Partida Rol por web

Tenia al servidor encima y no podia dispararle con el arma que tenia en las manos, por lo que traté de quitarmelo de encima de un fuerte empujón, para poder encañonarlo y dispararle. No sabia si podria con él pues al ser medio maquina tendria mas fuerza que yo, pero tal vez si conseguia empujarlo... 

El servidor industrial se abalanzó sobre el arbites con las manos-pinza por delante, el regulador tuvo suerte y evitó el golpe, pero el engendro estaba encima de él y sus compañeros también se encontraban ocupados y en apuros. Tenían que hacer algo para romper esa situación y ayudar a Heinrich e Isolda.

El arbites empujó al servidor hacia atrás con el vetusto Agripina buscando un hueco en las defensas de éste para poder dispararle a corta distancia o incluso clavarle la bayoneta en el pecho.

El proyectil impactó contra el cuerpo blindado del servidor, pero si provocó algún daño el servidor no dio muestras de ello. Por el contrario, finalmente dejó de intentar disparar con el inútil arma que había perdido y continuó disparando con la otra mientras avanzaba paso a paso hacia el guardia imperial.

Sin duda los reflejos del asesino lo salvaron. El golpe que evitó por unos centimetros golpeó en su lugar un trozo de chapa metálica que se dobló y retorció como si fuera papel contra la fuerza del brazo mecánico del servidor.

A falta de otra acción que tomar contra el servidor, intentó empujarlo lo suficiente como para poder dispararlo...

El tecnosacerdote dudaba. Los enemigos restantes estaban demasiado cerca de sus compañeros, y solo podía disparar a uno de ellos. Tras aquél segundo crucial que podía decidirlo todo, y guiado más por procesos mecanicos que por sentimientos e intuición humanos, eligió a uno de ellos y disparó.

El Arbites, oportunamente auxiliado por el disparo de Arcturus, consiguió apartar al servidor con el que se enfrentaba y disparar contra él. Sin embargo la proximidad del ser semi-mecanico le había alterado y su disparo apenas provocó un rasguño contra el servidor, que se abalanzó sobre él de nuevo con intención de aplastastarlo.

La situación no era mucho mejor para Taikel y Orionus, que no habían conseguido alejar a la masa de carne y metal que se dirigía hacia ellos e intentaban enfrentarlos. Taikel consiguió golpear a su enemigo pero no consiguió mejor resultado que si hubiera golpeado un muro. Orionus por su parte intentó imitar su movimiento, pero parecía más preocupado por no ser golpeado él mismo, y no llegó a acertar.

Máster, por si acaso no lo tuvieras en cuenta, el daño del rifle de Hieronymus sería con 3 de Penetración (munición mata-máquinas), es por al mísero total de 4 le habías descontado además blindaje por parte del servidor y por eso quedaba en nada.

Si ya lo habías tenido en cuenta, entonces perdóname por pasarme de listo.

Al ver que tendria problemas con el servidor decidí utilizar la misma tactica que usé con el de combatge tratnado de derribarlo mentalmente. Porlo que me preparé un instante para proyectar mi voluntad por el vacio y hacer que se contrajeran todos los musculos de su cuerpo pseudomecanico. Me preparé para defenderme, disparar o correr, según si el servidor caia por efecto de mi poder. 

La oracion de Heinrich parece funcionar. La amenaza del servidor es patente y cada vez se acerca mas. Isolda esta entrando en shock y la muerte acecha a la mutilada sororita. 

Solo Heinrich se interpone entre una lobotomizada maquina de matar y ella.

-Muere, hijo de perra.

Heinrich descerraja una rafaga de su fiable rifle de la guardia imperial al servidor.

El arbites maldijo en voz alta y empujó al servidor hacia atrás con todas sus fuerzas, el engendro trastibilló hacia atrás, momento Hieronymus empleó en levantar el rifle apoyar la culata en su hombro derecho, apuntar a la cara del engendró y apretar el gatillo. En ese momento sobrevino el desastre. Pudo oirse con claridad un:

¡TA-CHACK!

¡El fusil automático Agripina de había encasquillado en el peor momento posible! La sonrisa del arbites que esperaba volar la cabeza del servidor desapareció y su cara se convirtió en un poema. Afortunadamente su momento de duda fue solo eso, un instante y el viejo agarró con fuerza el escudo y se preparó para la acometida del servidor industrial contra él.

Los disparos impactaron al servidor con gran fuerza, haciendole retroceder y desviando las armas de su objetivo. Tras recibir los golpes el servidor se mantenía aún de pie, con grandes cantidades de sangre tiñendo de color carmesí las placas metálicas que le cubrían, e hizo un amago de seguir avanzando contra el guardia imperial.

Sin embargo, tras dar el primer paso, escupió un chorro de sangre que se unió a la que ya cubría el suelo en un gran charco, y se derrumbó inerte como una marioneta a la que le han cortado los hilos.

Heinrich se quita el sudor de la frente con el dorso de la mano. El enfrentamiento habia sido intenso, el servidor presentaba mas potencia de fuego de la que el guardia Imperial habia esperado.

Activa su comunicador para avisar al resto del grupo:

-Jerome, aqui Hotel, acabe con la resistencia, India precisa de primeros auxilios urgentes. Necesitais ayuda?

Antes de que el veterano arbites le responda, se acerca a Isolda e intenta presionar en la herida para evitar la hemorragia aunque sus conocimientos sobre la materia son extremadamente limitados y lo unico que parece conseguir es teñirse las manos de rojo con la sangre de su compañera.

-Animo Isolda. Aguanta. En seguida llegan nuestros compañeros, seguro que el tecnoadepto puede hacerte un apaño.

- ¡Maldita sea, sí! - gritó el arbites por el comunicador - servidor de combate destruido - el esfuerzo de empujar hacia atrás con fuerza al servidor industrial con el rifle fue claramente audible por el comunicador - superados, el resto ha alcanzado el cuerpo a cuerpo - gruñó - muy duros - por unos segundos sólo se oyó la respiración acelerada y pesada del arbites - estabiliza a India y escóndela o traela. Ayúdanos - el arbites no quería parecer desesperado, pero la situación distaba de ser fácil, si uno de aquellos estúpidos trastos les cogía con sus pinzas tendrían que lamentarlo.

Parece que el dia se ponia interesante para el Guardia Imperial. Saco un cargador sin usar y lo acoplo a su rifle, guardandose el usado. Para usarlo despues o recargarlo. Fruto de la practica lo hizo en un suspiro.

Tomo su escopeta y la recargo, una tarea que le llevo algo mas de tiempo que el rifle, pero para los inicios del combate, la escopeta habia demostrado ser efectiva.

-Isolda, te voy a esconder un poco. Aguanta, por lo que mas quieras, en seguida vuelvo con ayuda.

Le dice a la Sororita, a la cual coge por el brazo bueno(y unico) y la ayuda a incorporarse para sacarla de ese pozo de muerte. Al salir a la calle, la apoya contra la pared, entre unos contenedores. Y corre a ayudar al resto del grupo.

-Recibido, voy con la picadora de carne. Llego enseguida.

Isolda balbuceaba y escupía sangre mientras intentaba decir algo, hacer algo, intentando ayudar, pero no podía. Escuchaba lo que decían por el comunicador y no pudo evitar intentar comentar algo, pero sin éxito, pues solo sonaba un ligero gorgoteo y gemido- Ayu...da...los -consiguió pronunciar- el.. Emper -una tos la interrumpió- cuidará de mí -dijo al fin.

En ese momento, Heinrich se iba a ayudar a sus compañeros, pero estuvo tentada de dejarle el bolter, pero no pudo decirlo, y el soldado ya iba de camino.

Al comprobar que los compañero estaban en problemas, me decidí a ayudar al Arbitres, pues pude escuchar el ruido sordo que causó su arma al encasquillarse. Con un siseo de enfado por el posible mal uso del arma (con el atenuante de que debido a la tensión del momento, puede ser comprensible para estándares humanos ajenos al culto de la máquina), pensando en una futura reprimenda acerca del problema. Tras posicionarme a un lado del servidor y cerca del Arbitres encañoné y disparé al ser mecánico, pero por algún motivo, el impacto no acertó al objetivo, posiblemente debido al apresuramiento de la acción.

-¿Que demonios...?

- ¡Me cago en la leche! - grito el arbites cuando el grueso haz de energía láser la pasó a un centímetro de la cara. De no haberse echado hacia atrás en ese justo instante para esquivar al servidor, el tecnoadepto le habría volado la cabeza - ¡a ellos, maldito imbécil, dales a ellos! - gritó el arbites rompiendo su habitual compostura y sus rígidos modales dignos de la Schola Progenium. Pero es que el Universo se le venía encima, el servidor artillado había esquivado su primera ráfaga de modo milagroso, el servidor industrial había aguantado un disparo a bocajarro y seguía dándole problemas. Para más inri el rifle se había encasquillado y ahora Arcturus intentaba volarle la cabeza. Bendito Emperador, échanos un mano ¿no?