Partida Rol por web

Estás sentado como cada sábado por la mañana en la terraza del Larry's. Has pedido un tardío desayuno o brunch, en términos modernos. Para ti es el desayuno, pues apenas hace un par de horas que te has despertado y no has comido aún nada de nada. Unos gofres con fruta y un zumo de naranja. Comes con tranquilidad y parsimonia, no tienes que trabajar, por lo que puedes tomarte todo el tiempo que quieras. En tu ipod suena algo de música que te ayuda a despejarte. Sacas de tu abrigo un libro que ha pasado por épocas mejores, la Iliada de Homero. Era raro que alguien como tú leyera algo así, pero qué podías decir, adorabas todas las mitologías y la griega era tu favorita. Dejas de nuevo el abrigo en la silla contigua a la tuya. Era principios de primavera, pero aún soplaba una brisa que te hacía pensarte mejor eso de ir de manga corta por ahí.

Te dispones a abrir el libro, quitando el marcapáginas que dejaste. Más que un marcapáginas es una flor seca que cogiste el otro día en el parque cuando fuiste allí a leer, te maravillo que ya empezaran a salir de nuevo las rosas. Dejas la rosa sobre la mesa y al levantar la mirada, allí está ella. Debe de ser ELLA. Sí, ella en mayúsculas. Es preciosa, graciosa, sus movimientos son tan naturales... Te quitas los cascos del ipod y escuchas su risa. Es música, pero música de verdad, de la más pura. Sin duda aquello era un flechazo a primera vista.

Me sentía descansado y bien, la temperatura y la época del año me encantaba. Además iba a degustar un buen desayuno en nada, un buen libro... sólo me faltaba la buena compañía. Pero eso no era algo que no tuviese remedio.

Me gustaban los libros de mitología y este con el que estaba en estos momentos era una gran obra de todos los tiempos. Sólo de pensar cuanto debía de haber inspirado a innumerables generaciones ya me ponía los pelos de punta. Cierto era que el lenguaje era un como complicado y que había un leve abuso del uso de los nombres de todos los personajes. Pero en cierto modo eso le daba un mayor encanto.

Fue entonces cuando al abrir el libro... La vi. La sonrisa surgió de forma natural en mi rostro, lo que sentí era difícil de describir. Todos mis sentidos se centraron en aquella hermosa mujer. Su forma de moverse, la expresión de su rostro... Todo me indicaba que era ella, que había nacido para conocerla, que tenía que conquistarla.

Suspiré y cerré el libro. Me sentía bastante seguro de que lo lograría, pero necesitaba fijarme en cada uno de los pequeños detalles para que mi “ataque” no fuese sólo un éxito sino que fuese brillante. Datos como... Que ropa lleva, si está sola o acompañada, si está sentada, va a sentarse o se marcha, de que se ríe... La observación es vital antes de actuar.

Ella va hablando animada con alguien por el móvil, quizás bromeando. Toma asiento en una de las mesas y cuelga, guardándose el aparato en el bolsillo. Lleva un traje de dos piezas de falda y chaqueta, por lo que debe ser una mujer que se gana bien la vida. Bajo el brazo lleva un pequeño libro de bolsillo sobre la mitología clásica, que abre quitando el marca páginas y comienza su lectura mientras espera que un camarero se acerque.

Por lo pronto una noticia mala y una buena. La mala era la conversación telefónica ¿Tendría pareja? Bueno, no podía dejar que algo así eclipsara mis esperanzas. Como se solía decir... El “no” ya lo tienes. La noticia buena era el libro que leía, menuda coincidencia. Sonreí. Ahora no quedaba más que pasar al ataque.

Me levanté y tomé aire. Me acerqué a su mesa – Buena lectura. Lo siento, no pude evitar fijarme en que lee un libro de mitología – Le muestro la portada del mío, así sabría la chica porqué se lo estaba diciendo - Si no le parece impertinente por mi parte tengo curiosidad por saber el título – Por el momento permanecí en pie, según reaccionase ella ya vería como proceder.

La mujer ve cómo te levantas, tu movimiento no pasa desapercibido. Su mirada te sigue todo el trayecto a su mesa, al principio de manera curiosa, después con una sonrisa que se va ampliando poco a poco conforme te acercas a su mesa. Una sonrisa preciosa con unos dientes perlados perfectamente alineados.

-Los mitos griegos de Robert Graves...- te enseña la portada del suyo. Pone el marca páginas y lo cierra, centrando toda su atención en ti.- Voy a tomar un café rápido... ¿Te gustaría acompañarme?- señala la silla frente a la suya y te tiende la mano.- Rose- se presenta.

El inicio de la conversación iba viento en popa. Además a la mujer se la veía muy agradable, más que “atacar” esto ya entraba dentro de lo de “disfrutar”.

- Vaya, ese no lo leí. Si me lo recomiendas lo anotaré en mi lista de libros pendientes.

Me invitó a sentarme, le sonreí sinceramente – Gracias, yo estoy esperando a que me traigan el desayuno – Estreché su mano, pero al hacerlo acerqué su mano a mis labios para depositar un ligero beso en ella. Un gesto un poco cursi para algunos, pero yo no lo consideraba así – Walter – Me presenté antes de tomar asiento

Me fijé en su precioso rostro – Lástima lo de que sea un café rápido – Le dije medio en broma medio en serio – La vida es algo que pasa muy rápido como para ir con prisas. Cuando menos nos damos cuenta estamos en una mecedora con los nietos sobre las rodillas – Pero tras decir eso me reí indicando que no me tomara demasiado en serio lo que acababa de decir.

-Es como una recreación narrada de los mitos clásicos... A mí me gusta. Creo que todo el mundo debería leérselo como base sobre la cultura clásica, ya me entiendes. Por lo que veo tú eres un alumno aventajado- señala tu libro y sonríe. Mira con cierta sorpresa tu gesto caballeroso, pero más que desagradarle se lo toma a bien. Acaricia la mano que le sueltas con su otra mano, mientras te mira con cierta fascinación.- Vaya... No esperaba encontrarme con un caballero... Encantada, William.

Ella no aparta sus ojos de los tuyos.- Un café rápido, sí... A no ser que tenga una oferta mejor- te guiña un ojo, como invitación a que le propongas un plan.- Me temo...- saca su móvil y por lo que ves, lo silencia.- Me temo que siempre voy con prisas, aunque hoy me lo he tomado libre. Hazme pasármelo bien antes de que mis rodillas se vean llenas de mocosos.

Mi sonrisa se amplió – Entonces queda registrado en mi lista – Le confirmé referente al libro.

Me reí jovialmente por su reacción ante mi beso caballeroso – Considero que las buenas formas nunca están de más – Y me reí de nuevo cuando me guiñó un ojo. Vaya, me estaba proponiendo pasar más rato juntos. Sería un placer.

- Sería un placer tentarte – Me recosté apaciblemente en la silla – Aunque para ello estaría bien conocer tus gustos y también... - Miré mi reloj de pulseras - ¿De cuanto tiempo dispondríamos? Porque me da que no nos llega para hacer un viaje rápido a París... - Le guiñé un ojo. Me estaba divirtiendo.

-No es común encontrar a hombres caballerosos, me gustan las buenas formas- dice sincera, mirándote fijamente y esbozando media sonrisa. Durante unos segundos queda así, como prendada, mirándote a los ojos y nada más. Tras ello te hace una oferta para pasar más tiempo juntos.

Tu sonrisa ante su propuesta hace que se muestre más receptiva y calmada, pues apoya con suavidad la espalda en el respaldo de su silla, al igual que haces tú.- ¿Vas a tentarme? Me gusta que me sorprendan, no te preocupes por el tiempo... Aunque creo que no tienes suficiente para que demos una vuelta por la orilla del Sena- se ríe de nuevo.

Llega el camarero a tomaros la comanda. Ella pide solo un café, como dijo, y a ti el camarero te ofrece cambiar lo de tu mesa a esa, además toma cualquier pedido nuevo que quieras hacer.

-Bueno... ¿cómo vas a sorprenderme...?- sonríe Rose de forma juguetona.

Me alegré de haberle caído bien, si yo lo hacía también era porque me gustaban las buenas formas. Bueno, y además todo lo que tuviese que ver con el romanticismo. Sonreí sonrojándome un poco cuando me dijo que si la iba a tentar.

Me quedé pensativo – Si no hay tiempo para ir al Senna, si para ir a Long Bech. Allí hay una empresa que ofrece pequeños recorridos en góndola al más puro estilo de Venecia. Luego podemos comer en un restaurante con encanto y más tarde... Jummm Más tarde te toca a ti decidir que hacer – Enarqué una ceja de forma divertida. Tenía que darle un poco de cancha y además también me gustaba dejarme sorprender – ¿Cómo lo ves?

Abre levemente los ojos ante lo que le propones, desde luego no parecía esperarse algo así. Acaba riéndose, por un segundo temes que se niegue a tu plan, que le parezca demasiado tonto o simple o a saber. Finalmente asiente sonriente.

-Ese plan suena muy bien... Y luego yo elijo, me parece perfecto- saca un par de billetes para pagar lo pedido y da un sorbo a su café.- Nunca he montado en Góndola... Cuando quieras...- se levanta y guarda su libro bajo el brazo.

Su risa me hizo sonreír. Al menos la había sorprendido y eso me parecía bueno. Pagué yo también lo mío y nos levantamos para dejar la cafetería atrás.

- Si te soy sincero, yo tampoco subí nunca, pero lo vi en un folleto y me parece que esta es una buena ocasión para iniciarse.

- Bueno, háblame un poco de ti. A que te dedicas a parte de leer a los grandes de la cultura clásica – Me interesé mientras comenzábamos a caminar.

-Que hable de mí... Pues soy dueña de una compañía internacional energética... Está bien porque viajo mucho, pero no me da tiempo a ver nada en esos viajes...- dice con una pequeña decepción.- Y apenas tengo tiempo para mí, el trabajo me absorbe mucho... Hoy es una excepción, por suerte- sonríe.

-Y tú... ¿a qué te dedicas cuando no lees epopeyas épicas en cafeterías?- bromea y camina a tu lado, dejándose guiar pero sin ir a la zaga.

- Wow.... - Me quedé un momento de piedra. No imaginaba que justo con la mujer con la que me decidí a hablar fuese tan... eso. Rica y poderosa supongo.

- No sé si debiste decir eso – Decidí salir de la situación con una broma – Ahora temo verme influenciado por ello – Le guiñé un ojo – Na, agradezco tu sinceridad, es algo difícil de encontrar hoy en día – Le sonreí.

- Pues yo soy fotógrafo – Dije temiendo que le “supiese” a poco - Es mi trabajo y a la vez mi pasión. Bueno, junto con la literatura – Me reí

Se ríe cuando te sorprendes.

-Creo que no es ningún secreto el que tenga un dinero... O un estatus social. Pero no soy solo eso- te mira y sonríe ampliamente cuando le guiñas el ojo. Parece tan cómoda que se aventura a cogerte de la mano. Mira de reojo, por si pusieras alguna pega soltarte quizás. No estás segura del todo de acercarse tanto a ti, temiendo alguna reacción.

-Fotógrafo... ¿De retratos o para alguna revista? Suena bien... O al menos suena a agradable y liberador de algún modo... Bueno, tendrás que darme tu punto de vista, porque no tengo ni idea- se ríe de nuevo. El pulgar de la mano que te coge, comienza a acariciar la palma de tu mano mientras camináis.

Su respuesta referente al estatus fue muy convincente y además tenía razón - ¿Sabes? Me alegro de saber que no era la típica persona con poder adquisitivo que se ha vuelto un ogro, en cuanto al carácter me refiero... – Le dije con tanta naturalidad que esperaba no ofenderla. Pero ya se sabe lo de los tópicos. Y Rose no parecía de mal carácter, todo lo contrario, parecía sociable y... encantadora.

Lo de la mano me pilló por sorpresa fue lo de la mano. Pero no sorpresa de la mala. Su gesto me dio confianza de que todo iba bien. Me pareció muy mono que me mirara de reojo y no pude evitar sonrojarme un poco.

- Principalmente para una revista. Pero también hago cosas por mi cuenta, me presento a concursos o entrego cosas puntuales a otras publicaciones – Le comenté referente a mi oficio – Si, me gusta y puede valer bastante bien tu descripción.

Cuando pude pensar un poco... Sabía que tenía que dar algún tipo de paso, ella podía pensar que estaba a disgusto – Me siento bien contigo – La paré y... pensé, venga hazlo. Junté mis labios con los suyos. Un primer roce suave. También valorando si era bien recibido o me estaba precipitando.

-¿Sabes? Me alegro que este maquillaje tape tan bien mi cara verde de ogro- bromea y acaba riéndose por la forma en que le dices las cosas. Más que tomárselo a mal, le divierte tu forma de expresarte. 

Ante tu gesto de sorpresa, ella parece dudar si soltarte o no, pero finalmente no lo hace. Acaricia la palma de tu mano, cómoda por tu compañía y ansiosa de tocarte. Se conforma con ese simple gesto, que al no desgradare, la relaja aún más. Lleva una forma de caminar más natural e incluso balancea suavemente la mano con la que te coge.

-Para una revista... ¿de qué tipo? Me gustaría ver el tipo de fotos que haces, seguro son muy bonitas...

Se queda algo confusa cuando la paras, pero acaba volviendo a sonreír cuando dices que te sientes bien con ella.-Yo tam...-llega a decir antes de que le calles con un beso. La que se sorprende esta vez es ella, pero lejos de apartarte, cierra los ojos y aventura su lengua de forma tímida para profundizar el beso. Sientes como aprieta la mano que te tenía cogida, al mismo tiempo que su respiración se acelera.

No solía actuar de forma tan lanzada. Pero con esta mujer me sentía muy a gusto.

Mi beso comenzó suave, pero más que nada por el temor a precipitarme o a que me rechazara. Visto que esto no iba a ocurrir, mi mano libre fue a meterse entre su pelo, y mi lengua intentó buscar la suya. Para acariciarla y jugar con ella. Pasados unos segundos me separé y tomé de nuevo aire.

- Uff, lo siento, espero no haberme propasado... - Le dije un poco avergonzado, pero a la vez contento y satisfecho.

Ríe por tu reacción y tus disculpas. Ella más que satisfecha parece encantada y divertida con todo.

-Bueno...- se muerde el labio.-... Yo no lo siento- se acerca a darte otro beso más leve, poniéndose de puntillas para elevarse hasta tu altura. Acaricia tus labios con los suyos, suspirando sobre los mismos ansiosa de más. Finalmente se aparta con los ojos aún cerrados, reteniendo el momento. Traga saliva y vuelve un poco en sí.- Las góndolas, vamos... Vamos a eso...- acaba rememorando.