Partida Rol por web

Sara intentando descolgarse de la mejor manera posible para atrapar al niño como rehén confía su suerte a una caída grácil y limpia, pero la suerte no está de su lado. Lleva ya un buen rato colgada de la mano izquierda y justo antes de que pase el niño, la balaustrada de mármol empieza a hacerse cada vez más resbaladiza. Cuando Sara mira hacia arriba para agarrarse mejor ¡el objetivo ya ha pasado de largo! 

La ballenera no quiere dejar pasar esta oportunidad de oro y se deja caer hacia la planta inferior, con tanta prisa que se tuerce un tobillo al tomar tierra. El dolor le hace perder la concentración y la caída es más ruidosa de lo que pretende. Todos los allí presentes, incluso el niño, miran hacia la dirección en la que una figura casi fantasmal se ha dejado caer desde la planta superior...

- ¡Maldita sea! ¿qué es esto?

El olor a humo, enmascara al de hierba mojada por la lluvia que a duras penas consigue entrar por la ventana. Pronto un calor irradia hacía todas las paredes de la casa y el fulgor anaranjado empieza a crear sombras alargadas que huyen por el pasillo. Dos disparos se oyen atravesando la pared intentando acertar a ciegas. Inconscientemente agacháis la cabeza mientras llegáis al descansillo que da a las escaleras.

Elian y Vladk descienden para llegar hasta la cocina, Matka va detrás escoltando al hombre que os ha contratado. Roseburrow tiembla como una hoja de otoño. Juraríais que se ha meado encima si tuvierais el tiempo suficiente como para prestarle atención. Lo que si podéis asegurar es que su cara está tan blanca como las paredes encaladas y permanece mudo como si hubiese visto a un fantasma.

Allí, en la cocina, casi nada parece haberse movido de lugar. La vieja ama de llaves sigue reposando su cabeza sobre un saco de patatas a modo de almohada, pero el mercenario ha dejado un charco de sangre algo más grande del que recordabais y un par de ratas se han acercado a mordisquearlo.

De pronto se hace el silencio de nuevo. Con vuestras armas prestas, miráis en todas direcciones, buscando un enemigo oculto tras alguna esquina esperando la emboscada. Pero la tensión de pronto se rompe por un ruido que viene de más allá del muro que tenéis enfrente. Como si un saco de patatas cayera en otra sala y justo después la voz cascada de alguien.

- ¡Maldita sea! ¿qué es esto?

Vladko está casi convencido de que se trata de la puerta que hay a la izquierda, se gira para mirar a Elian y este asiente con la cabeza. El sonido ha venido de allí, ambos estáis seguros. Os acercáis lentamente mientras pensáis que hacer ahora cuando Matka os hace una señal. 

- Cuidado, puede ser una trampa. Creo que nos están esperando al otro lado. - os susurra tras la máscara.

¡Pero que narices! ¡Maldito mármol! Tomando su pie y coreando, se esforzó no solo pore seguir invisible si no por procurar desaparecer más efectivamente de los ojos que pudieran distinguirle, y ocultarse relativamente esperando su siguiente oportunidad.

Ni siquiera creyó que podría reaccionar al verse en el aire mal preparada para caer, pero pese al dolor de su tobillo recorrió su cuerpo un torrente de sangre fría que le permitió quizás vivir solo unos segundos más - sombras, cobijarme... - pensó con todas sus fuerzas...

- localizada, piensa rápido, huir no es opción, un ballenero siempre cumple su misión o cae en el intento, puertas, escaleras, objetivo, orden directa... Podrías hacer algo?

Ir a la puerta y hacer ver que huyes es un juego arriesgado, pero su actual única carta... Por su respeto a Daud intentaría lo imposible, sabiendo que jugaba sin su mano habitual, esperaba tener poner de ases y que el no dispusiera de escalera de color... Apostar sin duda no era lo suyo.

Ya estaba claro que para conseguir algo en aquella misión tendrían que luchar palmo a palmo. Cada centímetro arrebatado el enemigo contaba. Elian, al igual que el resto de sus compañeros, lo habían aprendido por las malas en todas y cada una de las misiones anteriores. Ahora volvía a suceder. Un enemigo que les superaba en número y que jugaba con el terreno a su favor. Pero nada de eso les había detenido hasta ahora ni nada iba a conseguir que esta vez fuera diferente.

El asesino volvió sobre sus pasos y se apostó en el pasillo recostando su espalda en la pared, lo que le dejaba un buen ángulo de visión sobre la puerta dos. Envainó su espada corta y rápidamente comprobó que todo estuviera a punto en su ballesta.

- Vladko, el todo por el todo - dijo en un susurro levantando la vista hacia el tyviano - revienta la puerta de una patada y cúbrete. No podemos dejar que se lleven al niño - dijo moviendo su espalda de nuevo sobre la pared buscando la mejor postura para un certero disparo al menor movimiento. Sabía que el tyviano no se andaba con sutilezas pero en medio de aquel jaleo no tenía claro si su compañero le habría entendido o.... si tal vez tendría en su mente un plan alternativo.

Sea como fuere, alzó la ballesta de su brazo, la sujetó también con la otra mano para conseguir mayor estabilidad y aguardó.

Vladko no era de apostar. Maldita sea, de hecho las pocas veces que había dejado su destino al azar había terminado mucho peor que había empezado. Pero cuando escuchó aquella voz cascada al otro lado de la puerta habría puesto la mano en el fuego — un comentario muy apropiado considerando la actual situación de la mansión — la muñequita rota de Sara estaba haciendo de las suyas al otro lado. Así que chasqueó la lengua y dejó que su destino lo decidiera La Madre. Y a tomar por culo.

Asintió a Elian, desenvainó su espada para dejar que su compañero le cubriera la espalda con la ballesta y abrió la puerta* dispuesto a vender cara su piel.

-¡Y una mierda que te voy a dejar sin cubrir! -dijo la asesina con su encanto habitual. Apuntó con su ballesta hacia la puerta de la habitación. El Tallboy había sido un rival demasiado duro para ella, pero algo más mortal y menos metálico podría mandarlo al otro barrio sin problema.

Estaba preparada para dejar K.O. al primero que asomase la jeta por la habitación con intención de matarlos, aunque se reservaba el derecho a pensar que quizás podría ser Sara la que entrase, así que decidió dar un segundo de ventaja a su insconsciente para poder reconocer a quien estuviese del otro lado.

Música

La puerta que comunica la cocina con el hall se abre para recibir el disparo de un proyectil. La bala impacta contra la puerta a escasos centímetros de Vladko. El tirador es uno de esos mercenarios que apostado en las escaleras, a medio camino entre una planta y la siguiente, se aprovecha de la balaustrada para tener un punto de apoyo y cobertura.

Sara que apenas es una figura transparente intenta engañar al guardaespaldas del niño pero este no se deja engañar y la ataca con su acero. El filo silba el aire que apenas es capaz de diferenciar a la ballenera de este. Ella consigue alejarse lo suficiente hasta topar con la puerta principal, abriéndola al apoyar su hombro, pero sus movimientos son lentos y torpes y esa mole negra no la pierde de vista, listo para sajarla está vez.

En el otro extremo de la sala puede verse a un hombre de edad avanzada, uniformado que se lleva al niño hacia una puerta entreabierta. El niño parece aterrado cuando le oís hablar. - Vienen a por mi, vienen a por mi...  - le advierte asustado a lo que el hombre os lanza una mirada aviesa. 

El agujero que hizo la bala quedó a escasos centímetros de Vladko. "El tyviano tiene hoy la suerte de su parte.... y seguro que la iba a provechar" pensó Elian.

El ballenero se sorprendió al ver que seguía viendo la puerta y al lado tan solo pared. Claramente la orientación de la habitación no era la que él hubiera deseado para poder tener un disparo certero. Miró a Madka que si tenía una visión clara de que había mas allá. El rostro de la asesina reflejaba la tensión se mascaba en el ambiente. De pronto la vocecita del crío se le clavó en la mente. ¿Cómo podía alguien, sólo por pura avaricia, ordenar matar a alguien de esa edad? El asco que sentía por Roseburrow crecía por momentos....pero aún era su cliente y aquel que debía pagar todo por lo que estaban pasando. ¡Cuanto deseaba poder llegar al crío y cambiar de "cliente"!

Separó su espalda de la pared y se mantuvo de pie debajo del marco de la puerta que daba acceso al pasillo. Tres asesinos, una única puerta. Demasiado poco espacio para poder actuar. Bajó el brazo de la ballesta y volvió a desenvainar su espada. Aun no había podido ver que les aguardaba mas allá de aquella puerta, pero su instinto le decía que, tarde o temprano, todo acabaría en un combate de cercanía, cuerpo a cuerpo. Sus músculos se tensaron. Apretó con fuerza la pequeña espada en su mano. Sólo podía esperar algún movimiento de sus compañeros.

Caminó cogeando al lado del crío, el dolor en el pie no le permitía moverse con su soltura habitual, aun con su estoque enfundado mantenía su guarda alta sujetando ligeramente su pierna, aun con una cimitarra poco visible algo ladeada seguía dispuesta a desgraciadamente no matar. Veía una puerta abriéndose y pensaba "mira bien en que situación me tiene tu orden de no matar a nadie, tengo suerte de no morir yo", tendría mala conciencia Vladko?

—¡Говно!* —exclamó Vladko en su idioma natal cuando la bala arrancó astillas junto a su cara. Se había librado por muy poco. Y aunque no lo supiera, estaba de acuerdo con los pensamientos de Elian: iba a aprovechar que la Dama estaba de buen humor para repartir acero a su alrededor.

Como una exhalación salió de su escondite, dejando pista libre a sus compañeros para que hicieran lo propio, y se abalanzó como un demonio sobre el mercenario negro que que se encontraba a medio camino de bajar las escaleras. El de la pistola sería pasto de los ataques de Matka y Elian, que seguramente no le iban a dar la oportunidad de recargar su peligrosa arma. Saltó sobre el otro con un rugido y le propinó un formidable revés con la parte roma de su espada en el bajo vientre con todas sus fuerzas.

Matka y Elian llegan tarde para ver lo que sucede. Vladko con un golpe tremendo deja inconsciente a uno de los mercenarios mientras intentaba recargar su pistola. Pero en ese momento los dos mercenarios que os habían estado acosando en el piso superior toman posiciones y cubriéndose con la balaustrada toman una ventaja táctica. 

Uno de ellos dispara a Matka que recibe un disparo. Afortunadamente es un impacto superficial y la mayoría del daño se lo lleva su traje de cuero ceñido. El otro dispara a Vladko a traición, desde la parte alta y sin avisar. Pero ballenero no para de moverse y el disparo acaba volándole la cara de una estatua que flanquea la escalera. Ha estado cerca de nuevo...

Pero la suerte no siempre a uno le puede sonreir. Esa mole de piel azabache que puede pesar más de cien kilos, le clava su espada y luego le da una patada. El cuerpo de Vladko se estremece como un muñeco cayendo de espaldas contra la barandilla. La sangre le brota por la boca. Todo ha sido tan rápido... ¿quizá si no hubiera bajado la guardia? Que va, ese filo no lo hubiera visto venir de ninguna de las maneras...

Mientras Vladko se desploma, el Guardaespaldas se empeña de nuevo en atacar a Sara. Esta vez saca una segunda espada con la mano izquierda, pero donde juraría que allí había una figura traslucida ahora ya no había nada. - ¡Muéstrate cobarde! ¡Deja que te vea! - grita lleno de rabia.

Pero a todo esto vuestro objetivo sigue alejándose de vosotros. Se lo llevan a una sala apartada y activando un mecanismo del cual, desde la distancia no podéis apreciar más que el sonido metálico, consigue abrir una apertura en el suelo. - Vamos, baje. Le pondré a salvo.

La alegría inicial por haber superado las defensas de aquel gigantón se esfumaron cuando no sólo se mantuvo en pie tras aguantar su embestida, sino que se la devolvió con un formidable revés que le prácticamente le lanzó como un muñeco desmadejado contra la barandilla de madera — afortunadamente, porque si no habría caído a plomo al piso inferior. Mientras el asesino se dolía del golpe y se palpaba el abdomen rogando a la Dama que no tuviera nada roto, notaba el sabor metálico de la sangre en la lengua. Ese mercenario era bueno. Muy bueno.

-¡Hijo de...! - no le da tiempo a acabar su juramento. La herida, aún siendo por fortuna superficial, escuece como el demonio. Ya había tenido muchas antes, y disparos aún peores, pero el dolor siempre se hace notar como si fuese la primera vez que sucede.

Ya casi estaban, eso era lo que a ella le importaba. Como un perro de caza con una sola misión, la suya era la que le obsesionaba, más allá de las heridas físicas. 

La ballesta seguía en su mano, y no la iba a desperdiciar. Apuntó al objetivo con ganas de atravesarle los pocos sesos que pudiera tener.

Matka le dispara a esa mole con gran atino. El virote de la ballesta de le clava en un hombro y el tipo ni corto ni perezoso se arranca como si nada...

Cualquier otro mercenario o guardia estaría retorciéndose de dolor, pero este hombre parece ignorarlo.

Todavía tiene tiempo para volver a acosar a Sara que gracias a su invisibilidad se libra de recibir otro tajo como el que hace unos segundos recibió Vladko.

En el piso de arriba los mercenarios se cubren para recargar sus pistolas.