Partida Rol por web

Draconis Ignis

CODEX - Bestiarium

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18/09/2021, 01:24
Magister

Morando junto al Gran Adversario, el Infierno está plagado de seres espeluznantes que encogerían el alma a cualquiera, desde los temibles demonios mayores a las horribles bestias que han engendrado en lo más profundo del averno. Muchas de ellas llegan al mundo mortal, ya sea para atormentar a pobres desdichados o invocados por terribles brujos goéticos. 

Los cinocéfalos son seres con cuerpo de hombre y cabeza de bestia, normalmente macho cabrío, aunque pueden darse otros (águila, toro, zorro, león, etc.). Se encuentran siempre en zonas desoladas y desiertas, dejadas de la mano de Dios, como las que contempló Marco Polo en sus viajes a Catay. Sufren frecuentes espasmos de furia durante los cuales son capaces de destruir todo ser vivo que se cruce en su camino, y sólo se aplacan ante el alcohol y el sexo. De esta forma, algunos han conseguido emborrachar a alguno de ellos y capturarlo, pero la bestia no suele tardar mucho en morir en cautividad.

El cinocéfalo del conde fue un temible macho cabrío traído de los avernos por el demonio Canobos con el objetivo de matar a la lamia de los bosques. Al principio pudo calmarse con carne de bestias y alcohol, pero a medida que se fue volviendo incontrolable el conde necesitó saciar su sed de sangre con varios vecinos de Sacre.

 

Los temibles canes del conde no son simples sabuesos de caza especialmente violentos, pues en realidad son descendientes de los terribles dips, unas bestias demoníacas que asolaron las tierras catalanas hasta que fueron convertidos en piedra por la Virgen María, si bien se cree que algunos sobrevivieron.

Este cruce de dip y perro común no es tan feroz como su antecesor infernal, pero es más dócil y fácil de controlar para los mortales. El conde lleva años criando estas bestias para sus oscuros propósitos.

 

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18/09/2021, 01:56
Magister

En las zonas más recónditas de los bosques y las áreas salvajes de la Península habitan toda una serie de criaturas, como duendes, hadas, , etc., que reciben el nombre común del “Pequeño Pueblo”, pero también se les denomina el “Pueblo de los Bosques”, “el Buen Pueblo” o “la Buena Gente”, aunque los antiguos romanos los llamaban “manes”, “lares”, “larvas” o “lemures”. No pertenecen al Infierno, pero tampoco al Cielo. De hecho, su origen es tan misterioso como antiguo, relacionándose con los dioses que eran adorados antes de la llegada del Cristianismo. 

 

Conocidas como lamiñak en Euskadi, son criaturas con apariencia de mujer muy hermosa, con una larga mata de pelo rubio desordenado y revuelto, y que acostumbran a tener alguna característica animal, como garras y dientes de fiera salvaje, o patas de oca, cabra o gallina. Al llegar la noche sufren una transformación y se vuelven monstruosas, con los ojos rojos y la piel arrugada.

Tienen muy mala fama, pues se cuenta que las lamias raptan y devoran a los niños de las aldeas pequeñas y de las granjas más alejadas, aunque también acechan a los viajeros solitarios, a los cuales hipnotizan y atraen con su canto. No obstante, en algunas regiones se las confunde con las amilamias, unas parientes cercanas consideradas más benévolas. 

El mayor tesoro de una lamia es su peine de oro (en vasco, orrazi) con el que se peinan continuamente sus cabellos, y estántan apegadas a él que amenazarán con mil y un males a todoaquél que intente robárselo. Hay quien cree que sin el peine morirán, mientras que otros afirman que la lamia simplemente obedecerá al poseedor del peine hasta el fin de sus días, o hasta que logre recuperarlo de nuevo.

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25/01/2022, 17:27
Magister

Dentro de este grupo se integran todas esas criaturas irracionales que pertenecen al mundo espiritual y que, en la mayor parte de los casos, no poseen un cuerpo físico propio (cuando lo tienen suele ser porque poseen el de otra persona), tales como fantasmas, espectros, ánimas o, simplemente, espíritus de toda índole y condición, aunque también incluye a todos aquellos muertos revividos por la magia.

Se trata de ánimas que han muerto sin confesión y cuyos cuerpos están insepultos, por lo que, ya sea por intransigencia divina, malicia infernal o antiguas voluntades paganas, quedan atadas a la tierra, tomando el aspecto de bolas de fuego que desprenden una poderosa luz.

Muchos de ellos aceptan servir a Lucifer u otras entidades malignas, con la creencia de que el Maligno les premiará convirtiéndolos en demonios, y se dedican a atraer a los curiosos y a los incautos haciéndolos perderse en páramos y bosques, o atrayéndolos hacia los barrancos o pozas de agua para que sufran el mismo destino horrible que ellos.

Algunos calafates —constructores de barcos— insensibles gustan de colocar el cadáver de un niño sin bautizar debajo del palo mayor del barco, para que así el fatuo que se crea proteja el navío entero, haciendo que éste nunca naufrague. Es fácil distinguir los barcos que están hechizados de este modo, ya que la luz del fatuo brilla intensamente en lo alto de su mástil mayor.