Partida Rol por web

Asthan había estado siguiendo tu progreso por los mosaicos con la mirada. Cuando llegaste al último y previo aviso, corrió hacia una de las paredes cubierta de enredaderas y raices y se puso a arrancarlas como si le fuera la vida en ello.

Una alocada idea empezó a cabalgar por la mente de Gabrielle, pero el arranque de Asthan hizo que girara la cabeza de golpe.

—¡Astucia! ¿Qué te ocurre? —dijo, corriendo a su lado.

—Es... —respondió el "elfo" entre jadeos sin dejar de arrancar raices y hojas. Hasta él mismo parecía desconcertado ante la repentina necesidad de hacer aquello—. Hay... ¡Hay algo importante aquí!

Tras tirar de la última de las raices se apartó un par de pasos y se quedó mirando un quinto mural entre resuellos, boquiabierto. Ahora que te fijabas, los primeros cuatro trozos del relato estaban frente a la estatua. Este último estaba tras ella, allí terminaba la historia. Pero era totalmente invisible a la vista a menos que se quitara la capa de maleza.

Y fué el que más te impactó. Primero porque estaba increíblemente bien conservado, ¡estaba perfecto! como si lo hubiesen terminado ayer mismo.

Y segundo porque, definitivamente, aquella imagen grabada en una cámara de un templo élfico erigido a Mythal, no representaba a Mythal.

Gabrielle se llevó las manos a la boca y no puedo evitar que dos lagrimones le corrieran por el rostro. Le temblaban las rodillas, y tuvo que apoyar las palmas sobre ellas como si se hubiera pegado una paliza a correr.

La revelación que hacía ese mural sacudía los cimientos de la fe que le habían enseñado toda la vida. Que hubiera tenido aquella idea por si misma hacía unos momentos no cambiaba aquello. Andraste había sido su ejemplo a seguir durante toda su vida. Y acababa de darse cuenta de que no sabía absolutamente nada de quién había sido realmente la Prometida del Hacedor. 

—¿A-Andraste era Mythal? —tartamudeó, buscando la confirmación en la mirada de Asthan y añadió a punto de romper a llorar—. Es otra cosa en la que los Andrastianos estamos equivocados, ¿no?

Lo único que pudo hacer en un principio el espíritu fué seguir mirando el mosaico, patidifuso.

Cuando hablaste, sacudió la cabeza, te miró y se le llenaron los ojos de compasión. Aunque ante la duda de no saber cómo actuar cuando alguien está a punto de deshacerse en lágrimas, simplemente depositó una mano sobre tu hombro intentando confortarte con su presencia.

—No. Era humana... —dijo. Luego pareció caer en la cuenta de que quizá necesitabas algo más que su palabra y añadió:—. Hemos visto otros mosaicos y estatuas de Mythal en el templo, representaban a una elfa. Mythal y Andraste son personas distintas.

Se giró de nuevo hacia los cuatro primeros mosaicos.

—¿Pero por qué hay murales de Andraste aquí en un templo elfo? ¿Qué es esta sala?—añadió, antes de volverse una vez más hacia el quinto mural—. ¿Por qué sólo sobrevive este? ¿Y cómo... ?

Cerró la boca tan a la repentina que hasta hizo ruido con los dientes, luego se miró las manos dubitativo.

—¡Gracias al Hacedor!—exclamó el joven guerrero al ver que Lynn recuperaba la conciencia.

Alexei respiró aliviado, lo cual provocó que también tosiera por culpa del polvo que aún tenía en sus pulmones.

—Parece ser que bajo el suelo del templo había una caverna y alguien o algo lo destrozó haciéndonos caer en ella. ¿Cómo te sientes?—preguntó cuando el ataque de tos de la clériga cesó—Un buen pedrusco cayó encima tuya, así que tómatelo con calma.

El muchacho comenzó a buscar alrededor intentando ver si algún otro compañero estaba cerca de ellos.

—Allure, ¿sabes si hay alguien más cerca?

—Como si me hubies caído un templo encima... —gimió Lynn cuando le preguntaste cómo se sentía.

Aunque al escuchar lo del pedrusco pusos los ojos en blanco con resignación en plan "lo dicho, un templo encima... "

Cuando logró recuperar el resuello, se giró en el suelo apoyándose con las manos temblorosas hasta lograr sentarse. Mientras, tú constataste para tu desazón de que estabais solos en aquel sitio, no había nadie más.

En ese momento se escuchó otro de aquellos rugidos y un golpe que retumbó en todas partes haciendo caer rosarillos de piedra de arriba.

—¡Ah!—se sobresaltó Lynn, agarrándose a ti por acto reflejo. Tres segundos después, se dió cuenta y te soltó como si quemases—. ¡Ah!

Carraspeó.

—P-perdón.

—Quizá pueda sentir algunas cosas que vosotros no. U oirlas... —comentó Allure con gesto divertido al decir lo último, aunque enseguida pareció darse cuenta de algo y exclamó:—. ¡Oh!

Sin necesidad de ponerse de pie, se hizo humo, flotó un par de pasos hacia vosotros y volvió a aparecer, acuclillada en el suelo y mirándote con una sonrisa de oreja a oreja que no sabías si era de las que se esbozan cuando se trama algo o de las que se esbozan cuando simplemente se es encantador

—¿Eso quiere decir que te vas a fiar de lo que te diga?

—Ahora es cuando oficialmente no entiendo nada —dijo, masajeándose las sienes—. ¿Tienes alguna idea? ¿Y qué te ha pasado antes? ¿Cómo sabías que este mural estaba aquí? ¿Has visto esto antes?

Alexei se quedó desconcertado cuando la clérigo primero se agarró a él bruscamente para soltarse inmediatamente de la misma manera. ¿Qué demonios acababa de ocurrir? Al joven guerrero no le dio tiempo a pensar más en ello porque Allure hizo acto de presencia con una sonrisa inquietante.

Hasta ahora la "demonio" había demostrado ser de confianza, peculiar pero de confianza. Su naturaleza la hacia una compañía a la que había que tratar con cautela, no obstante Allure era la primera interesada en salir de la caverna y estando ligada a la gema no podría hacerlo sin la ayuda de ellos.

—Sí, claro que sí.

Dolorido y cansado, Alexei se levantó del suelo y le tendió la mano a Lynn para ayudarla a hacer lo mismo. 

Al darse cuenta de que Ayla estaba bien, Cedric rebuscó entre sus cosas para descubrir que la botella de vino se había roto. Una pena, pero al menos no se había cortado la garganta con los cristales rotos. Todavía saldrían de estos casi enteros. Si salian.

Solo entonces se dio cuenta de que Ayla estaba atrapada.

—Deja que te ayude.

Cedric nunca fue el chico más fuerte de la panda, aunque probablemente gracias a eso no había salido estúpido del todo. Él, personalmente, creía que había salido ganando con el cambio, aunque sospechaba que los musculosos garrulos pensarían lo mismo. Tras echar un vistazo a la piedra y comprobar que no empeoraría la situación tratando de moverla, agarró un costado, buscando el mejor agarre antes de tirar de ella. Mientras tanto, para distraer a la chica (y a sí mismo) de la delicada situación, habló.

—No es que me queje: si algo o alguien casi te mata me alegro de estar ahí para hacer algo. Pero mejor todavía sería que no me necesitaras en absoluto. También soy bueno contando chistes, y cocino incluso mejor que como. Aunque soy todavía mejor bebiendo.

—No lo sé—confesó el espíritu desconcertado por la situación—. De pronto he tenido la... ¿cómo lo llamáis vosotros? ¿Corazonada? de que había algo importante ahí.

Carraspeó con incomodidad.

—Es imposible que haya estado nunca en esta sala pero a la vez me resulta familiar. Quizá... estuve en su impronta del Velo. 

Dejó de mirarse las manos y levantó la vista de nuevo hacia el mural, como si dudara entre tocarlo o no. Pero entonces debió caer en la cuenta de algo porque parpadeó anecdóticamente.

—Un momento, ¿no había mencionado Trasus algo parecido a una estatua-puzzle?—dijo volviéndose hacia la que se encontraba en el centro de la sala—. Cuando su expedición encontró la cabeza del bastón.

—No sé qué es esa cosa... —masculló Lynn aceptando tu mano para levantarse—. Pero pensar que igual nos está buscando me pone los pelos de punta.

Se levantó con cautela y pareció comprobar que no le dolía nada.

—¿Estás herido? ¿Quieres que te cure?

—Sí, claro. Esta estatua está resuelta y quien quiera que lo haya hecho puso la nota, presumiblemente a Ayla, en su lugar. Y nos espera en la meta con el fragmento del bastón de Andraste, para provocarnos a ir por él y que hacerse con el fragmento que tenemos nosotros.

—Entonces hemos llegado a la Sala que tenía el trozo de bastón—resumió Asthan—. Eso explica los murales sólo en esta sala.

¿Los elfos habían permitido tal cosa?

Se quedó un instante callado y volvió a mirarse las manos. Te pareció ver un ligero ribete de decisión en su expresión antes de acercarse al mural de Andraste y tocarlo como si quisiera coger entre las palmas aquel sencillo rostro hecho de teselas.

El resultado sin embargo fue demoledor.

Lo escuchaste gemir y dobló las rodillas como si algo muy pesado e invisible acabara de caerle sobre los hombros. De hecho se quedó a medio camino entre hincarlas en el suelo y la vertical porque le temblaban. Ligeramente en un principio pero fué aumentando, como si aquel peso invisible fuera cada vez más insoportable hasta que se separó tan bruscamente que trastabilló con sus propios pies y se cayó sentado al suelo.

Se llevó las manos a la cabeza con una expresión propia de alguien que acaba de presenciar la cosa más descorazonadora del mundo.

—"¡Traidor, traidor, shem traidor!"—masculló como si estuviera recitando lo que acababa de sentir. El tono había sido de odio, la siguiente frase sin embargo destilaba una pena desgarradora—. "¡No te dejaré morir, no te dejaré morir, te salvaré!"

Tragó saliva, debía habérsele quedado la garganta seca y no sin cierto esfuerzo arrancó la mirada del mural para dirigirla a ti que fué cuando pudiste constantar lo desconcertado que estaba. Y lo mucho que lo perturbaba lo que acababa de pasar.

—N-Nunca había sentido una tristeza y una rabia tan intensas—tartamudeó—. ¿Por qué está impregnado con tanta fuerza ese mosaico? Parecen truenos encerrados dentro de una jarra.

Allure emitió un sonido interrogante y arqueó una ceja cuando le respondiste.

—¿Así sin más?—dijo—. Que sencillo. Dreren le daba diecisiete vueltas a cada cosa que decía.

Se hizo humo de nuevo y revoloteó hacia la lejanía volviendo a adquirir forma física en lo que parecía un túnel excavado en la roca. Había otro más, pero ella se metió por ese.

  Allure recordará eso.

Gabrielle no necesitó pensarlo mucho.

—Shartan —resumió Gabby—. Lo que has sentido es la rabia de Shartan por la traición de Maferath, y la tristeza por la inexorable muerte de aquella que había liberado a los esclavos como él. Shartan era elfo. Y Mythal era la diosa élfica de la justicia... y de la vengaza. ¿Tal vez por ello esté este mosaico aquí? ¿Por que no se hizo justicia con su señora?

Os quedasteis en silencio durante, exactamente, cinco segundos. Hasta que a Lynn le dió por mirarte de reojo con expresión detectivesca en una escena que, de no ser por la situación, se te habría antojado cómica.

—¿Eso ha sido un "gracias" o un "me lo voy a pasar pipa tomándote el pelo"?