Partida Rol por web

Tras el descenso, el humor de Tabin se volvió profundamente sombrío. Tanto los relieves como los gemidos de dolor que se extendían por la cámara le ponían los pelos de punta. Como si no hubiese más luz o amor en el mundo, como si todo lo que quedase fuese el odio y el dolor. Tabin reculó como buscando el calor humano que le quitase el frío. Si no estuviese enfadada con Ulfe... La pícara le miró con tristeza y estuvo a punto de hablar, pero la mano firme de Ánder en su hombro le produjo un escalofrío de placer. Quizá no fuese un placer carnal, sino un gozo compasivo y espiritual. Una mano amiga, un abrigo en la tormenta. Su curación desinteresada y su contacto la hicieron sonreír. No estaban perdidos en aquella oscuridad helada si se tenían unos a otros.

-Gracias -murmuró apretándole la mano con un cariño espontáneo nacido del calor que se extendía por sus miembros y restañaba las magulladuras.

Con ánimo renovado, la semielfa habló a la sacerdotisa de Loviatar:

-Si hay trampas, yo puedo desactivarlas. Dime dónde están.

Ander sólo respondió al agradecimiento de Tabin con una sonrisa. Hacía poco que había logrado canalizar aquella energía positiva que surgía desde su interior de forma curativa. Pero ya había mostrado su utilidad en varias ocasiones.

Desde luego no dejaría a ninguno de sus compañeros allí si podía evitarlo, y les defendería de todo mal.

Payne le echó una mirada tan desdeñosa al paladín que parecía estar pensando algo parecido a que lo había pensado Kayle. 

—No hay trampas, que yo sepa. Pero Roazrane es lo suficientemente mortífera sola. Si Miz'ri está con ella podría ser un combate formidable. Estad preparados.

La loviatarita esperó a que todos estuvierais listos antes de abrir la puerta. La escena que os encontrasteis...

... era dantesca y grotesca. Había dos mujeres encadenadas al techo en una dolorosa posición, gravemente heridas y desnudas a excepción de un símbolo de Loviatar. Novicias, sin duda, a la que la Señora del Látigo estaba dispensando sus "atenciones".

Roazranne de Loviatar os echó una mirada relampagueante por encima del hombro, como quien se preguntara quién osaba a interrumpirla en un momento tan sagrado. Cuando vio que no era interrupción al uso se dio la vuelta lenta y peligrosamente, como una tigresa que de pronto hubiera encontrado unas presas inesperadas. La mujer empujó a una semidrow que estaba sentada en una silla, pero sólo consiguió que se desplomara. La semidrow debía ser Miz'ri la Negra, y debía estar aún bajo los efectos de la agonía sagrada, la droga que tomaban las auténticas devotas a Loviatar.

Pero Roazranne llevaba tantos años sirviendo al Látigo Servicial que había desarrollado tolerancia a la sustancia. Era una mujer de ademán severo y cruel que debía rondar los cuarenta otoños. Llevaba el cabello recogido en una única trenza del color del loto negro que caía hasta la cintura, tan ancha como el brazo de un hombre y engalanada con una serie de aros de oro. Lucía una túnica escarlata sin mangas, con un bordado geométrico en los dobladillos, ceñida al talle con un corpiño, y que dejaba al descubierto las piernas bien torneadas para su edad. Iba calzada con unas botas altas y el olor a sangre y cuero le rodean como un aura. 

Empuñaba un látigo de nueve colas, erizado de púas, que chorreaba la sangre de las acólitas.

—¿Venís a rezar a Loviatar? —dijo en un ronroneo tan sensual que ponía los pelos de punta.

Reconoces a esa mujer. La viste en la casa de Jezzen el día que irrumpiste en su casa con Morgan para robar. Estaba tratando algo con el enano, pero no os detuvisteis a escuchar la conversación.

-Venimos a darte muerte. Por bruja.

Las palabras le salieron a Ánder de dentro, al ver semejante escena. Semejante tortura atroz. El dolor y la muerte de Loviatar eran algo horrible, pero el joven paladín empezó a comprender lo que ocurría en realidad.

Iba por dentro. Primero tenías que haber sufrido, y luego, una vez roto, en vez de luchar contra ello y llevar la alegría y la harmonía, te volvías adicto, creías que no había otra manera de sentir, de vivir. Te arrodillabas y te rendías ante la sensación y le dabas vueltas y te montabas una compleja madeja de pensamientos alrededor del asunto.

-¡Tú! -exclamó la semielfa levantando las espadas en un gesto de sorpresa-. Tú estabas con Jezzen... Eso significa que... ¡Esto llega hasta Nesmé! Y Jezzen... ¿Es un esclavista igual que vosotras?

Tabin la miró con decisión. No podía estar más de acuerdo con Ánder. Si había alguien que mereciera morir en aquella sala, sería ella.

—¡Fiesta! ¡Ahora resulta que aquí todo el mundo se conoce!—exclamó Céfiro con falsa alegría, escondido en el cuello de la capa de Kayle—. Si es que Faerun es un pañuel...

La genasí lo metió rápidamente para adentro con una mano para hacerlo callar.

No encontraba exactamente una forma de expresar lo que le inspiraba la habitación, tampoco es que estuviera precisamente motivada a hacerlo pero simplemente se le antojaba grotesca en más de un sentido. Cadenas y látigos, cómo odiaba todo eso... todas aquellas cosas que impedían a uno tener libertad para moverse, para un hijo del viento la quietud era impensable. ¡Si hasta su pelo se movía por naturaleza propia!

La primera noticia era regular: Una de las sacerdotisas se encontraba indefensa pero la otra no. La segunda era mala: no se veía el silbato a simple vista. Y la tercera era directamente espeluznante: ¿Qué rayos ocurría con Nesmé? esclavistas mezclados con un culto a Loviatar por a saber los dioses qué.

Ella no dijo nada. No tenía intención de ponerse a hablar con aquella tipa, el tiempo era oro. Simplemente se quedó alerta a la reacción porque una cosa tenía clara: después de aquello y tras la afirmación de Payne, era difícil creer que se limitaría a quedárselos mirando con gesto amenazante.

 - No estamos aquí parra matar a nadie. - Le reprochó, una reprimenda severa mientras con un dedo, inquisidor, le señalaba, posiblemente con la pretensión de intimidarle o simplemente de hacer que la cordura volviese al paladin.

 Su seriedad era tal que sus músculos se evidenciaban más voluminosos. No estaba tenso, parrecía con la situación bajo control. Erra de esperrar un enfrentamiento, pero ellos erran los buenos allí. Glimgmar no entendía mucho de dioses, le eran extraños aquellos que no eran compartidos por su panteón, el de los enanos. Sabía que erra importante ser tolerantes.

 Eso no significaba que todo estuviese permitido.

 En ese momento Céfiro intervino, aquel engendro en miniatura erra como un gnomo borracho. ¿Cómo podían centrarse en una misión parra Nesmé si tenían el enemigo en el interior? Algunos más literalmente que otros...Céfiro fue resguardado tras las ropas de Kayle, una brruja....quizás por aquel motivo, la razón dada por Ánder se le antojaba curiosa e inesperada.

Alcé la ceja derecha y observé con un bufido sus movimientos, sin pasar por alto la relación y reflexión que nos regalaba Tabin en voz bastante clara.

 ...Brrgg...al final ese pequeño engendro tendrá rrazón...

 - Buscamos algo. - añadió el enano, como si fuese evidente que estaba pensando que a todos se les había pasado por alto - y esperramos que esté sano y salvo.

 ¿Tendremos vuestrra colaborración?

 Era lo principal. Recuperar a las chicas, no luchar contra un posible cubil de malditos esclavistas. Ya habría tiempo parra eso una vez las niñas estuviesen en un lugar segurro.

 Alcé el escudo y preparré el hacha.

 No estaba dispuesto parra respuesta suspicaces....

La Señora del Látigo miró con cautela a Tabin durante unos momentos después se le escurrió una sonrisa cruel.

—Niña, tienes tantos pájaros en la cabeza que si te la cortaran saldría volando —se mofó de ella antes de contestar al enano:—. ¿Cooperación? Venís a mi templo de la mano de una traidora, despacháis a mis guardias, me amenazáis de muerte por "brujería" ¿y pensáis que voy a ceder a vuestras exigencias?

Roazranne echó la cabeza atrás y rió con ganas.

—Más vale que entreguéis ahora mismo a esta zorra traicionera —dijo refiriéndose a Payne— y os larguéis por donde habéis venido u os machacaré hasta que no quede de vosotros más que un montón de vísceras desparramadas por el suelo.

—¿Traición? —repitió Payne apretando los dientes—, ¿quién es la traidora, interponiendo sus propios intereses a los de Loviatar y vendiendo el culto a los esclavistas por dinero?

—Te despellejaré por tu soberbia —replicó.

—Sí, sólo es una psicópata armada con un látigo de pinchos chorreante de sangre a quien hemos pillado in-fraganti torturando gente—bufó Céfiiro convertido en dos ojitos de chispeante azul bajo el cuello de la capa de Kayle que miraban con fastidio a Glimgmar—. ¿Quien iba a pensar que se negaría a colaborar?

Kayle le gruñó una palabra en Aurano y el pequeño elemental se calló al instante.

—Ni entregamos a nadie, ni nos largamos a ninguna parte, ni vas a despellejar a nadie—espetó. Estaba ya harta de toda aquella santa de arrogantes, esclavistas y torturadores que se creían los amos de todo—. Nos vamos a llevar a esas niñas de aquí. Y como me da que no te va a dar la gana de dejarnos, aquí no hay más que hablar.

Dejo tirada la ini para cuando toque (espectacular, para variar... )

 - Has tenido tu oportunidad de hacerrlo prroceder por las buenas.

 Apretó los dientes. Era la oportunidad de la inocencia y la humildad, de que si alguien puede explicarse lo haga. La soberbia podía ser un alto precio en aquellas oportunidades, pero Glimgmar sabía lo que hacía...también sabía como iba a acabar todo aquello. Estaba harto de brrujos. Y aún más de su condescendencia. No pagarría con el engendro de Kayle sus palabras, erra típico de los brrujos y sus brrujerrías juzgar antes de tiempo....erra prropio de la juventud juzgar precoces si una vida ha de llegar o no a su fin.

  Perro aquellos cachorrillos humanos, mezcla de elfos y humanos o de engendros y humanos, no sabían nada sobre la vida.

 Erra de esperrar que la brruja se negarra...

 Lo has intentado. Valiente ingenuo.

 colocó el escudo por delante parra protegerse del látigo y alzó el hacha oculta tras él, no podía verse por donde iba a venir...muchos enemigos habían perdido sus piernas así.

 - ¡En guardía! Prreparrate parra la derrota. Responderras ante la justicia de Nesmé por tus crímenes o morrirrás por nuestra mano trratando de evitarlo.

 Aquella advertencia de colaborración era más directa...si volvía a renegar, Glimgmar es posible que no pudiese seguir conteniendose. Aún así, llevaba un escudo para defender, no parra asesinar.

 La justicia no es dar muerte a todos aquellos que piensan diferrente, ni aquellos que han recorrido o recorren un camino equivocado.

 Gligmar creía en la redención...por eso no serría el que diese el primer golpe en aquella ocasión. Estaba preparado para la lucha...

 pero deseaba que se rindiese para no tener que vertir sangre, inocente o no...

 ....Ellos no comprenden su valorr.....ellos sólo creen saber lo que vale la libertad, la vida y la muerte...perro por Morradin, vaya si están equivocados...

Qué tontería de conversación. Pensó Ander. Pero al menos habían hecho lo correcto, el enano le había dado las opciones que debía y que todos sabían que la mujer jamás aceptaría. Al menos Kayle y Tabin pensaban eso también.

En Toril había seres que adoraban a engendros de otros planos, a dioses-demonio y diosas-diablo, y se bañaban en su energía negativa, en su degeneración, y propagaban el mal por todo el plano.

Delante de él tenía un ejemplo de lo que había decidido a combatir, de la razón por la cual se ordenó paladín.

Así que iba a hacer lo que tenía que hacer. Levantó su arma y avanzó hacia la mujer.

-Ve diciendo tus últimas plegarias, mujer. Antes de que te mandemos al infierno donde tu diosa te torturará por toda la eternidad. Estarás más guapa de larva infernal.

Tabin buscó con la mirada a la semidrow drogada. Su mejor idea pasaba por cortarle el cuello mientras se hallara imposibilitada antes de que pudiera matarlos a todos.

-¡Atacad de una vez! -La semielfa no iba a ser la primera. No se le daba bien el combate directo, sino escabullirse, y para ello necesitaba que alguien se trabase primero con la sacerdotisa para buscar sus puntos débiles. No sólo eso: por mucho que quisiera verlas muertas a todas, tenía la misma actitud que con Payne. No se atrevería a dar el primer paso, pero no evitaría que sucediera lo que tuviese que suceder.

—¿El Infierno? —repitió la Señora del Látigo, divertida.

Echó la cabeza atrás y soltó otra carcajada. Cuando volvió a poner la vista en vosotros su rostro era máscara de burla y odio, y sus ojos refulgían con un malévolo tono dorado.

—Ssssssssí... —su voz deformada y cargada de poder, como proveniente de otra dimensión, reverberó en la habitación —los Nueve Infiernos serían un lugar muy adecuado para alguien como yo.

A su espalda empezaron a crujir los candados, y como respondiendo a su voluntad, las mujeres que estaban encadenadas cayeron al suelo. Miz'ri la Negra parecía aún fuera de combate.

Orden:

1. Tabin (24)
2. Arrodilladas (15)
3. Nanth (12), Ánder (10), Ulfe (8), Kayle (6)
4. Roazranne (5)
5. Glimgmar (2), Payne (0)

Tabin notó que la boca se le quedaba seca. Ante ella tenía a sus enemigas, tanto por loviataritas como por esclavistas. No dejaba de repetirse lo malvadas que eran y lo poco que dudarían ellas ante la posibilidad de matarla. Es más, si la atrapasen con vida iban a disfrutar despellejándola. No había vuelta atrás. Había que ir a matar.

Payne había dicho que la más peligrosa junto a Roazranne era la semidrow, que ahora se hallaba sumida en un trance narcótico. Tabin era más rápida que el resto y por ello mismo tenía que actuar con inteligencia. Si iba hacia delante sin el apoyo de sus compañeros, lo más probable es que la hicieran picadillo. Pero si se desviaba para cortarle el cuello a la otra sacerdotisa antes de que pudiera levantarse para matarlos con sus artes oscuras...