Partida Rol por web

—¿No tenías el pelo algo más corto?—Allure pensaba en voz alta aunque enseguida cayó en la cuenta de algo al ver la melena del "elfo"—. ¡Eh! un momento, ¿cuánto tiempo llevo ahí metida?

Asthan resopló cubriéndose la cara con las manos otra vez. Luego te volvió a mirar a ti

—Sé que no tiene sentido—dijo—. Pero necesito que me creas,  ¡yo no he usado Magia de Sangre!

—Claro que te creo, Astucia —dijo, peinándole la melena con la mano—. Hay tantas lagunas en vuestra historia que cabrían un millar de explicaciones posibles. Para empezar, es posible ligar un espíritu a un objeto si éste accede voluntariamente.

Dedicó un enarcamiento de cejas hacia Allure, para que pensara en ello.

»¿Por qué querría un espíritu atarse voluntariamente a un objeto? —dijo Gabrielle poniéndole voz a la más que previsible objeción que podría poner Allure—. Pues para empezar, la gema ha conseguido hacerse camino desde el Velo hasta el mundo material. Aunque la verdad, creo que más que centrarnos en el "cómo" atrapaste a Allure en la gema deberíamos centrarnos en el "por qué". ¿Alguno recordáis algo al respecto? ¿Has sentido algo al respecto leer la gema, Astucia?

Allure se cruzó de brazos a la defensiva en un primer momento pero no te respondió instantáneamente.

—No sé, ¿por qué querría atarse a una persona?—miró a Asthan—. ¿Qué? No me mires así, ¡yo también puedo ver esas cosas!

Resopló.

—No recuerdo nada al respecto. Pero actualmente, si quieres llamarlo así, te aseguro que no me complace en absoluto estar ahí dentro. ¡No puedo ir a ninguna parte! Sólo puedo seguir a quien la tenga. No es divertido.

Astucia: Amistad (+20)

Asthan se limitó a negar con la cabeza. Parecía algo nervioso pero ni de lejos como antes.

—No—dijo—. Faltan piezas. Falta algo... y por más que me pese somos necesarios los dos para que haya alguna posibilidad de averiguar qué es.

Miró a Allure de reojo con evidente fastidio.

—¡Vaya!—Allure rió burlona—. ¿Ahora resulta que quieres que haya algo entre nosotros?

—Sí: una pared—gruñó Astucia—. Bien gorda, para que no puedas atravesarla como en el templo y ponerme la cabeza como un tambor.

Allure le sacó la lengua y él suspiró volviendo a centrarse en ti.

—¿Sigues... creyendo que Glandivalis nos puede ayudar?

—¿Creéis en mi? —les preguntó a ambos—. Porque si creéis en mi, estoy dispuesta a llegar hasta la Ciudad Negra y de vuelta para ayudaros. Ésta es una búsqueda sagrada, empezada por Andraste y su más devoto servidor, Shartan. No podía sentirme más honrada por recoger tan sagrado testigo y llevarlo allá donde el Hacedor quiera. Y sí, creo firmemente que Glandivalis es una pieza clave para discernir el misterio que pende de vosotros.

—¡Claro que creo!—respondió Astucia como si lo sorprendiera que hiciera falta preguntar eso. Luego carraspeó como si la sola mención de la Ciudadela Negra le diera escalofríos—. Aunque... estaría bien que no hiciese falta llegar ahí.

—¿Tengo que hacer algo para creer en ti?—preguntó Allure con una inocencia tan real que resultaba desconcertante—. ¿O basta con decirlo?

Gabrielle sonrió ante sendas contestaciones.

—Es suficiente con creer, Allure, pues la fe no es poca cosa —le respondió—. Yo también espero que nuestra búsqueda de respuestas no nos lleve hasta las puertas de la Ciudad Negra, Astucia. Pero si fuere así, no podía pedir mejor compañía.

Les sonrío a ambos, tratando de transmitirles confianza.

—Lo lograremos.

A Allure, el de la fé de nuevo parecía resultarle un concepto extrañísimo, o al menos por cómo arqueó ligeramente la ceja. ¡Decir algo y ya está! ¿Cómo se sabía entonces que el otro no mentía?

Sin embargo esta vez no se puso a hacer preguntas sobre ello. Parecía tener otra cosa en la cabeza y, como siempre, resultó ser una cosa rara.

—Ese nombre me hace sentir mal.

—¿Qué nombre, y por qué te hace sentir mal?

—Ese que dijiste antes. El que no era Andraste—respondió Allure—. Me hace sentir mal.

Asthan miraba Allure con cara extraña, entre pensativa y analítica.

—Triste—dijo entornando un ojo—. Te hace sentir triste.

—Como se diga—resumió Allure cruzándose de brazos con fastidio—. No me gusta sentirme así.

—Shartan. Ya me lo imagino —respondió Gabrielle—. Tengo la teoría de que, igual que tú estás relacionnada de algún modo con Andraste, Astucia lo está con Shartan.

Dejó aquella idea en el aire, antes de añadir:

—Voy a hablar con Ayla.

Las dos entidades del Velo presentes en el plano material por las circunstancias se miraron de reojo de un modo tan suspicaz y gruñón que te resultó hasta gracioso.

Dejaste a Astucia sólo con sus pensamientos, cogiste la gema del suelo y te la llevaste junto con Allure para dársela de nuevo a Lynn, que a estas alturas debía estar empezando a pensar que estabas enseñándole a pasear o algo por el estilo. Pero parecía bastante entretenida con sus runas así que no se puso a hacer preguntas, sólo te saludó otra vez.

Cuando fuiste a buscar a Ayla, te la encontraste en el límite del círculo de luz con el libro que había estado leyendo en el regazo. Parecía haber cogido una ramita, la había clavado en el suelo y le había encendido la punta para hacer una especie de antorcha improvisada. Aunque en aquel momento no estaba leyendo, sólo examinaba distraídamente el bastón.

—Hola—dijo cuando te vió acercarte. Tres segundos después torció el gesto como quien se maldice por sonar demasiado seca pero no tiene ni idea de cómo arreglarlo—. Es decir, buenas noches.

—Buenas noches a ti también —dijo Gabrielle con una sonrisa.

Se sentó junto a la antorcha improvisada.

—He venido a asegurarme de que estás bien. Te vi muy afectada en el Templo de Mythal, cuando nos encontramos al Varterral.

Te pareció que las mejillas de Ayla enrojecían de forma instantánea. La oiste tragar saliva incluso y de pronto pareció encontrar un renovado interés por mirar el bastón que tenía entre las manos.

—No p-pasa nada—masculló con nerviosismo—. No tienes que preocuparte por eso.