Partida Rol por web

-Entonces, si no entiendo mal, hablamos de "rocas mágicas".-Digo meditabundo.-Bueno, eso es raro de encontrar. Si los habitantes de la zona son como mi clan, y algunos son de mi clan, habran explorado las cavernas más cercanas a la ciudad, asi que habría que alejarse un poco o no encontraremos ni las migas, jajajaja.

Rio a carcajadas durante unos instantes, recupero la compostura y continuo.

-En fin. Supongo que un conjuro de detectar magia será una forma de encontrarlas bastante limitada por su alcance y tan obvia que probablemente esta tierra ya este barrida... por otro lado, si se forman igual que las rocas, debería ser posible encontrar una lo bastante grande en una zona con una fuente de magia lo bastante antigua.

Si encontrasemos en algun registro o papel de los que a veces se guardan en las cuidades humanas, elficas y enanas noticias de una fuente de magia de cierta edad, una inaccesible a los mineros o un lugar donde se crea que puede haber una... puede que encontremos alguna piedra de esas y con suerte sea lo bastante grande. Despues de todo las rocas normales crecen mientras tengan suficiente espacio y alimento.

Otra opcion es buscar a los druidas de la zona y preguntarles... aunque muchos son un tanto salvajes, jajajajajajaja. 

Aunque quería terminar con aquello cuanto antes el enano tenía razón, no podían actuar a lo loco y sin saber exactamente quién era ese chico ni por qué estaba en la situación en la que se encontraba. Cuando el Aramil mencionó el tema de los druidas, Ardreth pensó en Radella automáticamente; quizá ella sabría algo de esas piedras.

Tabin tuvo que admitir que tenía pocas razones para desconfiar de Bel más allá de los prejuicios hacia la nigromancia. Si se tomaba tan en serio la conservación del hechizo por encima de su propia seguridad (aunque intentase preservar su alma por lo evidente), no debía de ser necesariamente malvado. Por tanto, la semielfa se sintió inclinada a ayudarlo. Lo haría, pero había cosas mucho más urgentes de por medio.

-Me gustaría poder echar una mano con esa búsqueda en el futuro, pero parece que ya hemos descubierto que el hechizo no parece ir a romperse en breve. Creo que es momento de pasar a lo más urgente, que por lo que creo es la búsqueda de Fasber, ¿no? -Se interrumpió-. Es decir, cuando acabéis de hablar de esas rocas...

- ¡Por fin un soplo de sensatez!

 espetó el enano alzando las manos y balanceandose con los talones en aquella expresión que rozaba la desesperación.

Tabin había dado en el clavo, y glimgmar pensaba que no se equivocaba con Ardreth y el enano guerrero si estaba siendo sincera y no sólo sensata. Glimgmar estaba harto de brrujos, y podrían indagar en aquel asunto más tarde. Era verdad que le había pedido cosas a la guardia y tendría que darles un tiempo, aceptarría incluso ir a ver al brrrujo anciano, perro si no querrían tal cosa, erra el momento de ponerse en marcha.

 - Ejem... - se aclaró la voz y disimuló su emoción por encontrar otra mente dispuesta como la de su discipulo y la propia - Zanjemos esto cuanto antes.

 Ya buscarremos cantos luego.

-Surge un problema.-Respondo.-Deberíamos asegurarnos de que el hechizo sería ya lo bastante poderoso, si no fuera asi deberiamos asegurarnos de proteger a este joven tanto como sea posible... por si el dragon convenciese a alguien para matarlo. Dudo que sepa del pequeño ardid del nigromante para prolongar el hechizo, pero no podemos arriesgar la ciudad, ¿no os parece? No perdemos nada por hablar con el un par de minutos. Despues podemos buscar a Fasber con Satara, os aseguro que se dará prisa en encontrarla.

-Si parto ya hacia Lurkwood puedo llegar al anochecer y buscar piedras Chardalyn. Conozco algunos sitios muy raros en los la magia fluye como si fuera una fuente, y si no brotan en esos lugares puedo preguntar a los seres del bosque si las han visto. Con suerte podría estar de vuelta en uno o dos días con algún que otro pedrusco.

Al terminar se volvió hacia el enano con el ceño fruncido.

-Podrías aprovechar mi ausencia para ver trama Beellana y hablar con la guardia. Espero que hayan averiguado algo ya... Yo me encargo de las piedras, Glimgmar.

—¡Exacto! Veo que sabes de lo que estás hablando, aunque sólo has arañado la superficie de los problemas a los que me enfrento —le respondió Bel a Kayle—. Verás, la identificación de geodas no es a día de hoy un problema. He desarrollado un conjuro que permite hacer un pequeño agujero controlado en materiales de madera, o incluso pétreos. Con él puedo observar el interior de la chardalyn sin romperla: tengo una agujereada que es perfectamente funcional.

Se palpó en una bolsita del cinto.

—Yo lo llamo agujero espía —dijo, y la mirada se le perdió en las pantorrillas de Tabin antes de volver a mirar a Kayle—. ¡Piensa en las posibilidades!

Soltó una risita como si ya se imaginara espiando a la semielfa mientras tomaba un baño.

—Sobre el resto de detalles... no he podido casi avanzar. Necesito una buena cantidad de chardalyn para experimentar, me temo que con un par de "pedruscos" como los has llamado no tendría ni para empezar. Lo que quiero hacer con ellas no es tan fácil como meter un conjuro. Es anclar un encantamiento muy grande y complejo, y no sé cómo va a funcionar, cuántas voy a necesitar y en qué condiciones se mantendría el hechizo. Antes de mover el encantamiento original habría que hacer pruebas y me falta materia prima. Hasta ahora nadie se había ofrecido a ayudarme tan ¿cómo era? "caritativa y heroicamente" como vosotros. Y aunque lo hubieran hecho, no sabría dónde enviarles.

Se rascó la nuca.

—El caso es que vosotros parece que sabéis dónde empezar a buscar. Habláis del bosque Lurkwood, de minas enanas y de santuarios druídicos como si tal cosas. Y de todas formas no tengo que volver con mi padre hasta dentro de unas dekhanas. Si ahora que sabéis mi historia completa sigue en pie la oferta de acompañaros, la aceptaría de buen grado. Si vosotros me ayudáis a mi, a mi me gustaría hacer lo propio también. Y si veo algún sitio en nuestros viajes de los que pueda tomar muestras, tanto mejor. ¿Qué me decís?

Escucho atentamente a Ardreth, erra muy interresante su iniciativa, pocas veces hablaba...a Glimgmar le gustó que se animase a contribuir con su experriencia...siempre que no olvidase su posición.

- No crreo que facilitarle las piedras al muchacho sea de ayuda parra nada.

 Parra sus propositos, tal vez. Perro la magia siemprre esconde un trruco, algo que da la vuelta a la situación y hace que empeorre.

 Reflexionó en voz alta.

 - Lo siento por ti muchacho. - se apiadó de alma del nigromante - perro tendrás una vida larga y provechosa, y tu padrre confiaba en que así fuerra.

 No seas temerrarrio buscando tu propia muerte. - aunque aquello iba más enfocado a las palabras del otro enano. No veía como alguien podía buscar su propia muerte para zafarse de algo así...bueno, si, ser brrrujo les hacía hacer cosas extrañas, ¡inexplicables! - Podemos hablar con el brrujo negrro y comprobar el por qué de todo esto.

 Sin escuchar las dos partes, dificilmente podriamos ser justos ayudandole, es más, podríamos poner en peligro a Nesmé.

 Puede incluso que los estudios del muchacho - no parecía importarle que estuviese delante - sean peligrosos parra Nesmé. Si sus intentos fallan, nos condenarrá a todos.

 Asintió pensativo...

 Debemos ir a hablar con ese trrraumatologo del infierno y aclarar este asunto. Luego podremos ver hacia donde inclinamos la balanza.

 Ayudarle sin pensar por compasión podría salirnos carro. El bien ha de ser evidente, y aquí hay demasiadas cosas enturbandolo todo.

 - En cualquier caso, no tendrrría inconveniente en que nos acompañase.

 Lo refunfuñó, después de todo sólo había querido acompañarles parra sacar algo, erra poco loable...perro otros habían unido sus caminos al enano de aquella forma.

 Se encogió de hombros.

 Si Ánder estuvierra aquí... lamenté.

-Sensato.-Pienso.-Quizas nos estemos precipitando. Sería buena idea hacerlo.

-Es una opcion... podemos probar, quizas el nos de mas detalles acerca del conjuro.-Digo finalmente.

—¿Ahora te preocupa Nesmé?—Kayle miró a Glimgmar sin caber en su asombro—. ¡Si hace cinco minutos te importaba un ardite que el dragón pudiera convertirla en una tumba de hielo con tal de ir primero a buscar a Fasber!

La genasí se cruzó de brazos. El exabrupto del enano de antes ante la propuesta de Tabin ya la había descolocado, pero ahora se volvía a sentir desilusionada, y se volvía a sentir enfadada consigo misma, aunque no tenía muy claro por qué. Tal vez porque había defendido a Gligmmar como una persona buena cuando todos los dedos le habían señalado en el templo de Loviatar.... porque ahora se sentía como una estúpida.

—Me parece bien que las desgracias de los demás te parezcan una insensatez y una pérdida de tiempo, pero al menos disimula—carraspeó y manoteó el aire como volviendo al tema—. Es decir, perdón... ¿qué estaba diciendo?

Miró a Bel.

—Muy agudo lo del conjuro—reconoció levantando un índice. Luego volvió a cruzar el brazo y añadió en tono de pura curiosidad:—. Pero... déjame preguntarte algo, Bel: ¿Tu padre sabe algo de esto? Es decir, por cómo lo has explicado, entiendo que estás investigando por tu cuenta. ¿Por qué? ¿Crees que se opondría a la idea o algo así?

Por lo que a ella respectaba, nadie mejor que el autor del conjuro para asesorar, o directamente para ayudar con las pruebas antes de pasar el conjuro real a la Chardalyn. Todo el mundo estaba cogiendo carrerilla a una velocidad disparatada pero a la maga aún le faltaban unas cuantas piezas del puzzle antes de dar su opinión sobre lo que pensaba de invitar a Bel al grupo. Y al igual que un conjuro escrito aprisa sale mal, ella no tenía prisa por aclarar sus dudas.

  Si Glimgmar no fuerra ya perro viejo las palabras de la brrrruja del viento le habrían afectado notablemente, perro ni se ruborrizó. Ya había tratado antes con la completa y absoluta superriorridad morral de otros hechicerrros, como si su conocimiento sobre la brrrujeerría les diese más sabidurría...algo muy diferrente del conocimiento. Glimgmar no se considerraba una persona sabia, sin embargo, erra evidente que Glimgmar había tenido razón al decir sus palabras, sobre ir a buscar a Fasber, y aunque el fin no justifica los medios, el enano pensó que eso erra lo que realmente molestaba a la hechicerrra.

 No sonrió, porque no se jactarría de su supuesto éxito en la predicción.

 Está clarro que son demasiado jovenes parra entender que los barbilampiños siemprre empuñan sus hachas a espaldas de sus padres creyendose grandes hérroes y guerrerrros...mas después, cuando el metal se mella o las desgracian ocurren, el niño sabe que es niño y que debió hacer caso a su padrre.

 Glimgmar asintió parra sí, a sus propios pensamientos, aún interresado en lo que tuviesen que decir aquellos interresados en la brrujerría. Al final acabarría como aramil, pronunciando conjurrros y en taparabos.

—Oh, no te preocupes. Estoy acostumbrado a este tipo de opiniones desinformadas. Cuanto menos saben, con más vehemencia se expresan. —dijo Bel quitándole hierro a la respuesta de Glimgmar—. Lo cierto es que sí, en esto trabajo por mi cuenta. No porque quiera traicionar a mi padre, ni porque quiera librarme del hechizo a todo costa y condenar Nesmé. Lamentablemente para Glimgmar y para todos los que piensan como él, dispongo de los conocimientos suficientes como para quitarme de encima el encantamiento en cuanto muera mi padre. Si estuviera pensando egoístamente en mis propios intereses no necesitaría la ayuda de nadie.

Puso los brazos en jarras.

—Lo que quiero es cumplir con mi deber con Nesmé y a la vez no vagar por siempre como un fantasma que sobreviva incluso a la muerte del dragón. ¿Es mucho pedir? ¿Renunciarías tú tan alegremente a reunirte con tus dioses y con tus seres queridos cuando mueras, Glimgmar? —era una pregunta retórica, porque no esperó una respuesta—. Lo que ocurre es que mi padre es un hombre inflexible, que no acepta sugerencias ni opiniones de nadie. Hacer las cosas a su manera es la única manera de hacer las cosas. Dudo que os escuche si es que lográis que os reciba. No me escucha ni a mi, que soy su hijo...

 Glimgmar realmente se estaba hartando de que todos la tomasen con sus palabras, con su forma de pensar o con lo que quiera que hicierra el enano en cualquier momento. Perro entendía perfectamente que llevar razón o la verdad tenían ese efecto en los brrrujos que querrían ocultarla a los ojos de todos.

 Glimgmar emitió un sonido gutural de resignación.

 - Yo harría lo que tengo que hacer. - espetó - Harría lo correcto.

 aquellos cabeza de serrín entenderían en sus palabras que glimgmar haría lo correcto necesariamente porque erra perfecto, perro no pensaba explicarles que todo el mundo sabe lo que es bueno y lo que es malo, y en todo momento uno sabe que es correcto y que no lo es, pueda o no pueda hacerlo por otros menesterres.

 - Nuestros mentorres a menudo ven en nosotrros los fallos que crreemos no tener. - le expuso al muchacho - no te niego mi ayuda, muchacho. - le dijo, más como una defensa desinteresada que como una disculpa. - perro enano prrudente, es enano barba-fuerte.

 Hablarremos con tu padrre, si demuestrra ser tan corto de mirras como nos lo muestras, tal vez te ganes mi simpatía en tu meta.

 Perro mientras, por mucha miel que salga de tus labios, me temo que yo me negarré a tomar partido. - cerró los ojos y negó con las manos y con la cabeza.

 ¡Ni habllar del cortabarrbas!

-Creo que lo que mi camarada intenta decir es que no perdemos nada por intentarlo.-Respondo.-El no ya lo tenemos, ¿no?

Por curiosidad. Según tengo entendido, muchos magos y nigromantes optan por transformarse en muertos vivientes para asi hacerse... más duraderos. ¿Nunca te has sentido atraido por esa idea? Después de todo, solo tendrias que deshacer el hechizo una vez muerto el dragon... o buscar un grupo de aventureros que lo hiciera por ti.

—Eh, eh, eh, un momento. Ya que todo el mundo no hace más que repetirlo hasta la saciedad... ¿puede alguien decirme quien es el que decide qué es "lo correcto"?—preguntó Céfiro al aire mientras adquiría una forma vagamente humanoide y se pellizcaba filosóficamente lo que debía ser la barbilla con una manita brumosa—. Es más, esto me recuerda a esos cuentos de los bardos en los que sale el típico profeta diciendo "Está escrito que un héroe se alzará para luchar contra las tinieblas de blablabla..." . Siempre me pregunté dónde está escrito todo eso.

Kayle se pellizcó el puente de la nariz y soltó largo, lento, y paciente suspiro. Decidió renunciar a encontrarle un patrón lógico a aquello; era como si algunos de sus compañeros cambiasen de opinión a otra diametralmente opuesta a cada parpadeo. ¿Cómo rayos se las arreglaban para terminar siempre sumidos en debates morales fuera cual fuera el tema inicial?

Y para colmo Céfiro con su manía de divagar en voz alta sobre cualquier incongruencia que encontraba en la conversación.

—¿Podríamos... por favor ir al grano?—preguntó la genasí mirando al cielo con desesperación—. Si no hemos vuelto a cambiar de parecer en los últimos tres segundos, creo recordar que teníamos prisa por dar con el paradero de alguien que igual nos necesita.

Entendía la curiosidad de Aramil pero, sinceramente, podía esperar a que al menos se pusieran en marcha de una vez. Se apartó la mano del rostro y miró al aprendiz tras escucharlo. Estar en su lugar debería ser francamente estresante, le daba pena aquel chico pero a la vez se sentía tremendamente aliviada de saber que Nesmé no corría peligro inminente.

—En primer lugar, Bel... —dijo soltando el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta. Se quedó mirándolo unos segundos callada en aquella postura—. Al diablo.

Le dio un espontáneo abrazo que no fue efusivo pero sí tremendamente agradecido

—Gracias, gracias, GRACIAS por pensar de esa forma—se separó y le estrechó una mano. Entonces pareció dares cuenta de que se la podía malinterpretar y matizó sonriendo con cara de circunstancia:—. Sobre lo de cumplir con Nesmé, quiero decir.

—Oye, para ser genasí de aire, la expresión de que corra el idem la tienes un poco difusa tú, ¿no?

—Y tú para ser elemental de aire eres más pesado que el plomo.

La maga le sacó la lengua a su familiar mientras este hacía una pomposa reverencia. Luego carraspeó y se dirigió al resto del grupo.

—A ver: Kayle no tiene problema en que Bel venga con nosotros y nos eche una mano, Glimgmar no tiene problema en que Bel venga con nosotros y nos eche una mano—miró al enano como preguntando "¿no?" (a fin de cuentas le había invitado él en un principio) Cambió entonces la mirada a Ardreth, Tabin y Aramil—. ¿Vosotros?

Levantó un índice como haciendo un pequeño inciso.

—Y... yo por lo menos sí que lo quiero ayudar cuando acabemos con todo este asunto.

Por supuesto entendía y respetaba que hubiera quien se negase, pero por su parte no necesitaba ir a hablar con nadie a una montaña en el quinto pino para confiar en alguien que tenía el poder suficiente para que, de pensar sólo en su trasero, se habría quitado el muerto ya de encima hace mucho.

-La verdad es que me pica la curiosidad por conocer al padre de la criatura.-Digo rascándome ligeramente la barriga.-Por mi parte que venga, asi podré atosigarle con preguntas sobre su arte. Jajajjaja

Después de todo, no todos los dias encuentra uno un nigromante que no trate de convertirlo en el objeto de su estudio. Jajajaja.

Tabin quiso haber respondido antes, pero el exabrupto de Kayle hacia Gilmgmar la dejó del todo descolocada. No se esperaba un ataque tan directo y gratuito. Bien que el enano había manifestado su deseo de salvar a Fasber antes que cualquier otra cosa, pero Tabin no se lo tenía en cuenta porque como él había apuntado, probablemente la semielfa hubiese dicho lo mismo. Aquello no significaba que no se preocupase del resto, sino que por imperativos del corazón había una misión que le parecía más urgente. Kayle le caía bien y apreciaba su preocupación, pero no le gustaba que se volviese tan sentenciosa. Las dos habían juzgado al enano por diferentes acciones que ambas veían de modos muy distintos. Tabin era consciente de sus prejuicios hacia todo lo que tuviera que ver con Loviatar, pero estaban mucho más justificados que la condena de algo espoleado por el amor. ¿O no? La verdad es que desde que había comenzado todo aquello sus creencias se estaban poniendo a prueba constantemente y le costaba decidir si lo que pensaba y hacía estaba bien.

-A mí tampoco me importa que venga Bel -dijo Tabin, aún reflexiva-. Me gustaría poder ayudarle con el tema de las geodas aunque no tengo ni idea de todo ese asunto, pero sin olvidarnos del otro tema que nos concierne, ¿recordáis?