Partida Rol por web

Escuché la replica de Heinrich al tiempo que sentí que se acercaban seis servidores hacia nosotros.

Cambié de idea rapidamente.

- Tomad cobertura! Se acercan seis servidores! - Grité mientras buscaba algun lugar donde refugiarme yo tambien. - Por lo que siento, hay dos formas de vida separadas del grupo que se acerca. Tal vez sean Isolda y otro servidor.

Me refugié en el primer sitio que vi y esperé atento a que se acercaran los servidores, para dispararles en cuanto asomasen.

Desde tu posición, completamente oculta tras algunos restos de contenedores metálicos, no podías ver lo que hacía el servidor, pero no te hizo falta. Casi inmediatamente tras cubrirte, las balas comenzaron a golpear las paredes y la cobertura, sonando como breves estallidos metalicos y que provocaban pequeñisimos destellos al golpear, aunque ninguno fue certero.

Hieronymus miró atónico como Heinrich corría calle adelante directo hacia el punto que Taikel había señalado como por el que vendrían los servidores. Vuelve maldita sea - pensó el arbites con los dientes apretados. Se le contrajo el corazón un instante imaginando a su compañero muerto. Lo vió alejarse durante segundos, esperando que el soldado en un momento decidiera resguardarse en una portal o en una esquina - ¡Toma una calle lateral y ve a por Isolda. ¡No te enfrentes a ellos! - gritó el viejo cuando Heinrich se encontraba ya a metros de distancia.

El arbites miró a izquierda y derecha en busca de un refugio para sí mismo. No vió nada especialmente bueno, un contenedor de residuos de acero hubiera estado bien, pero tendría que confirmarse con un portal en el lado izquierdo de la calle. Se metió en él, apenas había espacio, pero al menos el cuerpo y las piernas le quedarían a cubierto. Cambió el cargador de munición perforante aunque estaba casi lleno por uno nuevo. Abrió la bolsa negra que llevaba y reveló su contenido, un enorme escudo antidisturbios de metal de superifice pulida, apoyó éste sobre la esquina del portal y a su vez el rifle automático model Agripina sobre él. Tomó puntería sobre el final de la calle y aguardó. Espera que los servidores aparecieran en cualquier instante y pudieran acabar con ellos es cuestión de segundos para poder rescatar a Isolda.

- Orionus, Arcturus, cubríos ya - les urgió el arbites - apuntad al fondo de la calle y a mi señal abrid fuego*. No le deís a Heinrich, Cuidado con él. Los dos le miraron un instante y sin que tuviera que decírselo dos veces buscaron sus propias coberturas**.

-¡¿DONDE ESTÁIS?! -gritó por el comunicador mientras se agachaba tras la cobertura y continuaba recargando el revolver. Solo podía rezar para que la munición no atravesara su protección. Si recibía otra ráfaga como la de antes estaba perdida.

Orionus comenta al grupo "Nos vais a volver locos primera tomáis una decisión y luego otra" ve como Heinrich se va corriendo por el pasillo y dice "ahora Heinrich hace lo que le da la gana" "yo no me la voy a jugar y después de acabar con esos servidores ya podemos salir de aquí porque si hay cámaras de vigilancia, podemos tomar la misión por cancelada, alguien tendría que vigilar la retaguardia para que nos nos cojan por sorpresa".

Después del corto discurso Orionus se posiciona medio cuerpo en la esquina, agachado y apuntando con el rifle automático hacia donde esperamos los servidores.

Heinrich, en su carrera, alcanza a oir lo que dicen Taikel y Hieronymus.

-Joder. Aguanta India, en seguida llegamos.

Toma, como el viejo arbites le indica, el camino por el que habia venido, la calle perpendicular por la que habia aparecido para abatir, por la espalda, al otro servidor rodeando asi al grupo que se les viene encima. 

-En cuanto la situacion con India este controlada, volvere para daros soporte, chicos, aunque seguro que habreis controlado ya la situacion

El anuncio de Taikel de la presencia cercana de los servidores hizo del grupo un caos temporalmente. Por suerte, todos consiguieron coordinarse para ponerse a cubierto y organizarse a tiempo. Unos 10 segundos después de que Heinrich desapareciese por un recodo en pos de Isolda el grupo de servidores apareció por la calle principal.

Los 5 servidores de trabajo con el servidor de combate tras ellos, cada uno separado de los demás por aproximadamente 1 metro, avanzaban calle abajo a buen ritmo.

A la carrera, dejas atrás a tus compañeros evitando el sonido mecánico de los servidores.

Tardas cerca de un minuto, pero llegas a uno de los últimos lugares que Isolda mencionó en sus indicaciones. En otra situación deberías haber pasado más tiempo buscando por el lugar exacto, pero el ruido de metal chocando contra metal era inconfundible. Guiándote por el sonido llegaste a unas placas de chapa apoyadas precariamente contra la pared que cedieron con poco esfuerzo.

En cuanto las retiraste el sonido de los disparos se hizo aún más potente, y ante ti se abría un pasillo de menos de 2 metros de ancho y muy largo pero no lo suficiente como para no ver el final, a unos 20 metros por delante de ti.

Los disparos del servidor parecían no detenerse, y para colmo cada vez había menos superficie donde no hubiera disparado. A este paso solo era cuestión de tiempo que alguna bala alcanzase su objetivo...

Algo en su interior la dijo que debía de moverse y agacharse más, y eso hizo, consiguiendo evitar los disparos que había hecho ese maldito servidor. Se había visto muerta, muerta del todo.

Terminó de cargar el revolver y se asomó para realizar un disparo, con suerte podría acabar con él si el Emperador la bendecía. El tiro parecía que iba directo al pecho, parecía que el Emperador estaba con ella.

Acelero el paso preparando la escopeta por cualquier cruce "indeseado"

El arbites fue de los primeros en ver a los servidores. Se cruzaron justo por delante de la mira metálica de su arma, tal y como había predicho el psíquico, Taikel. Bendito fuera el Emperador por proveerles de las capacidades de éste por estremecedoras que fueran a ojos del arbites.

Hieronymus actuó por reflejo, identificó al servidor de combate, la amenaza más seria de entre sus enemigos, cerró el ojo izquierdo lentamente, inhaló, mantuvo el aire en el pecho un instante para estabilizar el arma y apretó el gatillo con el arma en modo fuego automático y el selector de munición en el recién repuesto cargador de munición perforante matahombres o "matamáquinas" como la llamaría el viejo a partir de ahora.

El Agripina modificado ladró como un perro, sin que el silenciador, por una vez, acallara el fuego. Estabilizado como estaba sobre el escudo de combate el rifle concentró los disparos en un área muy pequeña y la mayoría impactaron sobre la cabeza* del servidor de combate que se tambaleó ostensiblemente.

Daño 4 + 4 + 6 + 12 + 6 + 10 + 13 = total 55 (menos armadura, si ésta es 4 o mayor ¿en la cabeza? ¿correcto?)

Daño crítico 1 (esto aún nos lo tienes que explicar Máster). He aplicado las nuevas reglas de Furia Virtuosa y no las antiguas, tal y como has puesto en el hilo de Combate.

Casi al mismo tiempo que me proponia disparar, Hieronymus descargó una buena ráfaga sobre el servidor de combate. Escohí uno de los servidores de trabajo y disparé una buena rafaga a otro de los servidores apuntando con cuidado con la intenciónd e convertirlo en un colador.

 Y al parecer se me daba mejor apuntar y disparar que esconderme pues el pobre engendro pseudo-mecanico acvabó lleno de balazos.

La descarga de balas arranca en un estallido de sangre el brazo de la sororitas, que cae agarrándose el muñón entre estertores, con su vida pendiente de un hilo.

En tu carrera por el estrecho pasillo no escuchas más que el sonido de disparos, hasta que un grito desgarrador de voz femenina lo interrumpe. Con la sensación de que tal vez llegues demasiado tarde, atraviesas el umbral del pasillo hacia una pequeña "plaza" de no más de 20 metros de diametro con un enorme agujero en el centro.

Tirado de cualquier manera sobre el suelo chapado de metal se encuentran los restos humeantes de un servidor de combate. A unos metros, otro servidor de combate apunta con ambas armas acopladas a sus brazos hacia unas placas metalicas donde se había refugiado Isolda, que yace sobre un charco de sangre, agarrándose el hombro donde antes se encontrase su brazo izquierdo, luchando por respirar.

-Joder!-Masculla Heinrich.

Ya llevaba la escopeta preparada, asi que avanza para estar a una distancia mas corta del servidor de combate, un disparo desde tanta distancia no seria efectivo, si hubiera llevado el rifle, el servidor ya estaria sin cabeza.