Partida Rol por web

Se escuchó un jadeó de sorpresa y algo tropezar que se cayó de bruces.

—Lynn—dedujo Allure con tono monocorde.

—¡Gabby!—llegó la voz rebotando en eco desde el pasillo.

En ese mismo momento el frufrú se volvía a reanudar con audible prisa y no pasaron ni cinco segundos hasta que tu amiga apareció por la puerta.

—¡Bendito Hacedor!—exclamó con una mezcla de alivio y miedo. Aunque el alivio ganaba por diez a uno—. ¡Y Asthan también!

La clériga prácticamente se te echó encima para darte un fuerte abrazo. Como el elfo se apartó sorprendido ante tanta efusividad, se "libró" de que lo incluyeran a él también. Lynn por su parte venía tan acelerada que hasta las palabras le salían con inercia cuando se separó un poco para mirarte de arriba abajo.

—¿Estáis heridos? ¿Necesitais curación? ¿Habéis visto a los demás? ¿Está... ¡Allure!—la regañó en cuanto la localizó—. ¡No vuelvas a hacer eso de la pared!

La entidad de la gema por supuesto se limitó a encogerse de hombros con absoluta indiferencia.

No obstante, en cuanto fué a decir algo más, tu amiga pareció fijarse en la decoración del lugar en el que os encontrábais y enmudeció repentinamente. Durante los primeros segundos fué incapaz de emitir palabra alguna.

—¿Qué... qué sitio es este?—balbució finalmente con los ojos como platos.

Una cosa estaba clara, y es que Lynn corría como jamás te hubieses imagiando que pudiese correr una Hermana de la Capilla.

Sus pasos hacían eco en el pasillo. Y de todos modos sólo había un pasillo... así que tampoco la perdiste de vista más allá de uno o dos minutos. Hasta que de pronto escuchaste un grito que nada tenía que envidiarle al furibundo lamento de una banshee, ¿era la voz de Allure?

Continuaste corriendo y llegaste al final del camino, te topaste en una sala redonda en cuyo centro había una pequeña estatua que estaba "abierta" como si fuese un puzzle que alguien había resuelto. En las paredes salpicadas de enrredaderas pudiste ver mosaicos que a primera vista no parecían de elfos. Y en el centro volviste a localizar a Lynn que en ese momento se pellizcaba el puente de la nariz.

A Allure no la veías por ninguna parte pero la clériga había encontrado a Asthan y a Gabrielle, aunque el elfo parecía haber visto un fantasma. Ninguno estaba herido.

Te acaban de ver aparecer. Ya puedes marcar a Gabrielle en tus mensajes.

Gabrielle le devolvió el abrazo a su amiga, tan aliviada de verla a salvo como ella.

—Sí. Estamos bien. Nadie necesita curación, démosle gracias al Hacedor. ¿Sabes cómo están los demás?

Se separó de ella.

—Éste es... o fue... el lugar de descanso de uno de los fragmentos de Glandivalis. Lamentablemente, alguien se nos ha adelantado. Alguien que ha dejado una nota. Mi hipótesis es que es para Ayla.

La maga del Círculo le tendió la nota.

—¿Qué opinión te merece ese mural? —dijo, señalándole aquel fragmento que había tenido un mayúsculo efecto en ambos espíritus.

Cedric dirigió la vista atrás un momento antes de llegar a la cornisa. El silencio a su espalda, incluso antes que las palabras de Ayla, le dijo que la apóstata no lo estaba siguiendo. Desde donde estaba Cedric, Ayla era una silueta negra con bordes rojizos como un amanecer. El demonio de la cólera estaba en algún lugar detrás de ella, no muy lejos. Ahora que había salido de detrás de la cobertura, el monstruo no tardaría mucho en verlo.

¿Dónde voy? ¿Qué hago?

Cedric palpó su contorno para comprobar que el saco seguía a su espalda. Todas sus armas le servían de poco ahora mismo, y sin embargo no se le había ocurrido coger una cuerda cuando se marchó de Nordale.

¿Qué estoy haciendo? También me gustaría saberlo.

Es el único camino. Tienes que venir, te necesito para salir de aquí.

Deseó que sus palabras fueran una estratagema para convencer a la chica. Lamentablemente, era muy cierto que la necesitaba para sobrevivir. Era la única que sabía algo sobre el demonio que los perseguía, sin mencionar que era una maga.

Cedric ni siquiera tenía una antorcha.

Lynn parpadeó saliendo de su asombro por un momento.

—Alexei viene justo detrás de mí—dijo girándose un instante hacia atrás, luego volvió a mirarte—. Pero no hemos visto a nadie más. Espero que no les haya pasado nada.

Miró la nota que le diste y frunció el ceño al hacerlo aunque cuando le señalaste el mural de nuevo centró su atención en él.

—Es... —se aproximó para mirarlo mejor—. Hacedor, ¡es la representación más hermosa de la que tengo constancia! He visto esta escena en montones de templos pero nunca representada con tanta... no sé cómo decirlo, ¿emoción?

—Uhg... y ahora la otra—suspiró Allure—. ¡Los de la Capilla sois masoquistas! ¿Cómo te puede parecer hermosa la escena de la ejecución de tu profetisa?

Lynn frunció el ceño suavemente.

—No es la escena, es lo que representa—dijo—. Andraste luchó por los débiles y los indefensos. ¡Se ganó el corazón de muchas personas y entregó el suyo propio!

Se cruzó de brazos con un resoplido.

—No sé ni por qué me molesto en explicártelo. ¿Qué sabrás tú de lo que es el amor?

La reacción fué tan repentina como inesperada.

El tono rojo de los ojos de Allure se intensificó hasta volverse luminiscente, la expresión pícara de su rostro desapareció y el aire en la sala pareció volverse más frío.

—¡Sé que tu querida profetisa "entregó su corazón" sólo para que la traicionasen!—espetó—. ¿No te suena de algo, Lynn? Y la única diferencia no es que tú no acabases muerta como ella, ¡es que Dreren ni si quiera se arrepintió como Maferath! ¡Eso es lo que sé del amor! ¡Que está lleno de VENENO!

Lynn retrocedió con cada frase como si estas fuesen un puñetazo directo a la barbilla. No obstante, quien se adelantó fue Asthan, que se metió entre las dos agarrando a Allure por un lado del chaleco.

—¡CIERRA-LA-BOCA!

En cuanto tu espíritu tocó a la entidad de la gema, se produjo un destello que sólo podrías describir como "chirriante", suponiendo que las luces tuviesen propiedades auditivas, porque lo cierto es que no se escuchó nada. Pero por algún motivo ignoto fué la sensación que acudió a tu cabeza.

Ambos soltaron un grito que no supiste decir si fué de sorpresa o de dolor. Los chispazos saltaron como descargas de rayos durante unos segundos hasta que Allure se separó de un brusco tirón y cayó de rodillas agarrándose a si misma como si acabasen de darle una paliza y le doliera todo. Sus ojos habían vuelto a la normalidad pero advertiste una cosa que jamás en la vida habrías esperado de un demonio.

Una lágrima. Una única y solitaria lágrima rodó por una de las mejillas plateadas.

La entidad de la gema apretó los dientes y soltó un frustrado alarido que nada tuvo que envidiarle al lamento furibundo de una banshee. Se hizo humo y regresó bruscamente al interior de la gema. En el saquillo que pendía del cinturón de Lynn.

Asthan permanecía tembloroso y de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo y una expresión sobrecogida. Como si acabase de ver un fantasma.

Lynn estaba pálida tanto por la puñalada verbal como por el extraño espectáculo.

—¡Dulce Andraste!—exclamó corriendo junto al elfo—. Asthan, ¿estás bien? ¿Qué acaba de pasar? ¿Te ha hecho daño? ¿Te... ?

Como se le atragantaban las palabras lo abrazó a modo de disculpa.

—¡Lo siento, lo siento mucho!—gimió—. ¡No quiero que le hagan daño a nadie por defenderme!

Aquel abrazo pilló por sorpresa a tu espíritu y en principio no supo cómo reaccionar. Al cabo de unos segundos pareció decidir que lo mejor sería seguir lo que solías hacer tú y se lo devolvió palmeándole la espalda tímidamente.

—No. No me... erh... —se tropezó—. No pasa nada.

Ni veías ni sentías que le hubiesen hecho daño, lo único que te enviaba el vínculo era un sobrecogimiento y una confusión enormes que parecían dificultarle aquello de centrarse en una situación que de por sí ya le resultaba complicada. De lo malo, su aura servía por sí sola para calmar a las personas que tenía cerca pese a que no supiera cómo reaccionar en aquel momento.

Te miró con expresión de circunstancias por encima del hombro de tu amiga.

Ayla se mordió el labio inferior como si quisiera decir algo pero no lograse atinar a cómo.

—Ya sé que me... d-digo, ¡ya sé que sólo podemos salir por ahí! Es sólo que... —masculló rebuyendo con incomodidad mientras sus mejillas adquirían un tenue tinte rojizo a juego con su pelo— ...que me... que yo...

Te había seguido así que estaba claro que sabía que esa era la única salida. Teníais que pasar por ahí. Pero por algún motivo parecía como si se le estuviesen atragantando las palabras. Y la expresión de circunstancias era tan inusual en ella que de no ser por lo peligroso de la situación te habría resultado graciosa.

—T-tengo a... ac... —en aquel punto casi farfullaba, hablando para el cuello de la camisa como si estuviera enfurruñada consigo misma. La lucha del orgullo contra el tener que confesar algo era titánica—. Ac... Acrofobia.

Puedes dar por sentado que Cedric sabe que eso significa miedo a las alturas.

«¿Qué acaba de pasar?» preguntó Gabby, patidifusa.

«¡Ojalá lo supiera!» jadeó el espíritu apañándoselas para tragar saliva mentalmente «No debería haberla tocado, tengo que... necesito... »

—Perdona—se disculpó Lynn soltándolo al ver que se quedaba callado, solo que ella debió pensar que se debía a la naturaleza esquiva de los elfos dalishanos—. No quería resultar incómoda.

Se puso de pie sacudiéndose la túnica. Asthan sólo atinó a negar con la cabeza porque ni si quera había prestado atención a lo que acababa de decir pero aprovechó para levantarse también. Lynn suspiró y se pellizcó el puente de la nariz mirando de reojo el saquillo del cinturón en el que guardaba la gema de Allure.

—Hacedor...

«Necesito hablar contigo cuando salgamos de aquí... » terminó Astucia la frase.

En ese instante volvisteis a percibir pasos que se acercaban por el corredor por el que en un principio había llegado Lynn. Y al cabo de unos instantes, Alexei brotó de las sombras del mismo.

Os acaba de ver al llegar. Ya puedes marcar a Alexei en tus mensajes.

«Está bien» dijo en un tono de pensamiento alarmado.

Alexei comprobó que Gabrielle llevaba una suerte de armadura dorada. Si es que existían las armaduras hechas de pura luz. 

—Me alegro de ver que estás bien, Alexei. Salgamos de esta habitación —le propuso al guerreros de cabellos divinos—. Otrora fue descanso de uno de los fragmentos de Glandivalis, pero ya no queda nada aquí más que pena y aflicción. Tendremos que buscar otra salida.