Partida Rol por web

- Hay que ayudar a Isolda. - Dije a los recien llegados. No habia tiempo de esperar discutir y poner puntos en común. - Hay que llevarla a un medico. Ya hablaremos mas tarde. - Dije apremiendo al grupo para movernos de ahi.

Me quedo mirandolos, atonita, y me giro hacia Urtzi- Pero bueno ¿Y estos de donde salen? ¿Y que le ha pasado a Isolda? Se supone que iban a vigilar, no a combatir. -Me rasco la cabeza.- Mejor voy con ellos, si el medico tiene demasiado trabajo para atenderla tengo un rociador de piel sintetica. -Sabe el emperador que es algo que guardo como un tesoro y que no tengo ninguna intencion de gastarlo con alguien que no sea yo, mi vida puede depender de ello. Pero tampoco voy a dejar que se desangre y dudo que tenga que gastarlo entero para estabilizarla.- Es peor que una atencion medica de verdad, pero mejor que nada.

Corro para unirme al resto del grupo- ¿Que es lo que ha pasado? ¿Esta muy grave? Si son hemorragias y el medico no puede atenderla, tengo un rociador de piel sintetica.

Orionus se acerco a sus dos compañeros en grupo, en el momento de resumir la urgencia de nuestra compañera. Orionus aprovecho para cambiarse la capa de cameleonina por el manto antifragmentación porque en la situación bélica que estaba viviendo no tenia utilidad el camuflaje y sí la protección.

Taikel explico la urgencia de pedir ayuda médica y Gianna contesto que podía servirnos el producto que nos ofrecía. Mientras se cambiaba contestaba Orionus "Sí, sí aplicase lo, le vendrá bien" "aunque parezca cerrada la herida creemos que aun no hemos cortado la hemorragia y sospechamos que no esta desinfectada".

Para animar el panorama comento Orionus "de esta te salvas Isolda, tranquila".

Urtzi estaba tan ocupado en preocuparse por la posibilidad de acercarse a la pequeña escaramuza que se estaba produciendo en el límite de la subcolmena y no fue hasta que Gianna habló que el adepto se percató de la llegada del resto de acólitos. -¿Qué ha ocurrido?- Repite Urtzi un tanto horrorizado al ver estado de la Hermana Isolda, a pesar de que la soldado ya ha formulado la pregunta. Pero ello no le impidió al adepto mostrar su consternación por ver a la sororita convaleciente. Desde luego aquello quería decir que tuvieron bastantes complicaciones con su dispositivo de vigilancia.

Pero ya tendrían tiempo de realizar los informes pertinentes. Ahora lo importante era el grave estado de la Hermana Isolda. -La mejor opción será acudir junto al Capitán McOwen. Es muy probable que tengan un médico de campaña y dudo mucho que nos niegue su ayuda si se trata de salvar la vida de un acólito de la Inquisición.- Dijo recuperando visiblemente el color y perdiendo el nerviosismo que le había causado el horrible estruendo del combate que se estaba produciendo a una distancia a tener en cuenta para el gusto del adepto. 

El arbites se había limitado a saludar con un cabeceo a Urtzi y a Gianna y posteriormente apenas les había hecho caso alguno. El viejo se había centrado en estudiar la escaramuza, quería ver como se desarrollaba la batalla. Quería evaluar si había algún punto de las defensas que estuviera a punto de caer y que ellos debieran cubrir, tanto por ocupar su papel de mercenarios como por la integridad de la colmena y cumplir con su leal servicio al Emperador. No había dicho nada pero estaba preocupado, muy preocupado y no sólo por Isolda que estaba moribunda sino por el propio capitán. El arbites quería saber si McOwen se había visto involucrado y si se encontraba seguro. Lo úlitmo que necesitaban los acólitos era que el Afortunado viera como se acababa su buena suerte. Si él moría, los acólitos se verían sólos, con dificultades incluso para salir del planeta y sin posibilidad de dar asistencia médica a Isolda.

Por ello, con esos pensamientos oscuros en la cabeza el viejo no perdía detalle del conflicto. Comprobó que el Agripina tuviera los tres cargadores llenos y apretó a su espalda la bolsa que contenía varios de los brazos y de las cabezas de los servidores.

Heinrich saluda a sus reincorporados compañeros con un breve gesto de la cabeza.

-Tenemos que llevar a Isolda pronto a que la atiendan. Su estado es critico.

Dice laconico. A pesar de sus heroicos esfuerzos, no habia llegado a tiempo de socorrer a la Sororitas antes de que se la hirieran. Que su intervencion le hubiera salvado la vida a la "novia del Emperador" poco le serviria de consuelo si, al final, esta moria por sus heridas.

A continuacion analiza con ojo critico el enfrentamiento, su experiencia militar quiza le sirva para saber una ruta por la que ir sin inmiscuirse en enfrentamientos y asi poder llevar de manera rapida y eficiente a la sororita hasta la salvacion medica

Una vez rodeado del resto de acólitos, le pasé a Isolda a uno de ellos para que se hicieran cargo de ella, mientras yo me apartaba un tanto. Con un chirro de ceros y unos atraje al servocráneo hasta mi, mientras recargaba mi arma y guardaba la batería medio gastada.

-La sororitas no debería poder unirse al servicio en breve. Aun si le injertan de nuevo el brazo o le colocan una prótesis, tardará un tiempo en acostumbrarse.- Le dije al arbitres cuando me acerqué a él. Lo hice en un tono de voz bajo sin levantar la vista del servocráneo.- ¿Se desencasquilló tu arma? Si nos hacemos a un lado revisaré los servidores mientras atienden a la sororitas.

Las voces empezaban a ser más claras y parecían hablar del estado de alguien, de si alguien podría estar en activo o no. Las sombras empezaron a ser algo más nítidas y pudo ver a casi todos los miembros de su grupo a su alrededor, hablando y planeando los siguientes pasos de acción. Pero ella estaba viva- El Emperador Protege -pensó tranquilamente hasta que apareció todo en su mente, todo lo que había pasado. El servidor que derribó con su pistola y el otro que la acribilló hasta que la dejó fuera de combate, y todo lo demás.

-¡Espera! -gritó antes de sufrir un ligero ataque de tos- el agujero, el agujero del suelo, el tipo gordo del almacén bajó por allí, bueno, uno de los servidores le tiró por ahí, y todo lo que llevaban lo llevaron por allí -se revolvía, pero algo en su lado izquierdo no funcionaba, y en ese momento se dio cuenta de que la faltaba un brazo- ¡Por el Trono! -dijo al verse- ¡Alguien tiene que seguirlo! ¡O por lo menos averiguar a donde ha ido! No debe de tener mucha escolta, si tenía tres escoltas y derribé a uno -miró por la zona- y ahí parece haber otro...

Un mareo la sobrevino de nuevo, ante todo el remolino de emociones y pensamientos, y le faltaba un brazo... ¡LA FALTABA UN BRAZO! Tuvo que luchar con todo su ser para no entrar en pánico ni para que la diera una crisis.

Al prestar atención a la batalla, veis que el peligro es mínimo. Las vivencias de Heinrich y Hieronymus (en éste último caso, tal vez más por la experiencia ganada con su avanzada edad) os hacen sospechar que las bandas no tienen posibilidad de superar las defensas de los mercenarios; aunque no por ello los muertos y/o heridos vayan a ser pocos.

Miro la hermana disimulando la piedad que me inspira, me la inspira porque soy consciente de que probablemente yo acabe asi algun dia, sino peor. Hasta ahora me he librado, pero en mi mundo las mutilaciones no son algo infrecuente. Desecho esos pensamientos y me centro en el aqui y el ahora ¿De que coño esta hablando? - No me estoy enterando de nada ¿Que tal si alguien se la lleva a que la atiendan y me dais una explicacion rapida? Probablemente tambien os interese lo que hemos sacado de la entrevista con Magnus.- Me doy cuenta de que parezco bastante indiferente al estado de la hermana y no es mi intencion. Sin embargo no deja de ser cierto que me es indiferente, he perdido a montones de gente a la que tenia mucho mas aprecio que a esta mujer a la que apenas conozco. - Por cierto, antes de que llegaseis estaba explorando el terreno con esto- Muestro el rifle laser, con la mira telescopica bien visible- los mierdosos de ahi delante son unos harapientos que llevan sobre todo pistolas laser, alguno lleva un rifle pero no abundan. Habia uno con una de esas armas manip... Hereticamente manipuladas y resulta que son de plasma, el muy gilipollas salto por los aires al manejarla.- Se me escapa una risita, a veces es agradable ver como son los de enfrente los que revientan solos.- Asi que no creo que vayan a darnos justo a nosotros, podemos ir a buscar a ese medico para la hermana y nos poneis al dia pro el camino. En mi opinion, los de enfrente bastante lio tienen con los hombres del suertudo como para fijarse justo en nosotros.

- Señores, la situación es la siguiente - dijo el arbites - la hermana Isolda está gravemente herida, más allá de nuestra capacidad de atención. El protocolo de actuación es sencillo y no admite dudas, volver a la base y encontrar ayuda adecuada - dijo el viejo como si estuviera aleccionando a un cadete del arbites. - No abandonaremos a nadie a no ser que no tengamos otro remedio y en este caso no es así. Así que andando.

Dirigió la mirada hacia la escaramuza - está claro que los mercenarios de la colmena tienen la situación controlada. Los insurgente no pasarán. No obstante no quiero sorpresas, emplearemos formación de combate.

- Heinrich y yo en cabeza. Urtzi, Taikel y Arcturs llevarán a Isolda - interrumpió las órdenes para dirigirse al tecnoadepto - maese Arcturus ¿vuestro servocráneo podría explorar el camino y vigilar si surgen amenazas a nuestro alrededor? - continuó - Gianna y Orionus vigilarán la retaguardia - como hacía siempre preguntó como quien no espera respuesta - ¿dudas? Pues andando.

- Soldado Anzerani, ya habrá tiempo para explicaciones cuando Isolda esté bajo cuidados. Nosotros también hemos encontrado cosas importantes. El supervisor del almacén roba armas y las sustituye por material defectuoso. Si Isolda no estuviera en estado crítico estaríamos tras él. No creo que vuelva a pasar por almacén tras lo que ha pasado así que tendremos que ir a buscarle. Al menos sabemos hacia donde ha ido.

- Vamos - dijo en tono apremiante.

Sin mucha discusión comenzasteis a moveros y en poco tiempo encontrásteis lo que debía de servir como hospital de campaña. A vuestra llegada los encargados se mostraros un poco reticentes ya que no os habían visto antes, pero al ver el estado de Isolda la hicieron pasar de inmediato y comenzaron a tratar la herida con diligencia. En cuanto uno se atrevió a proponer la idea de injertarle uno de los brazos cuasi-mecánicos de los servidores le tacharon de estúpido y le instaron a que abandonase la zona de operaciones hasta que hubiesen terminado.

En ningún momento dudaron de que fuerais mercenarios; vuestras armas y equipo eran prueba suficiente de que no erais ciudadanos corrientes ni escoria de la subcolmena; pero, tal vez por la urgencia de las heridas de Isolda, o sus ocupaciones con los otros heridos, no se les ocurrió preguntar por vuestra identidad.

En espacio de unos minutos uno de los médicos os dio paso para reuniros con ella. Estaba tumbada en una camilla con manchas de su propia sangre y su armadura rota y equipo descansaban en el suelo junto a ella. Los médicos no habían tenido ningún reparo en rasgar sus ropas para tratar otras heridas menores de la Hermana de Batalla; a causa de los muchos vendajes su aspecto no era demasiado revelador, pero alguno de los acólitos más vergonzosos podría sentirse incómodo al ver a la hermana tan "vulnerable".

El arbites cogió al tecnosacerdote del brazo, se sorprendió ante la frialdad y rigidez del metal en zonas donde esperaba que hubiera habido carne bajo la túnica. No obstante no cejó en su agarre y se llevó al tecnosacerdote a un aparte, lejos de las miradas de los médicos del hospital de campaña o de otros mercenarios del lugar.

- Maese Arct... - se interrumpió, recordando que al adepto no le había gustado el término honorífico con el que se dirigía a él el arbitrador - Arcturus. Tengo trabajo para vos - el viejo abrió un poco la cremallera de la bolsa negra que había llevado a la espalda mostrando al tecnoadepto los brazos y cabezas metálicos que llevaba - en cuanto encontremos un lugar más tranquilo quiero que... - se interrumpió de nuevo y relajó el tono - querría, que extrajeraís de los cráneos toda la información que podaís - el arbites también tenía guardada la pistola láser defectuosa robada del almacén pero le pareció que sería agobiar al adepto, al menos de momento, pues tenía más cosas que pedirle - También querría que trataraís los brazos de los servidores de combate para que pudieramos emplearlos. Creo, si me permitís una opinión, en el que es vuestro campo, que se trataría de armas muy efectivas en nuestras manos - esperó un instante que el adepto expresara alguna opinión, cosa que no hizo y continuó - ¿cuento con vuestro apoyo?

Se volvió hacia el resto del grupo y les dijo - Busquemos ese sitio más tranquilo lo antes posible.

El arbites observó sin desviar la vista como los sanitarios desvestían a la sororitas y vendaban sus numerosas heridas. No se vió turbado en absoluto como alguno de sus jóvenes compañeros. Quizás se tratara de su edad, o quizás por el hecho de que las mujeres trabajaban en el cuerpo del Adeptus Arbites sin diferencia con los varones. El arbites observó el trabajo de los médicos, no era la primera ni sería la última vez que veía a un compañero gravemente herido y su prioridad era saber que estaba en buenas manos. Tras unos minutos y viendo que el estado de la hermana era estable y que ésta entreabría los ojos, se volvió hacia el tecnoadepto, lo cogió del codo y lo llevó a un aparte donde intercambió algunas palabras con él en voz baja. Ni sus compañeros, ni los médicos del hospital de campaña pudieron oir la conversación, pero viendo como el arbites mostraba discretamente al adepto el contenido de su bolsa, los acólitos pudieron entender que se trataba de los restos de los servidores. Tras un instante el viejo se volvió hacia el resto del grupo.

- Busquemos ese sitio más tranquilo lo antes posible.

Mirando a los médicos, como esperando que alguno fuera a discutir su decisión dijo - Nos llevamos a Isolda - pero seguramente tenían suficientes heridos como para luchar por quedarse con uno ya estabilizado.

- Vámonos, preparaos para recuento de armas, munición y material - dijo en voz alta. Pretendía que todos entendieran que pretendía reunirlos lejos de oidos extraños para compartir información y recursos ahora que estaban todos juntos.

Iba a contestar a Isolda que lo primero era asegurarnos de que ella sobrevivia, pero Hieronimus empezó a dar ordenes y nos movimos rapido. Una vez a salvo, mientras la trataban, me mantuve a la espera. No tenia ni idea de cuantas tiempo habia pasado desde que la estabilicé. Tal vez pudiera devolverle algo de vitalidad para que se encontrara mejor, pero era peligroso si no dejaba que las energias de la disformidad abandonaran su cuerpo del todo. El arbites estaba empecinado en llevarse de allí a la hermana, pero no las tenia todas conmigo acerca de que estuviera lo bastante bien. De todos modos, preferia no discutir y seguir acatando esas ordenes, mientras no me parecieran en exceso estupidas. Miré la munición gastada y lo que me quedaba en el cargador, esperando que fuese lo bastante como para alguna refriega mas si tocaba. 

Cuando Orionus escucho por Gianna que obtuvieron información de Magnus realizo un gesto con la cabeza de satisfacción y trabajo bien hecho entre los dos.

También echo un vistazo al combate para saber si los soldados de la colmena resistían el ataque. Si no les pedían ayuda quería decir que no necesitaban refuerzos a parte que nos vieran con una compañera herida.

Todos corrieron en formación hasta que encontraron el hospital de campaña pero con las prisas Orionus olvido avisar de una extremidad muy importante para Isolda pero al cerrarse las puertas del quirófano ya no le dejaron entrar para hablar con el cirujano.

Cuando terminaron de operarla y dejara de sangrar la extremidad amputada. En el momento que un médico nos atendió le comento "Tome el brazo de Isolda, con las prisas se me olvido entregarse lo antes de que entraran para operarla" "si pueden volver a injertarse lo ella se lo agradecería"