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Dragon Age: Las Cenizas de la Ruina

8. La Angustia

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25/11/2011, 12:22
Narrador

Al terminar el día, estabas agotada pero satisfecha. Wynne había cenado contigo un delicioso bizcocho de nueces mojado en leche y acompañado de las cada vez más populares bolas de arroz cuya sencilla pero sabrosa receta había causado furor desde que llegara al Círculo de manos de una cocinera rivaina que aseguraba que el secreto estaba en la salsa con la que se rociaban.

Cuando cayó la noche, te despediste de Wynne y te dirigiste a la primera planta de la torre donde se encontraban los aposentos de los aprendices, conforme caiste en la cama, no tardaste ni cinco minutos en dormirte.

Pero algo te despertó, o mejor dicho... alguien.

Sentías que te daban golpecitos en un hombro, cuando abriste los ojos viste que todo estaba todavía completamente a oscuras pero que junto a tu cama había alguien cuya armadura reflejaba la suave y pálida luz de la luna que entraba por los arcos de las ventanas y que era quien estaba intentando llamar tu atención.

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25/11/2011, 13:07
Templario

Eh, chica—susurró el templario agitándote el hombro por enésima vez aunque lo hacía con suavidad. Parecía no querer despertar al resto de los aprendices—. Levanta, tienes que venir con nosotros.

No recordabas haberlo visto con anterioridad. Era un tipo alto, de cabello largo, moreno y recogido en un mechón a la nuca que lucía una cuidada y recortada perilla, a juego con el bigote.

No llevaba puesto el casco lo cual le hacía ofrecer una apariencia menos distante e intimidatoria, sus ojos grises te miraban con gesto sereno pero serio y su expresión era indescifrable. Justo al pronunciar "nosotros", te percataste de que en las sombras a la espalda del templario había otra silueta con armadura, aunque no tan alta.

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25/11/2011, 13:32
Gabrielle

Gabby se levantó de sopetón con el corazón martilleándole el pecho.

¿Qué pasaba? ¿Era por lo de Dreren? Lo dudaba, ella no sabía nada. ¿Entonces por qué los templarios la sacaban de la cama a esas horas de la noche?

La siguiente posibilidad le golpeó como un mazazo. ¡La Angustia! ¿Era esto? ¿Tan pronto? Esperaba tener más tiempo para prepararse...

S... ¡sí! ¡Enseguida! —respondió, levantándose con tanta celeridad que apunto estuvo de caerse de bruces sobre el templario.

Los pies descalzos sobre el frío suelo de piedra la hicieron temblar. Aunque no sabía si temblaba del frío o de los nervios. Se puso los calcetines a toda velocidad y se colocó sobre los hombros su capa más abrigada para ver si entraba en calor. Se restregó los ojos para quitarse las posibles legañas y se atusó el pelo a sabiendas de que no conseguiría domarlo así como así.

E... estoy lista.

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10/12/2011, 14:13
Templario

Tranquila, muchacha. Esto no va a empezar sin ti—dijo el templario en voz baja haciendo ademán de estirar las manos para cogerte cuando vio que casi te ibas de narices—. Ve al cambiador, cálzate y vístete. No te estamos raptando como para llevarte medio en pijama por los pasillos.

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10/12/2011, 14:34
Narrador

Tras haberte puesto tu túnica de aprendiz y tus zapatos (y tras un par de intentos por domar tus rizos) te dejaron llevar una pequeña manta de lana sobre los hombros. Las noches en medio del lago Calenhad eran frías y sólo en cada sala de dormitorios había instalada una chimenea en cuyas brasas ardían gruesos troncos que se apagaban por la noche para que los magos pudieran dormir. Sin embargo, gracias a los muros de piedra, el calor acumulado no escapaba y se mantenía en la estancia que permanecía a una confortable temperatura.

Los largos pasillos de la torre eran otro cantar... Se te antojó como caminar por en medio de la tundra de las montañas de la Espalda Helada. De hecho, sólo faltaba la tenebrosa neblina flotando al ras del suelo.

Los dos templarios te condujeron por los desiertos corredores acompañados sólo por el amortiguado eco de vuestras pisadas y el suave tintineo de las armaduras, subísteis al segundo piso donde se hallaban las estancias de los magos y el almacén, subísteis al tercer piso donde se encontraban las estancias de los Encantadores Superiores... y finalmente llegásteis a la cuarta escalera. A la misteriosa, esperada, pero a la vez temida cuarta escalera que conducía a la cima de la torre, a la Cámara de la Angustia.

Subiste los peldaños hasta una inmensa puerta de planchas de madera que se abrió con un chirrido digno de relato de terror. No obstante, lo que tus ojos te mostraron tras aquella puerta fue bastante más agradable a la vista que una estancia propia de un relato de terror.

La Cámara de la Angustia era una amplia sala circular cuyas paredes estaban repletas de enormes vidrieras que, al igual que los ventanales de los pasillos, representaban hermosas figuras de bestias y criaturas fantásticas. Grifos plateados por la luz de la luna se proyectaban iluminando el suelo, pegasos y dríadas alfombraban tu camino y apartaban la oscuridad de aquél lugar.

Y en medio de aquello, en medio de la sala, había un pedestal de piedra que sostenía un cuenco del mismo material y desde el que brillaba una suave luz azulada. Podías sentir el latido de la magia en estado puro emanando de él.

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10/12/2011, 14:43
Primer Encantador Irving

Junto al pedestal había tres personas que parecían estar casi velándolo: Una era el templario que curiosamente recordabas haber visto en la entrada de la biblioteca y que parecía algo tenso, otra era ni más ni menos que Caballero Comandante Greagoir que permanecía en pie con los brazos cruzados sobre el peto plateado de su armadura con el regio porte de una de las estatuas de la Catedral de Orlais.

Y otra era Irving.

El Primer Encantador te vio llegar y primero enarcó ligermaente ambas cejas cruzado de brazos como se encontraba, luego se meció un poco sobre los talones.

Como sigáis trayéndome tan pálidos a los aprendices voy a empezar a pensar en añadir motivos florales a vuestras armaduras. Quizá así no piensen que se los lleva el coco—dijo a los templarios que te acompañaban con una voz cascada que rezumaba serenidad. Negó con la cabeza desechando a un lado el comentario y sus ojos castaños se fijaron en ti—. Hola pequeña, eres la aprendiz de Wynne, ¿cierto? Entonces intuyo que ya sabías que venías aquí desde un principio. Dime, ¿estás lista? ¿Tienes alguna pregunta antes de que comencemos?

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11/12/2011, 10:49
Gabrielle

Gabby fue todo el camino temblando de los pies a la cabeza, sin tener muy claro aún si temblaba de frío o de nervios. Se le había levantado el estómago. De tanto en cuanto tragaba con fuerza, para asegurarse que no echaba la cena. Seguro que una vomitona no es lo que se esperaba de ella en la Angustia.

Los grifos de las vidrieras de la sala de la Angustia le hicieron recordar tontamente la fascinación que tenía la Guarda por aquellos animales fantásticos. Wynne aún se reía de ello, y su recuerdo la confortó. ¿Sabría su mentora que su Angustia era esta noche? ¿Estaría despierta? ¿Rezaría al Hacedor porque saliera bien?

Gabby salió de su ensimismamiento cuando Irving empezó a hablar, y sonrió nerviosamente al intento del Primer Encantador de restar hierro a la situación. Su mirada, en cambio, se dirigía hipnóticamente a Gregoir. Sintió un escalofrío al recordar que había estado a punto de dar la orden de anular el Círculo y asesinar a todo los magos. Y eso la hubiera incluido a ella. Notó el sabor amargo de la bilis en la garganta y volvió a tragar con fuerza para no vomitar ahí mismo. Se sentía débil, pequeña, estúpida. Quería salir corriendo de allí, no volver jamás y vivir sencillamente el resto de sus días.

Pero también sabía que eso no era posible. No había vuelta atrás. ¿Cómo era el fragmento del Cantar que le había recitado a Lynn? Su amiga le había dicho que era importante. ¡Pero ahora no lo recordaba! Se empezó a poner aún más nerviosa.

Sí. No. Quiero decir, sí... —se mordió el labio—. Osea que, sí estoy lista y no tengo ninguna pregunta.

Lanzó una risita que sonó aguda y ridícula al reverberar en los muros. Su mente procesó entonces lo que acababa de decir Irving. No era la primera alumna que aparecía allí pálida y asustada como una niñita estúpida. No ser la única aterrada la tranquilizó lo suficiente para recordar la frase que tenía preparada para este momento. Carraspeó.

Caballero Comandante, Primer Encantador, haré que os sintáis orgullosa de esta nueva hija del Círculo —recitó como un pajarito—. Estoy preparada para empezar.

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11/12/2011, 15:27
Primer Encantador Irving

Ese es el espíritu—sonrió Irving por debajo de su poblada barba gris, como un abuelo que acaba de ver a su nieta empezar a abrirse camino en la vida.

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11/12/2011, 15:30
Caballero Comandante Greagoir

Lo va a necesitar... —suspiró entonces Greagoir quien había estado callado hasta ahora.

El Caballero Comandante descruzó los brazos emitiendo un suave tintineo metálico y su voz pareció darle vigor al eco de la sala. Al menos al haber abandonado la postura "de estatua" intimidaba un poco menos. Aunque nunca se mostraba hostil, su aspecto de por sí, imponía.

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11/12/2011, 15:33
Primer Encantador Irving

Irving puso los ojos en blanco y miró a Greagoir.

Podrías ser un poco más positivo de vez en cuando. A veces creo que les das más miedo tú que los propios demonios.

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11/12/2011, 15:35
Caballero Comandante Greagoir

No quiero un club de fans, Irving—respondió el templario con tono cansino—. Tú mejor que nadie sabes que esto es importante para ella y lo que se está jugando. Tiene que estar alerta.

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11/12/2011, 15:37
Primer Encantador Irving

Sí, sí. El deber es el deber...

Irving agitó una mano dejando el tema y se acero a ti. Empujando suavemente con una mano sobre tu espalda, indicó que te acercases al centro de la sala y los templarios que te acompañaban saludaron respetuosamente y ocuparon sus lugares junto a su compañero que hasta hace unos días había estado velando por la biblioteca en lugar de por un misterioso pedestal mágico.

Esto es lirio—anunció el Primer Encantador en un tono casi reverente. Magia en estado puro, su origen y su fuerza. Mediante el lirio hoy tendrá lugar tu Angustia, se pondrá a prueba tu corazón para saber si posee el temple necesario para dominar y emplear con buen juicio esa fuerza.

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11/12/2011, 15:46
Caballero Comandante Greagoir

Acto seguido, fue Greagoir quien tomó el relevo de las palabras de Irving haciendo eco del significado de lo que éste acababa de decir.

"La magia existe para servir al hombre, no para dominarlo"—dijo como si aquello fuera una especie de forma ritual—. Esas fueron las palabras de la profetisa Andraste antes de ser quemada en la hoguera.

El templario anduvo en torno al pedestal de piedra, cruzado de brazos de nuevo, como un maestro que estuviera explicando la lección del día.

El Hacedor os ha concedido a los magos un gran poder, pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad—añadió—. Sois una puerta a este mundo que atrae a los espíritus del Velo como una almenara, muchas os rondarán tratando de encontrar una forma para que les permitáis salir por esa puerta. No todos los magos caen en la tentación, pero ninguno se libra de ella.

Se detuvo entonces junto al pedestal y lo señaló con una palma en ademán pausado.

Siempre hay una entidad como mínimo rondando a todo mago, puede ser un demonio... puede no serlo. En el Velo es donde son más fuertes y en el Velo es donde tendrá lugar tu prueba. Debes descubrir qué te está rondando. Si es un demonio, debes derrotarlo. Si se trata de un espíritu, deberás averiguar qué  le atrae de ti.

Hizo entonces una pausa, la mirada acerada del Caballero Comandante parecía ahora apesadumbrada, tal vez porque llegaba la parte que menos le gustaba comunicar a los aprendices.

Supongo que ahora sí tienes alguna pregunta, ¿verdad?

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11/12/2011, 17:13
Gabrielle

¿Enfrentarse a un demonio? Gabby tragó saliva y le rezó al Hacedor porque se tratara de descubrir qué querría de ella un espíritu. Aunque, ¿qué podría tener ella de interesante? ¿Y cuál era el pasaje que debía recordar? Por mas que lo intentara, el recuerdo se le escurría como agua entre las yemas de los dedos.

¿Cuándo sabré si he pasado la prueba? —preguntó Gabby. 

Preferiría no pensar en qué pasaría si fallaba.

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11/12/2011, 19:16
Caballero Comandante Greagoir

Lo sabrás—fue la respuesta de Greagoir tras un breve silencio—. En cualquiera de los casos, lo sabrás, créeme.

Señaló al joven templario que hasta entonces había estado bastante tenso.

No me extenderé en detalles: Sabes lo que ocurre cuando un demonio se impone sobre un mago. Por desgracia, todos en esta torre lo sabemos... —dijo entonces con tono pesaroso—. Debo recalcar también que no sometemos a la Angustia a aprendices que no estemos bastante seguros que puedan pasarla, pero aún así el riesgo está ahí. Si sucediese lo peor, Willem no permitirá que suceda nada que ni a ti ni a ninguno de nosotros nos gustaría.

El muchacho miró alternativamente a su superior y a ti, te sonrió de forma algo nerviosa y cuando el Caballero Comandante dejó de mirarle, vocalizó algo que creíste entender como un "ánimo, no pasará nada".

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11/12/2011, 19:47
Primer Encantador Irving

Irving palmeó entonces tu hombro como si quisiera desentumecerte de la rigidez que te atenazaba.

Recuerda lo que es el Velo—aconsejó—. Todo lo que necesitas tener presente es que sólo una cosa allí es real.

Greagoir carraspeó y miró ceñudo a Irving como indicándole que no hablase de más. El Primer Encantador entonces asintió sacudiendo la mano en gesto de disculpa e hizo un gesto de "adelante" con la otra mano hacia el pedestal dejándote el paso libre.

Ahora que podías verlo de cerca, observaste que el cuenco de piedra contenía un líquido azul brillante que se mecía suavemente y emitía aquella fantasmagórica luz del mismo color. Podías sentir el latido de la magia en él, tan fuerte y tan claro como jamás lo habías sentido en ninguna otra cosa.

Suerte, pequeña.

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11/12/2011, 19:57
Gabrielle

Willem hará lo que debe. Lo entiendo.

Gabby le dedicó al templario una sonrisa nerviosa de agradecimiento a sus palabras no vocalizadas. Quizá debía sentir algo de aprehensión por alguien que debía asesinarla, pero sabía que sólo cumplía órdenes. Y también conocía de sobra lo que una abominación podía hacer. Entendía la labor de los templarios.

La Angustia era una prueba extrema, peligrosa. Pero los sucesos acaecidos no hace tanto le hicieron ser consciente de la necesidad. Los demonios nunca la tratarían con paños calientes. Era necesario que no se tratase a los alumnos de forma diferente. De lo contrario, podrían convertirse en algo peligroso, no sólo para ellos mismos sino para mucha gente inocente. No había nada que Gabrielle detestara más que hacerle daño a otra persona. 

Mi voluntad. Mi voluntad es lo único real allí —contestó a Irving. Wynne la había enseñado bien. Wynne, que había luchado junto a la Heroína de Ferelden.

La esperanza volvió a inflamarse en su corazón. Muchos aprendices habían pasado antes por esa prueba. Ella había estudiado mucho, junto a una de las mejores tutoras del Círculo de Ferelden. Su especialidad era el Velo, y Wynne se había preocupado porque refrescara sus conocimientos. Se permitió esbozar una sonrisa timorata.

Gracias, Primer Encantador —dijo con un cabeceo.

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11/12/2011, 23:33
Narrador

Te acercaste al pedestal. A cada paso parecía como si el resto de la sala desapareciese y tan sólo existiérais tú y aquel cuenco de piedra en el universo. Cuando estiraste la mano y tocaste el líquido, sentiste que una oleada de energía pura te invadía en un estallido, como si alguien te hubiese dirigido un inmenso chorro de agua. El fogonazo de luz azul invadió todo tu campo de visión y tuviste la sensación de que algo invisible tiraba de ti tan rápidamente que fuera a llevarse tu cabeza mientras tu cuerpo se quedaba atrás.

Luego todo se volvió oscuro.

 

Cuando abriste los ojos, estabas tirada boca arriba en el suelo. No sentías frío ni dolor pero lo primero que le llamó tu atención fue la ausencia total de sonidos, tan abrumadora que tenías la impresión de haberte quedado sorda. Te enderezaste y te quedaste sentada para mirar a tu alrededor, al hacerlo escuchaste con alivio el susurro de tu túnica.

Te rodeaba un paisaje familiar... era un campo, un prado que te sonaba muchísimo. Te encontrabas en una suave loma desde la que discurría un camino que bajaba en pendiente hasta... ¡Nordale! Al instante reconociste cada tejado del pequeño puñado de casitas que formaban tu pueblo natal, cada camino de tierra aplanada por los rebaños de ovejas que iban y venían a los prados.

Pero Nordale estaba desierto...

Había algo onírico en la estampa, eras consciente de ello. Y de que el horizonte, cuando lo mirabas, se encontraba sumido en bruma como si acabase de amanecer. De hecho el ambiente parecía tener un suave tono sepia. Había luz como si fuese pleno mediodía pero no veías el sol por ninguna parte.

Y sobre todo, ante todo, te sentías observada en aquél lugar sin nadie.

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11/12/2011, 23:49
Gabrielle

Gabby se levantó y miró en derredor. Era Nordale, desde luego, pero había algo en la estampa fuera de lugar. A Gabrielle le sugirió que era un paisaje pintado por un artista ciego. Su voluntad se aferró al resquicio abierto por su percepción y recordó que se encontraba en el Velo y que aquello era su Angustia. 

Pero ¿por dónde empezar? Allí no había no había nadie.

Recapacitó unos instantes. Desde luego, Nordale tenía que haber salido de su propios recuerdos. El demonio, el espíritu, o ambos, deberían haberlos utilizado para formar aquel entorno familiar para ella. Gabrielle dedujo que, fuera lo que fuese a pasar allí, debería tener que ver con su infancia en Nordale. Por tanto, hizo acopio de toda la resolución que pudo reunir y se dirigió hacia su casa.

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12/12/2011, 00:01
Narrador

El pueblo parecía tranquilo y no había nada fuera de lugar, simplemente no había ni un alma. Era como si todos sus habitantes se hubiesen levantado con toda la normalidad del mundo de un día cualquiera y en vez de dirigirse cada uno a sus quehaceres diarios les hubiese dado por marcharse.

Hallaste más indicios de que definitivamente aquello era el Velo al percatarte de que, de vez en cuando, en el aire se formaba alguna que otra pequeña bola de luz que flotaba como una perezosa burbuja de jabón durante varios metros y luego se desvanecía con la misma suavidad. Probaste incluso a tocar una y era literalmente como tratar de tocar una luz, la atravesabas sin sentir nada.

Anduviste hasta la plaza central desde la que podías ver tu casa y te encaminaste a ella. Por haber no había ni viento y el único sonido que te acompañaba era el frufrú de tu túnica.

Entonces escuchaste algo más.

Te llegaba el inconfundible sonido de una cuerda al ser estirada y aflojada rítmicamente, sólo asociabas aquello a una cosa que hubiese detrás de tu casa: Un columpio. El columpio que tu padre había construido atando dos sogas a una tabla que luego colgó firmemente de la rama de un grueso roble.

Encaminaste tus pasos hacia allí con cautela, te asomaste... y lo que viste definitivamente sí que estaba fuera de lugar allí.

Había alguien balanceándose en el columpio... o eso intuiste porque lo cierto es era un poco difícil discernir sus facciones. Su cuerpo parecía flamear de una forma que recordaba vagamente a las llamas pero infinitamente más suave, menos violenta, y emitía una luminiscencia que oscilaba desde el amarillo pálido hasta el dorado. No podías decir de qué color era su cabello, ni sus ojos, ni mucho menos estimar su edad. Sólo podías más o menos asegurar que poseía las dos primeras cosas y que la última debía tener orígen en el principio de los tiempos...