Partida Rol por web

Kayle apareció quince minutos más tarde acompañada por Hakkon y una docena de Jinetes de Nesmé, cuando todo el mundo empezaba a ponerse nervioso. Los guardias llevaban las espadas desenvainadas y las ballestas amartilladas.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está Beellana? —urgió el sargento.

Fasber irrumpió como un torbellino, abriéndose paso entre los guardias como una exhalación, y se arrojó en los brazos de Glimgmar echándole los brazos por detrás del cuello. La gnoma no dijo nada, simplemente se confortó en el enano y empezó a lloriquear y sorberse los mocos sonoramente.

Terach, el feo homúnculo de Fasber apareció detrás de ella y se unió al abrazo gorgoteando lastimeramente.

Hakkon contempló la escena y bajó la espada.

—¿Ha ido todo bien?

-Para lo que podría haber pasado... -contestó Tabin. La despedida de Beellana le había dejado un amargo sabor de boca que se reflejaba en su gesto-. Beellana se ha ido. Mientras investigábamos en la tienda, Ardreth descubrió que Fasber había sido convertida en piedra. Ante ese hecho, ambos desenvainamos y nos encaramos a Beellana, que por cierto era más de lo que parecía. No sé si es una medusa, una mestiza o un experimento retorcido, pero tiene cabellos de serpiente que petrifican. Se quitó la cofia y nos los mostró con la intención de petrificarnos. Su propio empleado fue transformado en piedra, como el lobo de Aramil. Tratamos de defendernos, pero era demasiado poderosa. Amenazaba con destruir a Fasber, así que tuvimos que llegar a un acuerdo...

Miró al enano invitándole a continuar con la explicación. Aunque técnicamente tanto ella como Ardreth habían atacado primero, lo habían hecho después de una acción hostil como era intentar petrificarlos. Para Tabin, aquello había sido defensa propia y no tenía duda alguna. Sólo le habría gustado que Beellana se ahorrase lo de "os habéis ganado una enemiga". Últimamente tenía demasiados...

-Ciertamente es algo extraña esa bruja.-Asiento mientras miro el ungüento.

-Nos dejó un solo frasco de ungüento para despetrificar a Satara y a su empleado... Decía que era inocente pero no actuaba necesariamente como tal, aunque tampoco como una culpable... Parecía incluso desconcertada...

Ahora tengo un dilema. ¿A quien libero de su prision de piedra? Satara es como mi hermano, pero no puedo dejar a ese hombre inocente atrapado ahi por saben los dioses cuanto...

¿Soy egoista por preferir salvar a Satara?

Kayle no sabía cómo sentirse, estaba desconcertada, extrañada, furiosa y preocupada a la vez.

«Lo sorprendente hubiera sido NO contraatacar a alguien que de golpe y porrazo irrumpe en tu tienda y te amenaza a punta de espada... »

Soltó un gruñido y se obligó a si misma a abandonar aquél hilo de pensamientos, aquello no iba a ayudar. No había servido tratar de razonarlo la primera vez así que no tenía sentido tratar de hacerlo una segunda.

—¿Un acuerdo? ¿Cuál? ¿Dejar que se fuera?—suspiró finalmente—. Pues claro que parecía desconcertada, porque no fue Beellana quien dejó esa estatua ahí a la vista de todo el mundo. ¿O hay quien aún sigue pensando que sí?

Se encogió de hombros.

—Lo único que ocurre es que alguien fue más listo que ella.

En aquel momento se preguntó por qué todavía seguía pensando que había cosas que no terminaban de cuadrar en aquel asunto. Para empezar, la propia Fasber. Pero de nuevo volvió a obligarse a dejarlos a un lado. Estaba harta del asunto en cuestión y lo mejor iba a ser dejar hablar a la gnoma.

—No hay que elegir nada—dijo entonces girando la mirada hacia Aramil—. Es un conjuro, los conjuros se pueden deshacer.

—Se puede deshacer, sí. ¿Conoces muchos magos capaces de lanzar de "de la piedra a la carne"? —objetó Bel—. Yo sólo conozco uno, y en fin, no es muy dado a la caridad.

El nigromante le dio unas palmaditas en la espalda a Aramil.

—No te culpo. Creo que todos pensaríamos igual —miró a la estatua de Aldo—. Pobre hombre, sin comerlo ni beberlo...

El sargento Hakkon enarcó una ceja.

—Esto es muy grave —admitió—. ¿Quién ha sido "más listo" que Beellana, Ciclón?

—Puede—respondió Kayle a Bel—. Pero no hables como si fuera imposible,"imposible" es sólo un poco más difícil que "muy difícil". Esto no es imposible, es muy difícil así que ya tenemos algo a nuestro favor, ¿ves?

La genasí esgrimió un índice.

—Y si algo es muy difícil se debe a que tiene una posibilidad entre un millón de ocurrir... pero esas siempre ocurren nueve de cada diez veces. Ergo no hay excusa para tirar la toalla tan pronto.

Cruzó el brazo de nuevo y asintió una sola vez como quien recalca "ea" o algo así. Luego miró a Hakkon y sonrió de lado.

—Bueno, han cambiado la estatua de sitio, ¿no? Y los especialistas en cambiar las cosas de sitio son los ladrones. ¿Se os ocurre alguna ladrona en particular que pudiera querer ayudarnos?—la genasí hizo un gesto similar a alguien que se está quitando un elegante sombrero de pluma y saludando con él o algo así—.  ¿Una especialmente hábil? ¿La más hábil?

-¿Quieres decir que, despues de todo, a la bruja le tendieron una trampa?-Digo mirando a Kayle con cierta incredulidad.-¿Dónde podria ella haber escondido la estatua? ¿Qué es lo último que recuerdas, Fasber?-Pregunto con insistencia.-Se que puede haber sido duro para ti, pero tenemos que investigar esto y atar todos los cabos.

Creo que voy a salvar a Satara de momento, El hombre puede esperar un poco.

—No exactamente—respondió Kayle—. Pero digamos que le salieron mal los cálculos.

Prefirió dejar hablar a Fasber. Ella también quería enterarse de un par de cosas...

Hakkon le dedicó a Kayle una mirada reprobadora que pronto amplió al grupo.

—¿Estáis asociados con ladrones? —preguntó.

Fasber se separó de Glimgmar para contestar a Aramil.

—¡Me obligó a firmar el contrato y a escribir la carta a Glimgmar! Y después... no recuerdo nada —protestó la gnoma—. Pero dejé un anagrama escondido en la carta. Escribí "asumed-lo" en vez de asumirlo. Asumed es un anagrama de medusa, ¡para poneros sobre aviso! ¡Seguro que por eso vinisteis en mi ayuda!

—Un actitud tan positiva no siempre soluciona todos los problemas, pero desde luego consigue fastidiar a suficiente gente como para merecer la pena —le concedió Bel a Kayle.

—No—Kayle se cruzó de brazos y le dirigió unos arrebatadores pucheros a Hakkon—. Bueno, la verdad es que lo correcto sería decir que nos ha ayudado por iniciativa propia...

Carraspeó y descruzó los brazos alisándose las mangas.

—Fama a parte, ha salvado a Fasber—añadió—. Imagino que quiere que sus actos hablen por ella.

—"Cualquier mago sabe que se debe juzgar a las personas por los actos y no por las palabras, pues son los actos los que delatan las mentiras"—recitó Céfiro teatralmente mientras salía de a saber los dioses dónde y se posaba en el hombro de la genasí—. Nada es verdad o mentira.

Kayle giró la cabeza hacia su elemental y formó una linea recta con las cejas.

—¿Tú sólo te acuerdas de la primera ley de la magia cuando sirve para molestarme, ¿verdad?

El pequeño Familiar se limitó a hacer una pomposa reverencia. La maga suspiró haciendo girar los ojos en redondo aunque la respuesta de Bel la hizo soltar una encantadora risilla entre dientes.

—Exacto, veo que empiezas a conocerme.

Kayle no tenía más remedio que ser positiva. No sí quería ser capaz de levantarse todas las mañanas.

-Es curioso.-Digo pensando en cómo los acontecimientos nos han favorecido.-Posiblemente quien quiera que haya puesto la estatua aqui nos ha favorecido, pero no podemos estar completamente seguros de que lo haya hecho a tal efecto. Me explicaré. Puede que hayan buscado ayudarnos, pero tambien puede que nosotros hayamos sido el instrumento para poder perjudicar a la tipeja esta.-Mientras hablo voy mesando mi barba en tono reflexivo.-Como todos podemos atestiguar, no es que sea una mujer muy dada a hacer amigos, ¿No?

Una vez termino de hablar, comienzo a untar el unguento sobre Satara mientras escucho la conversacion de los demas.

- O alguien trrata de utilizarrnos parra sacar beneficio de todo esto. - incluso el ingenuo Glimgmar estaba dispuesto a aceptar que alguien podía hacer algo bueno, o bueno a medias, parra gana rel favor del grupo o de la guardia en última instancia. Tenían una candidata clarra parra eso...si algo se hacía bien, no existían las medias tintas.

 Glimgmar había abrazado a Fasber sin decir nada.

Su silencio sólo se podía traducir por calma y serrenidad. Por carriño purro y evidente. No le importó ser tan cabezota como parra no entender los mensajes que había dejado la gnoma entre líneas, querriendo o no, había sido un éxito.

 Cuando ella estuvo dispuesta a separrarse, Glimgmar no le negó el espacio. Perro había recibido a Fasber como sólo se puede recibir a un pilar dentro de una vida, de corazón, abiertamente, como si aquella gnoma completase a un enano que estaba desmenuzado por dentro.

 - Hay una famosa ladrona que puede ser nues.... - entonces todo estuvo clarro parra él - nuestra aliada.

 Aunque no recomiendo que así sea, si le debo que Fasber esté sana y salva y no perdida entonces se merrece mi favor.

 Y si hace falta yo respondo por ella. Si ha sido la que ha conllevado este desenlace.

 Glimgmar había dejado caer el escudo y ya no blandía el hacha, le hubiese temblado en las manos. Su mentón caía sobre su pecho y la barba lo tapaba todo.

 - Yo no la perseguirré. - declaró el enano. - ni quierro indagar más en este asunto.

 No estoy prrreparrado parra poner en riesgo todo cuanto me importa. Ni por Nesmé ni por nada. - era la conclusión a lo que en primer lugar ya había resultado evidente, había pospuesto incluso el asunto del dragón por aquello, cualquier cosa le daba igual si Fasber estaba en peligro.

 Eso sólo le dejaba una salida.

 - Creo que está bien de aventurras por ahorra. - dijo, como una revelación.

 Pero aquello no erra una clarra despedida, sólo su declarración de intenciones. Allí erran invitados, seguirrían charlando, pero no les acompañarría, no al menos por un tiempo.

 Erra irrrónico pensar que lo que había hecho que pensase que Fasber había escrito aquello bajo coacción hubiese sido su carriño. Su forma de decirle las cosas por escrito cuando estaba asustada.

 La gnoma debía de haberlo pasado mal...

 - Nada mejor parra cuidar de la roca que un enano. - dije orgulloso. Tal vez mientras resolvían el asunto pudiese cuidar de aquel pobre miserable que había quedado petrificado. Al menos en la herrerría pasarría desapercivido.

 Por otra parte, tenía el deseo de dedicarle un momento de intimidad a cada uno de ellos, al menos unas palabras, aunque todos pudiesen oirlas. Eso ya sería más adelante, cuando lo verdaderramente apremiante concluyese.

 Les escucharrría, de momento seguía querriendo ser una ayuda. Cuando abandonasen Nesmé o se fuerran en busca de "los malos" Glimgmar ya había tomado la decisión de quedarse allí. Podía poner en riesgo su segurridad, pero no la de Fasber. Aunque eso supusiese tener que tocar a esa cosa que tenía por nombre Terach...homunculo maltrrecho!