Partida Rol por web

la batalla había acabado, por ahora, el olor a muerte del campamento no podría ser peor, pero igualmente aprovecho para recoger mi estoque del cádaver del hombre bestía, y junto al elfo me pongo a rapiñar en el campo de batalla, a ver si encontraba algo util que algunos de mis compañeros no iban a necesitar mas.

Habían tenido suerte. Al menos relativamente, pues aquella horda del caos hubiera sido suficiente como para matarlos a todos. No obstante, habían reaccionado rápido y acabar con el berseker casi al principio del combate, había sido providencial.

- Bueno.... - Dijo con una sonrisa mientras se quitaba la sangre de la cara con un trapo. - ¿Por dónde íbamos? - Dijo mirando a las asustadas mujerzuelas.

Al ver sus rostros supo que esa noche no dormiría caliente. Igual al día siguiente si podría contratar los servicios de alguna fulana, pero lo que respectaba a aquella noche...

- Si, será mejor rapiñar. Rapiñar y empezar a adecentar el campamento. - Resignado, Marius empezó a buscar entre los muertos, algunas piezas de armadura para completar la suya propia, así como algún arma secundaria para tener a mano en caso de que su mangual se perdiera o se rompiera.

Todo había acabado. Hans contempló el panorama. El fuego ardiendo en el horizonte y las columnas de humo a la deriva, los cadáveres de hombres y bestias mezclados en el lodo. Respiró con fuerza. El olor a sangre y a carne quemada mezclada con los gritos de agonía de los moribundos. ¡El campo de batalla! ¡Fuego, muerte y desolación! Muchos lo encontraban cruel pero para él, aquello  era el significado de su vida. El único motivo por el que mantenerse vivo  ¡Por Sigmar! 

Jadeando como un animal de tiro Vasile se apoyó pesadamente sobre la alabarda y se tomó un buen rato recuperando el aliento, tanto es así que cuando Luís se cruzó con él mientras examinaba el campo de batalla el estirlandés se limitó a picarle el ojo y estirar los dedos de una de sus manos a modo de saludo. Le alegraba verle con vida pero no tenía las energías para demostrarlo como Sigmar comandaba.

Quizás si se apoyaba sobre aquel barril un momento y diese gracias a los dioses por--- 

Cuando sus compañeros vieron de nuevo al orondo soldado estaba profundamente dormido, roncando como un oso y con temblores ocasionales, quizás reviviendo alguno de los terrores recientes.

Tras lamer las manos laxas del humano proveedor de carnaza y que olía a ajos cierto can vio que lo propio entre el resto de humanos era buscar cosas por el suelo pero con su amo dormido se iba a perder su parte ¡Aquello no podía ser de ninguna manera!

Rápido salió a hurgar entre cuerpos de bestias y personas por igual, comprobando qué se llevaba el resto de humanos y sintiendo satisfacción al ver lo pueril de sus intereses, mejor para él y su amo. Qué contento se iba a poner.

Una hora más tarde aquel chucho había apilado un porrón de cosas frente a Vasile para cuando despertase:

• Una bota con pie todavía dentro 
• Varios trozos de cornamenta a medio masticar
• Retazos de tela sucia
• Un ratón muerto

Comenzáis a buscar por el campo de batalla enseres que os pudieran hacer falta. No sois los únicos y pronto comienzan las hostilidades entre aquellos que hace unos minutos luchaban hombro con hombro. Unos querían eso, otros aquello y algunos defendían las posesiones de sus amigos caídos o moribundos impidiendo a los carroñeros hacerse con los objetos.

En cuanto las voces se elevan los oficiales y soldados supervivientes comienzan a poner orden, a veces incluso por la fuerza.

Poco a poco el orden vuelve al campamento.

El fanático se sentó en una piedra junto a otro grupo de soldados. Dejó en mangual apoyado en algún sitio y se quitó la bota derecha y luego la izquierda. Le dolían los pies así que empezó a masajearlos. Descubrió entonces que tenía un par de ampollas en los talones y que los pies le olían a cuadra. Se reventó las ampollas y se refrescó los pies en el agua del río. 

Con un carraspeo propio de una piara de cerdos Vasile despertó para encontrar su tesoro a sus pies y a un perro fiel guardándolo para él. Suspiró y se rascó la cabeza, aceptando que aquella iba a ser su campaña en el norte en resumidas cuentas.

- Buen chico - aceptó con un par de palmadas sobre la cabeza del perro antes de alzar la voz a sus colegas- ¡Eh! ¿Cayó algo bueno? Por cierto, Ventriscus -dijo refiriéndose a Marius, con quien apenas había coincidido- , te portaste ¿Sabes? Tienes arrestos y es de bien nacidos ser honestos -avanzó su mano para estrechársela- Soy Vasile, de Hundham en Stirland, y este es... -puto perro, si había matado un ungor se merecía un nombre- Este es Bärchen*.

-Woorf?

El elfo, surcando el vasto valle de muerte, vio algo que le pareció interesante, unas grebas de metan en un alma desdichada que ya había pasado a mejor vida -ya nos la va a necesitar- pensó mientras se agachaba a tomar su botín.

Luego de esto, porcedio a caminar en dirección a Marius y le dijo -Mi estimado amigo... creo que hay un error en su concepto de ayuda- su tono de voz, estaba calmado, mas su mirada desprendía una intensidad peligrosa.

-Sabe, cuando lucho junto a mis compañeros, espero lo mínimo es que combatamos para ayudarnos a sobrevivir... y la ultima vez que observe, le vi corriendo dejándome solo con la bestia esta- termino diciendo señalando al vasto mar de muertos allí tendidos.

tras un rato rapiñando, consigo encontrar unas grebas de cuero en perfecto estado, aunque el portador no se podría decir lo mismo, y mas o menos de mi talla, por lo que no me cuesta mas de lo que costaría el quitarle algo a un muerto y probarmelas, para comprobar y luego me acerco a mis compañeros para saber que estan diciendo.

La hora de rapiñar iba a ser corta. Habiendo mandos superiores en aquella milicia mal montada, sin duda alguna iban a poner orden enseguida. Marius se hizo con un casco de buena manufactura. A su legitimo dueño ya no me iba a hacer falta. Aunque tendría que limpiarlo, los sesos de aquel soldado estaban desparramados en su interior.

En ese momento se acercó a él aquel orondo estirlandés y se dirigió a él.

Cita:

- Marius Hoffman, de Altdorf. - Respondió. - Aunque hace muchos años que no regreso a casa. Fui hecho esclavo en el sur y luche como galdiador en... - Entonces fue interrumpido por el elfo.

Cita:

¿De que cojones hablaba aquel payaso? Acababa de derrotar él solo al berseker. Eso había producido probablemente la marcha de lo atacantes. Si eso no se podía considerar ayudar a los compañeros... Cómo se notaba que aquel imbécil era elfo... Marius tan solo me dedicó una mirada de incredulidad, se volvió de nuevo hacia Vasile y se encogió de hombros.

- ¡Tchsss! -le chistó Vasile a Eldillor- Ventriscus, perdón, Marius estaba contándonos una historia. Es de Altdorf ¿Sabes? La Gran Capital de El Imperio -con sus dedos índice y anular se tamborileó la frente, indicándole al elfo que acababa de importunar a alguien que podría ser influyente y que había de usar la testa; dirigiéndose al reiklandés excusó a su compañero- Descuidad a Eldillor, es bueno para ser un elfo, os lo juro por mis vástagos en vida y bajo tierra -se llevó los nudillos contra el pecho, remarcando la honestidad de su aseveración-; por favor, no permitáis que un conjunto de palabras mal aprendidas por su parte os sean mácula y congraciaos con él, ha venido a luchar con nosotros después de todo ¿Conocéis también a mis amigos Hans y Luís?- saludó en dirección al sigmarita y el extranjero- Buena gente también, de veras; continuad con vuestro relato.

Cuántos humanos cerca del suyo, aquello pilló a Bärchen por sorpresa y comenzó a olisquearlos para familiarizarse con ellos.

- Snif, snif, snif, snif... Bleurgh...

Marius aceptó de buena gana las disculpas del elfo en boca de Vasile. Al fin y al cabo no era para nada un hombre rencoroso o que se ofendiera con facilidad. Ya conocía los nombres de Luis y Hans, aunque no habían sido presentados formalmente y les apretó la mano.

- Mi familia siempre se ha dedicado al comerciante. Recorrían varias rutas hacia el sur. Una vez viajando de joven con ni padre, unos bandidos asaltaron nuestra caravana. Mataron a los mercenarios que nos protegían y vi como degollaban a mi padre. Acabe como esclavo en en sur. Luché como gladiador en Arabia y en más Badlands y hace poco escapé. Regreso a Altdorf para reunirme con mi familia... - Explicó. - Esa es mi historia. Una historia por desgracia, demasiado común...

Al escuchar las palabras de Vasil y su trato, el elfo se ve conmocionado y traicionado, la parecer s naturaleza orgullosa, sacaba partido, su piel blanca denoto sangre subir al rostro y una mirada colérica siendo apagada por los dioses.

Visiblemente se veía la mandíbula tensa y luego el elfo pensó en todos los accidentes que pasan en las guerras y se tranquilizo, sonrió a ambos y mas se mantuvo presente escuchando la historia del joven.

-wow, gran cosa la que le paso a este man- se dijo en su lengua nativa, no quiso escuchar mas y se marcho con animo renovado, dejando como despedida un -pssa!- con tono burlón.

Camino en dirección al comandante, tras unos momentos se presento ante este y con aire solemne se puso al servicio de este para analizar la situación y ver cuales serán los próximos pasos.

Vasile no comprendía los palabros de Eldillor pero los elfos siempre eran misteriosos, de manera que asintió  mientras escuchaba a Marius y chasqueó la lengua en más de un momento, reconociendo lo difícil de su vida hasta este momento y mostrando comprensión por su pérdida.

- Suena a la historia de alguien destinado a grandes cosas, Marius- le admitió mientras aprovechaba el momento para recargar su pistola despacio, procurando no olvidarse de ninguno de los pasos a seguir-; espero cuando todo esto termine puedas ir a Altdorf y llevarte una alegría.

Enfundando la pistola y poniéndose por fin en pie, pateó el suelo para desentumecer sus piernas y prepararse para la recogida de campamento o lo que fuera que estuviera por venir a continuación. Iba a comenzar la marcha cuando una idea le aguijoneó la frente con tal fuerza que tuvo que pararse y girar para dirigirse al Reiklandés una vez más.

- ¿Sabes? Puede que una semana o un mes después de estar con los tuyos algo no te deje dormir, hrmmm... -buscaba las palabras mientras se rascaba el cogote- Creo que tiene que ver con esto -abarcó el campo de batalla con un gesto de sus manos-, cuando vives mientras tantos otros mueren la familia y los amigos de antaño se tornan extraños.

Quería decirle que sería bien recibido entre ellos, que habría aventuras y riquezas con las que sobrellevar aquella amargura, pero lo cierto es que a Vasile le fallaban las palabras en ese respecto pues odiaba sentirse así, incómodo entre su propia sangre al cabo de tan poco tiempo.

Pasáis el amargor del combate como buenamente podéis hasta que llaman al reemplazo de la línea de defensa del vado. Con algunos cambios en el grupo previsto, os dirigís hacia la primera línea, arrasada, mientras arrastran los cuerpos sin vida de quienes estaban allí antes.

Al cabo de un rato un sargento se acerca con dos soldados a vuestros puestos. Os pregunta si hecháis de menos a alguien. Mientras hacen recuento comenzáis a oir una conversación que intenta pasar desapercibida. Uno de los soldados le comenta algo a un mercenario que esta allí con vosotros acerca de desaparecidos.

Soldado: ... completamente. Salvo cinco mujeres, dos de ellas muertas, se han llevado al resto. También se han llevado a los conductores de las dos carretas y un par de soldados de aquí, de la primera línea de defensa. Por lo menos sus cuerpos no aparecen.

Mercenario: Casi todos son gente del pueblo. No les va a gustar que los suyos no vuelvan a casa. Por no mencionar a las chicas.

Soldado: Los oficiales dicen que cuando llegue el invierno, sin la ayuda de las gentes del pueblo no sobreviviremos a él. Por no mencionar que ninguna mujer más querrá venir de nuevo al campamento.

Era sin duda, una noticia triste.

una vez en el puesto y con la "calma" de nuevo en el campamento, oigo lo que comenta el soldado y el mercenario, lo cual me llama la atención, y se lo comento a mis compañeros, "¿habéis oido?, ¿por que habrán secuestrado a esas personas?" les digo a los demas.

- ¡Ptrrrz! -resopló Vasile entre los labios, casi una pedorreta de exasperación- Monstruos todos, orcos, hombres bestia y skaven; si han secuestrado gente hemos de ir por ellos igual que fuimos por Wilda- en referencia a algo que les había ocurrido antes de que conociesen a Marius y que parecía removerle las vísceras al estirlandés.

Con curiosidad apartó algo de tierra de algo que, a priori, pareciese equipaje pequeño pero en cuanto lo palmeó un poco se descubrió que se trataba de un maletín de galeno lleno de gasas limpiar, garfios, aguja, hilo y linimentos varios.

- Hmmm... Esto sí que es un tesoro, la última vez que vi uno fue cuando aprendí a coser heridas con el barbero- miró a sus compañeros- ¿alguno está herido entre vosotros? No quiero partir al rescate cuando todavía sangramos de la última batalla.