Partida Rol por web

El dragoncito inclinó la cabeza.

—¿Soñando? ¿Entonces qué soy yo, un producto de tu imaginación? ¡Que arrogancia! —dijo el dragón feérico, consternado. Planeó de una rama a otra, acercándose al suelo para que lo vieras bien. Entonces subrayó su indignación exhalando dos hilillos de gas por sus fosas nasales—. Lo cierto es que si estás aquí es porque estás en un apuro, ¿no? Este sitio está... bueno, en medio de ninguna parte y de todas a la vez. Es un vacío entre planos, una dimensión plegada entre dimensiones. Podemos llamarlo un pseudoplano, porque es falso en realidad. Pero apuesto a que eso tampoco te dice mucho ¿hmm?

—¡N-No!—Kayle abrió mucho los ojos—. ¡No quería decir que... !

Suspiró y dejó caer la cabeza con desmayo.

—No quería ofenderte—resumió—. Lo siento. Sólo estoy aturdida, todo es tan confuso...

La respuesta del dragoncito no obstante, le heló la sangre en las venas. No le gustaba nada cómo sonaba aquello.

—¿Un... pseudoplano? ¿Quieres decir como un limbo o algo así?—parpadeó—. Mystra, ¡tengo que salir de aquí! Tengo que ayudar a los demás.

El hecho de no sentir a su Familiar la angustiaba todavía más. Estaba preocupada por el y seguro que Céfiro se sentía muy asustado si realmente aquella maldita ladrona la había dejado tan fuera de combate como para "mandarla a un pseudoplano". Pero no pensaba rendirse tan fácilmente. Ah, no. Eso sí que no...

—¿Ayudar a los demás? ¿Y quién te va a ayudar a ti? —preguntó el Dragón, señalándote con una garrita diminuta—. Ah, ese soy yo, según tú. Pero si pudiera salir de aquí, ¿no crees que ya me habría ido?

Miró en derredor.

—No es que este bosque esté mal, pero es un poco irreal para mi gusto —se recostó perezosamente en una rama—. Salir, dice. ¿Qué esperabas que dijera?

Puso voz de falsete.

—"Sigue recto y gira en el tercer árbol a la derecha ¡no tiene pérdida!" —volvió a hablar normalmente—. ¡Ja! Los mortales y vuestro egocentrismo. Ni que todo el Multiverso girara alrededor de vuestro ombligo.

Kayle torció el gesto en algo a medio camino entre un puchero enfurruñado y una expresión de fastidio.

—Ey, deja de llamarme egocéntrica, yo no he dicho eso—contestó poniendo los brazos en jarras—. Sólo hablaba en voz alta...

Parpadeó cayendo en la cuenta de algo.

—Espera. ¿Has dicho que quieres salir de aquí? ¿No eres de este plano tampoco?

—¿Te extraña? Has asumido muchas cosas de mi sin preguntarme si quiera. Estabas demasiado preocupada hablando de ti misma en voz alta. Podría ser un demonio peligrosísimo y tú aquí, charlando como si tal cosa.

Kayle suspiró. Repetir lo que no había dicho no tenía sentido.

—Lo siento, ¿vale? Ya te he dicho que no pretendía ofenderte—se pellizcó el puente de la nariz—. Pero creo que es normal sentirse confuso después de aparecer en este sitio como por ensalmo. Me cuesta pensar con claridad...

En realidad estaba nerviosa, y mucho. La preocupaban los demás, la preocupaba la situación... Y aquello tampoco la ayudaba a pensar con claridad. Cogió aire y respiró hondo.

—Está bien, empecemos de nuevo... —dijo, haciendo un esfuerzo por obligarse a sí misma a mantener la calma—. Eres... un dragón feérico, ¿no? o al menos tienes el aspecto de uno. Este bosque tiene una pinta muy onírica, he debido asociarlo inconscientemente. Eso es todo.

Se rascó la cabeza.

—¿Vienes de otro lugar entonces? ¿Has... terminado aquí por "estar en un apuro" también?

—¡Disculpas aceptadas! ¿Sabes? Eres mucho más interesante cuando dejas de hablar de ti misma —apuntó el Dragón—. Puedes llamarme Nizirdrix, es mejor que "dragón feérico". Y si tú me dices tu nombre, puedo dejar de llamarte "mortal". Tal vez entonces podamos empezar a tener una conversación en condiciones. Como por ejemplo, lo que sé de este lugar.

Kayle emitió una especie de risa triste. La salida del dragoncito le había hecho gracia pero eso no quitaba que siguiera tremendamente inquieta.

—Creéeme... en circunstancias normales te habría acribillado a tantas preguntas sobre ti y los dragones feéricos que me tendrías que haber mandado callar—dijo. Y lo cierto es que era verdad, la curiosidad de la genasí por las criaturas mágicas o exóticas era desmedida. Tal vez porque ella también tenía sangre de djinn—. Me llamo Kayle, Nizirdrix. Situación aparte... es un placer conocerte.

—¡Modales! En el último lugar en el que crees que vas a encontrarlos —se asombró Nizirdrix—. Bueno, Kayle, como me caes bien te voy a ahorrar muchos quebraderos de cabeza. En este sitio no es tan importante qué es la cosa en si, ni dicho sea de paso, qué aspecto tiene. Lo que verdaderamente importa es su significado más profundo. Empecemos por el bosque, por ejemplo. ¿Qué crees que simboliza?

—Como los calcetines... —Kayle sonrió sin alegría. Bien, al menos había conseguido sacudirse de encima aquella sensación de urgencia. Las prisas no eran buenas, tenía que intentar centrarse—. ¿El bosque? Pues...

Miró a su alrededor.

—Supongo que depende de qué bosque—se rascó la nuca—. Pero este en concreto... se me ocurren demasiadas cosas: serenidad y paz porque es un espacio natural, unión porque está formado por muchos árboles, desconocimiento porque aunque sea bonito te puedes perder en él...

Cuando la flecha alcanza al lobo casi siento en mis carnes la punzada de dolor que el animal ha debido sentir. Mielikki sabe que era necesario... O eso espero.

Los lobos restantes se lanzan al ataque mientras comienzo a mover las manos pidiendo un nuevo conjuro a Mielikki. 

Una nueva oración en voz baja llama a un nuevo animal que reemplaza al caído solo que esta vez ataca a la hechicera en lugar de al arquero.

-No creas que las fuerzas de la naturaleza tienen fin.-Digo sonriendo.-Mielikki puede con vosotros y con más.

Al ver como los lobos que quedaban han tenido éxito, señalo a la elfa y miro al recién convocado.

-Ataca.-Digo secamente.

Dicho esto, veo como el lobo se lanza sobre ella e intenta morderla.

—Eso último tendría mucho sentido, ¿verdad? Estás perdida al fin y al cabo, y el bosque puede simbolizar, en efecto, un lugar de donde no puedes salir, un problema que no puedes resolver. Pero aquí llega el dilema —señaló hacia adelante—. Ahí hay un sendero. Debería simbolizar el camino que debemos recorrer para avanzar, y por tanto para salir. Sin embargo, aunque no tiene una sola curva, siempre llego al mismo punto de destino. Como si se plegase sobre si mismo. ¿Tienes alguna idea brillante, Kayle?

El lobo terrible se abalanzó sobre la hechicera elfa, que interpuso su brazo en el último momento. El animal clavó sus poderosos colmillos en su brazo desnudo, desgarrando carne y tendones. La ladrona chilló, forcejeó y se liberó el brazo herido de un tirón, evitando que la arrojara al suelo. Su compañero no tuvo tanta suerte, pues uno de los lobos de Aramil saltó sobre él y lo envió de bruces contra el podio.

Damira cambió por enésima vez de dirección, intentando orientarse en aquel caos cacofónico de gritos, mesas y clientes que le empujaban en todas direcciones.

—¡Kayle! —gritó Bel, desde algún lugar de la sala de juegos—. ¿Estás bien?

Mientras el arquero se debatía entre las fauces del lobo e intentaba quitárselo de encima, el encantamiento se deshizo. De pronto, la taberna entera recuperó la visión.

—¡Nos rendimos, nos rendimos! —dijo el arquero, más dispuesto a enfrentarse a la ley que al interminable ejército de lobos de Aramil.

¿Dónde se ha metido Morgan? No la ves por ninguna parte.

Al ver como se rinden, hago un gesto a los lobos acompañado de un silbido para que paren.

-Los dos, al suelo y sin armas. No se os ocurra moveros.-Digo señalando con mi garrote el podio de donde han cogido el oro.-Y devolved lo robado.

Ahora mismo, mientras viene la guardia, nos vais a explicar por qué motivo habéis hecho semejante estupidez en mitad de tantas personas que no os han hecho nada y que podian haber salido heridas por vuestro intento de robo.¿Es que no teneis escrúpulos?

Orgulloso de casi haberlos detenido yo solo, saco pecho, o más bien barriga, y sonrío de oreja a oreja sin desconvocar a los lobos.

—O quizá estamos presuponiendo muchas cosas sobre el camino—meditó Kayle, inevitablemente inspirada por la tónica que había usado el dragoncito hace poco. Aunque enseguida suspiró para responder a su pregunta—. No... estoy en lo que se dice mi mejor momento de lucidez mental.

Se cruzó de brazos mirando las punteras de sus botas como si aquel gesto fuese a ayudarla a pensar. O al menos a dar la sensación de que estaba "pensando más".

—Quizá la respuesta fácil no es la correcta. Es decir... eligiendo el camino "para salir" es como intentar evitar el problema, ¿no?—se encogió de hombros arqueando una ceja con gesto de circunstancia—. ¿Puede que el sendero te esté llevando al mismo sitio porque la solución en realidad está ahí solo que no la ves?

No le gustaba nada teorizar sobre las cosas pero cuando no conoces absolutamente nada sobre un sitio, no te queda otra que empezar a dar palos de ciego por alguna parte hasta tocar agua. Se rascó la cabeza.

—¿Cómo terminaste aquí, por cierto?

—¿No imaginas cómo llegué aquí? Pues muriéndome, como tú. Pero parece que nos hemos quedado a medio camino entre dos mundos. Y no sé cómo volver —se rascó la cabecita—. Creo que entiendo lo que quieres decir, pero no sé cómo eso nos puede ayudar. No sé cuánto tiempo llevo aquí, porque el tiempo es extraño. Pero te puedo asegurar que no he visto nada inusual.

—¡Y-yo no estoy muerta!—se espantó Kayle. Aquello definitivamente había acabado con la poca concentración que había logrado reunir—. Aunque... aunque creo que sí que estoy en problemas... serios.

Se le fue la voz. ¿Aquello era una especie de limbo? En su fuero interno rezó para que Céfiro estuviese bien, su Familiar debía haber sufrido parte del daño que ella había recibido y no quería ni pensar como podía sentarle algo tan doloroso a una criatura tan pequeñita.

Pero no estaba sola en todo aquel lío, confiaba en que sus compañeros no la abandonarían.

—Quizá sólo necesites algo de ayuda... —dijo en algo que en realidad era un pensamiento en voz alta—. No siempre puedes resolver los problemas tú solo y necesitas a los demás.

Sonrió sin alegría.

—Esta vez el camino te trajo hasta mí, ¿no?—dijo—. Ya es algo inusual comparado con las otras veces. Aunque la verdad es que yo también necesito una manita...

—En realidad yo estaba aquí, sentado en una rama, cuando apareciste. ¡Plop! Un instante antes no estabas y uno después, estabas.

Debió decidir algo, por que saltó del árbol y, por fin, bajó al suelo planeando.

—Está bien... supongamos que soy yo quien necesita tu ayuda y no al revés —se dió unos toquecitos en el hocico—. Has dicho que el sendero puede simbolizar el camino fácil, ¿no?. Evitar el problema en vez de enfrentarse a él. Pero es que eso me resulta... muy extraño para mi, y no sé qué pensar. Cuando yo tengo un problema, trato de solucionarlo. Pero creía que el sendero era la solución más lógica. Los senderos se hacen para circular de un sitio a otro. Tal vez lo que necesite es la perspectiva de un mortal. Dime Kayle, ¿sabes tú algo acerca de todo esto de andar en círculos con tal de evitar los problemas?

Debió decidir que estaba entrando en terreno cenagoso porque carraspeó y añadió:

—Es decir, ¿has conocido a "alguien" que se dedique a cualquier otra cosa menos afrontar lo que debe? ¿Qué debería hacer?