Partida Rol por web

Kayle se limitó a mirar con frialdad al esclavista, no le gustaban los esclavistas, odiaba a los esclavistas, ¡aborrecía a los esclavistas! Tanto que prefería no pronunciarse porque sabía que le sería humanamente imposible ser objetiva.

"Sí, ¿a quién le importa?" pensó con sarcasmo cuando escuchó el comentario de Ulfe.

Resopló mirando en otra dirección mientras Céfiro asomaba la cabecita sobre su hombro y observaba curioso cómo Ánder le dedicaba al mago un trato digno de un costal de harina. Tras unos instantes, miró a la genasí.

La vocecita del pequeño elemental de aire parecía dubitativa.

—Kayle...

—Ahora no, Céfiro—interrumpió la genasí pellizcándose el puente de la nariz y cerrando los ojos con fuerza.

La voz de Ánder sin embargo la hizo volver rápidamente al mundo exterior. Al volver a abrirlos vio que el paladín le tendía la túnica del mago. La miró durante un largo instante y al final asintió.

—Sí... —dijo—. El encantamiento es de protección para cualquiera que no lleve una armadura.

En el tono había una especie de agradecimiento oculto porque se hubiese acordado de ella pero no lo pronunció explícitamente con palabras. Ponerse por encima la túnica de un esclavista le resultaba tan irónico como que el Dragón Blanco del templo muriese congelado... pero Ánder tenía razón en el fondo: cualquier cosa que pudieran aprovechar estaría bien así que simplemente la cogió sin decir nada más.

Al igual que Kayle, Tabin prefirió no emitir ningún juicio acerca del destino merecido por el esclavista. Ánder no querría matarlo, con lo que su silencio no lo condenaba, pero tampoco lo defendía. Al ofrecimiento del paladín, la pícara elevó una mano y negó con la cabeza.

-Prefiero no usar eso. Me basta con mi armadura, gracias.

El camisote que llevaba puesto le serviría mejor que la túnica. No puso ningún freno a que Kayle lo usara, por otro lado.

-No quiero meter prisa, pero tiempo no nos sobra precisamente. Ya pensaremos en lo que hacer con este tío después. Ahí abajo hay niñas que necesitan rescate.

La pura verdad es que el mago no había hablado más que para insultarles y mentirles... la única certeza que había dicho era el reconocimiento que era un miserable esclavista.

Así que estaba bien metido y ocultado en el matorral. Luego verían si lo entregaban o lo ajusticiaban como sin duda merecía.

-Sí, vayamos al rescate. No hemos tardado mucho con ésto, espero encontrar dormidos a la mayor parte de nuestros enemigos.

Junto con los demás, Ánder se acercó al mecanismo, para ver cuántos podrían bajar.

- La decisión de si alguien vive o muerre, es una decisión de reyes y dioses. - Se mesó la barba - puede incluso que ni siquierra.

 Ninguno tomarría una decisión así a la ligerra, por terrribles que hayan sido los crrímenes cometidos.

 Miró de soslayo, por encima del hombro. No le resultaba tan dificil verse en aquella situación. Puede que alguno de ellos si hubiese tratado de cerca con la muerte, perro Glimgmar empezaba a pensar que no habían arrebatado con sus propias manos, a sangre fría, por propia voluntad y decisión, la vida de un enemigo, o de un simple esclavista. ¿Podrrían dormir aquella noche si aquel tipo morría?

 - Puede que nos quede poco tiempo, perro yo lo llevarría conmigo o lo subirría a lo alto de un árbol. - un gran oso...puede, perro suponía que aquellos colmillos largos no sabrrían trrepar.

 Desde luego, el enano no pensaba subirse a ninguna rama, ¡erra tan imposible como que aceptase ponerse las ropas usadas de aquel brrujo!

 A Ulfe no le faltaba razón, perro así no se llegaba muy lejos, sólo hasta el límite de nuestras vidas, nunca más allá, nunca hasta el recuerdo imperrecederro de los grandes reyes del pasado. No alzarrían estatuas en el salón de roca parra alguien que actúa guíandose por esos preceptos, aunque, que Morradin le guarde, Glimgmar le entendía, ¡le entendía a la perfección!

 - Y deberríais asegurrarros que las herridas que tiene no le matan.

 El no podía ayudar en aquello más que con su consejo, consciente de los detalles que podían arrebatarles la gloria generrando infamia en sus nombres.

 - Por lo demás...

 ¡Que quede bien clarro que yo ya llevo armadurra! ¡una de verdad! - Se golpeó en el pecho con el guantelete cerrado en un puño y trató de quitarle hierro al asunto, irrónico, normalmente se lo ponía...erra lo que conllevaba golpearle a alguien con el hacha en la cabeza, o en las rótulas.

 Luego le dedicó su gentileza a la elfa, ignorando deliberadamente a los demás, en forma de asentimiento.

 Se aproximó a la grieta junto a Ánder y sacó pecho inspirando aire violentamente.

 - La mentirra no debe condenar a una rata - le susurró - Porque está en su naturraleza arrastrarse por un mendrugo de pan.

 Tratando de proteger a aquel humano del peor de los males.

—¿Que las heridas no le matan?—gruñó Kayle repentinamente como si no supiera elegir entre indignarse o sorprenderse—. Esa decisión tan "real" y "divina" sobre otros la toman estos monstruos todos los días como quien decide qué ropa quiere ponerse ¿y aun encima tenemos que preocuparnos de que las heridas no le matan? ¡Freirlo aquí mismo es lo que debería hacer!

—Kayle... —empezó a decir Céfiro con nerviosismo cuando el viento colindante comenzó a agitarse ligeramente de nuevo.

La genasí lo igonró y miró al esclavista.

—Tú para colmo utilizas el Arte como si fuese una herramienta para atormentar a los demás y tienes el valor de hacerte llamar "mago"—le espetó como quien habla de un hecho que le resulta francamente repugnante—. ¡La Dama de los Misterios debe de aplaudir cada vez que alguien acaba con una escoria como tú!

—¡Kayle!

La maga finalmente cogió aire y soltó un borrascoso suspiro, había hablado tan seguido que ahora hasta jadeaba.

—Lo... siento—resolló peinándose hacia atrás con las manos como si con ello se fuera a despejar la cabeza y girando sobre sus talones hacia el mecanismo de descenso—. Bajemos de una vez, maldita sea. Ya puede considerarse afortunado si no vienen los colmillos largos y se dan un festín con él, porque es más de lo que se merece. No pienso perder un solo minuto más por su culpa.

Para ella el mundo estaría mejor con un esclavista menos, no podía evitarlo. Y tampoco estaban allí para ponerse a debatir cuestiones filosóficas. Tenían unas chiquillas que rescatar.

- Esas decisiones que toman como monstrruos son las que debemos evitarr si no querremos convertirnos en algo parrecido o peor.

 Mirra a Payne.

 Dijo sin que aquello fuese un merecido insulto a la brruja de la espesurra, más bien se trataba de un hecho aceptado y comprobado, Payne erra una mujer con una morralidad confundida, con una ética nada recomendable a juicio del enano parra vivir en una comunidad pacífica o que pretendía serlo como Nesmé.

 - Entiendo como te sientes.

 ¿Perro realmente quierres sacrificar tu buen humor parra tener la cara tan larga y arrugada?

 Inquirió mirando de soslayo a la vieja brruja.

 Negó. Se encogió de hombros y asintió ante la última propuesta de Kayle.

 - Sólo intenta no llorrar, no soporto ver a un humano llorrando. - realmente daba algo de grima, aunque técnicamente, Kayle no erra humana, aunque podía verlo como una ofrenda de paz y consuelo, la considerraba más normal de lo que erra...un gran avance en realidad...aunque un avance hipócrita, aún no había aceptado que trabajaba con brujos y que podían no ser el mal en sí mismos.

Kayle decidió no alargar más la conversación así que simplemente se limitó a esperar hasta que la plataforma hubo llegado arriba, comprendía que el enano pensara así pero él no podía comprenderla a ella. Tampoco lo culpaba por eso, pero simplemente... no podía.

—No, no lo entiendes—fue lo único que dijo al respecto. Luego añadió con un hondo suspiro como tratando de aclarar que no la había molestado—. Pero descuida, ni soy humana ni tengo motivos para llorar.

Payne le dedicó un gesto avinagrado al enano.

—Sí, estoy segura de que prefiere parecerse a ti y tener barba, barriga cervecera, y ser capaz de resumir su vida en una sarta de pedos y eructos.

Nanthleene, por su parte, estaba tan nerviosa que le temblaban las manos. Parecía a punto de romper a llorar, y estaba demasiado preocupada como para responder al gesto de cortesía de Glimgmar. 

—¡Por el amor de Corellon, bajemos ya!

Ulfe, que había estado vigilando los alrededores, se reunió con vosotros. Payne os explicó que en el primer nivel se hallaban las estancias comunes: el templo, el comedor, la cocina, los almacenes y el resto de dependencias mundanas. En el segundo nivel se encontraban las habitaciones de las iniciadas y las sacerdotisas menores y era donde se habían instalado los mercenarios que habían resultado ser esclavistas. En el tercer nivel, al que debíais dirigiros se hallaban las estancias de las señoras del látigo y el resto del clero de alto rango. Y también era desde ese nivel desde donde se accedía al puente colgante que habíais visto desde fuera.

En el elevador sólo cabían cuatro personas, así que tuvisteis que formar dos grupos para bajar. Afortunadamente, todo pareció salir según el plan de Payne, porque nadie salió a vuestro encuentro para deteneros. Pudisteis comprobar que todos los niveles parecían semejantes: se accedía a una estancia circular de piedra, tallada con relieves en los que se representaban todo tipo de torturas, algunas de forma bastante explícita, como si quisieran servir de manual a quien los leyera. Os llegaba el quedo eco de un coro de gemidos y lamentos, proveniente de las torturas que se estarían autoinfligiendo las sacerdotisas para ponerse en comunión con su cruel diosa.

Cuando estuvisteis todos reunidos Payne os condujo por uno de los pasillos, iluminados por esferas de luz mágica flotante. Al fondo hacía una puerta de recia madera. 

—Aquí es —dijo Payne—, ¿preparados?

- ¡Brrrrffff! - casi llega a escupir, como si le hubiesen encajado un puñetazo en la boca del estómago.

 - Perro que diantrres.... - Se quejó escrutando con sus pequeños ojos a Payne, forzaba los párpados y el ceño, como esas mirradas malditas que echaban los magos y hacían torpes a los enanos (que como es sabido son diestrros como el más liviano y hábil de los serres que existen). - ¡Por el amor de Morradin, yo lo prreferrirría! - Estalló en una carcajada sorda y le sonrió con cierto matiz de desprecio a la brruja del mal absoluto.

 Haría que todos estuviesen convencidos de que aquello había terminado. No era necesario seguirle el juego a aquella lengua de serpiente.

 Había asuntos más acuciantes.

 Estaban las niñas. tenemos que salvarlas, por Nantheene, por Nesmé, por los enanos que quedan en pie.

 - ¡Además, somos anchos de huesos! - inquirió. No. Nada había acabado en aquella discusión.

 En su largo paseo no cedió en su empeño de comprender aquellas atrocidades. Los relieves resultaban terriblemente instructivos, si contemplaba como la hermosa elfa se detenía a observarlos la instaría a continuar con la mirada al frente con un afable "Mi señorra...cuidado con el suelo, podrríamos trropezar." añadiendo algo que ya habría dicho antes.

 - Mal...todo mal...es evidente que no ha sido tallado en la rroca porr enanos. - *negando*

 Un escalofrrio más frrío de lo normal recorría a Glimgmar ante las esferas mágicas. ¡Flotaban! Inmediatamente mirró a Kayle, como si esperraba que todo fuese una trampa urdida por ella o por Payne parra ser atacados mágicamente. ¡Erra evidente, Kayle erra demasiado guapa como parra ser buena!

 Despreciaba aquella belleza casi sobrenatural...paliducha...

 Tiene que comer...ni siquierra tiene pómulos como los dioses mandan.

 ¡El cabello se le ha quedado blanco! Mis querridos Dioses....¿tan poco la han querrido que ni le han dado de comer?

 Porque en el caso de Payne, parrecía que era ella la que se negaba a comer algo decente...segurró que comía sapos y alimañas extrañas, esa carra tan agría sólo puede conseguirse comiendo estiercol y otros desechos.

 Con aquella sensación nefasta recorriendo su pequeño perro preparado cuerpo, asió con fuerza el mástil del hacha y disciplinó el escudo.

 - Que vengan.

 Le respondió a Payne con determinación.

 Al instante se corrigió.

 - Es decir, a porr ellos.

 erra la costumbre de estar encerrado en la comodidad de una mina y ser el que repele el ataque, no al contrrarrio.

El paladín se empeñó en bajar en el primer grupo y vigilar mientras el resto descendía, los relieves y la decoración no le merecieron más que un encogimiento de hombros. Los cultos malignos siempre se asentaban en lugares lóbregos y húmedos, alejados de la sociedad, donde podrían invocar a los demonios o adorarlos con más facilidad.

La herida le molestaba, pero no tanto como para quejarse. Podría aguantar de momento. Pero apoyó su mano en el hombro de Tabin durante unos instantes. Un brillo blanco se escurrió por un instante entre el guantelete del paladín y el hombro de la joven.

-¿Preparados para qué? Payne. ¿Qué debería haber al otro lado? ¿Las sumas sacerdotisas?.-Los pasillos le habían desconcentrado un poco y la luz procedente de las esferas luminosas le provocaba algo de inquietud.

Aferró fuertemente su arma. Al otro lado de la puerta habría gente a la que combatir.

Kayle observaba las luces con aire ocioso porque para ella eran algo más "normal" pero permaneció silenciosa durante el descenso. Una vez estuvieron abajo, dejó que sus compañeros hablasen antes de nada.

"No, que va, nos va a esperar una fiesta sorpresa" pensó cuando Ánder hizo la pregunta. Luego se sintió algo mal porque el paladín no tenía culpa de su estado de ánimo.

—¿Sabes si activan algún tipo de protección?—preguntó dirigiéndose a Payne—. En teoría en el templo están seguras pero este no deja de ser el momento del día en el que son más vulnerables.