Partida Rol por web

En cuanto asomaron los primeros rayos del sol todos os pusisteis en marcha, en la primera habitación Lanaya tomó el mapa que dejó Hannan en la mesilla, ella no llegó a despertar cuando ya estabais saliendo y decidisteis dejarle dormir. En la contigua Daarken trató de comprobar si su máscara estaba lista, pero aun no se había secado así que la colgó de su mochila para que continuara secándose.
Cuando ya ibais a bajar por las escaleras escuchasteis la voz de Hannan que acababa de despertar. – ¡Esperad! No os vayáis aun, hay algo más. – Al volver a la habitación le encontrasteis sentada en su cama buscando algo en una bolsita de su cinto. – Que extraño… se me debió caer en alguna parte… - murmuraba para sí. – Cuando escapé de la aberración cogí algo de un altar, como un eslabón de hierro o algo parecido… pero, lo he perdido, no dije nada porque no lo creía importante, estaba roto… ¡pero he soñado que era poderoso! El camino marcado es muy similar al que yo hice…puede que siga en el suelo en alguna parte, buscadlo, por favor, puede ser importante. – Lanaya se tomó un tiempo para despedirse de su hermana que el resto respetasteis y fuisteis bajando.

En el piso de abajo, encontrasteis que Kesla ya tenía las provisiones para todos vosotros, separado lo que llevaría cada uno y una bolsa aparte. Conforme os vio comenzó a daros todas las indicaciones: - Cada uno tenéis 2 paquetitos, ahí tenéis carne asada, coméoslo entre hoy y mañana o se echará a perder. Por lo demás tenéis queso, pan, cecina.... bueno cosas que aguantarán suficiente. - A saber para cuantos días había preparado las provisiones pero parecía más que de sobra. - Aquí tenéis fruta y verdura. - Señaló la bolsa aparte. - y una olla con unos tazones, por si cazáis, podáis preparar algo. - Os hablaba como si fuera vuestra madre, os dio cierta añoranza a vuestra niñez, cuando aún teníais a esa persona a vuestro lado. - y... creo eso que eso es todo... - Repasó todo lo de la mesa pensativa. 

Haran, apoyado en la barra con una sonrisa. - Le dije que era una exageración, pero esta mujer, no se le puede negar nada. - Os dijo casi como una advertencia de que no discutierais su hospitalidad. - Vamos, no os retraséis tenéis ya el desayuno esperándoos.

En la mesa principal descansaban un plato para cada uno, bastante generosos, os había preparado unas gachas acompañadas de distintas frutas partidas y unas tostadas con queso.

Ya listos al salir de la posada os esperaban bastantes aldeanos en la entrada pero la actitud era muy diferente al de la tarde anterior, alzaron los puños y comenzaron a gritar ánimos para vuestro viaje, si algún curioso lo hubiera buscado no había ni rastro de Coalan entre ellos. 
El que sí se encontraba allí era Tarl Dale, junto a la que parecía ser una sacerdotisa de La Capilla, que al igual que el resto del pueblo os desearon suerte. Aquella mujer joven y algo rellenita os bendijo con la protección del Hacedor a todos los que os quisisteis acercar. Ya en marcha, mientras os alejabais le escuchasteis interpretar El Canto frente a los aldeanos. 

Paso a paso y bien cargados fuisteis saliendo de pueblo llegando a un camino que se internaba en el bosque de Brecilia cuando ya el sol se alzaba imponente en el cielo, a plena luz del día no era diferente a cualquier otro bosque y no parecía especialmente siniestro, pero ya sabíais a lo que os ibais a enfrentar.

Por la mañana, mi primer objetivo es desayunar. Así que ataco las gachas antes de que alguien me diga que no puedo. Escucho atentamente, especialmente la parte de la comida, y luego reparo en el eslabón roto.

- Vaya mierda. Si tuviéramos eso, seguro que Vivial podría investigarlo o algo. Seguro que tiene esencia mágica y nos guiaría al altar del tirón. O algo así.

A la hora de recoger, cojo todas mis cosas y cargo con la olla y los bártulos de cocina. Alguien tiene que hacerlo, y si dejo que Daarken se haga con ellos, posiblemente monte un solo de percusión en medio del bosque. Lo mejor es que yo lo vigile.

Un bonito despertar, la verdad es que el elfo no podía tener pega alguna sobre la comodidad que tuvo a la hora de dormir, una rápida ojeada a la mascara y a desayunar, le esperaba un duro día por delante.
La gente hablaba, él solamente se centraba en engullir todos los manjares que Kesla les había preparado.
Prepararse las cosas y ¡Listo!, ya estaba preparado para matar a unos cuantos, por ejemplo a la panda de hipócritas que se presentaron para darles ánimos cuando el día anterior estaban a punto de lincharlos, pero no, tocaba ser bueno, ya correría la sangre mas tarde.

Había sido una buena noche, la mejor en meses quizás. Seguía con el miedo de que se descubriesen mis secretos, pero bajo un buen techo, con gente que no dudaría de mi. Xilyha tatareaba contenta. Eso no auguriaba nada bueno, pero disfrutar del momento era lo que me quedaba. El desayuno fue abundante, y las provisiones también.

Aquel hombre tenía demasiada fe en Vivial. No era tan poderosa ni de lejos, diría que yo misma era más capaz, pero le deja´ria con sus sueños. Continué el camino, otra vez. Ojala no caminase tanto, por alguna razón no me ponía morena, pero a veces me quemaba y no era agradable, ojalá volviese a mi vida cómoda y pudiese cuidarme más.

El sueño había sido reparador. Sus fuerzas y ánimos estaban renovados y le había dado tiempo suficiente para pensar en todo lo que venía encima y saber que iban a hacer lo correcto, Irving estaría conforme con que habían tomado.

Se levantó la primera con cuidado de no despertar a los chicos que dormían con ella, cogiendo sus ropas y andando de puntillas para no hacer demasiado ruido. Se aseó lo que pudo y deseó los buenos días a medida que iba viendo al resto de residentes con una cordial sonrisa, bajando las escaleras para desayunar antes de partir dejando que Lanaya tuviera tiempo con su hermana.

En el comedor no esperaba que Kesla los abarrotara con tantas provisiones, agradecida por el cuidado que les estaba dando desde el principio a pesar de que el pueblo se hubieran puesto en su contra sin preguntar. Guardando las cosas con cuidado para que no cayeran en mitad del viaje escuchó a Jareth, negando lentamente con la cabeza.

Vaya mierda. Si tuviéramos eso, seguro que Vivial podría investigarlo o algo. Seguro que tiene esencia mágica y nos guiaría al altar del tirón. O algo así.

- Me adula vuestra confianza, aunque esperáis demasiado de mí.- Encontrar un eslabón perdido en mitad de un bosque iba a ser complicado, prácticamente imposible si no seguían exactamente el mismo camino que ella hizo.

Al salir la realidad pareció cambiar en un par de horas, los que antes gritaban por un linchamiento ahora les deseaban ánimos, algo que aunque no dijera nada al respecto le parecía deshonesto al no haber una disculpa por sus compañeros previamente.

Al ver a la sacerdotisa se le iluminó la cara y se acercó a ella pidiendo la bendición, cerrando los ojos y dejando que sus palabras inundaran su mente y alma, agradeciendo después ese pequeño contacto que le había dado la suficiente confianza para seguir.

Mientras se alejaba podía escuchar El Canto, recitando también algunos versos en susurros. El bosque se abría a su paso y las voces del pueblo ya sólo eran un eco que no distinguía del piar de los pájaros sobre sus cabezas.

A excepción de Lanaya y Jareth, que tal vez estuvieran absortos en sus pensamientos o más atentos al tintineo de los cacharros de cocina a cada paso del guerrero, todos los demás escuchasteis pasos e incluso visteis movimiento tras los matorrales a ambos lados del camino. La primera en darse cuenta fue Vivial que enseguida dio la voz de alarma al resto de sus compañeros, haciendo que tanto Jareth como Lanaya también se pusieran en guardia del posible ataque, aunque con cierto retraso.

Rápidamente os preparasteis sacando las armas, quedándose los guerreros cubriendo el frente, los 2 elfos los flancos, quedando las 2 magas suficientemente cubiertas. De entre los matorrales aparecieron una docena de aldeanos armados con garrotes, hoces, cuchillos, etc. Os tenían completamente rodeados – Intenté haceros entrar en razón, pero no sirvió de nada – Se escuchó la reconocible voz de Coalan a vuestras espaldas. - ¡No permitiremos que traigáis a los dalishanos a la aldea! - gritó alzando su martillo, haciendo que los aldeanos vitorearan sus palabras y se prepararan para el combate.

-Tenía que haberlo rajado cuando tuve oportunidad, esta gente sin cerebro nunca aprenderá, lo más fácil es quitárselos de en medio.

Mientras Coalan hablaba, el elfo guardo su ballesta recién cargada, sabría que mas tarde le daría uso, pero tenía una sorpresa para Coalan, iba a probar el acero de su propia espada.

-¿De verdad? ¿Tu nos vas a impedir eso? Espera ,espera...¿Que dices espadita? ¿Dices que después de tanto tiempo junto a el podrías decirme que es un hombre totalmente estúpido por creer que la ventaja numérica es suficiente como para abatirnos? Y....aaaaahm...si si, jajajajajajajajajajaja. -El elfo empezó a reírse frente a Coalan, como si aquella espada, que anteriormente era suya, le hubiera contado algún secreto oscuro sobre él. -Bueno, creo que ha llegado el momento de que pruebes una cosita.

La cara del elfo se tornó seria y desafiante, ya le tenía ganas, y ahora tenía la ocasión de rajarle la garganta con su propia espada, ¿Podía ser mas perfecta esta situación?.

Esperaba seguir oyendo los cánticos pero, en su lugar, unos extraños ruidos que los rodeaban, impropios de la naturaleza del bosque. Aunque no estaba segura prefirió dar la voz de alarma al resto mientras miraba a todos lados, sintiéndose observada, y agarrando con fuerza su báculo esperando que sólo fuera una mala sensación.

Pero los matorrales a su lado se movían delatando movimiento y, descartando que pudiera ser un animal, paró su paso y se colocó tras Jareth mientras se preparaba para conjurar, si fuera necesario, alguna magia de apoyo. Bajó los hombros de la tensión al ver que no eran más que los aldeanos, rodeándoles y clamando prácticamente sus cabezas.

- No es necesario un derramamiento de sangre, sólo queremos ayudaros.- Las palabras no fueron suficientes cuando vio primero a Coalan alzar el martillo y Daarken se tiraba de lleno a la lucha, negando con la cabeza. No, no, esto no puede estar pasando.

Aunque no quisiera alzarse en una pelea que sabía no podría detener no podía dejar de lado a sus compañeros. Agarró el báculo con ambas manos para hacer un dibujo en el suelo, cerca de su posición, esperando activar el glifo y que tanto Narelle como ella estuvieran protegidas por un flanco.

A pesar de las palabras de Vivial, Daarken se adelantó cargando y asestándole una buena puñalada a Coalan con su propia espada, sin embargo no tuvo demasiada suerte esquivando golpes. Logró deshacerse del primer ataque de un aldeano que le venía desde uno de los flancos con un rápido salto pero no vio al segundo que con un enorme garrotazo le hizo perder el equilibrio y caer de espaldas. Coalan enfurecido y totalmente fuera de control aprovechó que Daarken estaba en el suelo para descargar su martillo con todas sus fuerzas en el pecho del elfo. - ¡MALDITO LADRÓN! - Al escuchar el ruido seco del martillo todos los aldeanos dieron un respingo y le dirigieron una mirada de temor al que era su líder, pero continuaron peleando.

Tanto Jareth como Lanaya pararon y esquivaron los ataques de los aldeanos sin mayores problemas, pero Dara no corrió la misma suerte, solo pudo bloquear el ataque de uno de los aldeanos. Los otros 2 con constantes ataques le hicieron alejarse del resto de compañeros mientras intentaba que no le golpearan de pleno, hasta que uno de ellos consiguió tirarla al suelo. le llegaron a hacer un par de heridas superficiales pero nada importante.

Uno de los aldeanos que trataron de atacar a las magas, al acercarse a ellas una runa mágica dibujada en el suelo resplandeció dejándolo totalmente paralizado a media carrera, se podía apreciar a simple vista como una especie de fuerza dorada lo envolvía, el otro trató de golpear a Vivial pero una barrera se interpuso entre ambos parando su golpe.

- ¡DAARKEN!- Grito.

He tardado en reaccionar más tiempo del que debería. Ahora estamos completamente rodeados y Daarken se ha llevado un golpe fuerte. ¡No puedo permitirlo!

- ¡Quitaos de en medio, bastardos! ¡Voy a mataros a todos!

Con el escudo en la mano izquierda y la espada larga en la derecha, empiezo a meter estocadas a diestro y siniestro: no tengo tiempo de sutilezas ni mierdas.

La sorpresita de Coalan era algo predecible. Los imbéciles fereldeños ... en Orlais al menos se hubiesen lanzado por la noche a rajar las gargantas, Estos, confiados en la superioridad numérica, habían hecho una emboscada del nivel de un niño de diez años. Además, no sabían luchar. el único ducho era Coalan, que estaba enzarzado con Daarken.

¿Por qué no les freímos a todos? Hacerlo sería no poder volver. Voto por la discrección ¿Van a dejar volver a una apostata? Tranquila, tenemos una maga. Voy a dejar que parezca que ella lo hace todo. ¿Entonces no les agujereamos con rayos? No, nos cargamos al líder. El elfo es mío.

Me puse detrás de Vivial, lanzando gritillos poco nobles, mientras mis manos se movían y conjuraban una roca, que iría directa a la cabeza de Coalan. El hechizo salió mejor de lo esperado, perfecto para romperle la cabeza como si fuese un huevo.

La primera sangre que se derramo en ese suelo fue la de Coalan, el placer que sentía el elfo al ver como su espada se adentraba en su cuerpo era indescriptible, era imposible que no pusiera a reír como un loco, abriendo totalmente los ojos de par en par y mirando fijamente a su "adversario", seguramente si no se obscecara tanto en disfrutar del sufrimiento del otro, habría visto a ese par de hombres que se acercaron a traición por la espalda para asestarles un par de golpes y derribarlo.

-Mierda, ¿Así que voy a tener que ponerme serio, no? -¡VAMOS A DISFRUTAR! ¡JIAJAJAJAJA!

Con un solo salto se incorporó, escupió un poco de sangre y se lanzó contra Coalan, el cual se veía ya bastante maltrecho mientras yacía en el suelo, entre el gran tajo que antes le había hecho y algo que parecía haber impactado en él, parecía un cordero esperando su fin, y el se lo iba a dar, claro que se lo iba a dar.

-Pienso hacerme una nueva careta con tu cara Coalan, y me asegurare que todos vean bien lo que pasa cuando alguien se mete conmigo, escucha bien mi nombre y dile a Hacedor que Ashmouth te mandó con él.

Tras otorgarle otro gran tajo a Coalan, Daarken se sentía en pleno frenesí, sus manos y sus piernas se movían a una velocidad tremenda, no podía parar ahora, así que conforme extrajo la espada de Coalan se abalanzó sobre uno de los aldeanos que le habían golpeado hasta derribarle. 
Parecía un diablo con espada, solo le hubiera faltado echar fuego por la boca, su ansía de sangre había despertado y quería saciarla sin demora alguna.

-Ahora te toca a ti probar mi espada, ven aquí, no tengas miedo lindo gatito. -La sonrisa de su rostro mientras hablaba daba más miedo que la espada empapada en sangre que sostenía en la mano derecha.

Por suerte el glifo que dibujó en el suelo funcionó aunque no sabía cuánto tiempo podría contenerlos, sería cuestión de tiempo a que llegaran a ellas. Confió en ellos, no le quedaba más remedio, así que al ver lanzarse a Jareth alzó su báculo en su dirección.

- ¡Te cubro!

Jareth parecía que estaba matando moscas con su espada más que tratar de atacar a los aldeanos, dando estocadas al aire. Al menos acertaba a parar todos los golpes con su escudo, haciendo que ninguno lograra llegar hasta él.

El puño pétreo que invocó Narelle tenía el tamaño de un melón, mucho más grande que los que habíais visto hasta ahora y fue directo a la cabeza de Coalan, alcanzándole mientras alzaba el martillo para propinarle un segundo golpe a Daarken. El imponente impacto le hizo caer de espaldas con fuerza y le rompió la nariz. Daarken no desperdició la ventaja que le había conferido la maga clavándole la espada en el cuello a Coalan y no contento con ello se abalanzó sobre uno de los aldeanos que le rodeaban y le rajó el cuello con la daga, el pobre apenas lo vio venir.

Ante la matanza que acababa de protagonizar el elfo el resto de aldeanos comenzaron a retroceder temerosos y salieron corriendo, cada uno en una dirección volviendo al amparo del bosque. Mientras se alejaban se escucharon insultos y amenazas de unos y peticiones de clemencia por parte de otros. Solo 2 se quedaron con el grupo, al que Vivial había paralizado que continuaba bajo los efectos del hechizo y el otro aldeano que trató de enfrentarse a Daarken. Al pobre infeliz, ver caer tanto a Coalan como a otro aldeano en apenas unos segundos, lo había dejado paralizado. Los ojos de aquel hombre mostraban autentico terror, dejó caer su arma y se arrodilló frente a Daarken agachando la cabeza y levantando unas temblorosas manos. - No me hagáis daño. - Suplicaba gimoteando, aun teniendo la cabeza agachada por su voz se podía apreciar que estaba llorando. - Solo queríamos asustaros y que desistierais en el plan de ayudar a los dalishanos, no queríamos mataros. - Levantó un poco la cabeza para ver el ya cadáver de Coalan. - Pero Coalan... él perdió la cabeza, no parecía que solo quisiera asustaros.

No parecía que aquel hombre mintiera, de todos vosotros solo Daarken tenía heridas importantes por culpa de Coalan, el resto apenas teníais unos rasguños.  Y ahora que lo decía, los aldeanos debieron contener sus golpes, porque aunque no fueran muy diestros en esa superioridad numérica podrían haberos hecho mucho más daño.

Lanaya guardó su arco y sacó su espada corta, se acercó al hombre que gimoteaba, - con que queríais evitar que salvara a mis hermanos de clan, os tendría que degollar aquí mismo, más ahora solo soy una mas en el grupo, que decidan ellos pero no te muevas o te degollaré sin ninguna contemplación. Dicho esto se colocó detrás del hombre arrodillado con la espada en la mano por si tenía que degollarle, - Y bien, ¿qué hacemos con él?, interrogó la elfa a los demás esperando la orden de dejarlo libre o quitarle la vida en el acto.

¿Qué hacemos? Comernos sus testículos, o mejor, que se los coma él. así aprenderán. Si todo se resolviese así, no ganaríamos nada. Te recuerdo que soy una santurrona. Se te ve el plumero a la lengua. Creo que no.

Miré con algo de indignación a aquellos aldeanos que huían, pero sin alzar el bastón. La decisión es de Daarken, al fin y al cabo, a mi no me habéis hecho nada. Si el prefiere delegarlo en Vivial, que así sea. Si volviese a pasar conozco un juego que leí en un libro sobre lo que hacen los engendros tenebrosos: les atan, y les van cercenando poco a poco, obligándoles a comerse su propio cuerpo, empezando por las zonas genitales. Y te estoy contando sola la parte ligera. ¿Qué te parece? Somos todos amigos y así no hay malentendidos. La primera vez puede ser un error, la segunda ya no lo sería.

Y murió.

Retiró la mirada cuando la espada de Daarken cercenaba la carne del hombre dejándole sin aliento aunque el sonido de la fina piel cortarse y los gritos fueron más que suficiente para saber que esta noche le costaría conciliar el sueño.

Apenada por la precipitada decisión que había tomado a pesar de sus continuas sugerencias, se acercó al elfo en silencio y posó sobre sus heridas el báculo, dejando que la magia recorriera sus manos y sanaran las cicatrices de la pelea.

- Creo que será suficiente por ahora, pero no hagas sobre esfuerzos durante un rato.- Miró a los dos hombres que quedaban con cierta lástima al comprobar lo aterrorizados que estaban, y no era para menos.- Han aprendido la lección, Daarken.- Su voz era baja aunque nítida, descendiendo sus ánimos cada vez que veía los cadáveres que había intentado proteger por las futuros consecuencias que podría traer con Vintiver. La política del miedo no era la correcta.- No será necesario.- Buscó los ojos del elfo mientras se colocaba frente a ellos a modo protector a pesar de saber que no tendría nada que hacer contra él, si quisiera podría matarla ahí mismo y seguir su camino.- Por favor.

"Joder, que escabechina." Me cruzo de brazos, jadeando no por el combate, sino por el enfado.

- Pues si no querían morir, han tenido una idea de mierda. ¿Atacar a un grupo armado? ¿Media docena de capullos que no han cogido un arma en su vida? Coalan se ha llevado su merecido, por arrogante.

Agarro una de las hoces de los campesinos y la clavo en el suelo.

- Mira, subnormal.- Le digo al campesino que tiene Lanaya cogido por el cuello.- Si por mí fuera, te degollaba y te dejaba aquí, por imbécil. ¿Sabes lo poco que nos gusta que nos ataquen por la espalda? ¿Tú te crees que a los dalishanos les importáis una mierda? Bastante tienen con poder comer. Empiezo a sospechar que las hostilidades las habéis empezado vosotros: habéis demostrado ser unos racistas y unos idiotas, así que no me extrañaría que hicierais algo racista y estúpido. Si no estuviera bajo cargo de una maga del Círculo, te juro que dejaría que los engendros tenebrosos os mataran a todos. Pero no es el caso, así que os salvaremos.- Doy una patada a una horca sobre el suelo. Estoy muy enfadado.- Por mí, puedes volver al pueblo de mierda a seguir con tu vida de mierda. O te puede matar Lanaya por atacarla y joderla cuando quiere salvar a su hermana. Me trae sin cuidado.

Miro a Coalan, muerto bajo la espada de Daarken. Y luego miro al pobre Daarken.

- ¿Estás bien? Siento no haber podido cubrirte. Me cogieron por sorpresa.