respondo, sonriendo encantadoramente –Su marido parece bastante afectado. ¿No tendrá por ahí una botella de whisky o coñac?- le pregunto, de forma casual y aparentemente inocente –Para el té- aclaro, rápidamente –Creo que le irá bien. A usted la veo muy entera. Está claro quien lleva los pantalones en la casa- le guiño un ojo, pícaramente.

Alicia sostiene la mirada un instante evaluando la situación y responde: - Tiene licores en el salón.

Afirmo con la cabeza, aceptando la respuesta “seca” de la mujer. Voy a tener que usar mucho encanto con ella si quiero sonsacarle algo…

-Era muy amiga de la Señora Vock y de la señorita June, supongo- me lanzo al río y veré si consigo nadar en la corriente helada de esa reina de hielo –¿Hace mucho que se conocen, perdón, conocían?- le pregunto finalmente –Déjeme que la ayude. Aunque no lo parezca, no todos tenemos dos pezuñas por manos- sonrío encantadoramente a la señora Augé.

La frialdad de la Sra. Augé es un muro infranqueable, y despide respuestas acordes: - Deje, yo me ocupo. Volvamos al salón. - Tras esto, termina la infusión de su marido y retoma el camino de vuelta al salón con la infusión de su marido sobre una pequeña bandeja metálica mientras termina su respuesta. - En efecto, Sr. Currie. Éramos amigas, y desde hace varios años. Aprovechábamos para cenar juntos cuando nuestras agendas lo permitían.

Mientras mis amigos preguntan, yo me mantengo en silencio, y observo la estancia y a nuestros interlocutores. A pesar de los visibles nervios y misterios, a veces hay cosas que escapan a simple vista. Intento encontrar alguna.

Las agudas preguntas de Stradholm parece que dan en el clavo, y sabemos algo más.

-Desde luego que sus explicaciones nos han sido de gran utilidad... ¿podría yo abusar de su amabilidad unos instantes más? Prometo que no preguntaré nada más. ¿Qué podrían decirnos de June Kenyon? Creo que no tuvimos el placer de conocerla, al menos yo.

- Oh, ella es amiga nuestra... - Hace una pausa dirigiendo su mirada hacia su mujer, Alicia, que entra de nuevo al salón seguida de Leroy, y aceptando la taza que ésta le ofrece. - Gracias, cariño - le agradece -. Como le decía, ella es una buena amiga. Es heredera de una gran fortuna y mantiene una fuerte ilusión por ser cantante de ópera. Es una señorita muy amable y educada. Nos encanta conversar con ella en las veladas en casa de los Vock.

Mientras tanto, el Prof. Brush pasea por el salón con las manos en su espalda, escuchando y observando cualquier gesto, palabra fuera de lugar, documento a la vista... Pero nada. No hay nada allí que no sepa ya.

-De nuevo muchas gracias por su amable colaboración. Han sido ustedes de inestimable ayuda.

Me inclino a modo de despedida, asegurándome de que también todos los demás están dispuestos a marcharse. Ardo en deseos de compartir teorias con ellos.

Una vez fuera del alcance de ojos y oídos ajenos, les pregunto:

-Amigos, ¿qué pensáis de lo escuchado? Por mi parte creo que ha sido un buen hilo del que tirar, recogiendo algunos datos interesantes. Stradholm ha estado especialmente agudo en sus preguntas, sin duda... Leroy, ¿has averiguado alguna cosa más en tu paseo con la señorita?

- Demasiado directo, demasiado... incómodo. - Dije mirando a Stradholm, en tono de crítica, aunque en el fondo le admiraba. - Pero efectivo, al menos en este caso. Comparto su afirmación, Profesor Brush.

Y tras aquel intento de restarle importancia a Eric, me muestro dispuesta a escuchar a Currie.

El doctor parecía sumido en sus pensamientos, haciendo cábalas. Escuchó al profesor Brush y a Irina y alzó las cejas.

-Bueno, creo que hemos confirmado que Fearn estaba, de algún modo, fuera de lugar en aquella reunión-, comentó en voz baja a ambos antes de que Currie regresase a la habitación con la señora Augé. 

El alienista aprovechó la ocasión para susurrar algo al oído de Irina.

-Solo le he enfrentado a su mayor miedo-, dijo en un susurro. -¿Cree que le preocupa el matrimonio con su mujer? Tenga por seguro que lo único que le preocupa a ese hombre es mantener su parte en su fructífera empresa... ¿Cómo afectaría a los Augé el escándalo que levantaría en la prensa una infidelidad conyugal?-.

La pregunta tenía mucho de retórica.

-Nunca se deje incomodar ante una mentira. Le estaría cerrando la puerta a la verdad-, concluyó Eric sonriendo.

Como alienista, sabía que la gente se mentía a sí misma constantemente. Su consulta era un continuo ir y venir de gente que se autoengañaba para sobrellevar sus miserias personales. Aquel matrimonio era solo un ejemplo más para el doctor Stradholm.

Aguardó a que Currie se pronunciase al respecto. Aunque no hubiese conseguido información valiosa, el arqueólogo de sonrisa socarrona había sido muy útil distrayendo a la señora Augé. Además de destrozar zapatos, parece ser que tenía otros talentos.

Sigo a la señora Augé hasta el salón, como un buen chico, sonriendo amablemente, con las manos situadas a mi espalda. Espero a que mis compañeros terminen de hablar. Al menos parece que ha servido de algo que fuera a por la señora de la casa. Su fría y dura garra ha sido apartada de su marido por unos segundos. Cuando ya hemos salido de la casa y puesto distancia de por medio, me giro hacia mis compañeros.

-Que es un tempano de hielo. Eso he aprendido. Dudo mucho que tenga un amante… Y menos ese Fearn- respondo, decepcionado conmigo mismo. ¿Habré perdido mi Mojo entre las señoras?

-Vamos, que me lo creería más del marido que de ella. Y no sin motivo. Esa mujer es un iceberg andante. Por ejemplo, con la cantante de ópera. O la señora Vock. Dos almas perdidas buscando amor y calor… ya saben. Matrimonios desdichados, amantes apreciados- sonrío pícaramente.

- No subestime el poder del "tacto", doctor. Tirar de un hilo demasiado fuerte puede llegar a romperlo antes de sacarlo por completo. - Dije dirigiéndome a Stradholm, con tono de suave escarnio. - Por lo general, es más fácil sacar información cuando la víctima en cuestión no sabe que se la estás sacando. Si quiere, un día más tranquilo, debatimos el tema.

Tras decir aquello, me sentí extraña. ¿Realmente me imaginaba, sentada en un lugar cómodo y tranquilo, con una relajante taza de té, mientras conversaba animadamente con Eric Stradholm? Era un momento curioso para fantasear con algo tan "cotidiano" como aquello.

- No da usted puntada sin hilo, señor Currie. Precisamente nuestro nuevo amigo ha sido capaz de obtener una confesión del señor Augé.

Si quiere, un día más tranquilo, debatimos el tema.

El alienista rio abiertamente.

-Contacto "con tacto": Interrogue al sospechoso sin herir sus sentimientos. Sería un auténtico Best Seller, señorita...-. Stradholm alzó un dedo, hizo memoria. Esta vez no iba a fallar... ¿no?

-...Krilov-. El doctor acentuó la sonrisa y guiñó un ojo a la adivina con aire bromista.

Stradholm escuchó las apreciaciones de Currie, extrapolables al 75% de los matrimonios norteamericanos de clase media alta, como bien sabía el doctor. Asintió con media sonrisa mientras se ajustaba sus gafas de pasta y decidió efectuar una propuesta a sus compañeros de investigación.

-Oigan, ¿Qué les parece si echamos un vistazo en casa de Fearn? Sé dónde vive y no está lejos de aquí. Si no recuerdo mal, vivía con su madre. Tengo interés especial en hablar con ella sobre lo sucedido. ¿Qué me dicen?-.

-¿Es usted la señora Fearn?-, preguntó Eric empezando a intuir una personalidad autoritaria en las facciones de la mujer. -Soy el doctor Eric Stradholm. Usted no me conocerá de nada, pero soy un amigo de su hijo David. ¿Le ha visto recientemente?-.

Dado el semblante hosco y huraño de la anciana, Eric prefirió comenzar con pies de plomo. Preguntas cortas, concisas.

- ¿Y a qué viene aquí? - Lanza, llena de orgullo y desprecio, sin contestar a la pregunta del alienista de manera directa. - ¡No voy a permitir que vengan listillos a reunir información para usarla contra mi pobre David!

Sus modales son los propios de una madre en exceso confusa y protectora, usando la puerta como barrera protectora frente a una sociedad moderna e imparable que pretende derrumbar las tradiciones.

-Oiga, señora Fearn, nada más lejos de mi intención-, dijo el alienista mostrando las palmas de las manos en señal de sinceridad y haciéndose el ofendido.

-Veo que está al tanto del suceso en casa de los Vock... Sepa que mis colegas aquí presentes y yo estamos investigando lo sucedido porque algo no termina de encajar-.

Sutil forma de decirle a la anciana que no estaba ante enemigos o una prolongación de la policía del NYCPD.

-Mire, no somos abogados ni nada por el estilo. De hecho, temo decirle que dudo mucho que un letrado en su sano juicio acepte la defensa en el caso de su hijo. He hablado esta mañana con la policía y parece que lo tiene todo en contra, pero ¿sabe? Conocía personalmente a David y no puedo creer que cometiese el crimen del que se le acusa. Hemos querido visitarla para hablar con usted con la intención de esclarecer la verdad. Es todo, señora. Se lo prometo.

Pausa dramática para invitar a la reflexión. Eric se ajustó las gafas con parsimonia sin apartar la mirada de la señora Fearn.

-¿Notó algo raro en David en las últimas semanas?-.

- ¡Cómo se atreve! - Salta la furiosa madre.

Esa mujer es agotadora e irreflexiva, aunque por suerte, el Dr. Stradholm consigue aplacar en parte su ira desatada. Al cabo de un rato, se presenta como Ida, e invita a los investigadores a pasar a un modesto salón cuyos únicos elementos en él son un raído sofá verde, una mesilla con una radio y viejas fotos de antepasados familiares. Sentada y más tranquila, confiesa que cree que Vock intentará como venganza demostrar que está cuerdo, de modo que su hijo pueda ser juzgado y ejecutado.

- ¡Y por supuesto que no está loco! - El arranque de la mujer os causa un pequeño susto. - Alguien debe haberle drogado para hacerle herir a una persona de ese modo. O a lo mejor - sigue -, todos esos ricachones conspiraron juntos y mataron ellos a la chica en algún ritual orgiástico ocultista. - La lengua de Ida gusta de parlotear y presentar el mundo más allá de su puerta como una constante amenaza, aunque por suerte, sus emociones viajan en montaña rusa y de nuevo, se calman. - Miren, el Dr. Vock también pasó hace tiempo una mala época. De hecho, vivió aquí un tiempo, en la casa de invitados. Él y David se hicieron amigos rápidamente. Me gustaba el Sr. Vock, porque mantuvo su amistad con David después de casarse y hacerse rico. ¡Pero estoy segura que era algún tipo de trampa! - Nuevo susto y nuevo salto en el sofá. - David es un buen chico. ¡Es inocente! ¡Me da igual lo que digan! David... David tenía problemas para encontrar y mantener trabajos buenos, ¿saben por qué? ¡Porque era más listo que sus jefes! Con Williams* parecía más feliz al trabajar, aunque era difícil asegurarlo, porque siempre se guardaba para sí sus sentimientos... Oigan, no les veo tomar notas. ¿Esto servirá para algo?