—Lo entiendo, pero... ¿por qué he visto solo al de ese chico? ¿Es... normal... que el demonio le ronde tan de cerca como para verlo así? ¡Wynne entreví su forma corpórea!
Wynne asintió y luego se concedió unos momentos para pensar en una forma fácil de explicarlo.
—Supongo que porque algunas entidades del Velo tardan más que otras en "engancharse" a un mortal. Puede que haya gente en el Círculo que aún no está siendo rondada pero no le faltará mucho.
Miró a Lynn que en aquél momento estaba poniéndose bizca mientras miraba el pergamino, la clériga parpadeó con gesto confuso.
—¿Qué pasa, hija?
Lynn levantó la vista del papel y miró a Wynne con una mezcla de desconcierto y fastidio.
—¡Esto parece escrito por un montón de arañas con las patas mojadas en tinta!
Wynne soltó una carcajada ante la sinceridad de tu amiga.
—Son runas, Lynn, el lenguaje de la magia. Es normal que no entiendas nada porque lo que hay ahí escrito es un conjuro.
—Hacedor... ¿y podéis pronunciar esto sin que se os haga un nudo en la lengua?
Wynne rió un poco entre dientes, negó con la cabeza como disculpándose y enseguida devolvió su atención al tema que la ocupaba contigo. Lynn mientras tanto empezó a masajearse las sienes como si le dolieran las neuronas o algo así.
—Los demonios saben que los magos veteranos somos capaces de percibirlos por lo que, si ven a alguno de nosotros cerca, amplían el margen de cercanía con el aprendiz que han elegido. No les gustamos cerca—dijo—. Pero cuando no lo estamos les da igual, los aprendices no son capaces de entrever esas cosas porque su percepción del Velo todavía está muy verde.
Se encogió de hombros y volvió a sonreír con aquella calidez tan característica en ella.
—Imagino que ese demonio no se esperaba que tú pudieses detectarlo y por eso en ese momento andaba tan cerca—declaró. Luego su voz adquirió un sincero matiz de orgullo—. Aunque eso sólo pone de manifiesto la gran maga que he ayudado a educar.
Entonces añadió con un deje de abuela pícara que quiere chinchar a su nieta.
—¿O te lo chivó tu pequeño amigo del Velo?
—No —contestó Gabby con una sonrisa tímida—. Recuerda que también vi aquel rielar en tu habitación, cuando se cayó la jarra antes de la Angustia, cuando Astucia y yo no estábamos aún "juntos". Pero él me ha ayudado a extraer conclusiones a raíz de lo que he visto. Es muy bueno conmigo.
Wynne rió otra vez entre dientes.
—Podías percibirlo antes de tu Angustia, hija, tienes una sensibilidad con el Velo que no se ve todos los días—dijo—. Para serte sincera, en aquél momento lo achaqué al cansancio porque no es la primera vez que me pasa algo así y porque lo último que me imaginaba era que un demonio fuera a acercarse tanto a mí.
Entonces pareció pensativa un momento.
—Supongo que él se dio cuenta de que yo estaba ahí cuando era demasiado tarde y ya había entrado en la habitación.
Levantó ligeramente las cejas.
—Oh, ¿no decías que era un trasto?—rió un poco—. Lo que me extraña es que haya vuelto a comunicarse contigo tan pronto.
—Le pregunté y acudió —admitió—, creo que tenía curiosidad por conocer el Círculo y por conocer a Lynn.
Le echó una mirada pícara a su amiga y añadió:
—También preguntó por ti, Wynne. Como Pereza se disfrazó de ti... —meditó algo—. La Astucia parece estar ligada con la curiosidad, y con el buen humor, por lo que he visto.
—Me parece a mí que ese espíritu no es el único trasto...
Lynn se ruborizó un poco y se cruzó de brazos sacándote la lengua.
Aquello provocó una risita en Wynne.
—Querida, tienes admiradores en el Velo. Yo que tú me sentiría afortunada.
—¡E-Es que dan un poco de miedo los admiradores invisibles!
Pese a la protesta, lograste entrever que en el fondo no la desagradaban los piropos. Aunque era demasiado tímida como para reconocerlo.
Wynne pareció sorprendida entonces al caer en la cuenta de que habías dicho que el espíritu había acudido a tu llamada.
—¿Lo llamaste y acudió?—parpadeó—. Vaya...
Se quedó pensativa un momento tras lo cual pareció recordar algo y se dirigió a Lynn.
—Lynn, pequeña. Greagoir te estuvo buscando esta mañana por la capilla después de que salieras como un céfiro hacia la habitación de Gabrielle, lo olvidé por completo.
Lynn abrió de par en par sus ojos violetas y se levantó como impulsada por un resorte.
—¡Hacedor! Debe ser por lo del viaje, o por lo de... Ay, será mejor que me de prisa. ¡Te veo luego, Gabby!
Sin más dilación salió disparada por la puerta.
Wynne se quedó mirando la puerta con las cejas enarcadas hasta que, tras varios segundos de silencio, dijo con tono monocorde:
—Esta muchacha necesita relajarse. Está hiperactiva.
Como para corroborar aquello, escuchásteis de nuevo los pasos de la clériga que volvía y con una sonrisita de disculpa y un "perdón" tras asomarse por la puerta, la cerró tras de si y se volvió a marchar.
Wynne suspiró y te miró.
—Hija... he de confesar que jamás pensé que ocurriría algo así. Pero puesto que ha ocurrido, supongo que es justo que haga esto—sonrió con aire enigmático—. ¿Crees que si llamas otra vez a tu espíritu, acudiría?
Gabby se rascó una mejilla con un gesto pensativo.
—Bueno, no lo sé. Sólo le he llamado una vez y me respondió inmediatamente. Supongo que sí pero... no me gustaría llamarlo sólo porque puedo hacerlo. Tengo miedo de que se canse de mi o algo. ¿Por qué lo preguntas Wynne?
Wynne sonrió
—Porque tal vez tenga algo que decirte—dijo—. Y porque tal vez yo aún pueda ayudarte un poco más antes de que te vayas. A los dos.
De nuevo no viste que ocurriese nada de forma instantánea, pero en segundos volviste a sentir aquel roce de otra conciencia en tu mente. Aunque en esta ocasión vino acompañada de una confusión más acentuada que la última vez.
«Gabrielle» escuchaste la voz del espíritu. Entonces hizo una pausa antes de añadir «¿Estás con alguien?»
«Sí, con Wynne, ¿recuerdas que te hablé de ella? Mi maestra, de la que se disfrazó pereza. Me estaba preguntando sobre la naturaleza de nuestro vínculo, ¿puedes acudir a mi siempre que cualquiera de los dos lo necesitemos?»