Partida Rol por web

El alimaña, logro traspasar sus defensas sin que el elfo pudiera hacer mucho, por lo que fue herido en su brazo derecho, donde porta la lanza Elfica.

Sin poder hacer mucho, realizo una maniobra circular, buscando asestar a la alimaña con un fuerte golpe en la cabeza con el propósito de conmocionarle la vida.

En este punto, en su rostro no se notaba preocupación, mas si un semblante decidido en salir de este aprieto, por lo que al fallar se recupero y posiciono rápidamente para defenderse del próximo ataque.

Los Skavens volvieron a intentarlo. Otro tiento con el estoque las detuvo antes de que se acercaran demasiado.

-¡Por los nueve infiernos, ¿Dónde hay más?.- Hans aparece en el pasillo abriendo una de las puertas mangual en mano. De la bola cuelgan restos de pelo y sangre.

-¡Vasile por Sigmar!.- Comenta el religioso al verte. -Y todavía no nos hemos alistado.-

El ástil de la lanza hace un arco doble cogiendo desprevenida a la rata. El golpe en el pecho parte varias costillas que se le clavan en los pulmones. Inmediatamente comienza a toser sangre entre estertores próximo a la muerte.

La otra rata recula sopesando sus posibilidades.

Tras el nuevo ataque de la alimaña aun en pie, Eldillor sonríe al ver el desconcierto de esta -¿Qué? ya no te sientes tan a gusto sin tu amiga- dijo, procediendo a realizar un Ataque total contra la criatura.

En una fracción de segundos, la alimaña presencio una técnica realmente mortífera, donde generaba una embestida tan rápida y fuerte, desprovista de fallas, la misma terminaba con una postura muy abierta y desprovista de defensa, ya que sus pies terminaban separados, todo su peso en la rodilla derecha, el escudo tenía su cara mirando el techo y la posición de ataque totalmente flexionada hacia delante.

Al realizar esta técnica, en los ojos del Elfo se notó un fuego ardiente en su mirada, reflejando todo el ímpetu y energía que debía poner para realizar la misma.

- ¡Jor jor jor! Sabía que unas ratas no podrían contigo, Hans -felicitó con sonrisa fiera al fanático, feliz de verle en pie-; aquí herr Hlüger de Nuln ha perdido a su hija así que acabemos con estas bestias, rescatemos a la dama y recemos a Sigmar porque podamos contarlo.

Aquel instante tras recuperar a su amigo le dio para pensar en frío acerca de lo que estaba ocurriendo y de cómo iban pertrechados. Su familia estaba a salvo hasta donde él sabía y Hans estaba con él, de manera que sólo quedaba el soldado de Nuln con causas que requerían premura.

- Decidme, ¿nos acorazamos o continuamos sin parar? -tenía más galones, más experiencia y más que perder si cualquiera de las dos opciones salía mal; de allí que fuese quien debiese de tomar la decisión- Hans puede ayudarme con las cinchas para que estemos listos en menos de lo que se tarda en rezar un Sigmar Eterno.

Sigmar no quiera que permitamos wue una mujer este más tiempo del necesario en manos de esos engendros mientras nosotros nos acacicalamos como mujeres de taberna Digo saliendo de la habitación para ver como le ha ido al resto. Coge un arma y una antorcha , si el elfo y el otro están vivos quizás nos acompañen

-Ayudemos al resto.- Dijo el viejo soldado con premura. -Aunque esto me huele a encerrona. Yo ire a por el tabernero, pues las ratas no han forzado mi cerrojo, ni el de mi hija Wilma para entrar a las habitaciones.- Los golpes gritos y entrechocar de aceros sonaban tenues aun en el pasillo, prueba de la solida construccion de las paredes y puertas. -Daos prisa, pueden estar en peligro. Mi hija ha sido raptada por que la querian viva. No la mataran aun y solo ulric y sigmar saben cuantos skavens encontraremos alla donde se la hayan llevado. ¡Aprisa-

- Que Ranald os traiga suerte, Hlüger- se despidió Vasile-; nos reuniremos en los pasillos, donde se nos oye mejor.

Dicho esto el estirlandés arrugó la nariz y supo que habría de dejar a un lado la alabarda. Yéndose el caballero de Nuln a por el tabernero mientros ellos se reunían con el resto significaba el que no hubiese nadie para tener en alto el candil y sería mejor que sacrificase él su arma a dos manos a que lo hiciese Hans, quien se batía como una bestia con aquel flagelo.

Os acercais a la primera puerta, aquella mas cercana, pero esta cerrada. Sin duda uno de esos dos puso el cerrojo, como todos, y ahora debiais derribar la puerta.

no me cuesta nada parar los golpes, la adrenalina habían hecho que estuviera despierto, por lo que aproveche el golpe para dar a la rata que había herido.

Tengo una llave maestra que sin duda abrirá la puerta .Digo antes de pegar con el mangual contra la puerta con todas mis fuerzas.

La rata quedó indefensa después de repeler su ataque dejando su pecho al descubierto. El Estaliano atravesó a la pequeña figura peluda con dos cuartas de buen acero justo cuando una bola con púas, tan grande como la cabeza de un niño, atravesó la puerta dejando un orificio por el que se podía ver la lampiña barba del religioso. Un segundo después, el orondo cuerpo del estirlandés arrancó la puerta de cuajo atravesando la habitación.

El estrépito de la puerta atravesando la habitación, la intensa luz del candil y los juramentos del religioso crean una inmensa confusión. Cuando os recomponéis, el segundo skaven ha desaparecido. 
 

- Sigmar mediante llegaremos a tiempo para rescatarles- le animó al fanático tratando de convencerse a sí mismo también.

Coordinándose con Hans Vasile se abalanzó hacia delante con el hombro de ariete para reventar la puerta de sus goznes. Su peso sumado a la maña de su compañero dieron lugar a un importante porrazo que retumbó en las paredes y madera y metal cedieron.

- ¡Luís! ¡Vivís! -declaró con la alegría de un rezo que se ve cumplir-Tomad este candil para que podamos ver y vayamos a rescatar al elfo.

había conseguido matar a una de las ratas, pero la otra se había muerto por mi acero, a la par que llegaban el soldado y el fanatico, "llegaís a tiemp..." iba a decir, cuando me doy cuenta de que la otra rata a huido, "parecen que han huido, voy a coger un par de cosas" les digo y rápidamente agarro mi chaqueta y me la pongo, para no salir en cueros, así como mi hacha de mano del suelo, y la daga de debajo de la almohada, pero dejo el resto de adornos extra que estaban en el suelo por lo deprisa que me había ido a la cama, aunque solo cojo mis armas, "¿que eran esa cosas?" les digo una vez listo.

y cojo el candil que me ha pasado, "solo unos rasguños, nada mas" le respondo a Vasile

La lanza impacta veloz en el muslo de la criatura, dejándola coja. La profunda herida deja ver que no tiene posibilidades reales de ganar, aunque nunca se sabe. Sin superioridad numérica ni forma de escapar la criatura se siente acorralada e intenta desesperadamente un ataque.

Quedáis los tres en el pasillo, solamente una habitación permanece cerrada, aunque no se escucha sonido de lucha.
Tanteáis la puerta pero permanece cerrada, como todas, mediante el cerrojo interior.

La sombra de los tres se proyecta sobre la puerta. En vuestro fuero interno sabéis que si no hay lucha es poque uno de los dos bandos ha caído. Os disponéis a abrir la puerta preparados para lo que sea.
 

- Hacedmne palanca en la puerta y saltarán los goznes- les pidió a sus compañeros antes de echarse unos pasos para atrás y abalanzarse hacia delante, cual todo embistiendo, para chocar con su orondo cuerpo contra la madera.

Vasile bajó la cabeza y flexionó la mano un par de veces, el hombro se le resentía un poco por la cantidad de puertas tumbadas pero un atisbo de orgullo titilaba en sus ojos pues todas habían caído a la primera. Alabado sea Sigmar por darme fuerzas -pensó para sí mismo.

Justo cuando parece que hay un momento de descanso en el combate, la puerta salta de sus goznes y el inmenso cuerpo de Vasile atraviesa el umbral. La luz de un candil ilumina toda la estancia y la malherida rata humanoide sisea mientras retrocede, cojeando, con la daga preparada.
Han con su mangual lleno de sangre y Luis Alcocer estoque en mano entran seguidamente en la estancia. Un skaven yace muerto en el suelo con costillas fracturadas y cortes. El otro apenas puede tenerse en pie mientras el elfo, escudo por delante y lanza en ristre, le acorrala contra la pared.

-¡Graaajjj! -rugió el orondísimo estirlandés al atravesar la puerta y caer de bruces al otro lado- Estamos todos vivos- reconoció para sí mismo, feliz de ver sus rezos contestados, para luego mirar a sus compañeros y desde el suelo levantar su puño en señal de ataque hacia el skaven- ¡Academos con esa rata!

Con quejidos propios de padre Vasile logró irse incorporando para alzarse junto a sus compañeros, cuatro contra una sola rata; ojalá todas las peleas fuesen así de agradecidas.