Partida Rol por web

Finalmente los tres salís de Khâzad Felek. En los establos lo tenían todo preparado, y no tardasteis en coger vuestro equipamiento, tomar posesión del carromato y llevaros a este y a Rim, una cabra gigante de montaña que tiraba del mismo. En el carromato, cubierto por una enorme lona, había cinco barriles enormes, bien atados y sellados. Antes de salir, os comentaron que contenían brea, y os advirtieron de las precauciones que había que tener a la hora de cargarla, para evitar roturas de los barriles o derramamientos del contenido.

El otoño acababa de hacer acto de presencia en las montañas, y aun que la hoja apenas había empezado a caer, los tonos pardos conquistaban poco a poco las copas de los árboles. El camino era rocoso, pero fácilmente accesible para Rim y la robusta construcción de madera y metal.

Salisteis entrada la tarde, lo que provocaba que la intensidad de la luz fuera considerablemente más tenue que a primera hora de la mañana. Estos asuntos eran difíciles de atender cuando se pasaba tanto tiempo dentro de la montaña y a veces suponía un problema. Sumado a ello, el día estaba nublado, y se avecinaba un pequeño chubasco que no podría llegar a calificarse de lluvia como tal.

Borzos sonrió al sentir por primera vez en semanas el viento del exterior. Él había nacido bajo la montaña, por supuesto pero sus viajes ya de joven lo habían llevado al exterior y había aprendido a apreciar las maravillas que Toril ofrecía. Miró de reojo a Kroggar, que seguro que no compartía su entusiasmo y trató de contener una sonrisa.

Subidos en el pescante del carro los tres seguro ofrecerían una imagen cómica, bajitos robustos y cuadrados. Pero antes de ponerse en marcha había que decidir algo.

-¿Quién va a llevar las riendas? Yo me ofrezco voluntario pero no me importaría tampoco disfrutar más relajado del viaje. 

Por fin la libertad de las montañas era algo más que una promesa. No es que la misión fuera lo que esperaban, pero tampoco parecía extraño que tuvieran que ganarse la confianza de la fortaleza antes de que les encomendaran tareas más importantes. Además, el conocía esas montañas y no había que tomarse ni un solo día en sus caminos a la ligera, la naturaleza y el clima ya podían ser un desafío ante cualquier imprevisto, y no digamos las bestias y los engendros que podían surgir de cualquier parte. No en balde eran militares, lo eran porque vivían rodeados de amenazas, así que más les valdría andarse con ojo, al menos Toril no dejaría de hacerlo en ningún momento.

Kroggar, podrías dejarme ese mapa, quiero comprobar si hay alguna zona peligrosa en nuestro viaje y calcular cuanto podríamos tardar- miraba a las bestias de carga con recelo, acostumbrado a viajar solo y tantas veces fuera de los caminos. -Si el viaje es largo será mejor hacer turnos cortos para llevar el carro y que todos permanezcamos descansados, sino te importa empezar tú con las riendas yo iré caminando un rato hasta que anochezca.

Kroggar le tendió el mapa a Toril, pero no así los documentos que debían de ser firmados por el responsable del puesto. El enano revisó que llevaba todo su equipo en orden.

—Deberríamos irr todos montados en el carrromato—repuso a la sugerencia del explorador de ir a pie—. Así irremos lo más rrrápido posible y también volverremos pronto. Y las rriendas, lo mejorr es que Borrzos y yo nos turrnemos parra que Torril haga de "vigía". 

Entonces se dirigió directamente al enano mientras este ojeaba el mapa.

—El exterriorr es tu terrritorrio, ¿no?

Kroggar te entrega el mapa. Empiezas a dar vueltas girándolo sobre sí, y al poco te das cuenta de que los mapas geográficos enanos son bastante más difíciles de interpretar de lo que podrían ser mapas de minas o lugares bajo tierra. A los pocos minutos te das por vencido y decides que es mejor seguir tus instintos.

Sin ninguna clase de dificultad intuyes que la avanzadilla se encuentra relativamente cerca. En un par de horas en el carro tirado por Rim llegaríais sin problemas.

Avanzáis por el camino sin mayor dificultad. Rápidamente los picos que sobresalen por aquél terreno escarpado empiezan a adornar el paisaje.

En la lejanía, en uno pico cercano al camino por el que dentro de un par de minutos pasaréis visualizas un pequeño grupo de humanoides de un tamaño bastante recudido. Se encuentran en una posición elevada. Parecen interactuar entre sí. A simple vista apostarías a que es un grupo de trasgos o kobolds, unos 3.

Borzos frenó el avance del carro, aparentemente sin razón. Entonces dijo en voz baja.

-Aquel pico, arriba, a las 17h... veo un grupo de 3 kobolds o criaturas de ese estilo... parecen estar haciendo algo. Llegaremos a su posición en un par de minutos. Haceos los despistados.

Ante la voz de Borzos me puse alerta al momento, doble el mapa se lo devolví a Kroggar y subí inmediatamente al carro. Mientras miraba de reojo en la dirección que indicaba Borzos, tapaba las armas bajo la ropa, la idea estaba clara, parecer inofensivos carreteros para que se confiaran y cuando estuviéramos seguros de cuantos eran atacarlos sin piedad. -Apenas deberíamos tardar un par de horas más en llegar al puesto, pero parece que no se pueden dar dos pasos ya en nuestras montañas sin encontrar alimañas, es cómo cada vez estuvieran más confiados.

Intento poner todos mis sentidos para corroborar que son Kobold, cuantos son y sobre todo si algo más con ellos., pero no consigo ver nada con claridad. 

Kobolds. El sacerdote confiaba en tener un viaje tranquilo, pero por algún motivo el padrenano había decidido que no lo fuera. Estaba bien, era hora de tener su primer auténtica experiencia de combate y matar kobolds se le antojaba hasta jubiloso.

—...Y entonces le agarrre la cabeza a ese mal hijo de duerrgarr, ¡y se la estampe contrra la mesa!—dijo fingiendo que estaba contándoles una historia a sus compañeros— Hacedme caso. La mejorr pelea de taberrna de la historria.

El corazón del enano latía con fuerza, estaba deseando lanzarse contra esos malditos hijos de perra.

Borzos rió ante la falsa chanza de su compañero y se dejó la honda y una piedra a mano, dispuesto a anticiparse al previsible ataque de los kobolds.

Avanzáis por el camino con el cargamento mientras intercambiáis chanzas, e intentáis impresionar de manera pasiva al grupo de lo que empiezan a diferenciarse como kobolds. Conforme avanzáis, vuestras voces y el ruido del carromato hace que se percaten de vuestra presencia. Dejan de mirarse entre sí, para girarse y miraros fijamente.

La situación era extraña, un pequeño grupo de kobolds a la intemperie en mitad de un camino. Esa clase de criaturas normalmente habitaban cuevas y pasadizos estrechos. Continuáis avanzando y veis como la situación se empieza a volver cada vez más incómoda para los dos grupos. Mantienen su posición mientras mueven sus pequeñas cabezas con gestos reptilianos, similares a un pájaro cuando vigila desde una rama.

Borzo, al ver que ni siquiera era una emboscada organizada, les pegó una pedrada (que casi le parte el cráneo a uno) para espantarlos.

-FUERA, RATAS!! VOLVED A VUESTRA RATONERA Y NO SALGAIS! NO ME HAGAIS BAJAR DEL CARRO Y MATAROS A HACHAZOS, COPÓN! 

A la pedrada de Borzos, Kroggar actuó como un resorte. El enano se bajó de un torpe salto del carro, dispuesto a entrar en combate.

—¿Qué se vayan?—le preguntó retóricamente molesto al enano pelirrojo—¡El único kobold bueno es el kobold muerto!

Ese refrán enano se podía usar para cualquier enemigo del Pueblo Enano: kobolds, trasgos, orcos, osgos, elfos... Y al clérigo de Bargenta le encantaba utilizarlo. El enano se golpeó con las manos en el pecho (aunque más bien se golpeó en su oronda barriga) provocando al enemigo.

—¡VAMOS CRETINOS! ¡VENID AQUÍ!

La piedra de Borzos silbó en el aire y la sangre empezó a hervir en sus venas, si aquello no era la felicidad debía parecerse mucho, saltó del carro y se situó al lado de Kroggar – son alimañas patéticas pero no dejéis que os rodeen, siempre intentan aislar a sus víctimas y atacarlas cobardemente por la espalda.- Tampoco tenía intención de dejar huir a tres Kobolds, no era el momento de dar explicaciones pero Toril Altoroca mata Kobolds, no los deja huir, no los evita, los caza y los mata.

Se situó en posición defensiva junto a Kroggar, por si se abalanzaban sobre ellos, y preparado para acercarse si no daban el paso. Sin gestos, sin aspavientos ni alardes, solo la mirada fija en su presa, acariciando el mango de sus dos hachas.

Cuando estabais a la distancia suficiente, Borzos decidió que era momento de comenzar el combate, una buena ofensiva a veces es la más efectiva de las defensas. Cogió su honda y golpeó de lleno en la cabeza del kobold quien quedó sangrando y empezó a emitir un gruñido reptiliano. Kroggar y Toril saltaron rápidamente del carro parándose este en seco mientras Rim cabeceraba de un lado a otro por las riendas que le tiraban.

El combate estaba servido. Fue en ese instante cuando la criatura que había sido golpeada comenzó a emitir un cántico rítmico y cacofónico. Dos kobolds más salieron de entre las grutas del pico y comenzaron a descender por el terreno.

- ¡ Kruht yuh mi nahtuah ! Ederruh’s mineh Moradin. - gritó una de las criaturas antes de que empezarais a intercambiar golpes.

Toril que conoce la lengua dracónica y uno de cuyos enemigos predilectos son los kobold disciernes lo que aquél pequeño humanoide de tez oscura le dice al resto:

-¡ Nos han descubierto ! Matad a esos hijos de Moradin.

Estos bastardos llaman refuerzos y os aseguro que no tienen ninguna intención de huir...

Lo primero que pensó en Kroggar fue en la clásica accion de manual, utilizar el poder de Bargenta para potenciar a sus compañeros... pero no lo hizo. No iba a llamar al Señor de las Hachas por unos sucios kobolds. Estos enemigos no merecían más que el frío filo de su hacha.

El enano avanzó hasta llegar a uno de los kobolds y descargó su hacha contra uno de ellos con toda su furia.

—¡BARGENTA!

Kroggar se lanza enfurecido contra el kobold que apenas acababa de salir de su madriguera. Al pobre no le da tiempo más que a arrastrarse del pequeño agujero del que ha salido reptando, ponerse en pie y mirar al frente. Cuando se quiere dar cuenta, el enorme hacha del fornido clérigo cae sobre el cráneo del humanoide reptiliano haciendo que su cráneo se abra en dos, dejando fluir la esencia carmesí.

Lo úncio que salvó al cadaver de aquél pobre ser fue que el hacha se quedó incrustada durante unos pocos instantes en su cabeza, impidiendo un segundo golpe fluido por parte de Kroggar.