-¡Espere señor! -le digo a Durán mientras sale hacia la escalera- ¡no vaya tan rápido sin mi, que ya le sigo!
Me giro hacia la chica aun sin saber bien que estaba pasando y le digo:
-Ahora volvemos.
Con pasos apresurados sigo al decidido Durán.
Sin duda que aquel moro parecía quería morir. Aun el dios de los infieles advierte como pecado el no velar por la vida de uno, et dejarla a la par de los demás, desprovista y al buscar para uno el daño sin vanidad, el daño por el daño. Y Nazeh así que actuaba. Justo cuando preguntó por "el Bonilla", muchos de los que estaban delante enfurecieron (algunos), mientras que Casimiro sacó su espada y el sonido de la hoja rasgando la vaina hizo recular un paso a muchos por detrás, e incluso resguardarse un poco en alguna de las columnas del pórtico.
Y entonces otro puño cerrado voló directamente a la cabeza de Nazeh; mas éste no impactó de lleno, que bien podría hacerlo doblar otra vez et mucho peor... Que justo y casi en estando a la altura de su cara, una mano agarró el puño con la palma, parándolo y evitando el tremendo golpe. Entonces se incorporó un tipo de asqueroso aspecto (tanto o más que los ponzoñosos que teníais alrededor), y el caballero calatravo y el Justo lo miraron tan sorprendidos como el resto de presentes.
¡No le toques! -dijo aún teniendo el puño entre su palma durante unos segúndos de tensión-. Y tras ello, un coltell viajó desde la otra mano (del "salvador del moro") hasta la garganta de aquel que lanzó el puño, y su hoja se clavó por el cuello y sobresalió por la nuca. Y no es que errara, sino que le endosó otras tres cosidas con más precisión que hizo retroceder a los demás.
El tipo que irrumpió tenía pelo larga, barba de hacía meses, olía tremendamente mal y sus ropas estaban roídas, descosidas y sucias. Eso si, manejaba los pequeños cuchillos tan hábilmente como un cambista maneja los dineros... Y entonces se oyó un clamor que viajaba como por detrás de cada uno de esos hombres; un rumor al ver al nuevo tipo: ¡"El Candelita"! -susurraban-. El hombre entonces, caminó en el pequeño círculo que os rodeaba, enseñando el cuchillo en alto a los presentes, como desafiando a cualquiera que se prestase... Sin embargo, nadie osó decir nada, y en cuestión de segundos la masa enfurecida se dispersó y volvió a vagabundear en el pórtico (echándose a dormir, sentados, y demás suplicios...).
Guarde eso... -le dijo con tono malhumorado a Casimiro viendo aún su espada en alto-. Y entonces el tipo comenzó a caminar, dejándoos un poco atrás (sin deciros nada más),y se iba poco a poco marchando de allí...
Mientras Abid daba la vuelta al monasterio, Zaif se quedaba la espera, como buen alguacil encubierto, vigilando al mendigo.
Si, habéis hecho bien postendo para vosotroso sólos.
¡Que seguro que lo has robado! ¡¡TRAE AQUÍ, DESGRACIADO!! -el tipo que estaba de pie increpaba al herrumbroso medio tumbado, justo antes de arrancarle de su mano el panecillo, y comenzar a metérselo en la boca...-. Ahora el tipo se lo estaba comiendo delante de él. Alguna gente miraba el espectáculo entre los dos (incluido tu) debido al vociferio junto al monasterio.
¡¡PANECILLOS, PANECILLOS DE SAN AGUST....!!
Hola hi..., señor... -tras parar la anunciación de sus productos, iba a llamarte como hijo de Dios, pero al ver a un moro frente a sí, llegando al puesto justo delante del monasterio cristiano, se contuvo-. ¿Quiere uno? -acertó únicamente a decir...-. Al parecer tenía gran expectacion ese producto, la gente se los llevaba casi literalmente.
Subísteis los escalones de la torre albarrana. Hacían una especie de "U" muy cerrada y alargada (en el que un extremo estaba a ras del suelo, y el otro acaba en mucha más altura). Arriba, cruzásteis el pequeño puente y ahora teníais delante a los dos alguaciles que guardaban la puerta, los cuáles os miraron serios. Justo cuando alguno de ellos iba a preguntaros algo, una voz saltó del interior de la prisión... ¡PRESO HUIDO! ¡¡ALGUACILES!!
Entonces los dos tipos de la entrada tomaron sus espadas, miraron hacia dentro y luego hacia vosotros, sacando las espadas... Por las escaleras de abajo aparecían dos guardias que ya subían las escaleras, también espadas en mano...:
Esa es la torre albarrana. Tiene tres partes (torre propiamente dicha, que es la prisión), puente y escaleral. El puente y la escalera tienen 3 varas de altura, y la torre 6 varas (no es que sea muy grande la estructura total). Está dibujada de planta y de perfil.
Ahora bien: los dos puntos verdes son los guardias de la entrada (la única entrada de la torre),y vosotros estáis ahora frente a ellos. Y la flecha azul indica el único lugar por donde subir o bajar a la entrada (por las escaleras).
El tema va así: los dos alguaciles delante vuesstro van a por vosotros, y por las escaleras suben otros dos.
¡HA ESCAPADO! ¡¡HA ESCAPADO!! -se oía desde el interior de la torre-. Y entonces la mujer veía cómo dos alguaciles más llegaban desde abajo, mientras los de arriba amenazaban ya a Durán y Yurem...
¡Oh Dios mío! -pensaba la mujer. Y entonces la mujer comenzó a haceros señales con la manos...-.
Podéis hacer una tirada voluntaria de Descubrir (PER)
A cualquier otro tipo de persona le habría agradecido vehementemente que le salvase la vida, mas a un tipo como aquél no. El moro hizo un gesto a Bermudo cuando vio que el guarro se iba y echó a andar detrás del hombre, presentía que les iba a conducir directamente al Bonilla. De camino pensaría algo más que decirle al cabecilla sobre aquella patraña que se había inventado para salir al paso, debía darle algo más de fundamento a la historia.
Al ver el gesto de Casimiro sacando su espada, Bermudo fue consciente que de allí no saldrían sin pelear, pero lo que aconteció después le dejó tan sorprendido que la mano que ya volaba hacia su hacha quedó en suspenso, mirando cómo aquel indeseable le clavaba una y otra vez el cuchillo al desgraciado que intentaba una vez más golpear al moro.
Pero había funcionado. Sin lugar a dudas aquel hombre, a pesar de su asqueroso aspecto, debía ser alguien "importante" en aquella comunidad de maleantes y truhanes. Sin decir palabra se alejó de ellos dejándoles el camino libre. Una simple mirada cruzada con el moro le dio a entender a Bermudo que lo mejor sería seguirle, no era bueno tentar de nuevo a la suerte y que, una vez el tal Candelita se hubiera retirado, aquellos otros fueran de nuevo a por ellos.
Así que, sin perder ojo a los que quedaban atrás, se encaminó detrás de ellos.
Durán había subido las escaleras de manera lo más decidica posible, para ver que estaba ocurriendo, pero se había truncado todo al ver a los alguaciles delante y venían otros dos detrás, suerte que mi buen amigo Yurem estaba a mi lado.
Como no se buscaba una disputa, sino simplemente habiamos subido a averiguar que pasaba al oir ese grito, Durán grita.
- Alto que pasa, porque vienen hacía nosotros de manera amenazadora. No quería sacar su espada, pero si fuera necesario no quedaba otra, estaban en minoría.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 18 (Exito)
Hola. Sí, es un encargo de mi señor. -Contesté al monje sorprendido por tener que justificarme.
Según mi punto de vista no había necesidad alguna de justificación, el negocio era el negocio; cualquiera de mis compatriotas lo habría entendido perfectamente. Pero algo me dijo que aquel monje era algo reacio a vender productos "sagrados" a alguien que no compartía su fe así que mejor ocultar el destino real del panecillo.
El tipo herrumbroso y hediondo se percató que le seguíais, pero no se dignó a esperaros. Caminásteis alejandoos de la parroquia de San Lorenzo y de esos maleantes, y callejeásteis por la collación hasta que se detuvo frente a una casa baja. Allí se paró, abrió la puerta y se internó, dejando ésta abierta...
¡¡Pasaaad!! -gritó desde dentro-.
Anduvísteis al interior con suma cautela, et que al ver aquello por dentro (que por fuera se hallaba con casa a la diestra y a la siniestra en vecindario normal), os soprendísteis, pues no era vivienda, sino negocio: todo estaba lleno de cuchillos, espadas, y algunos escudos, todos ellos de corte cristiano*. Había varios muebles y numerosas estanterías con clavos de los que también colgaban los mangos de algunas mazas y martillos. Había además un apartado de cuchillos de caza, domésticos, punzones y de otros diversos usos. Aquello era una acería.
¡Si el Reino dependiera de ti -dijo mirando a Nazêh-, ya estaríamos esclavizados por sus manos -ahora a Casimiro- centurias atrás!
Entonces, ese al que le decían "el Candelita", cogió un trapo, se limpió un poco el rostro, quitose la barba (que era postiza) y entró en un pequeño hueco que hacía las veces de trastienda. De allí, al rato, salió otro hombre (en sentido figurado): "Un Candelita" más aseado, más civilizado, menos desarrapado.
*quiero decir que no hay armas no cristianas.
El negocio queda cerrado... demasiado... quejumbroso. Si; has perdido la cautela -le decía a Nazêh-. Será mejor que dejes la ciudad, y pronto... Yo pienso hacer lo mismo...
Casimiro miraba con suma extrañeza las palabras referidas al moro por ese... bueno, realmente ya no parecía uno de esos tunantes del pórtico...
Levanto las manos y me pongo a gritar:
-¡No hemos hecho nada, sólo era curiosidad. No nos ataquéis por favor, somos gente de paz! -apoyo la espalda a la pared mientras descubro algo, y por la mirada de Durán el también lo sabía-
Esta ciudad comenzaba a asustarme, casi que por toser ya te sacaban las espadas.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 26-
Resultado: 9 (Exito)
¡No hemos hecho nada, sólo era curiosidad. No nos ataquéis por favor, somos gente de paz!
Eso en Aquelarre... es como suplicar delante del demonio ;)
Otra opción es intentar saltar escaleras abajo. Espero vuestra determinación (aunque Durán parece pensar en defenderse)
Analizo la situación, y le comento a Durán:
-Esta bastante desequilibrado el combate, aun diría mas, tres contra ti y uno contra mi siguen sin salirme los números. -doy un paso hacia adelante y salto por las escaleras- Por alá, que haya un carro de paja o algo debajo...
Jajajaja, lo se, pero igual se apiadaban de mi. Alguna vez ha de funcionar :D
Miro a ver si mi compañero regresa porque no quiero estropearle el plan. Aún así no hago mucho caso.
Pero me están entrando una ganas de darle dos bofetones al que está montando el lío que no veas.
Ambos veis dos cosas (pese a que la que teníais encima era buena...). Por un lado a la mujer que os encontrásteis sufriendo por ambos dos ante tal situación, y a lo lejos, al final de la calle donde estábais a Nazêh, Bermudo y Casimiro con un tipo, entrando los cuatro en una casa corriente.
Dicho lo cual, tirad por Saltar (AGI), si saltáis; y tirad Iniciativa (1d10+AGI), si intentáis defenderos.
Nota: en el primer turnos lucharíais contra los dos de la puerta, en un segundo turno lucharíais (rodeados) con los dos que llegan.
Uno son un maravedí -decía el monje*-, llévese esta caja -te enseñó una pequeña cesta con seis, por cuatro monedas, señor.
Eran clérigos, pero bien avenidos al dinero, tal que comerciantes.
*El Monje no te ha cuestionado, sino tan sólo te ha preguntado si querías. Ambos monjes están vendiendo a diestro y siniestro, a judíos, cristianos y árabes sin excepción.