Partida Rol por web

—Veo en vuestros rostros a dos aventureros que quieren cazar una cocatriz. Aventureros con plata para gastar. ¿Y qué mejor que gastarla en lo que os ofrezco aquí? Imogen Mox, comerciante de menesteres que gente como vosotros encontrará de lo más interesada, encantada de conoceros.

La mujer se inclina sobre el carromato y os mira a los ojos con detenimiento. Sonríe levemente, como si supiera algo que los demás no.

—Guardas muchas tristezas dentro tuyo —le dice a Tatyana—. Y tú estás huyendo de algo —le dice a Brant—. Podría ver más, si tenéis con qué pagarlo. No solo vendo artículos, también leo futuros. En los vuestros hay mucha niebla. Os podría ayudar a despejarla.

Su reacción le sorprendió, no esperaba para nada que se lo tomase de manera tan entera y loable, esperaba al menos que se le notase pero había sido capaz de soportar la noticia con la mayor fuerza posible. Había aprendido mucho en estos meses eso estaba claro, pero remover el pasado no iba a servir de nada.- Ahora no podemos pensar en lo que hubiera pasado, no lo sabemos ni nunca lo haremos, debemos centrarnos en el camino que tenemos delante y después si tenemos la oportunidad hablaremos aún más largo y tendido.- Los otros comentarios de su amiga le dolieron, hacer el bien no era lo mismo que ser buena persona, al menos según su juicio que seguía atormentado por creer que podría haber hecho más, la idea de que quizás se rindió muy pronto de manera inconsciente para salvarse a si mismo sigue pesando.- Quizás tengas razón pero no lo creo, yo estoy pasando por mi propio duelo después de haber vivido lo que viví y aún no estoy preparado para considerarme siquiera buena persona. Dudo de haber hecho todo lo posible, dudo de que mis decisiones fueran las correctas y dudo de que las vidas que salvé hubiesen sido las únicas que podría haber salvado. Aunque como te he dicho intento mirar hacia delante, en mi mente y cuerpo las heridas aún pesan como el primer día. Todo lo que hago no es solo por altruismo y ayudar a los demás, una gran parte de mi busca la paz que no creo que pueda encontrar completa nunca, pero lo intentaré todo lo que pueda mientras alivio la carga de los que encuentre en mi camino, y no lo veo como un gesto de buena persona si no como una penitencia autoimpuesta y si me preguntas, muy merecida.

Al escuchar las respuestas de Derek, lo que primero que deseó en ese instante era abrazarlo, posiblemente ambos necesitaban aquello pero dadas las circunstancias esto terminaba siendo un poco difícil. Por ello le cogió la mano por un breve instante y lo miró a los ojos, en ese contacto que no duró demasiado, pudo sentir lo rota que estaba. 

Todo en ella temblaba pero hacía un esfuerzo enorme para no caer, para que el peso de la culpa no le afectase tanto como ahora. Aún así cuando abandonó el contacto aquel para mantenerse pegada a su lobo, lo miró a los ojos comprendiendo todo lo que sentía Derek en esos momentos. 

—Fue inevitable, no te llenes de una carga que es más grande de lo que se pueda soportar. Somos dueños de nuestras decisiones y las consecuencias que conllevan aquello, aún así, solo espero que todo sea diferente algún día—confesó y agregó—. Creo en el mañana Derek, y vamos a ello. 

Después posó su mano en el pecho de su amigo. 

—No luches más contigo, no es una rendición. Es supervivencia y haces mucho, cada vida que salvas es mucho. Pero sé que puedes, confío en ti. 

Y sin más, aún con el dolor en su pecho continuó caminando. 

Tenía la sensación de haberse sobrepasado en si discurso y hablado demasiado sobre sus sentimientos a alguien que acababa de recibir una noticia tan terrible sobre su familia, ella era de quién debía preocuparse ahora. De ella y de Tatyana, ignoraba si su nuevo acompañante conocía sus orígenes o no pero era algo importante conocer, así podría cambiar de tema también.- Entiendo lo que quieres decir, lo entiendo perfectamente, pero no es algo que sienta o crea que debo forzar. No me malinterpretes, ojalá pudiera hacerlo y vivir el mañana con total libertad, pero ahora mismo aunque lo intento, siento que no estoy preparado para liberarme de esta carga. Aún más cuando al servicio de la casa von Wick revivo a diario esos terribles acontecimientos, te prometo que miraré hacia adelante pero ahora me es imposible.- De nuevo sin querer volvió a centrarse en si mismo, era el momento de cambiar.- Perdona mi discurso, no quiero agobiarte con cosas que no podemos cambiar de momento. Quería saber sobre vuestro acompañante, Brant si no recuerdo mal. ¿Qué sabe de todo esto?- Directo pero necesario, no había forma de suavizarlo.

Ni Brant ni Tath conocían el lugar representado, difusamente, en el viejo pergamino. 

—Quizá el hechicero, ese que conoces, sepa dónde se encuentra la isla. Vamos a guardarlo y se lo enseñamos luego —sugirió mientras iban recogiendo el resto de los objetos que habían ganado en la apuesta.

Una vez llegaron al puesto del comerciante, quien resultó ser una mujer, Brant observó con aparente desinterés el material allí expuesto. Él ya se encontraba equipado con lo justo y no veía prácticamente ningún utensilio que le sirviera en el campo de batalla. Además, él no estaría, en principio, en primera línea de ataque hasta que tuvieran oportunidad de enfrentarse a la cocatriz. Solo le interesaba reponer provisiones, pero esa visita la haría antes de partir hacia un nuevo destino, cuando hubiera finalizado su cometido en ese lugar.

—Prefiero que mi futuro sea incierto —comentó, rechazando la propuesta de Imogen. Acceder a ella suponía derrochar unas monedas que prefería invertir en otras cosas—. Conocerlo solo me traería aburrimiento. Que tengas buen día —se despidió, aguardando a que su compañera se decidiera. 

Luego de que ambos echaran un vistazo a aquel mapa, coincidieron en que ninguno de los dos sabía dónde era. Luego Tatyana asintió ante las palabras de Brant - Sí, podemos enseñárselo. Estoy casi segura de que puede saber dónde puede ser esto - y le echó una mano a llevar las cosas que había ganado él.

Llegaron al puesto de la comerciante. Observó lo que tenía y lo que le llamó la atención fue algunas provisiones que les podrían servir para el camino. La comerciante se presentó y se sintió un tanto observada cuando la miró a lo ojos, como si pudiera ver los sentimientos más profundos de ella. De hecho, les comentó que también leía el futuro. Brant rechazó aquella oferta, pero Tatyana estaba dudosa - A mí me gustaría comprar algunas provisiones y bueno... - miró a Brant y luego a la comerciante, esbozó una ligera sonrisa - yo sí quiero saber. Creo que aunque el futuro pueda decir ahora mismo una cosa, podría cambiar según nuestras acciones y decisiones, ¿no? Espérame un momento Brant.

—Eso es culpa y creeme, te entiendo.

No dijo más nada al respecto porque era evidente que así como ella había cambiado por todo lo sucedido, también se aplicaba a su amigo y respetaría de corazón esa decisión porque él había estado allí, él se había quedado y el peso de toda esa responsabilidad recaía sobre sus espaldas. Así que al menos intentó entender aquello, pese a todo. 

Luego ante las otras palabras, negó con la cabeza. 

—Nada que disculpar y con respecto a Brant, recién lo conocemos y no está al tanto de nada. Tampoco es mi intención que lo sepa y estoy segura que Tath piensa igual. Es una vida nueva, con todo lo que esto conlleva y estamos creyéndolo de alguna manera nosotras para que sea más genuino. No hay opción.

Derek asintió con la cabeza forzando una sonrisa a la afirmación de su amiga sobre la culpa, lo sabía pero como ya había dicho no se sentía capaz de hacerle frente y poco más había que decir al respecto, al menos sobre eso.- Creo que ha sido buena idea mantener a Brant fuera de todo, por vuestra seguridad y por la suya, no sería justo meterle en todo esto por las buenas. La ignorancia es felicidad, o eso dicen, mejor que lo dejéis estar así. Parece buena persona aunque muy energético, seguro que hacéis buen equipo. Lo repito de nuevo pero me alegra que os haya ido todo lo bien posible, me alivia la carga que siento.- Miró al cielo, hacía ya buen rato que estaban hablando y las sospechas podrían crecer.- Será mejor que volvamos si no hay nada más que decir por el momento, quizás sospechen algo, esa sacerdotisa parece incansable y perspicaz, no confío en ella.

Sin más que decir, simplemente asintió con respecto a las palabras de su amigo y se quedó pensando en todo lo hablado. Tenía que tomarse un tiempo para digerir las cosas, más allá de que en un rato debía personarse en la tienda del conde para volver a esconder todo lo que Liselot representaba en un rincón solitario de su corazón ya que Ethel era la persona que debía ser, incluso con el dolor de saber que nadie sobrevivió a las manos de la Vizcondesa. 

Todo muy injusto era, pero había que lidiar con ello y era un dolor que como puñal clavado, costará sacarlo. 

Derek y Ethel vuelven de su caminata y se reencuentran con Brant. A unos metros de distancia, Tatyana está hablando con una comerciante que tiene tres carretas repletas de armas, armaduras y provisiones. No escucháis lo que le dice. Faltan un par de hora antes de que caiga el sol. Los soldados del Cone van de aquí para allá, preparando mosquetes y barriles de pólvora para asaltar la cueva de la cocatriz el día de mañana. La tropa de Silvester von Wick los imita. Artemi y la prostituta Pavlinka aún no han salido de la tienda en la que se metieron. 

Brant se aleja y reúne con Ethel y Derek. Quedas a solas hablando con Imogen.

—Qué lástima que a tu amigo no le interese su futuro. Bien le vendría conocerlo, y asumir su pasado en vez de seguir huyendo de él. Tanto tiempo usando un nombre falso... tu amigo debe de estar agotado de pasarse tanto tiempo mintiendo. Y tú también, por lo que veo.

Te toma la palma de la mano y desliza sus dedos sobre las líneas.

—Qué interesante. Pensé que había niebla en tu futuro, pero en realidad es humo. Humo negruzco. Y algo más... algo más... Ah, sí, aquí está. Cuídate de la gente que no ve lo que tiene enfrente. Esas personas te llevarán a la ruina. De hecho, parece que en este mismo momento estás encaminada hacia algo malo. ¡Y cuídate del fuego! Dentro de poco comenzará la danza del fuego y todo será llamas, ¡no permitas que te engullan! Ah, y no mates a los hijos. Eso lo hará enojar.

>>Lo siento, eso es todo lo que puedo leer en tu mano. Espero que te sirva. Son dos piezas de plata.

Encogiéndose de hombros al ver que Tath sí quería escuchar las habladurías de una comerciante que encima se las daba de vidente, el cazarrecompensas se apartó, dejándoles intimidad y fue en ese momento cuando vislumbró a Ethel junto al hechicero. Se acercó a ellos, saludando con la mano.

—Traigo buenas noticias —interpeló—. He recuperado mi espada y les hemos ganado también varias cosas a esos soldados: unas botas, una brigantina, un farol... —enumeró, intercambiando miradas con ambos—. Esa mujer de allí atrás vende armas, armaduras y consejos sobre el futuro. Yo he preferido no caer en su treta, que me conozco a la legua a esa clase de personas. Te venden la vida de rosas y luego te quieren cobrar por sus servicios como si hubieses pagado por una pepita de oro... —aseguró con desdén.

Se fijó en que no había sido formalmente presentado con el hechicero.

—Soy Brant —dijo, antes de rebuscar en el zurrón y extraer con sumo cuidado el viejo pergamino que habían conseguido—. ¿Reconoces este lugar? —se lo mostró—. Dicen que es un mapa del tesoro, pero ni Tath ni yo sabemos en qué isla se ubica...

Ya cuando estaban de regreso luego de haber tenido una pequeña conversación, escuchó lo que tenía para decir Brant y alzó un ceja visiblemente sorprendida por ello. 

—Vaya, espero que no incentives a mi hermana a dejarse llevar por el juego luego de esto—comentó distendida y asintió—. Tampoco soy amiga de las personas que ven el futuro, somos dueños de nuestro destino para bien o para mal. 

Le sorprendió que Tath quiera pasar rato con la mujer, Ethel no lo haría porque prefiere mantenerse como está y entre sus manos contar con la incertidumbre de un mañana que se desconoce por completo. No obstante continuó escuchando lo que tenía para agregar y miró el mapa con detenimiento. 

—Hm, ni idea... Yo en un rato me toca la cena "romántica", no estaría mal averiguar un poco más sobre esto. Mira por donde, hablando de destino, aquí hay uno. 

¿Él también está usando un nombre falso? - Sí... sí que estoy cansada de las mentiras y de ocultarme... - le dijo. Siguió escuchando las palabras de aquella comerciante - ¿Humo negruzco, qué es lo que quieres decir? ¿Gente que no ve lo que tiene enfrente? - la miraba muy confusa. Por su mente pasaban mucha gente, desde sus amigos, hasta Artemi, Silvester y el Conde ¿Quién podría ser? Hay demasiada gente... - Y supongo que algo malo será la cocatriz... - Oh Dios mío, ¿fuego de nuevo? ¿Puede que alguien vaya a incendiar este campamento en poco? Se quedó un poco cavilando - Supongo que no podrías decirme nada más, ¿verdad? Aquí tiene las dos piezas de plata y me gustaría comprar lo que pueda de víveres con el restante que me queda, muchas gracias - le dedicó una leve sonrisa.

Tenía mucho que contarle a sus compañeros aunque probablemente la tomarían por una loca por confiar en las palabras de una adivinadora.

—Tu hermana ha jugado porque ha querido, no le he obligado ni nada. Quería enmendar su error por tratar de ayudar a la puta —le explicó—. Ya has visto que casi nos cuesta perder a Artemi y a mí me habían robado la espada... —farfulló aún molesto, pese a haberla recuperado, por la manera tan tonta en la que se había producido dicha pérdida—. Vaya, ni yo lo hubiese dicho mejor. No está mal para ser una chica tan pequeña. A lo mejor aún hay esperanza para ti... —dijo en un tono profético, tras la reflexión que hizo Ethel sobre el destino.

Se encogió de hombros, volviendo a ojear el mapa.

—No me extrañaría que no sea más que una leyenda. Y, de todos modos, nuestra misión está ahora mismo aquí. Espero que esa cena que vas a tener con el Conde te sea provechosa —le guiñó un ojo antes de revolverle el pelo, tratándola como a una niñita—. Estaría bien disponer de la oportunidad de atacar junto al primer grupo a la cocatriz.

«Si es que parecemos hermanas de verdad...» pensó al escuchar las palabras de Brant, pero no dijo nada al respecto no le daría eso. Después le exasperó que la trate como a alguien pequeño. 

—No empieces, que soy pequeña de tamaño, no de edad— respondió ofuscada—. ¿Esperanza? ¿Contigo? Olvídalo. 

Negó con la cabeza y se cruzó de brazos, tenía el don de ponerla con los pelos de punta. Aún así, si todas las palabras ya le parecían tediosas, que le toque el pelo ya activó todos sus instintos, que Brant había conocido el mal carácter que se traía por momentos la pelirroja. 

Por ello lo cogió de la ropa y lo acercó a su rostro tras atraerlo de esa manera mientras le susurró:

—Si juegas con fuego, te terminas quemando. El que avisa no traiciona—dijo y al soltarlo, suspiró—. Es la idea. No abuses de mi confianza. 

—Es todo lo que sé decirte, lo siento. Son imágenes que veo cuando paso los dedos por las líneas de tu palma. No sé qué significan —se encoge de hombros—. Algunos se ponen nerviosos por eso, pero así es el futuro. Incierto. Quédate tranquila: en tu futuro veo mucho humo y fuego, pero ningún futuro está escrito en piedra. A lo mejor hasta logras cambiarlo.

>>Veamos cuánta plata tienes... vale, con eso puedes comprar alguna cosa [1].

Tatyana vuelve luego de estar hablando con la comerciante y vidente. Ahora estáis los cuatro juntos. Faltan un par de hora antes de que caiga el sol. Los soldados del Conde van de aquí para allá, preparando mosquetes y barriles de pólvora para asaltar la cueva de la cocatriz el día de mañana. La tropa de Silvester von Wick los imita. Artemi y la prostituta Pavlinka aún no han salido de la tienda en la que se metieron.

Hay un solo nombre escrito en el mapa: Gehuilarde. El dibujo sugiere que es una isla. Hay una X marcando el lugar donde se encuentra el ¿tesoro? El papel del mapa es amarillento, viejo y sucio.

Gehuilarde es una isla de las tantas que hay en las Islas Oceánides, aquel archipiélago lleno de piratas, corsarios, mercaderes y marineros de poca honra. En algún libro has leído sobre ella. Es un refugio de piratas, un puerto seguro donde paran a abastecerse, beber ron, reparar sus naves y comerciar, bien lejos de la flota del Imperio Antoniano que les da caza. No estás seguro de qué tipo de tesoro puede haber allí, pero no sería raro que haya algo interesante: en sus costas, más de un barco ha naufragado.

Brant alzó las palmas de las manos, en señal de rendición cuando Ethel le agarró de la pechera con cierta brusquedad. La chica tenía más fuerza de la que hubiese imaginado, a pesar de que si él quisiera la podría levantar por encima de su cabeza con una sola mano. Pero obviamente no iba a hacerlo.

—Tranquila, tranquila. No dudo de tus capacidades ni de tu valor, solo estaba bromeando —sonrió de un modo sardónico—. Qué genio gastas... Lo creas o no, a mi lado todos tenéis más posibilidades de sobrevivir a los peligros que surjan —murmuró, mirándola a los ojos.

En ese momento se produjo la llegada de Tath, a quien saludó con un movimiento de cabeza. 

—¿Te ha contado algo interesante esa "vidente"?