Partida Rol por web

-Sé que estás enfadado conmigo. No sirve de nada que te pida que no lo estés, ¿verdad? -murmuró, mirándole con ojos llenos de melancolía-. Sé que no lo entiendes, pero te quiero.

Ulfe tensó la mandíbula en un gesto que no presagiaba nada bueno.

—No soy tan estúpido como Morgan piensa. ¿Por qué no tratas de explicármelo?

Tabin dejó escapar el aire por la nariz.

-¿Y vas a escucharme y a intentar comprenderme o vas a llamar a la guardia o a hacer alguna otra tontería? No sólo estabas poniendo en peligro a Morgan, ¿sabes, Ulfe? Podrían haberme arrestado a mí por haberla encubierto.

Ulfe se cruzó de brazos.

—Es una ladrona. En Nido de Grifos le hubiéramos cortado una mano si se hubiera atrevido a volver —Ulfe bufó—. No tengo por qué encubrir a una ladrona. Ni tú tampoco. No le debes nada.

-En primer lugar: sí, claro que le debo algo. Ella me enseñó a hacer casi todo lo que sé hacer. Y en segundo... ¿Cómo no voy a encubrirla? ¿Crees que no te encubriría a ti si fuese necesario? ¿Ves? Eso es lo que quería decir cuando no lo entenderías.

—¡Ella es una criminal, yo no! —estalló Ulfe—. A mi no tienes que encubrirme, y a diferencia de ella jamás te lo pediría.

Negó con la cabeza en un gesto incrédulo.

—¿No te das cuenta? ¡Eres mucho más de lo que te ha enseñado ella! Lo mejor de ti es lo que NO es ella.

-Morgan es... No es mala, ¿de acuerdo? Ya lo has oído: está intentando conseguir un indulto para ella y para mí. Intenta protegerme del mismo modo en que lo haces tú. Pero lo que no tienes que hacer es protegerme de ella, ¿entiendes? Morgan cuida de mí y sé que no me haría daño, pero vuestra estúpida competición sí lo hace.

—¿Qué competición ni que demonios? ¡Está jugando contigo, Tabin! —dijo Ulfe como si no creyera que sólo él se había dado cuenta de ello—. Es una maldita embaucadora. Es todo lo que hace. Jugar con las palabras, y hacer sus trucos baratos. Te está engañando, Tabin. Está utilizando tu influencia con la Vocal para sus propios intereses. ¿Es que no te das cuenta?

-No, no lo hace -replicó, dolida-. Ella quiere trabajar conmigo y si de esta manera puede conseguir algo bueno... Yo confío en Morgan.

Ulfe hizo un gesto de rabia e impotencia.

—¡Eres demasiado inocente, Tabin! ¡Confías en la persona equivocada! Abre los ojos.

Tabin aflojó los hombros.

-Ya los tengo abiertos. Y lo que veo me da mucha pena, Ulfe.

—Palabras. Juegas con las palabras, como ella. Pero ya oíste a la Vocal, son los hechos los que importan. Si te limitaras a ver los hechos concretos te darías cuenta de quién es Morgan en realidad —tensó la mandíbula—. De quién soy yo en realidad. 

Negó con la cabeza.

—Pero me temo que cuando lo veas será demasiado tarde. Para todos. Me marcho, Tabin. No puedo seguir con esto.

-¿Te vas? -preguntó alzando las cejas-. ¿A dónde?

—Lejos de Morgan. Y de ti —dijo—. Estaré unos días fuera de la ciudad.

El discurso de Kayle y de Aramil no parecían convencerle a pesar de que el asunto del dragón no sonaba nada bien. Pero el semielfo no podía dejar de verlo como algo secundario: primero los amigos y la familia, y luego todo lo demás, pasase lo que pasase. Aún recordaba la vez que había dejado de lado a unos humanos con catastróficos resultados, algo que jamás podría perdonarse; ya podía acabarse el mundo si tenía cerca a la gente que le importaba. Es cierto que podían enviar a otra gente a indagar, pero ¿y si no lo hacían como debían? No podía evitar sentirse mal por Fasber imaginándose como lo debía estar pasándolo.

Ardreth miró al enano aún con el ceño fruncido esperando que tomase por el aquella difícil decisión, después de todo el había pasado mucho más tiempo que el con la gnoma, así que era el más indicado para pronunciar la última palabra. Además el semielfo era de naturaleza tímida debido a sus genes, por lo que tampoco se atrevía a rebatir a los presentes; el enano tenía más labia para eso. Pero si su boca pronunciaba "dragón", esperaba que al menos pudieran resolverlo rápido.

 - A nadie le importaba ese drragón hasta que lo encontrramos, y a nadie le había prreocupado hasta que este tonto enano pensó que tal vez serría injusto que estuviese prrisionerro. Y ahorra pago por mi sentido de la justicia teniendo que renunciar a encontrrar a esa maldita gnoma. - Parecía odiar a Fasber, pero tenía la necesidad de encontrarla por encima de todo, incluso un dragón, sus tesoros o toda Nesmé.

 - Ahorra prresumis que ese brrrujo negrro, amo de cadaverres y vilezas está, por algún motivo, en peligrro de muerte. Y prresuponeis que llegarreis con vuestrra brillante armadurra para salvar el día.

 Pero a costa de vuestrra ceguerra, Fasber podría morrir, o servir como esclava, y así muchos otrros.

 Expuso, cansado de plática y necesitado de acción. Pero desenvainar el hacha allí sería emprender una guerra contra sus aliados...si es que podía seguir considerrandolos así.

 al final el muchacho va a ser el único con agallas...que sorprresa.

 Pensé mirrando de soslayo a Ardreth, con el ceño fruncido con la severridad de un padre siempre enfadado.

 - Más aún, me encuentrro con que los que fuerron invitados a colaborrar se enfrentan contrra mi experriencia escupiendo sobrre ella con la suposición de que saben de este asunto incluso más que los que asistimos a aquel inusitado encuentro.

 Brrrrff....

 Filigrranas sin sentido, prriorridades desordenadas.

 ¡Nisiquierra habeis preguntado a Payne y a Ulfe lo que opinan! ¡¡O a la señorra elfa y a su pobre muchachita!!

 Personas con verdaderra experriencia a las que ignorrais ahorra porque independientemente de lo que se os diga, ya habeis tomado una decisión.

 achacó el enano. Glimgmar no perdía la calma, pero trataba de ser un orrador suficientemente dotado. En realidad, parecía obsesionado con la tarrea de encontrar a Fasber, y evidentemente, el dragón, ahora, le daba igual. Aún más el nigromante. Aquel brrrujo podía morirse si querría.

 Calmado y apagando el fuego de sus mejillas concluyó:

 - De poco me sirve salvar Nesmé si dejo atrrrás a un camarrada.

Y fuerron palabras durras...porque eso significarría que todo lo que era Glimgmar desaparecería...

 Miró a Payne y a Ulfe, entre los presentes, todos aquellos que se habían unido a su causa, como lo había hecho el enano, aquellos héroes que ahorra parrecían anónimos y cuya opinión no se considerraba en absoluto.

Céfiro abrió mucho los chispeantes ojillos que parecieron por un momento dos luminosas canicas azules. Genuinamente anonadado.

—¡P-Pero si el primero que se ha montado una bola impresionante de presuposiciones, conjeturas  e hipótesis has sido tú!—exclamó con aquella vocecita susurrante como la brisa—. Fue Vocal quien dijo que el nigromante ya era anciano hace años. La gente suele morirse de vieja hasta donde yo sé.

Kayle le dio un manotazo flojo al elemental (con la mano que había quitado del hombro de Glimgmar) y lo hizo caer dentro de la capucha de su capa. La genasí estaba empezando a tener la frustrante sensación de que era la única persona de aquel grupo que escuchaba a la gente cuando hablaba.

—Ceguera.

Pronunció aquello con una mezcla de incredulidad y decepción. Se enderezó de nuevo sacudiéndose las mangas de la gabardina. Acababa de perder toda la empatía con el enano, ahora se sentía dolida, o, como mínimo, idiota. Idiota por haberla mostrado directamente y que se la hubieran tirado a la cara.

—¿Q... quién demonios te crees que eres?—añadió con la mandíbula apretada y la voz temblorosa—. No eres el único que tiene a alguien querido en problemas. Ni  el único que sufre y lo está pasando mal. ¿A caso nadie más corre peligro de morir o de servir de esclavo? ¿Solo Fasber? ¡Es lo más condenadamente egoísta que he oído jamás!

Estiró un brazo a un lado con gesto seco como si "señalase" los alrededores.

—¿Qué pasa con los "camaradas" de Tabin? ¿Y con los de Ulfe? ¿Y con los de Ánder? ¿Y con los míos? ¿Importan menos solo porque no los conoces?—no chillaba, pero simplemente se le notaba la voz tirante como la cuerda de un arco—. Esas son tus "prioridades desordenadas", ¿No? Primero tus intereses y luego los de los demás. ¡Nosotros también tenemos seres queridos a los que afecta esto!

Dejó caer el brazo.

—Es más, para tu información, si de mí dependiera ahora mismo no me largaba a la torre, me largaba a buscar a Valiskan y a su cédula de esclavistas—espetó—. ¡Ese desgraciado es... !

Apretó mucho los dientes y aguantó el aire como si intentara contener una tormenta interior o algo así (de hecho la brisa que siempre soplaba suavemente en torno a la genasí se había vuelto algo racheada) finalmente soltó el aire.

—Al diablo, da igual. Y por cierto: "de nada"por intentar ayudarte—zanjó—. He dicho que no quiero dejar tirada a Fasber, que hagamos ambas cosas a la vez, incluso que la buscaré contigo. Pero por lo que veo la palabra de una brrrrrruja no es digna de tenerse en cuenta por mucho que ésta haya luchado a tu lado. O directamente ni cuenta.

La genasí terminó jadeando con expresión nerviosa por algún motivo. Céfiro se asomó de su capucha y se agarró con los bracitos al hombro de la maga en un curioso gesto cariñoso, como si fuera decirle algo.

—No, Céfiro—lo interrumpió ésta levantando ambos brazos en ángulo recto como si la apuntasen por la espalda con una varita invisible en lo que parecía ser un gesto de tregua—. Por favor.

Tragó saliva y se dio media vuelta echando a Andar.

—E... Esto es absurdo. Y no nos ayuda a ninguno—masculló—. Me voy a buscar a Hakkon y luego a ese tal Bel.

-Si eso es lo que quieres... -respondió Tabin apretando los brazos contra su pecho con aire decepcionado.

Payne levantó una ceja en un ademán sorprendido de que le pidieran opinión a ella. Borró el gesto rápidamente, reemplazándolo por un ademán indolente y desdeñoso.

—Estoy segura de que Loviatar tiene unos planes más elevados para nosotros que deambular por toda la ciudad en busca de una gnoma —se cruzó de brazos—. Pero te seguiré donde vayas, enano. Por ahora.