Partida Rol por web

- Loghain...

 Dreren alzó la mirada al techo de la taberna, por rutina se llevó el índice a los labios y reflexivo trató de recordar aquel nombre con todo lo que conllevaba. Puede que fuese fácil para los que habían vivido la traición de Ostagar, si era realmente una traición, y para aquellos que disfrutaron con las aventuras de la guarda gris, pero Dreren no fantaseaba con esa clase de hazañas y aquellos nombres no eran más que historia, reciente, pero historia al fin y al cabo.

 No tardó en buscar el apoyo de Lynn en esos momentos, siempre era útil tener cerca a la hermana de capilla que había demostrado un vasto conocimiento de la cultura del lugar en el que todos habitaban, incluso de la cultura qunari.

 - ¿Recuerdas que ocurrió exactamente con Loghain, Lynn? - Las preguntas de Dreren nunca se inclinaban a revelar si él sabía o no la respuesta y guiaba a los demás con ellas, o no tenía ni idea y preguntaba para saciar su curiosidad.

 Pudo haber lanzado su pregunta a Nolan, pero cuando terminó con su pose de reflexión, le permitió respirar y recuperar el aliento después del combate. No era plato de buen gusto acusar a nadie de poner en peligro a todos con su insistencia, Nolan era de gran ayuda e igual que le confiaba su dinero, también le confiaba la duda y algún que otro secreto.

 Cabía imaginarse porqué le habían atacado...a eso, llegarían más tarde.

 No desatendió al mercenario que acabab de librarse del embrujo de Gabrielle.

 Si,...te entiendo, a mi también me suele dejar pasmado...

 Pensó irónicamente al ver su reacción. Pero Dreren no tomó más cartas en el asunto.

 Ante la batalla finalizada y la impresionante victoria, Wish resurgió cual ave fénix de la manga de Dreren y mientras éste pensaba en vaya usted a saber que elucubraciones, aprovechó para volver con Lynn de un salto al hombro del mago, y un salto de fe realizado justo después...de fe, porque sólo si Lynn consideraba atraparla lo lograría.

 No era la primera vez que caía de bruces contra el suelo. Sobretodo cuando el salto era en dirección a otra persona.

El mercenario soltó un bufido desdeñoso, como si le importase un ardite la opinión de Gabrielle. Probablemente así fuera.

Lynn, que en ese momento estaba colgándose bien el arco, sonrió disimuladamente mirando a Gabrielle de reojo. No obstante, en cuanto se dio cuenta de que Wish saltaba en su dirección, arqueó las cejas con gesto de urgencia y estiró los brazos para recoger a la ranita en el aire. Por suerte para ella (para la rana) consiguió atraparla.

—Eeh... sí—dijo de aquella guisa. No parecía estar muy segura de a qué venía la pregunta pero carraspeó y se alisó las mangas antes de contestar—. El rey Cailan había propuesto seguir una estrategia en Ostagar que por lo visto el teyrn incumplió; en lugar de atacar con sus tropas a la señal, las retiró del combate y culpó de la derrota resultante a los Guardas Grises.

—¡Deja de escupir veneno, zorra mentirosa!—exclamó el único mercenario que quedaba en pie, que era el que acababa de librarse del hechizo de Gabrielle—. ¡El teyrn nos salvó de aquella trampa mortal! ¡Todo lo que hizo fue por el bien de Ferelden y lo ejecutasteis! ¡Los traidores son esas putas ratas orlesianas, no él!

—Humanos... —oísteis que murmuraba el enano—. Ahora resulta que el regicidio entra dentro de las cosas que se hacen por el bien de un reino. Todos locos.

Lynn miró al mercenario que la había insultado con una expresión indescifrable.

—No estoy hablando contigo.

Dicho esto, con toda la educada calma del mundo, volvió a mirar a Dreren.

—El rey había pedido refuerzos a la Emperatriz Celene de Orlais. Dos mil chevaliers esperaban en la frontera a una carta... que nunca llego—dijo, dando a entender que el motivo había sido la muerte del monarca en Ostagar—. Pero eso ya salió a la luz en la Asamblea que hubo en Denerim.

Sacudió la cabeza. El resultado de la Asamblea se había hecho público en su día y era por todos sabido que el teyrn Loghain había confesado más cosas que lo de Ostagar. Lynn no pareció querer irse por las ramas mencionándolas o entrar a juzgar aquello. Se había decantado por resumir de la forma más neutra posible.

—Supongo que ya no tiene sentido pelearse sobre si lo movió el patriotismo o la locura—suspiró—. Lo que nos ha robado la Ruina ya no se puede cambiar...

—¡Ya lo creo que me compensaréis, maleantes!—exclamó el tipo ignorando la charla entre Lynn y Dreren para centrarse en descargar su ira sobre Gabrielle—. ¡¿Dónde está la guardia cuando se la necesita?!

—Detrás de alguien que nos tapona la puerta—dijo una voz. En es emomento entrevisteis por detrás del hombre a otra persona con gesto ceñudo. Parecía estar esperando precisamente a que se apartara—Si es tan amable de dejarme pasar para que pueda hacer mi trabajo, se lo agradezco.

Cuando el propietario se hizo a un lado entre refunfuños, entraron dos guardias (al parecer deambulaban en parejas y habían sido alertados por el barullo) Lo primero que hicieron fue abrir los ojos de par en par, luego os miraron alternativamente a todos con gesto interrogante, como esperando a que alguien les explicara qué había pasado ahí.

Gabby tomó aliento, armándose de paciencia para ignorar los improperios de los mercenarios y del propietario de la taberna. 

—Estos hombres saltaron sobre nuestro compañero y tuvimos que defender nuestras vidas. Aparentemente, el hecho de haber nacido en Orlais le hace automáticamente responsable de las atrocidades de la dictadura de Meghren y de las supuestas injusticias contra el Teyrn Loghain —explicó—. Aunque no hayamos iniciado la pelea, y creo que hablo en nombre de todos nosotros, haremos lo que esté en nuestra mano para compensar a este hombre por el altercado.

Miró a Nolan de reojo, con el labio fruncido. Aunque lo había defendido, seguía pensando que podía haber evitado todo este revuelo. Dos no luchaban si uno no quería. Al menos dentro de la taberna donde más gente podría resultar herida.

 - Gracias Lynn, tan instructiva como siempre. - Puede que para ella fuese algo similar a una sonrisa, Dreren se la dedicó de corazón, aunque para un desconocido el semblante de Dreren apenas habría variado, no lo habría hecho porque podía confundirse con un gesto de tensión de los labios, involuntario y sin mayor significado que cierta satisfacción al obtener lo que se desea.

 Hasta el momento había ignorado al mercenario. No sintió su sangre hirviendo y clamando la sangre de otros por los insultos a su amiga, lejos de una represalia, Dreren miró de soslayo al mercenario y viendo su disposición, le encaró a aquella distancia prudencial, sin moverse y asintió, aunque no para confirmar sus palabras, sino la posibilidad de que expusiese su verdad.

 - Tus actos hablan por ti mejor de lo que lo harán tus labios, pero no me importaría escuchar lo que defiendes.

 Aún así, ¿Conseguirás vengar a Loghain matando a un desconocido? ¿Conseguirás redimir el nombre que dices manchan algunos?

 Creo que con vuestros actos los que le haceis un flaco favor al nombre de Loghain sois vosotros, los últimos partidarios de su legado. ¿No sería más loable luchar por lo que el quería? Por ver estas tierras fuera del dominio de la Ruina.

 Empezad por ahí, porque me entristece ver que sean los de otras patrias los que se esfuercen en reconstruir Lothering y todo Ferelden mientras hay Fereldanos como tu ociosos luchando por un líder muerto.

 Y tras espetar aquello con una naturalidad estoica, se quedó mirando a sus ojos.

A Lynn se le escapó una sonrisilla cuando Dreren le respondió y ladeó ligeramente el rostro para esconder el tenue rubor que le había coloreado las mejillas.

Nolan por su parte, mantenía la vista fija en el suelo (por eso mismo no se percató de que Gabrielle lo miraba) El orlesiano no parecía ni remotamente contento con los acontecimientos, es más, parecía mortificado.

El mercenario que había estado hablando con Gabrielle emitió un gruñido gorgoteante y tosió, mirando al mago como quien mira a un parásito.

—¿En qué idioma hay que deciros... que nos importa una mierda... vuestra opinión?—gruñó tozudo como un cabestro dándose contra una pared—. Ya luchamos por lo que él quería: mantener Ferelden limpio de escoria. Tú no eres nadie para juzgar nada, niñato.

—Hacedor... —suspiró uno de los guardias—. ¿Otra vez estos tipos del Hierro Rojo? Ahora todo tiene sentido. Me creo sobradamente lo que dice. Nos han hecho ustedes un favor y todo.

—¡¿Un favor?!—exclamó el propietario indignado—. ¡Me han puesto patas arriba el local!

El otro guardia dio un golpe con el asta de la lanza en el suelo para llamar la atención.

—¿Tiene usted idea del tiempo que llevamos detrás de estos tipos?—dijo—. Se hacen llamar "mercenarios" y no son más que unos camorristas. No es el primer altercado que provocan; molestan a la gente por la más mínima estupidez. Tarde o temprano iba a terminar pasando esto y usted, amigo, lo sabía de sobra. Si de esta escarmientan con suerte tendremos algo más de paz en el pueblo.

El hombre fue a protestar pero el guardia le interrumpió.

—Si no admitiera a gentuza como esta en su local sólo porque paga bien, no tendría que cargar con los problemas que acarrean—recordó, luego se volvió y señaló al mercenario que quedaba en pie—. Usted y sus amigotes se vienen a dar un paseo con nosotros. No quiero volver a verles por aquí.

—¿Que tal si pagas los desperfectos con el oro que me quitaste?—gruñó el enano cruzando los brazos sobre el robusto cuerpo—. Te sobra como para construir dos tabernas más.

—¡¿Quitar?!—chilló el hombre que cada vez estaba más rojo—. ¡Me destrozaste una pared, el mostrador, diez sillas y tres mesas por culpa de una estúpida partida de cartas!

—¡Eh, la culpa no fue mía!—se defendió el enano—. Fue la chica la que hizo trampas. Estoy seguro de que...

El humano emitió un bufido exasperado, harto ya de la situación.

—¡Vale, vale, se acabó!—claudicó aceptando a regañadientes el argumento del guardia. A fin de cuentas, el tabernero lo había puesto en evidencia—. ¡Pero que se larguen de aquí! Los quiero fuera de aquí, ¡¡Y A TI TAMBIEN!!—enfatizó señalando al enano—. ¡Que se lleven a esta calamidad! ¡Me perjudica más pagando su deuda que largándose sin hacerlo!

El guardia que había hablado en primer lugar se os acercó.

—Y pensar que la Guarda entró en su día de un modo similar en Lothering. Parece que en este pueblo estamos avocados a las trifulcas con la chusma—dijo llevándose una mano al rostro en gesto confidencial. Luego carraspeó y habló en voz alta—. No hay nada que lamentar aquí. Nosotros nos encargamos de estos tipos... pero tengo que pedirles que salgan, por favor.

Una reacción común y no tan inesperada...Dreren no ignoró las palabras, tampoco trató de ignorar al dueño de la taberna y al guardia, en todo caso, trataría de ayudarles saliendo de allí.

- He oído que hubo algo de alboroto ayer, aquí mismo.

 ¿Se trata de los mercenarios o de esa partida de cartas? - Dreren se puso en marcha sin más dilación, sólo necesitaba comprobar que todos estaban en pie. No daba gracias al Hacedor porque todos estuviesen vivos, algo que los mercenarios no podían siquiera agradecer, pero temía la repercursión de las acciones del grupo. ¿Convertirían aquello en algo personal?

 Hablaba con el enano, aunque hasta el momento jamás se había dirigido a él. No se preocupó demasiado por lo que hiciesen los demás, suponía que si él salía, no tardarían en seguirle. Lo último que necesitaba era enfadar a la guardia.

 - Has luchado bien para blandir la extremidad de un animal a medio cocinar.

 No has sido siempre cocinero, ¿verdad? - evidente si se consideraba que estaba pagando una deuda. Aunque Dreren prefería hacerse el tonto, o tal vez, no fuese capaz de unir tantos lazos y hacerse con información de una forma tan directa.

 Aguantaría la puerta asegurandose de que Lynn pasaba, aunque no dudaría en hacerlo con Balaena y Gabrielle, caballeroso. Además, trataba de arrastrar fuera con la conversación al testarudo enano.

 - Nos vendría bien alguien tan resuelto para nuestro viaje. - dedicó el halago al enano sin ningún interés oculto. Salvo quizás averiguar si Ayla estaba detrás de todo esto, buscando una conexión indirecta entre el enano y ella o la taberna y la maga.

Salisteis de la taberna y el aire exterior se os antojó fresco en comparación con el interior. El tipo del hacha que había ayudado a Nolan salió en último lugar. Le disteis las gracias por haber tenido el detalle de echaros una mano pero este se despidió con una sonrisa, alegando que había sido un placer pero tenía que marcharse ya de vuelta a su viaje.

El enano por su parte, salió el primero de mil amores (tras quitarse el delantal y tirárselo en la cara al propietario, lo cual provocó que los guardias tuvieran que sujetarle mientras maldecía) antes incluso de que terminaran de hablar con vosotros. No obstante, al estar fuera lo encontrasteis parado inspirando hondamente.