Partida Rol por web

Al cabo de un rato, el viejo comerciante de acercó a vigilar como había ido la curación. Como era de esperar, había oído unos cuantos gritos del herido, aunque como su madre le dijo en su día, Si escuece es que cura. 

-Bueno, parece mejor que las curas que hacía el médico anterior -el hombre carraspeó de forma un tanto desagradable, quedando demasiado actuado-. Estás dentro, joven curandera.

El hombre se colocó junto a ella y señaló uno de los carros, tirado por una mula.

-En esa de ahí llevamos unos cuantos sacos con cebollas y trigo, pero habrá hueco para ti y tus pertenencias. 

Dicho esto, el hombre se alejó y a Leonnie no le quedaba otra opción que acomodarse en aquel carro polvoriento y maloliente por las cebollas. 

El hombre llegó hasta Llanos, y cuando esta estuvo a punto de golpearla con la rama, este la cogió con una mano y la partió en dos. Con una sonrisa cruel blandió una mortífera lanza y apuntó hacia Llanos, dispuesto a atravesarla cual jabalí. La bruja tendría que pensar rápido, pues sólo disponía de unos instantes para echarse a correr.

Tras ella, el bosque parecía respirar intranquilo, como si estuviese expectante ante lo que pudiese ocurrir con Llanos y aquel soldado. Los árboles no tenían ojos, pero la bruja sentía una mirada tras aquella arboleda; una mirada que se acercaba llena de odio y sedienta de sangre. Ya llevaba más de un año viviendo allí, y aunque nunca había visto nada, siempre sintió que aquel lugar estaba maldito, como si sus árboles estuviesen dispuestos a cobrarse el alma de todo aquel que se adentrara entre ellos.

Habían asesinado a su marido, le habían arrebatado el bebé y ahora estaba a punto de ser asesinada, y aún así no paraba de sentir una horrible respiración en su nuca, pero allí no había nadie más, sólo ellos dos, y pronto sólo quedaría el soldado si no se echaba a correr. 

Suspiré aliviada sin poder evitarlo.

- Muchas gracias, no os arrepentiréis.

Me acomodé como pude entre todo lo que había en el carro y me senté apoyada en mi propio macuto, la suerte me había sonreído y esperaba que siguiese a mi lado. Un nuevo camino se abría ante mí, por fin era libre, no tenía que rendir cuentas a nadie y podría hacer lo que quisiese, era un mundo nuevo, y pensaba aprovecharlo.

Así que mientras duró el viaje intenté mostrarme simpática, nunca estaba de mal conocer gente nueva, y más en mi situación, además no sabía donde ir, ni en que lugar apearme, quizás en eso pudiesen ayudarme.

Desde que era pequeño, Teolfo jamás había oído una buena palabra de aquel bosque. Sus padres siempre le dijeron que bajo ningún concepto se acercase a él, pues eran muchos los que se habían adentrado en su interior para nunca regresar. Lo cierto era que, incluso con el largo paso de los años, aquel sitio continuaba inspirando un respeto lúgubre y atemorizante. Por el día podía parecer un bosque normal, quizás demasiado silencioso, pero por la noche se convertía en un grotesco mar de ramas y oscuridad.

Aquella noche las ramas de los árboles se movían violentamente con el viento. Teolfo entornó los ojos para ver mejor entre toda aquella oscuridad, pues le había parecido ver algo. Al principio creyó que había sido un efecto óptico de las hojas, pero no; veía algo brillar. Al mirar con mayor detenimiento pudo apreciar dos ojos, pequeños, rojos y brillantes que le vigilaban desde aquel abismo negro. No eran los ojos de un gato, ni los de ningún otro animal que hubiese visto antes. No se parecían a nada que conociese.

Antes de que le diese tiempo a comprender del todo lo que acababa de ver, los ojos desaparecieron, dejando a Teolfo sólo con aquel silencio que pronto se vería interrumpido por el regreso de su compañero.

Por mucho que tratase de volver a verlos, el joven soldado no vio ni rastro de aquellos ojos rojos como la sangre en ninguna de sus futuras guardias. El tiempo pasó y probablemente trató de buscar alguna explicación racional a lo que había visto. Sin embargo, cuando pasase algo más de un año de aquel encuentro, Teolfo tendría que volver a enfrentarse a aquella mirada. No era más que cuestión de tiempo...

Continuará...

Mientras los cuatro se acomodaban, la tabernera se acercó con una jarra de vino a rellenar las copas y a traer dos a los nuevos visitantes. Una vez se alejó, el doctor comenzó a hablar en la voz más baja posible que le permitía el barullo de la taberna.

-Bé, serà millor que anem directes a l'assumpte. Bernat i Pau anireu fins Sacre i podreu demanar audiència amb el Comte. Tinc entès que és un tant vanitós, així que si Bernat és tan adinerat com m'ha comentat Cabrera no tindreu cap problema amb això -dijo el Dr. Llorenç-. Un cop a l'interior del castell, intenteu sostreure-li tot el que pugueu al Comte amb la vostra facilitat de paraula, encara que Pau crec que li anirà millor examinant els seus escrits i llibres.

Bernat Cabrera volvió a beber un poco más de su vino y tomó la palabra:

-Vam estar pensant en diversos motius pels quals us hauríeu presentat a Sacre, i vam descobrir que un antic familiar dels Barons de Lliçana està reclamant un llibre del seu llinatge familiar que es va haver de quedar a Sacre. No creiem que el comte vulgui conservar aquest llibre, així que Aquesta serà la vostra excusa. Tot entés?

La caravana de comerciantes se puso en marcha y se dirigieron hacia el Oeste, donde Leonnie encontraría su nuevo hogar. Llegaron hasta Toledo y de allí siguieron la ruta que conducía al Reino de Valencia. Fue un viaje de algo más de un mes, pues hicieron bastantes paradas para intercambiar bienes y productos con numerosos pueblos y algunas ciudades.

Al llegar a la frontera pararon en un pequeño y humilde pueblo llamado Quart de Sacre, gobernado por los barones de Lliçana. Fue allí donde Leonnie puso fin a su viaje con los mercaderes para quedarse a vivir. No fue tarea fácil, pues los sacrenses eran de naturaleza desconfiada, pero gracias a sus servicios de curandera logró hacerse un hueco en aquella comunidad. 

Años después la guerra llegaría a aquellas tierras y acabarían cambiando de señor, estando ahora bajo el camino del Conde de Munter. Al principio esto no supuso muchos cambios en la vida de Leonnie, pero eso era algo que estaba a punto de cambiar....

Continuará...

Una vez la tabernera les sirvió y se alejó, Pau pareció que se acomodó por fin, fue dando sorbos en silencio a su vaso mientras escuchaba los planes que tenían preparados para ellos.

[...]encara que Pau crec que li anirà millor examinant els seus escrits i llibres.

[...]No creiem que el comte vulgui conservar aquest llibre, així que Aquesta serà la vostra excusa. Tot entés?

El delicado muchacho asintió con tranquilidad: 

- Clar com l'aigua mestre, té raó, jo no faig massa xerrant amb el compte, però podem aconseguir primer el consentiment d'aquest per a que jo fique els nassos als arxius i tractats del castell amb aquesta excusa mentre el senyor Dalmau s'encarrega de la resta -dijo por primera vez con fluidez y sin sentirse incómodo-. Encara que hauria de veure primer la seua llibreria, lo manco el tamany d'aquesta, perque encara que com vosté sap be sóc ràpid, no puc fer una estimació del temps que puc tardar sense saber-ho. I hi ha que fer que no sospiten. És probable que necessitem un parell de visites al castell.

El bosc respira a la meua esquena. Palpita, com un cor embriagat de vida. Embriagat de maldad. 

I enfront de mi, el soldat amb la lança. 

La respiració en el meu pit és agitada, i observe el tall punxegut de l'arma enfront del meu rostre. Només tinc dos opcions. Morir o fugir.

O...

Retrocedisc un pas, i després un altre. A poc a poc, deix que els arbres m'emboliquen, esperant que el soldat em seguisca. Potser la naturalesa s'alie amb mi en este cas, o potser ambdós acabem morts. O inclús és possible que la meua màgia m'haja fallat i realment el soldat em travesse amb eixa llança i se'n vaja. Però he de llevar-m'ho de damunt d'alguna manera, he de desfer-me d'ell i tornar amb el meu fill.

En cuanto quedaron solos de nuevo tras serles servidas las copas, Bernat se inclinó hacia adelante junto al resto para escuchar bien lo que decía el doctor Llorenç. Pedir una audiencia con el actual señor de la zona no sería complicado, a pesar de no pertenecer a la alta nobleza, seguía siendo un caballero de renombre y contaba con que no lo dejarían a la intemperie a pesar de que procediera de un reino enemigo.

— Entrar al castell serà fàcil — dijo — Aconseguir que el Comte en persona em reba, o fins i tot accedisca a parlar amb mí d'aquest tema, pero... — no las tenía todas consigo, si presionaban demasiado, estarían en la boca del lobo y sin posibilidad de salir de allí, con el objetivo cumplido al menos.

Entonces intervino l'Almirall, proporcionándoles aquella excusa en forma de libro para ir y venir del castillo de manera discreta, y al muchacho, que ahora parecía más decidido. El que su tarea tuviera que ver con lo que le gustaba lo había animado un poco, al parecer — No està malament pensat. Un asumte tan trivial com aquest no atraurà l'atenció de ningú, encara que com més tardem en trobar el que busquem, més s'impacientarà el Comte i més sospites aixecarem — aquello, de todas maneras, era algo que tendrían que ver allí — Si es tan vanitòs com dieu, potser seria millor donar al jove una identitat de més folgança, per a que es senta inclinat a donarli el permís que necessita —  dio un trago a su copa antes de dejarla sobre la mesa — Per la meua part, podem partir quan més aviat millor, així que, quan tú estigues llest, xicot.

Llanos comenzó a correr hacia el bosque. Pese a lo ajeno y amenazante que le parecía en aquel momento, aquel lugar era su terreno, y el soldado con su armadura se movería de forma mucho más lenta que ella. El hombre bramó algunos insultos en aquella lengua tan bárbara y comenzó a perseguirla a través de la espesura.

A medida que Llanos se adentraba en aquel lugar, la luz de la luna y las estrellas la iban abandonando, dejándola lentamente en una oscuridad negra y desolada. Por desgracia, aquello no parecía disuadir al soldado, cuyos pasos atronadores seguían oyéndose tras ella. 

Sin embargo, justo cuando la joven bruja creía que aquel despreciable malnacido la iba a alcanzar, se escuchó un fuerte golpe y sus pasos dejaron de oírse. Había sido un golpe seco y fuerte, como el de un ganado al ser golpeado por una almádena. Cuando se giró para saber qué había ocurrido no vio nada, al menos al principio. Cuando la vista comenzó a acostumbrarse a aquella negrura empezó a distinguir la silueta del cuerpo del soldado, que parecía yacer en el suelo entre el follaje. De su cabeza brotaba un líquido oscuro y espeso que salpicaba su rostro y la tierra que lo rodeaba.

Hubo algo que llamó aún más su atención: sobre el cuerpo había dos pequeños destellos de luz brillantes. Llanos habría pensado que eran los ojos de un animal, pero aquellos ojos eran rojos y crueles. No había ningún animal que tuviese aquella mirada. 

Tan pronto como Llanos los vio, los ojos desaparecieron junto al cadáver, dejando sólo un sonido reptante que se alejaba. Aquella forma, fuese lo que fuese, no volvería a ser vista por Llanos en las semanas siguientes, aunque su presencia nunca la abandonaría...

Y así es como Llanos, una pobre bruja desdichada de Sacre, perdió a su marido y su hijo fue arrebatado de su hogar. Los soldados del conde no volvieron a llegar hasta Llanos, o al menos nunca llegaron a ella con vida, pero ella tampoco logró acceder al castillo. Sin embargo, la esperanza no debía perderse, pues pronto la joven bruja tendría una nueva oportunidad de rescatar a su vástago de las garras del malvado conde...

Continuará...

-Ho habiem pensat, pero un dels motius pel que Pau vos acompanyarà es perque es natural de Sacre i coneix eixes terres -dijo el almirante-. Això vos dona una gran ventaja, pero si els sacrenses, soldats del castell inclosos, l'identifiquen, podría ser massa sospitós. El millor serà que vos presenteu tal cual sou; estem en temps de pau, tenim un tractat entre els dos regnes. Ara mateix les lleialtats estan ballant més que un joglar borratxo, així que la vostra arribada al castell serà d'allò més normal.

Los cuatro continuaron hablando en la taberna, aunque de detalles más triviales de la misión.

Pronto el joven Pau y el valeroso Bernat partirían hacia las misteriosas tierras de Sacre, a visitar a aquel conde tan misterioso y singular. Puede que aquella misión pareciera sencilla, pero ninguno de los dos estaría preparado para las cosas que estaban a punto de descubrir en aquellas oscuras y enigmáticas tierras...

Continuará...