Partida Rol por web

DelCojón todavía no se había puesto en pie tras un buen rato allí abajo. Estaba dolorido y algo aturdido, pero algo llamó su atención. Era como un grito, algo que se acercaba, algo que resbalaba hacia él. Miró hacia arriba, hacia la boca del tobogán y entonces lo vio. Una enana salió despedida del agujero en el techo y fue a impactar directamente sobre él.

Se trataba de su buena amiga, la dama enana Dwama, a quien tanto le deleitaba el aroma de sus ventosidades. Dwama dolorida se quejó amargamente del golpe, pero rápidamente se puso en pie y miró en todas direcciones.

- ¿Dónde diablos estamos? - Le preguntó a DelCojón, que seguía viendo más bien nada. - Es como... una fosa de... huesos... - Tragó saliva. - En la pared del fondo hay... - Dio dos pasos hacia adelante para asegurarse. - Es como un pasillo. Muy bajo. Muy estrecho...

Aquella maldita vieja no iba a salirse con la suya. La dama había caído por ser idiota, tan sencillo como eso; descuidada e ingenua, eso había sido. Pero ahora se demostraba que debíamos habernos encargado de ella sin tantos miramientos, en lugar de plegarnos a las buenas formas y a todos los intentos de averiguar las cosas por las buenas.

-¿Podemos ya acabar con ella? -dije, intentando alcanzarla para dejarla fuera de combate o que al menos, perdiese aquella sonrisa que parecían tener todos los que vivían en aquel asqueroso lugar.

La Señora Strudel, demostrando una agilidad y maestría en el arte del empujón, del todo inimaginables en una mujer de su edad y su peso, se situó justo detrás Urma y de una patada en el culo, la envió tobogán abajo. Urma, se deslizó por el tobogán de cabeza y a gran velocidad resbalando y desapareciendo en breves instantes en la oscuridad del túnel.

La Señora Strudel, demostrando una agilidad y maestría en el arte del empujón, del todo inimaginables en una mujer de su edad y su peso, se situó justo detrás Urma y de una patada en el culo, la envió tobogán abajo. Urma, se deslizó por el tobogán de cabeza y a gran velocidad resbalando y desapareciendo en breves instantes en la oscuridad del túnel.

- ¡Ha empezado ella! - Se defendió antes If Hassim y Godofredo, quienes... se habían quedado a solas con esa extraña y malhumorada mujer.

DelCojón y Dwama acababan de ponerse de pie cuando... un nuevo grito sonó a través del túnel. De nuevo alguien se acercaba. Ambos miraron hacia arriba, hacia la boca del tobogán y una orca salió despedida por la obertura cayendo sobre ellos y devolviéndoles al suelo, sobre aquella pila de huesos.

Estaba todo muy oscuro allí abajo, pero la orca veía con normalidad en la oscuridad. Se hallaban en lo que parecía ser la guarida de algún tipo de bestia, y ese sin duda era su comedor, pues estaba repleto de huesos de todo tipo de animales y... también había bastantes huesos de humanoides. Además, todavía quedaban algunos huesos con restos de piel y carne y unas pieles ensangrentadas tiradas junto a ellos.

Además, en la pared del fondo había una obertura. Era como un pasillo con el techo muy bajo y realmente estrecho. Pero sin duda era la única salida de aquel lugar además del tobogán por el que acababan de caer, el cual se encontraba a tres metros y medio o cuatro de donde se encontraban ellos y con los medios físicos que tenían, resultaba imposible de alcanzar.

- ¿Urma? - Preguntó Dwama.  ¿Qué haces aquí? - Le preguntó. - ¿Te ha tirado esa desagradable mujer?

Dwama estaba realmente enfadada. Una vena se le marcaba en el cuello y sus brazos estaban en tensión, así como sus apretados puños. La enana miraba alternativamente hacia el techo y hacia la pequeña salida del fondo de la estancia. Sin duda estaba dudando de como actuar y evaluaba sus posibilidades.

- Esa mujerzuela... - Murmurmó. - ¡Me las pagará!

La maldita vieja había sido demasiado rápida para mí, lo que hizo que yo terminase igual que Dwama, deslizándome tobogán abajo, para reunirme con ella y seguramente con DelCojon.

Cuando aterricé, caí encima de algo duro que pareció romperse debajo. Por un momento, pensé que había sido yo, pero entonces me di cuenta de que el lugar estaba repleto de huesos de otros, por lo que había sido eso lo que había roto al caer sobre ellos.

-Vaya -exclamé con sorpresa, mientras me ponía, dolorosamente, en pie -. Sí, en efecto. Fui rápida... pero ella lo fue más que yo.

Alli estaban, efectivamente, Dwama y DelCojon, que parecieron sorprenderse con mi llegada.

-Bueno, de nada sirve lamentarse. Lo preocupante es que todos estos seres cuyos restos vemos, murieron en este lugar, por lo que debemos ser precavidos. Tiene que haber algo, seguramente más allá de la obertura, que sea verdaderamente peligroso. Supongo que los demás no tardarán en llegar pero mientras tanto, armémonos y exploremos esa salida... con sumo cuidado.

Nada más caer me quedé agazapado, mirando a la oscuridad que me rodeaba. La única fuente de luz era la que provenía de la trampilla que había encima de mi cabeza. La hostia había sido buena, pero nada grave, ninguna herida por la caída por el tobogán. Al no ver nada, enseguida saqué mi cajita con la yesca y el pedernal. ¡Debía de encender una antorcha o sería mi final! El olor a muerte inundaba mis fosas nasales.

Mientras estaba en ello, algo gordo y pesado cayó encima mía. ¡Mi querida Dwama! Sabía que echaba de menos mis olorosas muestras de amistad. Mientras ella miraba alrededor, yo seguí encendiendo la antorcha o lo que quiera que pudiera llevar encima. Un trapo enrollado a un fémur o cosas así. Cuando estaba a punto de prenderlo, otro golpe hizo que me tirara al suelo. Esta vez era la pielverde colmilluda, que estaba despatarrada al lado. ¡Mejor dos mujeres que una sola para protegerme! Y ahora sí, conseguí dar luz a la sala, para ver la cantidad de huesos que había por todos lados. Al final de ella, un pequeño pasillo.

-"Parece que aquí vive la criatura que gluglutea terroríficamente y nosotros somos su aperitivo." Dije aflojando la vejiga y notando la calidez del efluvio a mi alrededor. Miré a una y a otra sonriendo.

Hassim presenciaba boquiabierto la escena, y finalmente dio un codazo a Godofredo para que reaccionara, que estaba tan pasmado como él. Pues al final sí que alguien había lanzado a alguien por el agujero.

— ¡Pero bueno! — estalló Hassim, desenvainando su espada y poniéndose en guardia. Esa vieja con aspecto de maruja sin duda era muy peligrosa, pues en un momento había despachado a dos de ellos tobogán abajo — ¿Quién se cree usted que es, tratando a coces a los invitados de Lord Shamush y empujándolos por ese agujero, de donde sabemos que proviene el sonido del pavo? ¡Además nos está mintiendo a la cara! — la apuntó con su espada curva para mantenerla a raya — ¡Pues ríndase ahora mismo, que vamos a informar a Lord Shamush de su abierta hostilidad!

- ¿Rendirme? - Preguntó aquella mujer. - ¡Son ustedes quienes han venido a mi cocina con amenazas! ¿O es que acaso no ha visto como esa mujer verde me lanzaba un rayo de hielo? - Hizo una pausa. - ¿Y la otra? ¡Se me tiró encima!

Cierto era que la cocinera no parecía estar teniendo una actitud abiertamente hostil hacia los recién llegados. Tan cierto era es como que a quien se le acercaba, lo lanzaba por la trampilla. ¿Qué harían ahora Godofredo e If Hassim?

-¡Mont Joaur! ¡Saint Denisse! ¡Por Dios, que me muera si flaqueo!-gritó el Conde, lanzándose en carga contra la trampilla, por la que se dejó caer.

Allí abajo parecía habitar el pavoroso montruo y no iba a permitir que las dos ( dudosas) damas lo confrontasen solas.

Godofredo fue cayendo por aquel tobogán, que además de ser muy empinado y estar lleno de sangre y otros desperdicios, resbalaba de una forma que no era normal, era como... si estuviera engrasado de alguna forma. No podía ver el fondo del tobogán, pero poco a poco se acercaba hacia el fondo del mismo y en algún momento iba a detenerse. ¿No?

Y así fue. Godofredo acabó con su culo sentado de un fuerte porrazo sobre algo punzante. Estaba todo muy oscuro allí abajo, pero por el tacto dedujo de forma inmediata donde había aterrizado. Sin duda alguna, se hallaba sobre... ¡Una pila de huesos!

Un nuevo golpetazo contra la pila de huesos sonó a sus espaldas. Urma, Dwama y el escudero del conde se dieron media vuelta para descubrir como el buen conde había acudido en su ayuda y había acabada aterriznado en el mismo lugar que ellos mismos momentos atrás.

Por suerte había una fuente de luz que se hallaba al fondo de la estancia. No era otra que una antorcha portada por el buen DelCojón, quien se encontraba sonriente al ver a su amo. Los tres intrépidos lacayos del conde se encontraban examinando una pequeña obertura en la zona del fondo de la estancia.

La luz de la antorcha le reveló al conde que se hallaban en lo que parecía ser la guarida de algún tipo de bestia, y ese sin duda era su comedor, pues estaba repleto de huesos de todo tipo de animales y... también había bastantes huesos de humanoides. Además, todavía quedaban algunos huesos con restos de piel y carne y unas pieles ensangrentadas tiradas junto a ellos.

Al ver caer a Godofredo, mi corazón se alegró sobremanera. Cuántos más fuéramos, más oportunidad de salir con vida de este hediondo lugar. Me acerqué hasta la entrada observando todo con sumo cuidado, no fuéramos a caer en alguna trampa. Si hubiera huellas, quería ver cómo eran para hacerme una idea del tamaño de la bestia.

-"Por aquí, mi señor." Dije mientras entraba por la pequeña obertura portando la antorcha.

La verdad es que la orca era un ser de lo más beligerante, y no podía sino darle la razón a la vieja, que no se le había lanzado encima aún a darle una buena somanta de cachiporrazos.

Abrió la boca para darle la razón en cuanto a Urma, pero no en cuanto a la dama enana, e instarla a colaborar, cuando Godofredo se lanzó de bomba trampilla abajo, dejándole sólo.

— ¡Godofredo! — exclamó. Miró a la cocinera y envainó su espada — Bueno, tal vez tenga usted razón. No están muy bien de aquí, si le digo la verdad. — le dijo señalándose la cabeza — Pero aún así no está bien que empuje a personas por sitios así, ¿de acuerdo? — le increpó en tono regañón. Luego resignado se acercó a la trampilla, y sentándose previamente en el borde se dejó caer por el tobogán, con todo el cuidado que pudo.

- Ehmm... - La cocinera dudó unos instantes. - Si... supongo que...

Y entonces, cuando If Hassim se acercó al tobogán, la mujer cargó como un jabalí en celo contra él. El empujón que le propinó sirvió para que todo el cuidado con el que el sarraceno trató de tener para resbalar por el tobogán, no sirviera de absolutamente nada.

If Hasim fue cayendo por aquel tobogán, que además de ser muy empinado y estar lleno de sangre y otros desperdicios, resbalaba de una forma que no era normal, era como... si estuviera engrasado de alguna forma. No podía ver el fondo del tobogán, pero poco a poco se acercaba hacia el fondo del mismo y en algún momento iba a detenerse. ¿No?

Y así fue. If Hasim acabó con su culo sentado de un fuerte porrazo sobre algo punzante. Estaba todo muy oscuro allí abajo, pero por el tacto dedujo de forma inmediata donde había aterrizado. Sin duda alguna, se hallaba sobre... ¡Una pila de huesos! Allí abajo todo estaba en penumbra, gracias a una leve luz que procedía de un pequeña y estrecha obertura al fondo de la sala.