Partida Rol por web

El Cairo, 12/12/12 las 12:05

El día había acabado demasiado pronto teniendo en cuenta la juerga que se habían corrido la noche anterior. Sin piedad, siempre con una sonrisa obsequiosa, Ramzi el grande los había conducido al comedor para un desayuno opíparo, donde tendrían que devorar como si fueran el perro de un afilador, que se comía las chispas para meterse algo caliente en el estómago. Iba a ser un día largo, en el que iban a asesinar a toda velocidad las pirámides, la esfinge y lo que se pudiera por delante. Explicaciones detalladas y coloridas, interrumpidas por algún comentario inoportuno de Ricard, o alguna ampliación de Gregorio, que necesitaba llamar la atención y que miraba a Jessie cada vez que se las daba de intelectual.

Desde la planicie de Gizeh se dirigieron hacia el centro de la capital, buscando la plaza Tahrir en medio del caótico tráfico de la capital, donde las normas de circulación parecían haber sido abolidas y el conductor promedio parecía extraído del carmaggedon. Durante el camino, para amenizar, Ramzi les había explicado las diferentes excursiones opcionales de las que podrían disfrutar durante la tarde: Visita al barrio copto, espectáculo de derviches, bautizados como delchichis por Ricard, y un espectáculo de danza del vientre, del que, para aumentar el hype, fue repartiendo fotos sugerentes de las supuestas artistas ataviadas con vestidos demasiado sugerentes, y carentes de tela,  hasta para ese tipo de actividad.

La entrada al museo se hizo con la habitual parsimonia egipcia bajo un sol de justicia y el asedio de vendedores y carteristas. Era día especial, se iba a hacer una exhibición de todos los vasos canopos del faraón Tutankhamón, algunos en préstamo en otros museos,  y una parte del tesoro que no había visto la luz nunca. El museo estaba a reventar, pero ellos habían tenido suerte, pues habían sido los elegidos para acceder en primer lugar a dicha exposición VIP, y no solo iban a tener ese privilegio, sino que iban a tener el honor de que el famoso Zahi Hawass, el director del museo y famoso arqueólogo, iba a ser su guía durante esa parte de la visita. Subieron las escaleras al fondo del edificio, ignorando todas las maravillas que le esperaban para llegar a la antesala de la exposición

Las 12:08, Primer piso, Antesala de la exposición de Tutankhamón (P8)

El guía por primera vez los mira con severidad, lejos de su obsequioso carácter, levanta un dedo advirtiéndoles y les dice

- Lo que verán aquí ustedes nadie lo ha visto nunca unido, nunca, desde los tiempos del faraón Tuthankamon, el famoso faraón de la dinastía XVIII, conocido también con Tutanjamón.

- DE JABUGO, NENG, LO HAS VISTO NENG?, EL REY DE LAS TAPAS NENGGGGG!!!. ESTE ME MOLA NENG, QUIERO ENTRAR A VER AL FARAÓN DE LAS TAPAS

La mirada del guía habría fundido un casquete polar pero no apagó las risas de la Jessie hasta que el guía avanzó y les dijo

- Par de simios con patas!!. Ahora escucharéis u os daré tal patada en el culo que os saldrá una zapatería en la frente!. La visita la va a hacer el gran maestro Hawass, mi profesor de la universidad, y quiero quedar bien. Sí? Lo entendéis? Si no me hacéis quedar mal os invitaré a la danza del vientre. Por favor - dijo casi suplicándole ante las risas del neng y la Jessie - solo 10 minutos de comportarse como personas, por favor....

Gregorio se hizo el ofendido, pues su comportamiento siempre era exquisito. Manuel, el intrépido cámara se apiadó de él y le dio un sorbo de su petaca para que sus nervios se aplacaran, mientras Ricard y la reina de las gitanas prometían por los clavos de cristo y las llantas de un Seat León que se portarían como los telefurbies de esos.

- Yo les traduciré, el director Hawass solo habla inglés, y no puedo esperar según que cosas de según que personas... - sonrió de circunstancias a Silver, Sam y Lexi a modo de disculpa y les condujo al interior de la sala donde les esperaba el famoso arqueólogo vestido de lino al modo de los sacerdotes del antiguo Egipcio, exactamente igual pero sin renunciar a su sombrero y a su pelo. No fueron los únicos en ingresar a la sala, pues un policía vestido con uniforme blanco y armado con una ametralladora entró discretamente con el grupo, no sabían bien si para vigilarlos o para protegerlos.

Primer piso, sala P13, exposición de los tesoros ocultos de Tutankhamón

- Estimados visitantes, mi nombre es Zahi Hawass y soy egiptólogo y director del museo egipcio del Cairo. Sean muy bienvenidos a la exposición de los tesoros ocultos de Tutankhamón. Esto no sería posible sin los esfuerzos combinados del British Museum de Londres, el - sonrió mirando al guía como un viejo profesor haría con alumno díscolo y continuó hablando mientras Ramzi traducía en voz baja - Como les habrá dicho el señor Haddadi, el faraón Tutankhamón dirigió los designios de egipcio durante la XVIII dinastía y fue hijo de Akenatón, el conocido como faraón hereje y que intentó cambiar el sistema religioso en todo Egipto. Nació en el 1345 antes de Cristo y murió en el 1327, y según las teorías su muerte se debió a un accidente en uno de los carros del ejercito - adoptó esa mirada de compartir una conspiración y les dijo - como pueden ver juego de tronos se inspiró en el antiguo Egipto. Como les iba diciendo el faraón Tutankhamón no fue un faraón especialmente importante, al menos si lo comparamos con los ramesidas o los del antiguo reino pero su tumba fue de las pocas que se pudieron encontrar sin ser profanada. Y es que en 1922, Lord Howard, descubrió en el valle de los reyes la tumba KV62, y al romper el último muro que separaba de la antecámara funeraria y mirar por el agujero dijo su famosa frases cuando le preguntaron si veía algo

Sí, veo cosas maravillosas.

Abrió los brazos señalando toda la habitación y les dijo - Y con esa intención hemos creado esta exposición, donde hemos reunido los vasos canopos del faraón, desperdigados en los distintos museos, y exponemos por primera vez un papiro correspondiente al libro de los muertos que fue encontrado en su sarcófago. Espero que...

Las 12:12

El suelo del museo empezó a vibrar, un pequeño terremoto que no hizo perder la sonrisa a su director mientras les decía

- No se preocupen, esto es normal en Egipto, un pequeño temblor que enseguida cesará. Disfruten de la exposición.

La gente que estaba fuera de aquella habitación gritó, pero pronto se acabó todo cuando el seísmo de baja intensidad cesó. Las maravillas de la exposición les esperaban.

Vero estaba atendiendo a la explicación del viejo con sombrero. Era igual que Ramzi, pero se le notaba que sabía más, y eso molaba, pero por mucho que molara la vista estaba para usarla, y entre cosas viejas, aunque fueran de oro, y el culo de Silver lo tenía claro. Estaba distraída cuando vio que un rayo de sol se colaba por una ventana e iluminaba uno de los vasos canopos cerca del cierre, desprendiendo una pequeña luz violácea.

Poco después empezó el temblor.

Estábamos en el gran y famoso museo de El Cairo, como invitados VIP. No podía ser de otro modo, estando yo en el grupo. Íbamos a ver una exposición única en el mundo, dedicada a un muerto llamado Tutanjamón. Le di un toque a Manu para que estuviera atento para grabar. No se si nos dejarían, pero no era mi problema, que se hubiera enterado él, que para eso era el cámara y el que sabía idiomas. Llevaba una cámara pequeñísima, de esas que hacían en Japón y que cabía en un bolsillo del vaquero. Tecnología punta, decía el bueno de Manu. A mi me parecía un walkman.

-"Chatín, cuando te diga me enfocas con la cámara y me sacas de este lado, que es el bueno. Y de paso sacas a las chicas, que así se me ve bien acompañado."

Sin esperar respuesta, seguí a lo mío. Al subir a la primera planta, la pareja de jinchos empezó a incordiar a Ramsi, el cual se volvió hacia ellos furioso. No me extrañaba, cualquiera aguantaba a esos dos. Aunque a la chatina la daba un par de meneos sin pensarlo. A lo que íbamos... Estaba yo atento a mis chatinas y al profesor Sai Jagüás, cuando vi algo raro en uno de los vasos cachopos esos. Seguro que los inventaron en mi tierra hace milenios y los exportamos a Egipto. Como he dicho, un rayo de luz incidió sobre uno y este reflejó una luz morada sobre el papiro que había sobre la tumba de la momia. Debía de ser la esquela o la última voluntad del muerto. El caso es, que justo en ese momento, unos signos raros aparecieron y desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Miré a los demás por si lo habían visto, pero nadie parecía haberse enterado. Justo en ese momento, un ligero temblor sacudió el museo, haciendo que todo se moviera... y digo todo. Yo, que en mi juventud había trabajado unos meses en la mina de Langreo, no me pareció gran cosa, la verdad. Me acerqué a Lexi y Sam y les ofrecí mi ayuda.

-"Tranquilas chatinas, no pasa nada. Como dice el profesor, esto es bastante normal. Además, yo estoy aquí, así que no os pasará nada. Se actuar rápido en estos casos, soy asturiano de pura cepa."

Estaba emocionada por estar allí. No esperaba ser tan afortunada de poder presenciar en primicia la inauguración de una exposición como aquella. ¿Qué posibilidad tenía de que le sucediera aquello a ella? Muy pocas realmente. 

Mientras en guía iba explicando cosas que ella ya sabía en su gran mayoría, el imbécil del rapado no dejaba de decir imbecilidades. No le soportaba, ni a él ni a la ramera de su novia. Pero logró ignorarlos y no se notó para nada que no los soportaba. Al fin y la cabo, era psicóloga y como tal, tenía un control exhaustivo de sus emociones y sentimientos y podía ocultarlos a la luz de otros si así lo decidía. 

Finalmente llegaron a la sala prometida. Al ver todo aquello se emocionó. ¿Cuánto hacía que unos ojos humanos no contemplaban todo aquello junto? El profesor Hawass, que no Jackass (esperaba que Ricard no hiciera aquella estúpida broma), era toda una celebridad. Otra magnífica coincidencia que un hombre de su cultura y sabiduría con respecto al tema que estaban abordando, estuviera allí para darles una charla. 

Entonces un temblor lo sacudió todo coincidiendo con una extraña luz que iluminaba uno de los vasos canopos, reflejando una tonalidad lilacea. No diría nada, pues no le pareció relevante. Sin duda tenía una explicación científica y que el suelo temblara casi a la vez fue una mera coincidencia. No tenía duda alguna de ello, pues ante todo estaba del lado de la ciencia ya que la psicología era una, como la arqueología. 

- Señor Hawass, tengo una pregunta para usted. - Diko Vero tras levantar la mano y ser interpelada por el famosos arqueólogo. - "La muerte golpeará con su tridente a aquel que tiene el reposo del faraón". - Recitó la inscripción que Howard Carter halló a la entrada de la tumba del faraoyen 1923. - Maldiciones... - Sonrió a la vez que hacía chascar la lengua. - Se dice que aquellos que profanaron la tumba del faraón, fueron muriendo de forma extraña en los meses siguientes. ¿Cree que la caída fue una ola de histeria anclada en el cerebro de aquellos supersticiosos exploradores del siglo XX, quienes sujestionados por la supuesta maldición, acabaron exteriorizando patologías, ya fueran médicas o psiquiátricas, que a la postre acabaron con sus vidas de forma prematura e inesperada?

Estaba impaciente. Aunque el día avanzaba a un ritmo trepidante, en ese momento se habían detenido, aguardando en la antesala del museo el evento más inédito de...

¿¿En serio?? -Lexi pestañeó indrédula.

Ramzi acababa de llamar “simios con patas” a dos de sus clientes. Y no contento con ello les amenazó con darles una “patada en el culo”. Al margen de estar o no de acuerdo, que lo estaba por cierto, el guía no se cortaba un pelo y era evidente su nerviosismo por el encuentro con su maestro.

¡Tú sí que eres un auténtico maestro! -pensó Lexi achinando los ojos, pues Ramzi aprovechó para decidir él a cuenta del grupo cuál sería la excursión de la tarde.

La joven asintió amable, quitando importancia al hecho de que tuviese que traducir y entró con el grupo en la sala como quien entra en un santuario. Con la mirada barrió la habitación de lado a lado, deteniéndose después en la figura del arqueólogo y director del museo Zahi Hawass, que había tenido la genialidad de vestirse cual sacerdote del antiguo Egipto.

Lexi estaba emocionada. Observaba y escuchaba al egiptólogo con absoluta atención, con las manos entrelazadas a modo de rezo y los ojos centelleando de expectación. Entonces, justo cuando estaba hablando de lo más interesante, notó el suelo temblar a sus pies y como no podía ser de otro modo se asustó, aunque no gritó ni se movió del sitio. La tensión la dejó paralizada. Únicamente lanzó una mirada significativa a Sam, y en breve, por fortuna, todo volvió a la normalidad.

Arturo se acercó a las amigas. Lexi miró a Sam nuevamente, de un modo cómplice esta vez, y ambas rieron divertidas tras escuchar el comentario del actor. -Gracias, es muy amable -sonrió Lexi.

Vero habló de la maldición de la tumba de Tutankamón y luego lanzó una pregunta a Hawass que debió aturdirle más que la sacudida del reciente terremoto. Lexi se adelantó, apresurándose antes de que el hombre respondiese a la psicóloga y se enfrascasen en una larga conversación difícil de interrumpir.

-¿Puede indicarme dónde está el papiro correspondiente al libro de los muertos, por favor? -preguntó sonriente, queriendo ir directamente hacia allí.

Como era normal en una noche de vacaciones, Silver tenía resaca. No la suficiente para dejarlo fuera de juego o apagar esa permanente sonrisa encantadora en sus labios, pero sí para hacerlo botar toxinas extra en su rutina de ejercicio matutina con Pablo, beber medio litro de zumo de tomate al desayuno, y darse el gusto de un botellín de cerveza antes de salir. De comer, no mucho. Lo justo para llenarse de energías sin romper la dieta a la que estaba acostumbrado. Durante el tráfico hacia allí, además, había aprovechado de echarse una breve siesta acurrucado en el hombro a su lado¹ , así que al llegar al museo ya había renacido como si se tratara de un hombre nuevo.

Mientras avanzaban por la entrada bajo asedio, Silver saludaba amablemente a cualquiera que pillara mirándolo. Contrario a lo que uno podía pensar no lo hacía por su naturaleza amable, ni siquiera lo hacía por pensar que lo hubiesen reconocido, sino porque sabía perfectamente bien que los carteristas lo que menos quieren es que los reconozcas. Si saben que los has visto a la cara, las probabilidades de que te roben bajan drásticamente... y él no estaba ahí para que le robaran su iPhone 5. 

Silver no entendió muy bien que tenían que ver las tapas de los frascos con el jamón, así que no llegó a compartir las risas de los ruidosos españoles, pero sí sonrió un poco por cortesía. De español se enteraba de lo básico, porque en el instituto había aprendido lo suficiente para decir hola, como estás, cuál es tu número, quiero cerveza, donde está el baño y poco más, así que no tenía demasiado que aportar.

No iba a fingir que la persona con metralleta tras ellos no le inquietaba, pero al menos eso dejaba claro lo importante de la exposición y lo realmente VIP que eran. Deseó por un momento que hubiese alguna forma de mostrar esto en vivo por instagram, porque con eso seguro agarraría seguidores, pero nada. Solo fotos, así que tendría que asegurarse de sacar las mejores putas fotos de esta exposición exclusiva, tuviera que hacerlo a escondidas o no.

Ahogando un bostezo mientras el señor británico les contaba un montón de cosas que no le interesaban, aprovechó de sacar algunas fotos a la habitación donde se encontraban, selfies incluidas. Tenía que salir él, sino cuál sería la gracia. Aprovechó también de sacar algunas fotos al grupo mientras escuchaban. Quizás las querrían luego de recuerdo, o quizás no, pero ahí estaban.

En LA pasa todo el tiempo. No pasa un día sin temblar. - aseguró Silver con una expresión relajada, divertido con el inmediato avance de galán de Arturo. Y si no fuera por sus palabras, su actitud confirmaría su experiencia en movimientos telúricos, porque realmente no parecía haberse preocupado en lo más mínimo ni recibir el temblor con sorpresa alguna. Como mucho, antes de que pasara, había mirado sobre su hombro con el ceño fruncido, algo extrañado por los gritos.

Lo de la otra noche estuvo bien. No pensaba que fuera ese viaje para encontrar ese tipo de relaciones con otros turistas, pero ese Silver estaba realmente bien, no lo podía negar. Ella no pretendía nada serio con el chico, estaba centrada en su carrera y al parecer Silver era un famosete. De iniciar una relación con él tendría que modificar su vida y no estaba dispuesta a ello. Además, las relaciones a distancia no solían funcionar. Para comprometerse de esa forma uno tenía que ser muy maduro y se veía a simple vista que Silver no lo era. 

Le dejó que posara su cabeza sobre su hombro. Quería que se sintiera bien, aunque tampoco quería que se encariñarse con ella. En el momento en que notase que el chico se colaba demasiado por ella, tendría que cortarle y poner las cosas claras. Se le veía un tanto inseguro pese a la fachada de hombre duro que llevaba por fuera. Pero mientras tanto, era agradable tener a ese chico a su lado. Sobre todo por las noches, pues dormía caliente... Muy, muy caliente.

- Descansa guapo, descansa... - Dijo en un susurro caso imperceptible y con una sonrisa en los labios. - Luego tendrás trabajo que hacer...

Las dos gachises me sonrieron cuando las intentaba tranquilizar, eso era prometedor. No diré que nunca me lo había montado con más de una a la vez, pero ya a mi edad... o pagabas o lo veías en la tele. Sería todo un desafío ligarme a las dos amigas, e intentar montar un trío. Tendría que esforzarme al máximo, pero para mi no había nada imposible. Un tío rudo como yo, que había vivido en la España de la posguerra, se comía el mundo con patatas.

Miré a Manu y le hice una señal para que se acercara. Seguro que ya le había dado a la petaca, dado el olorcillo que salía de su boca. Ese tufillo a Licor 43 me ponía enfermo, era empalagoso y dulzón, y me mareaba. Aunque he de decir que prefería eso, que el olor a anís Castellana que se apretaba todas las mañanas con el café. Cuando estuvo al lado, le comenté por lo bajini.

-"¿No te habrás cagado encima, Manu? Te veo un poco blanco, chatín. Oye, ¿tú te has fijado en los vasos cachopos esos? ¿No has visto algo raro antes del temblorcillo?"

1er piso, P17 Corr.

Sam miró con complicidad a Lexi cuando Arturo se acercó a ellas, y por un momento Lexi pudo ver en la expresión de Sam que iba a tirar una de las suyas. La verdad es que Arturo no tenía mala intención pero Sam tenía la lengua afilada, y a veces era brusca, sin pretenderlo, pero es que era así. Con voz cargada de socarronería le dijo

- Oh, nuestro caballero andante, nos sentimos muchísimo más seguras. Verdad Lexi? Esos brazos fuertes, ese torso poderoso, cualquier chica caería a sus pies..... - El tono era evidentemente socarrón y eso hizo que Manuel, el intrépido cámara riera entre dientes de las desgracias de Arturo. En ese momento sacó la cámara y empezó a grabar a Arturo, pero no el lado bueno, sino el otro, grabando a Gregorio y Jessie, que como fondo no eran lo mismo que Vero, Sam o Lexi.

Finalmente el reportero dijo - No claro que no "chatín", yo también me siento a salvo con ese torso poderoso y esos brazos tan fuertes. - Miró a Sam que empezó a reírse mientras Ricard y Jessie se dedicaban a admirar la joyería diciendo lo que podrían sacar de llevar esas piezas al compro oro. Manuel lo volvió a mirar con el hartazgo de siempre y le dijo - Que dices de vasos cachopos? Tú si que estás hecho un buen cachopo. Te has vuelto a pasar con el viagra otra vez? Si te da un chungo te dejo tirado, que lo sepas!, y si te la vuelves a pillar con la bragueta yo no vuelvo a meter la mano ahí!. Que yo me jubilo en cuanto acabe el viaje, y si te he visto no me acuerdo... Toda una carrera cubriendo lo más selecto para acabar con esto.

Ramzi miró a Vero y suspiró mientras empezaba a hablar apresuradamente en árabe durante 30 segundos con su admirado maestro ¹. El director del museo enarcó una ceja, divertido y empezó a contestar en inglés mientras Zahi traducía un resumen de lo que había dicho el director.

  - El antiguo Egipto está lleno de magia, pero también de supersticiones, y estamos hablando de la muerte de personas hace 90 años. Hace unos años hubo un estudio de esas muertes para intentar averiguar las causas de la muerte pero no se estableció causa. La hipótesis más probable es que murieran de ...

Mientras Ramzi traducía el museo volvió a temblar. Una sacudida fuerte, mayor que la anterior, pero la forma de temblar el museo era extraña. Las paredes parecían estar siendo sacudidas por una gran fuerza pero las piezas de la habitación no caían al suelo por los temblores, pareciendo que una fuerza invisible estuviera sacudiendo las paredes del museo respetando su interior. Desde el resto del museo los gritos de los visitantes se mezclaban con el ruido de cristales rotos, mientras Sam miraba de reojo a Silver y Pablo aprovechaba para acercarse a ella y decirle que todo saldría bien.

Fuera el día parecía acabarse de forma prematura. La luz dejaba de entrar por las ventanas y la oscuridad empezaba a cubrir el museo sumiéndolo en tinieblas. Más gritos, cristales rotos y el sonido de  una mano golpeando un cuerpo, y de pronto la luz volvió en cuanto el generador de emergencia se activó. El doctor Hawass murmuró algo de forma tajante en árabe ²y el policía quitó el seguro del arma y salió de la sala corriendo, llamando por el walkie a refuerzos.

Entonces el temblor cesó y una voz profunda se hizo notar en todo el museo. Una voz que parecía salir de lo más profundo de la piedra y que tenía una solemnidad que conmovía. Hablaba en algo antiguo, casi olvidado, que parecía venir del hall en el primer piso. Todo el museo se dirigió hacia el origen de la voz y lo que vieron les llenó de asombro. Una de las estatuas del Hall estaba hablando como si estuviera viva. Era de caliza y debía estar cerca de los 5 metros de alto y varias toneladas de peso y hablaba con una tristeza que tocaba el alma.

Pablo lloraba diciendo que era la estatua de Ra, que estaba seguro, Manuel dejó de grabar a Arturo y se centró en aquella figura parlante mientras musitaba entre dientes lo gordo que era aquel asunto. Ricard no parecía demasiado impresionado, como si estuviera acostumbrado a las estatuas parlantes y la Jessie le empujaba y le gritaba que espabilara. Solo los dos egiptólogos miraban la escena pálidos, atemorizados, mientras Sesostris I en forma osírica iba desgranando sus pesares. La estatua calló y durante un segundo el museo permaneció en silencio mientras todos esperaban que pasara algo, y pasó. Una risita alegre y espontanea salió de uno de los sarcófagos abiertos del Hall. De él salió una mujer de aspecto arrebatador y larga melena que andaba como si poseyera el museo, dirigiéndose en solitario hacia la estatua con la única arma de un móvil mientras se hacía un selfie y narraba con grititos de emoción lo que había vivido. Parecía estar teniendo un orgasmo mientras se contoneaba delante de la estatua, y seguía hablando y hablando de forma despreocupada.

¹ Perdone profesor Hawass, la pedorra que va de inteligente quiere saber si las muertes de la expedición Carter fueron debidas a algo psicológico. Perdóneme, no se que zoológico han salido.... (De Ramzi a Zahi)

² Vaya a ver, no se quede parado, puede ser un atentado integrista!! Infórmeme para que podamos evacuar el museo!

Silver la conocía. En el gremio todos se conocían y ella era una de las tops, Bianca Bellagio, instagramer, blogger, youtuber, influencer y otro par de decenas de cosas acabadas en -er y relacionadas con la tecnología. Lo suyo eran los viajes, pero no los viajes cualquier, sino con glamour y era conocida por sus entrevistas a personalidades donde acababa siempre bailando twerking mientras les preguntaba cualquier frivolidad. Sus menéos de culo la habían hecho famosa y era lo que hacía, menear el culo delante de la estatua mientras le hacía unas preguntas que afortunadamente no llegaron a oír para que la vergüenza ajena no los abochornara.

Cuando acabó la entrevista dio un gritito y dijo

- Y con esto acaba la entrevista al nuevo robot del museo de Tánger. Ha sido una pasada, pero creo que tendrán que llamar al mecánico porque estoy seguro que con estos bailes se le debe haber quemado algún circuito. Uhhhh, si, Bianca Bellagio... para todos los Bellagers! Os quiero a todos, sois preciosos... uy, fijaros, un monito...que hace esta criatura vendada tan cuqui por aquí? UYYYY BELLAGERS!!! Otro robot, uno cuqui cuqui que parece como king kong en miniatura!!

Una pequeña figura vendada se acercó a la imponente mujer mientras ésta le tendía los brazos llamándola. Era un pequeño mono, un babuino, que estaba momificado pero aun así se movía sin emitir sonido alguno hacia la afamada mujer. El monito se detuvo y la observó con detenimiento mientras la mujer lo intentaba atraer - PITAS PITAS PITAS, venga monito, ven con mamá para que nos hagamos un SELFIEEEEEEEEEEE, los BELLAGEEEERS quieren conocerte. - Todo el mundo parecía hipnotizado por la escena, todos miraban a la mujer y al monito mientras contenían el aliento. El monito finalmente avanzó y se encaramó por la pierna de la mujer hasta posarse en su hombro. Bianca empezó a lanzarle selfies a toda velocidad mientras el mono rebullía inquieto en su hombro. Entonces la abrazó y la mujer empezó a gritar como si algo la quemara. Un humo maloliente empezó a brotar del cuerpo de la mujer mientras el cuerpo del mono rejuvenecía, mostrando parte del pelo perdido y encendiendo un brillo en su mirada. Los gritos se apagaron pronto cuando las fuerzas abandonaron a Bianca y dio con sus huesos en el suelo, pues en eso se había convertido, en poco más que huesos.

El museo se llenó de gritos mientras el cuerpo del mono se iba reconstruyendo parcialmente hasta que el proceso se detuvo, dejando al animal a medio camino entre su estado momificado y el de un cuerpo vivo. Sam gritó, pero nada en comparación a la Jessie que apuntando con el dedo y riéndose dijo

HOSTIA NENG!!! SE HA QUEDAO MÁS SECA QUE LOS HUEVOS DE JULIO IGLESIAS. MIRALA, LE HAN HECHO UN LIFTIN COMPLETITO COMPLETITO... -

Ramzi y Hazi parecían realmente asustados mientras Gregorio gesticulaba airado que quería que le devolvieran el dinero. Aquello era una flagrante violación del contrato y aquello no estaba en el tour, no pensaba permitir que las estatuas hablaran y que los robots hicieran esas cosas porque no estaba en contrato, y si no lo estaba quería su dinero de vuelta, que había leído en el código civil Egipcio que tenía razón.

Sus ojos le estaban engañando. Aquello no podía estar pasando. Sin duda la atmósfera de fascinación que les envolvía, sumado al repentino terremoto que les había afectado, había creado una ilusión que se había incrustado en el subconsciente colectivo creando una ilusión común a todos los presentes. Algo muy raro, que no había sido probado que pudiera ser real, pero que tampoco había prueba en contra y que sólo el método científico podría algún día confimar desmitificar. 

Porque, la psicología empleaba el método científico y eso la convertía inequívocamente en una ciencia y como tal en una verdad absoluta, por lo que no tenía nada que envidiar a otra ciencias como la matemática, la física o la geología. Al menos eso quería creer Vero y todos sus colegas de profesión. 

- Curioso efecto. - Dijo con aire intelectual y sin el más mínimo signo de miedo. - Tranquilos, lo que acabamos de ver tiene sin duda una explicación lógica. No es más que fruto de la histeria colectiva, no hay nada que temer. - Sonrió y alzó una ceja. - Soy psicóloga. - Acabó diciendo para tranquilidad de todos.

La respuesta de la rubia al galán octagenario, o al menos esa era la edad que creía él que tenía, le sacó una risa sincera pero discreta. - Eh, eh, se meten con mi colega y se meten conmigo - advirtió al cámara y la rubia con una sonrisa divertida, dándole la espalda a Arturo por un momento para guiñarles un ojo mientras el profesor contestaba la pregunta de Vero. La verdad era que Silver ni siquiera había entendido lo que la psicóloga intentaba preguntar, así que la respuesta sin duda alguna le sobraba.

Las siguientes sacudidas le hicieron fruncir el ceño ligeramente, algo más alerta pero aún tranquilo. No reparó realmente en la forma en que las reliquias se mantenían en pie, porque no le importaba, pero por si fuera necesario buscó marcos de puerta y lugares donde poder hacer el triángulo de la vida si esto pasaba a terremoto. Quizás ya lo era. Un temblorcito no rompía cristales tan fácil, ni hacía gritar a la gente. Viendo que Sam lo miraba, extendió una mano hacia ella a la altura de la cadera, invitándola a acercarse a él.

¿Pero qué...? - preguntó al ver como la oscuridad se apoderaba del museo. Era de día. No se suponía que la luz se fuera por varias horas aún, y definitivamente ver al policía irse corriendo mientras hablaba por walkie no era un gran alivio. Por si fuera poco, el movimiento ya estaba durando demasiado para no ser terremoto, y se escuchaba cada vez más desastres. Al menos, viéndole el lado positivo, aún tenían la luz del generador y no se les había caído el edificio en la cabeza.

Estaba bastante reticente a ir en dirección a la voz misteriosa esa hasta que no volviera el de seguridad, porque el profesor de árabe no parecía dar la seguridad de que esto fuera un simulacro o una obra de teatro, pero fue porque todo el mundo lo hizo. Eso sí, se fijó de que Sam, Pablo, Lexi y Vero estuvieran todos bien y cerca, o al menos, hizo lo que pudo para mantenerlos a corta distancia. Incluso le echó un ojo a Gregorio, al que le tenía menos fe de cuidarse solo, aunque no fuera tan cercano a él como los otros cuatro. De Manu y Arturo no se preocupaba. Arturo había sido corresponsal de guerra, así que había pasado por cosas peores, y Manu era el puto amo. Nada podría con él.

Normalmente le habría dicho a Pablo que era una estatua y que no podía hablar, pero su instinto lo mandó a buscar la expresión de los expertos y no le gustó nada lo que se encontró. Tragando saliva, se mantuvo a una sana distancia, hasta que aquella tensión se vio interrumpida por una mujer que con solo aparecer en una de sus fotos podía arreglarle la vida y devolverle lo que había perdido. - ¿Bianca Bellagio? - preguntó, incrédulo. Una sonrisa se dibujó en sus labios por un momento, y aunque todo en él le decía que no se creyera la teoría del robot, por un momento estuvo dispuesto a hacerlo. - Tengo que conseguir una collab con ella. - dio un par de pasos hacia la modelo, ya planteándose la oferta de negocios que le haría, mientras esta instaba al mono a acercarse.  Ya con una sonrisa de oreja a oreja al ver al mono en el hombro de la mujer, aprovechó de sacarle algunas fotos, pensando que podía pasarle las mejores y así conseguir algo de gracia. Por supuesto, su plan llegó a su fin al mismo tiempo que sus pasos pararon en seco, que fue exactamente cuando Bianca acabó hecha huesos consumida por un simio momificado... que definitivamente no era un robot.

Soltando todo improperio en su vocabulario, Silver guardó el móvil y comenzó a retroceder lentamente, extendiendo los brazos como si quisiera separar y proteger a su grupo de lo que tenía delante. Le parecía que aún había muchísimo público entre medio, pero no quería arriesgarse a tener al mono ese cerca, y definitivamente no quería que ninguno se acercara como había hecho él hacía un momento. - A menos que vayas a hacerle terapia express al mono asesino, Vero... - dijo mirando hacia esta un momento. - Podemos prevenir corriendo en otra dirección y luego, si era histeria, nos fumamos un porro y nos echamos unas risas. Pero eso no se ve como robot, ni como histeria, y Bianca... - Bianca definitivamente no era una alucinación.

- Si... - Dijo ante las palabras de Silver y al empezar a ser más consciente de que lo que estaba sucediendo, estaba sucediendo de verdad y no solo en sus cabezas. - Quizás tengas razón y sea mejor... - Tragó saliva y desapareció.

No acabó la frase. No podía estar equivocada. Seguramente tendría razón y todo aquello no fuera más que una alucinación colectiva. Por ello, sería mejor marcharse y evitar así que la realidad cayera sobre ella quitándole la verdad. Y es que un psicólogo no se equivocaba nunca, puesto que todo lo sabía. Huir de la verdad sin duda, sería la solución.