Partida Rol por web

Allure se encogió de hombros.

—¿Que me quede con ellos supone una diferencia?

Asthan se limitó a acentuar la mirada ceñuda, nada convencido a decir verdad de que la entidad de la gema no supiera perfectamente a lo que se había referido.

Ella sin embargo parecía encantada de haber encontrado un sitio nuevo ya que miró en derredor... pero enseguida puso un gesto extraño.

Alexei tampoco había oído nada pero a diferencia de Lynn si tenía una idea aproximada de lo que podía haber escuchado.

—Creo... creo que ha escuchado latidos de un corazón. Cuando me desperté hizo el mismo gesto rítmico con la mano hasta que me di cuenta de que estaba replicando mi pulso.

El joven guerrero puso la mano en la grieta por la que se había escurrido el espíritu.

—¿Cuánto puede alejarse Allure de la gema? Si nos alejamos podríamos forzarla a volver aunque no sé si eso le hará mucha gracia. Lo mejor será que esperemos a que vuelva, al menos durante un tiempo prudencial.

El demonio rugió visiblemente furioso y arrojó un chorro de llamas contra una roca cercana, dejándola ennegrecida y humeante. ¡Os estaba buscando! Quizá sabía que Ayla andaba por allí en alguna parte. O quizá buscaba a ciegas. No tenías ni idea.

Miraste a tu alrededor en ese momento y te fijaste en un detalle.

Había un pasadizo más que no parecía cegado y que no se veía desde donde habíais estado antes en un principio. Desde detrás de aquel cascote enorme atinabas a verlo... el problema era que el único camino que quedaba desde vosotros a él consistía en un trozo de cornisa pegada a la pared que formaba un estrecho sendero. Bajo el cual se abría un abismo tan negro que no veías nada.

¿Arriesgarse a esperar o arriesgarse a cruzar?

El alivio de que fuera la enana quien había salido de entre los escombros a punto estuvo de ensuciarse los pantalones. Mas había practicado la contención extensamente. Bienaventurado aquel que se embriague hasta la inconsciencia cada día, pues su vejiga adquirirá proporciones descomunales.

Salió de tras su exiguo parapeto y enseñó los dientes en una beatífica sonrisa de querubín.

—Es de tal envergadura el alivio que me embarga —admitió—, que podría la muerte salir de ese túnel, llegarse hasta mí y darme una colleja, y no sería capaz de deshacerme la sonrisa.

Preguntas tenía Sarkee, y no de las que pudiera responder, o deseara hacerlo honestamente.

—Estamos bajo el templo, sospecho —comenzó a responder tras un instante de reflexión—. De tal forma funciona la gravedad, atrayendo todo cuerpo hacia las profundidades de Thedas, en ausencia de suelo que lo sustente. Aventuro que, más allá de tales indicaciones, estás mejor dotada para juzgar los detalles más específicos respecto a nuestra posición relativa.

»Ha pasado un guardián —explicó—. Vestigios de la magia que dominaban los elfos de antaño. Lo bastante poderosa como para sobrevivir al paso de las eras. Sobre su naturaleza concreta no podría más que especular frívolamente, me temo. Y no especulo frívolamente sobre asuntos letales cuando estoy sobrio.

Tampoco lo hacía cuando estaba ebrio. A menos que considerar las posibilidades de seducir a la sargento que estaba organizando la recogida y transporte de paquetes rellenos de alcohol se considerara letal. Doloroso podía ser, cuanto menos, fuera cual fuese el resultado del intento.

—En cuanto a Aline, dudo que volvamos a verla. Me apartó del camino de un pedazo de roca afilada como un cuchillo, y lo bastante grande y veloz como para que su forma puntiaguda pudiera considerarse compasiva. Mi corazón me dice que consiguió esquivarlo, pero mi mente, ¡ay! Baste decir que prefiero ignorar lo que me dice.

La muerte no podía arrebatarle la sonrisa y, sin embargo, la sonrisa se borró de su rostro.

—Busquemos a los demás —prosiguió—. Ya son veteranos en sobrevivir a este tipo de accidentes… ¿Estás herida? No estás herida, ¿verdad?

Dos fines de semana fuera y una semana caótica. Disculpa el retraso.

Entonces Allure sí que sabía cómo estaban los demás. Al menos, cómo estaban Alexei y Lynn. ¿Quería hacerse la graciosa señalando que le había preguntado por todos?

Gabby suspiró. Le gustaba las bromas como a la que más, pero perdía la paciencia cuando hablaban de la salud de sus amigos.

—Está bien, reformularé la pregunta. ¿Cómo están, específicamente, Alexei y Lynn? ¿Necesitan ayuda? ¿Hay alguna forma de llegar ahí que no sea atravesando la pared? ¿Y por qué has puesto esa cara tan rara?

—Están bien—respondió Allure—. Y no tengo ni la más remota idea de si hay alguna forma. Te recuerdo que es la primera vez que estoy aquí.

Estaba mirando suspicazmente los mosaicos pero en cuanto se fijó en aquel del que acababa de salir, retrocedió como si le hubiesen pegado un susto. O un bofetón invisible.

—¿Q-Quien ha hecho una sala con tan mal gusto?—masculló—. ¡No me gusta este sitio!, quiero irme.

Podía ser razonable suponer que un demonio de la cólera no destacaría por su paciencia buscando, por muchas ganas que tuviera de dar con Ayla. Pero parecía un enorme riesgo, sobre todo considerando que el monstruo era su propia fuente de luz en esta caverna oscura. Decidido a no acabar como la roja ennegrecida, Cedric preferió arriesgarse con el abismo.

—Tenemos que irnos.

Dijo en voz baja, señalando al camino más allá de la cornisa. En un anticlimático momento de torpeza, Cedric dudó unos momentos si coger de la mano a Ayla o no. Finalmente se decidió en contra y simplemente corrió hacia la salida, contando con que Ayla le siguiera y, de paso, con que no hubiera notado su titubeo.

Él había pasado por sitios peores, no podía quitarse de la cabeza la imagen de la chica cayendo por su culpa, y podía sentir el miedo en ella. ¿O era el suyo propio?

Gabrielle frunció el ceño. 

—Es exactamente lo que ha dicho él. ¿Qué os pasa con esta sala? —les preguntó, antes de lanzar un hechizo de detectar magia.

Lynn tragó saliva imperceptiblemente cuando le contaste lo de los latidos.

—No sé si me gusta que haga eso... —confesó mirando la pared por la que acababa de desaparecer Allure—. Es un poco inquietante.

Jugueteaba distraidamente con la punta de la gruesa trenza que colgaba de su hombro, enrollándola y desenrollándola en el índice. Como si quisiera tener algo en lo que ocupar la mano.

—Y ni idea de cuánto puede alejarse—añadió—. Pero si ha oído latidos es que hay alguien o algo al otro lado del muro. ¿Estás... seguro que es buena idea esperar aquí? Esa cosa de antes que no hace más que provocar ruidos por todo el templo podría volver a aparecer.

—Tengo la sospecha de que mis motivos son diferentes a los suyos—refunfuñó Asthan—. Yo no pienso que la decoración sea de "mal gusto".

No detectaste magia en aquel lugar, salvo unos residuos de abjuración en la estatua abierta pero aquello no te sorprendió ya que a fin de cuentas había contenido un pedazo de Glandivalis.

El "elfo" respondió entonces a tu pregunta, al menos por la parte que a él le correspondía.

—Es la memoria de este sitio. Hay mucho dolor y mucha tristeza impregnados en él, se me hace sofocante—dijo—. Y ese mural en concreto tiene una memoria muy intensa, tan intensa que cuando lo he tocado esas emociones se han quedado conmigo. N-no consigo sacudirmelas. Por el momento las controlo pero tengo miedo de que no disminuya la sensaicón si me quedo aquí.

En efecto, de algún modo podías sentir que el espíritu intentaba mantenerse tranquilo pese a que había una ira y una tristeza como telón de fondo perfectamente percibibles.

Alure sacudió las manos con impaciencia.

—Me da igual lo que tú pienses de esta sala—gruñó—. Ya lo he dicho, no me gusta ese mural, ¡me quiero ir!

—¿Y por qué "no te gusta"?—apuntó Asthan—. A diferencia de los espíritus, los demonios no pueden leer la memoria de las cosas, ellos sólo absorben sentimentos negativos. Y tú no pareces haber leído nada porque no te has dado cuenta hasta que has mirado. Pero tampoco has absorbido nada o estarías encantada con este sitio.

—¡No quiero ese mural y ya está!

Los ojos de Allure se volvieron brillantes como dos luces rojas al decir aquello. Y tuviste la desconcertante sensación de que alguien hubiese desenvainado una espada, aunque eso no fué lo más raro. Lo más raro fué que al instante ella misma pareció "asustarse", se cubrió la cara con las manos y tras sacudirla y volver a separarlas la luz había desaparecido.

—No conozco los pasillos de este templo pero puedo sentir mi gema—masculló tragando saliva—. Y Lynn tiene mi gema. Supongo que a fin de cuentas sí que puedo guiaros hasta donde están esos dos. Es lo que queríais, ¿no?

Ayla siguió con la vista la dirección que le marcabas y por el enarcamiento de cejas dedujiste que ella no había reparado en el camino. Cuando corriste hacia allí te pareció oirla murmurar algo aunque escuchaste que te seguía haciendo el mínimo ruido posible mientras oías claramente al demonio de fondo continuando su malhumorada búsqueda.

Al acercarte pudiste constatar que la cornisa resultaba estrecha pero era posible pasar relativamente bien si se cruzaba caminando de lado. La apóstata llegó hasta ti con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Dónde vas?—susurró—. No hay ningún túnel que...

Obviamente no había visto el túnel de salida desde su posición aunque al acercarse a ti pudo verla. La parte curiosa fué que no miró a la entrada del túnel, miró al abismo y al hacerlo la expresión le cambió por completo a algo que era lo más parecido a nerviosismo que le habías visto desde que la conocías. De hecho se puso pálida y apartó la vista en un esfuerzo por ocultarlo.

—T-Tiene que haber otra forma de salir.

—Porque no es la parte de la psique de la que tú te alimentas ¿verdad? —inquirió Gabrielle—. No... el dolor y la tristeza son emociones demasiado negativas y fuertes para ti. Tú te alimentas de cosas mucho menos dramáticas, menos desgarradoras. Por eso lo consideras de mal gusto. Por eso apenas te consideras un demonio. ¿Me equivoco mucho?

Alexei cerró los ojos y golpeo levemente con la frente la grieta mientras exhalaba el aire profundamente. La cosa que había hundido el suelo bajo sus pies podía aparecer en cualquier momento, pero también en cualquier lugar. No sabían donde estaba y seguir caminando no tenía porque implicar alejarse.

—Vamos a esperar un poco más. Confiemos en Allure.

—Yo no he dicho nunca que apenas me considere un demonio—se enfurruñó Allure que ya parecía haber asumido que no la ibais a dejar irse de la habitación tan fácilmente—. Y claro que no me gustan el dolor y la tristeza. No se disfrutan. No los quiero.

Asthan tenía una ceja en alto como si estuviese escuchando la cosa más rara del mundo pero no dijo nada. Allure señaló una vez más el mural.

—Es de mal gusto porque... ¡Porque es de mal gusto!—añadió como si no fuera capaz de encontrar otra forma de expresar lo que quería decir—. La imagen es de mal gusto.

En ese momento retumbó de nuevo uno de aquellos golpes seguido del chirriante y ominoso rugido que provenía de algún lugar del templo y que hizo que nubecillas de polvo y se desprendieran de las paredes. Casi al instante, un frufrú primero lejano, como de pasos, que venía por el pasillo bastante rápido.

Que se acercaba.

Lynn suspiró y apoyó la espalda en la pared. Pero al cabo de un par de minutos se le debieron cansar las piernas porque se dejó deslizar por ella hasta sentarse en el suelo.

Un silencio incómodo os envolvía tan sólo roto de vez en cuando por alguno de aquellos golpes monumentales en algún lugar del templo que hacía temblar las paredes y provocaba que se pusiera en pie de un brinco como si esperase que en cualquier momento la cosa que los provocaba fuese a aparecer por el suelo otra vez. Tras cinco minutos enteros de espera, Allure aún no había vuelto.

—Hacedor, ¡esto me está poniendo de los nervios!—terminó por decir la clériga—. No puedo dejar de pensar que eso que escuchó Allure puede ser alguno de nuestroscompañeros. Y puede estar herido. Y yo estoy aquí parada sin...

Suspiró hondamente.

—Lo siento pero voy a echar un ojo pasillo adelante—dijo echando a andar con una seguridad que realmente no sentía—. Tiene que haber alguna maldita puerta que lleve detrás de esta pared.

—Y yo no he dicho que haya salido de tus labios —replicó Gabrielle. 

El sonido a sus espaldas la puso alerta. Con un gesto de resolución blandió el bastón rúnico. La luz que desprendía su armadura mágica dio un fogonazo.

—¿Hola? —preguntó en dirección al pasillo, sin bajar la guardia—. ¿Alexei? ¿Cedric? ¿Trasus?

La clériga tenía razón, no podían estar esperando eternamente. A Alexei la espera tampoco le resultaba agradable, pero en su caso la procesión iba por dentro.

—¡Espera Lynn voy contigo! Separarnos va a ser peor.