Partida Rol por web

Kayle miró un segundo a la elfa con sorpresa, como si se preguntara por un momento si algún demonio la había poseído mientras no estaba mirando o algo así. Al cabo de unos segundos pareció caer en que a Nanthleene lo único que le pasaba es que simplemente era así porque suspiró y se centró en lo que tenía entre manos.

La maga murmuró algo mirando con el ceño fruncido al lobo que estaba acosando a Ánder. Chasqueó los dedos haciendo saltar un pellizco de arena... y aparentemente no pasó nada. Kayle gruñó sin apartar los ojos del lobo.

 - ¡GRRRRR- GRRRLLBLFFFFFGGGRR!!

 Rugió Glimgmar quizás instigado por su propio corazón, por el flagor de la inminente batalla o para retar a aquellas bestias en su mismo idioma. No era un trance de guerrero berseker, era el trance de cualquier enano al sumergirse en su destino, en abrazarlo sin temor alguno, nisiquiera el de perder a fieles compañeros en el camino...clarro que, no serría buen enano si permitiese que esos lobos se comiesen a Ánder antes de que llegase y pudiese repartir, almenos, un par de escudazos.

 - ¡Es la horra de luchar! ¡Aguantad! - Decía mientras corría como una roca, rodando, eso sí, hacia arriba, hacia aquellas malditas bestias con el escudo por delante y el hacha oculta, detrás, dispuesta a dar un tajo en aquellas peludas patas para impedir a aquellas malditas criaturas salidas del bosque, porque no había otra posibilidad, de los bosques salían muchas cosas, bestias, elfos, brrujos...erra la naturaleza de las criaturras viles esconderse entre los árboles o echarse al monte.

 La boca le sabía a sangre, y sus dedos aferraban con tanta fuerza el mástil del hacha que lo hacía crujir.

 ¡Ya llego pataslargas, ya llego!

-¡Aguanto Glimgmar , date prisa o no te quedará nada!-El molinete con el pesado espadón golpeó en el morro del lobo herido, haciendo un feo corte al animal. 

Ánder se sentía contento y preocupado a la vez, contento porque había alejado a los lobos de la joven y preocupado por vender cara su vida contra los animales. Un mordisco y todo acabará. Pensó. Dio un paso hacia atrás esperando que sus compañeros decoraran la piel de los lobos con sus flechas.

Tabin reaccionó con exasperación a los apasvientos de Nanthleene. Soltó un gruñido que enmascaraba un taco y volvió a cargar el arco. Aunque se sentía más ágil y diestra, la flecha se clavó con menos fuerza. ¡Maldita elfa solar! ¿Cómo podía alguien ser tan desagradable?

Ulfe salió de los matorrales de un salto, extrajo dos nuevos proyectiles y los envió silbando por el aire. A tan corta distancia, las flechas perforaron la gruesa piel del Colmillos Largos y le alcanzaron el corazón y los pulmones. La bestia lanzó un gañido agónico y se desplomó de lado.

Ulfe: ha infligido 14 puntos de daño al lobo B y lo ha matado (en la tirada no está contemplada el daño adicional de Disparo a Bocajarro)

Ahora que habían conseguido derribar a uno de los Colmillos Largos, la elfa llorosa se sintió algo más segura. Se movió hasta colocarse detrás del enano y canturreó una nueva plegaria. El enano se vio rodeado de una barrera mágica centelleante que detendría los ataques.

Nanthleene: lanza Escudo de la Fe sobre Glimgmar (+2 CA desvío)

El Colmillos Largos que aún quedaba en pie no pareció muy afectado por la muerte de su compañero de cacería. En lugar de ello, se despistó por el gruñido y el estruendo que hacía el enano al caminar. Aulló, casi complacido, como si imaginara que hundía ya sus colmillos enormes y amarillentos en su garganta.

Echó una corta carrera y saltó sobre él, sólo para estamparse contra su escudo.

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Tabin: te he tenido que mover hacia delante para que pudieras haber hecho el disparo que has hecho sin penalizador por cobertura.

Todos: la CA del Colmillos largos es 12 hasta su próximo turno porque ha cargado. Pero ojo los que disparéis a la melee sin disparo preciso.

Iniciativas

1. Ánder
2. Tabin
3. Ulfe
4. Nanthleene
5. Lobo A
7. Kayle
8. Glimgmar

 ¡ja-JÁ! - Espetó hiriente el enano al ver como el comapñero del colmillos largos caía y como el restante se estampaba contra su escudo como contra un muro infranqueable.

 Perro que... Reaccionó con confusión a esa extraña energía o haz que le rodeaba en ese instante ...por el recoge barrba de Morradin.

 Era como el abrazo de un ser divino...como la luz en la oscuridad, era extraño sentir como alguien estaba justo a tu lado, apoyandote, pero sus pasos eran inaudibles, como su respiración, casi como una presencia perfecta... brrrf....

 Un escalofrio hubiese recorrido la columna vertebral de Glimgmar si ésta no estuviese luchando por no acabar en las fauces de una criatura vil como la que tenía en frente. Sus grebas resbalaron en la pendiente ante el impacto, pero el enano no se desplazó ni un ápice, ¡Erra inamovible!

 Caargar

 Se dijo cargando el brazo del escudo y golpeando con él para descubrir un flanco. Las púas de su escudo serían suficientes para que aquel lobo sobrealimentado se lo pensase dos veces antes de echarle el diente a un enano la próxima vez. Si esque había una próxima vez.

 - ¡Esta es porr Morradin! ¡Yo te enseñarré lo que es un bueen enanooo! - balbuceaba retando a la bestia, él sabía exactamente donde estaba, aún con el escudo por delante. Cargó con fuerza y preparó el tajo que le seguiría, alzando el hacha a su espalda y descargandola sin opción a que se viese por donde descendería el golpe.

 - ¡Brrrrrrfffggggggggrrrrr!  ¡Prrrueba algo de esto, alimaña sarnosa!

 Así pensarrás mejor antes de atacar a ninguna joven indefensa. - Sentenció el enano mientras se echaba hacia atrás para atraerlo.

 ¡Ven con el tio glimgmarr!

Kayle corrió emitiendo el mismo sonido que haría la brisa sobre la hierba mientras sacaba un pequeño pedazo de marfil del saquillo que le colgaba del cinturón. La maga se detuvo en seco a la altura de Nanthleene y dibujó una serie de veloces y sinuosas runas en el aire.

—¡Askadiar dhari kartu ke mereka!—entonó en un lenguaje que era parecido al crujir de la madera ardiendo.

Lejos de arder, la cosa se enfrió.

Volutas de vaho se formaron en torno a sus mejillas con cada sílaba, como si de pronto la temperatura a su alrededor hubiese caído en picado, es más, hasta la hierba a sus pies se cubrió ligeramente de escarcha. Una esfera de hielo se condensó como por ensalmo sobre una de sus manos y la genasí la lanzó tal cual si fuera una flecha.

El proyectil voló dejando una estela de vaho helado a su paso y algún que otro cristalito de nieve flotando en suspensión para ir a estrellarse contra la cabeza del Colmillos Largos, recubriéndola de una telaraña de espesa escarcha.

Bola de Nieve de Snilloc (1/3): 7 de daño

Kayle se ha movido a t16

Tabin vio que Ulfe había derribado a uno de los lobos. Por mucho que le gustase la idea de imitar a Ulfe, el tiro con arco no era lo que mejor dominaba. Ahora que veía la batalla menos peligrosa y con más posibilidades para aprovechar su movilidad, desenvainó una de sus espadas y corrió hacia uno de los costados del lobo que seguía vivo. Intentó apuñalarlo en el cuello para acabar rápidamente con las hostilidades, pero el lobo estaba demasiado atento a sus movimientos como para poder pillarlo por sorpresa. Morgan le había resumido la estrategia en pocas palabras "El ojo, el cuello, el corazón o la entrepierna". Los riñones también valían, pero incapacitaban un poco menos. Tabin nunca había mostrado interés en matar y en un principio había rechazado la idea de aprender a ser más letal, aunque Morgan siempre añadía la coletilla de "Sólo por si acaso; una chica tiene que saber defenderse". A veces le daba miedo pensar en si Morgan había tenido que cortar muchos cuellos... y por qué.

Ulfe cargó dos nuevas flechas. El hecho de que Tabin se hubiese enzarzado con el Colmillos Largos no parecía importarle un ardite. Con la naturalidad de quien ha disparado a un combate cuerpo a cuerpo en multitud de ocasiones aguardó el momento preciso y descargó. Le clavó una flecha en el ojo y la segunda en el cuello.

La bestia lanzó un gorgoteo agónico cuando la sangre le inundó la garganta y se desplomó en el suelo, sin vida.

Fin del Combate
Todos: +300 px

La mujer se había mantenido todo el tiempo de pie, zarandeándose a un lado y a otro, pero sin perder de vista el combate. Cuando vio que la última de las bestias era abatida, se dejó caer de rodillas, tiró la piedra a un lado y se tapó los pechos.

Al morir el Colmillos Largo, Tabin soltó un suspiró de alivio. Viendo que sus compañeros ya se iban a ocupar de la mujer atada, envainó de nuevo la espada y volvió sobre sus pasos hasta Ulfe. Abrazó al bárbaro y reposó la cabeza sobre su pecho mientras miraba de reojo a Nanthleene. Decididamente, cuanto menos tiempo pasase cerca de ella, mejor. De no haber estado en mitad de un combate le habría dicho un par de palabras; lo que menos necesitaba era soportar más el carácter élfico.

-¡Bravo!-gritó Ánder cuando la bestia se derrumbó muerta.-¡Buen golpe, Glimgmar, y buenos tiros!-felicitó mirando a los arqueros.-Y buen Arte, mis señoras.-dijo con una reverencia hacia Kayle y la elfa solar.

-Creo que nunca me enzarzaré contigo en una pelea de bolas de nieve.-sonrió añadiendo esas palabras en dirección a Kayle.

Y aunque parecía raro que el paladín fuera en dirección contraria a la mujer atada, todo fue evidente cuando rebuscó en las alforjas de su mula y sacó su manta de invierno para después ya acercárse a la mujer.

-Tomad, cubrios con ésto.- comentó echándosela por los hombros- y dejadme un segundo.-dijo observando la cadenas... empezando a hurgar en el mecanismo.

La sangre corría libremente por entre las rendijas de su armadura, producto del mordisco del animal, pero si Ánder lo notaba, no daba muestras de ello.

- Brf...

¿Por qué drríantes se me ha congelado la barrba? - Sacudió al colmillos largos con el escudo para asegurar su muerte, la cabeza de los lobos en ocasiones mordían, incluso después de muertas.

 Luego exhaló para comprobar que la temperatura ambiente erra algo normal. Frunció el ceño al fijarse en la congelación parcial de la alimaña y maldijo en enano.

 Brrrrr....brrujos...estoy rrodeado de brrujos....Quien me mandarría a mi...

 Se sacudió la barba con cierta elegancia, sacando pecho con naturalidad porque era la posición de un enano por naturaleza y sonrió sin recoger el escudo y el hacha, aún alerta. Erra demasiado sospechoso por el momento.

 - Mirrate ese brazo, joven Ánder. - Le replicó al ver que se congratulaba - Puedo Fforrjarte un buen escudo, no has peleado mal ahí arrrriba. - les explicó viendo mejor la situación a su alrededor. Erra cansado eso de avanzar colina arriba, tanto para no poder gozar de un combate decente.

 Con aquellos lobos sobrealimentados no había tenido ni parra empezar.

 Mesandose la barba, ahorra por inercia después de sacudirse la escarchilla que se le había formado, algo que siempre le ocurría en cuanto la temperatura descendía mínimamente, le otorgó el perfil a la elfa, que estaba casi a su lado.

 Aquello había sido magia, pero no erra magia malvada y vil como la de la brruja de hielo y viento. Erra magia agrradable...

 Entonces los ojos de Glimgmar se encontraron debajo de un ceño fruncido, no por molestia, más bien con interrés.

 - Grracias, mi señorra. Había oído hablar de los porrtentos de los que erran capaces los elfos solarres.

 Sin duda con vos serrá una tarrea sencilla la que nos hemos cargado a las espaldas.

 Hay esperranza.

 Golpeó el escudo, echó el mentón hacia atrás y rió fuerte pero fugaz, inmediatamente se giró parra no seguir traicionando sus pensamientos sobrre elfos y brrujos, y avanzó como una de las flechas lanzadas por Tabin y Ulfe hacia la posición en la que habían encontrado a los colmillos largos.

 Mirró a su alrededor, oteando la inmensidad del bosque que los rodeaba.

 No...me gusta... - no...me gusta.

 - Ulfe...ese último cuenta como mio, maldita sea. - Le dijo, sin mirarle, aparentemente enfadado, quien sabe si por la elfa solar, por la bruja de viento y hielo o porque sólo podía sentirse en una trampa rodeado de tantos árboles.

 Dejarría que los tortolitos se diesen sus carriños mientras él vigilaba.

 si...vigila, tu no tendrrás carriñitos con nadie.

 as mejillas se le enrojecieron, aunque era dificil diferenciar ese color del natural. No estaba pensando en lo que tenía que pensar.

Nanthleene se apresuró a alejarse del enano, como si oliera mal.

—Me asombra que aún estemos vivos —admitió, resumiendo a todos los elogios que habían hecho sobre su persona.

Captó la mirada de soslayo que le había dedicado Tabin y añadió algo más.

—Quizá os juzgué mal —ensayó, con tan poca convicción que no se lo creía ni ella misma.

Ulfe rodeó con un brazo a Tabin y durante unos momentos se deleitó en la forma que tenía la semielfa de buscar un hueco en su pecho. Le frotó el brazo y le sonrió.

—Yo a ti no —murmuró Ulfe, refiriéndose a lo último que había dicho Nanthleene.

Se separó con suavidad de Tabin y se dirigió hacia donde Ánder forcejeaba con la cerradura del grillete que la mujer llevaba al cuello.

—Pues a mi me ha parecido que lo he abatido yo —le respondió el uthgardt al enano con una sonrisa—. A los dos, en realidad.

La mujer aceptó la manta que le tendían y se cubrió el cuerpo con ella.

El grillete que llevaba al cuello estaba herrumbroso y en mal estado, nada que el paladín no pudiera manejar incluso sin herramientas. Lo observó durante unos momentos, estudió el mecanismo y lo hizo saltar aplicando suficiente presión en el punto adecuado. La mujer miró para otro lado mientras le quitaban el grillete y no abrió la boca.

Cuando Ulfe fue a hablar con el enano, ella se dirigió hacia Ánder. Ahora se daba cuenta de que estaba herido.

-Deberías hacerle caso a Glimgmar.

Se acuclilló a su lado y miró a la mujer. Ella no sabía curar y dudaba que la elfa solar estuviese dispuesta a sanar con sus poderes a una N'Telqloquesea.

-Hola. ¿Qué ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto?

Kayle ya tenía preparada otra esfera de hielo entre las manos cuando vio que las dos flechas abatían al lobo. La genasí suspiró con alivio y dicho suspiro se convirtió en una voluta de vaho.

No obstante, cuando Ánder hizo el chiste sobre las bolas de nieve captó enseguida toda su atención. La maga le siguió el juego y se pasó ágilmente la bola de una mano a otra, como si estuviese jugando con una pelota normal y corriente.

—¿Seguro que no quieres aceptar el reto?—sonrió con cierta pillería y terminó "sosteniendo" la esfera en equilibrio sobre el índice—. Todavía me quedan.

A decir verdad, en el fondo le encantaba cuando hacía algo que no dejaba indiferente a nadie tanto como a una chiquilla le encantaría realmente ponerse a jugar con la nieve. Deshizo entonces el hechizo y se apresuró a acercarse a la mujer cautiva junto a la que Tabin ya estaba. Tenía que averiguar qué había pasado allí.

Eso, y que así no se notaba que, por alguna razón, el comentario de Nanthleene unido a su gesto confundido la habían hecho sonreír.