Partida Rol por web

 Miré a Sir Leviathan, como le habían presentado, un enorme humano, que, según parecía, debía de ser uno de los caballeros que servía por aquí, y le respondí amablemente, mientras aceptaba el pergamino y lo guardaba:

 - Por supuesto, guardaré el documento... Pero se nos a prohibido entrar en la biblioteca de duque y no deseo contravenir las ordenes que nos a dado Lord Fashtel du Terminaard, espero que lo entendáis...

 Después de todo, como seguramente el único aprendiz túnica blanca que existía de la orden, era mi deber representarla de la mejor manera posible, y eso incluía respetar las normas de nuestro anfitrión...

Asiento mientras chasqueo la lengua, ya me gustaría entrar en la biblioteca del conde, pero es mejor no "quemar" a los que apoyan a la caballería abiertamente de palabra y actos.

-Cierto, cierto, nos conformaremos con la biblioteca del alcázar ya que tenemos que ir allí para dormir, espero que tenga algún tomo que pueda ayudarnos- no todo está perdido.

Cuando preguntas a un joven que sirve en el Castillo del Duque, te remiten a Sir Patek, el Mayordomo del Duque. Cuando llegas a su despacho, siguiendo al sirviente, ves que aun hay luz bajo la puerta. El joven entra, y te pide esperar. Al minuto abre la puerta, y te dice:

- Puede pasar, Sir, le esperan, tras lo que te hace una formal reverencia, y se aleja por el pasillo. Al entrar, ves que el despacho es una excepcion al lujo del Castillo, pues tiene materiales recios, mas que brillantes o efectistas: una mesa recia, sin apenar barnizar, sillas con respaldo bajo, unos armarios repletos de libros, y rollos de pergamino, y una alfombra gorda y mullida, de lana sin tejer. En las paredes, a parte de hacheros para lamparas de aceite, no hay ningun adorno mas en la fria piedra. No hay ni una ventana.

A la mesa, sentado en una silla, y con varios libros de cuentas, y hojas de papel, un enano de pelo blanco, calvo en su mayoria, vestido con una tunica azul oscura, con bandas marrones de piel, se afana a tomar notas, mientras pasa cuentas de hierro pintadas de distinto color de un montoncito a otro.

- Buenas noches, Sir, mi nombre es Patek "Patilla Densa" de Thoradin, mayordomo de su Ilustrisima, el Duque Walker du Crawford. Me ha dicho Lord Fashtel que harían noche en el Castillo, ya he dado orden para que preparen sus habitaciones. Espero que hayan podido disfrutar de la cena, dado el poco tiempo con el que he sido avisado... En que puedo servirle, Sir Leviathan...??, dice, dejando la pluma con la que escribia, con sumo cuidado, en el tintero, mirandote desde detras de unas pobladas cejas negras como carbón, que milagrosamente, han rehuido el diezmo que el tiempo se ha cobrado con el pelo de su cabeza.

Tu cabeza es un torbellino, con toda la información recibida en una sola tarde, pero por encima de todo resuena en tu mente un nombre: Keeli. Pudiera ser que estés viva, hermana...??, piensas, mientras llegas al Cruce de Bueyes, y ves que hay luz en la trastienda. Señal de que Gondar ha debido llegar ya tambien. Te paras, respirando hondo: Como llevará el agrio herrero el drástico cambio de acontecimientos??, te preguntas, mientras giras la llave en la cerradura, y entrando en la herreria, te acercas a la puerta entreabierta de su despacho. Al entrar, le ves, sentado a su mesa, con el baston con el que se ayuda para caminar, a un lado de la misma, con las lentes en la punta de la nariz, leyendo detenidamente su libro de cuentas. Al aparecer en el umbral, levanta la vista del libro, y por encima de la lentes, te dice un escueto y raspante: Y bien??

Estos caballeros tan rectos que no saben entender una broma. Zoak se paró y se giró antes de salir.

Prefiero montura.

Después se fue dejando a su amigo con el mal regusto en la boca.

Zoak sabía que Gondar le había estado esperando. Nunca le había contado nada de su pasado, ni él le había preguntado. Ellos no eran de dar explicaciones, así que Zoak miró a la ojos de Gondar y se lo dijo:

Me tengo que ir.

Sí, se tenía que ir, no quería. Por fin había encontrado un sitio al que podía llamar hogar pero no podía quedarse sabiendo que había alguna posibilidad de que su hermana estuviera con vida.

Miro con tranquilidad y con aprobación la sala, funcional tal como es requerido, doy por seguro que hablar con este señor será de lo más fructífero. No lo veo encaramado en su torre de superioridad del cargo.

-Buenas noches, maese Patek "Patilla Densa" de Thoradin, con su permiso- tomo asiento- muchas gracias por la comida y las habitaciones, está claro que sabe como tratar los imprevistos- le elogio sinceramente- y tengo fe en usted porque vengo de la mano de unos cuantos más- le sonrío cordialmente-.

En ese momento le explico la necesidad de tener unas monturas para el día siguiente, con sus alforjas y una de ellas deberá ser especialmente resistente para llevar a un minotauro. Al final parece que no llevaremos carro, cosa que me disgusta. También lo de preparar comida para viaje, por lo menos, hasta la ciudad más próxima y con margen de lo que pueda acontecer. Como última petición y casi como si me acordara por casualidad le pido un tablero de Khas y sus fichas, para entretenernos en el largo viaje.

He pensado que si estamos buscando piezas, el mejor sitio para esconderlas tiene que ser un juego, de otro modo sería muy sospechoso llevarlas sueltas.

El viejo escucha tu escueta frase, con una mirada intensa. Dado el tiempo que llevas con él, has aprendido a distinguir cuando está enfadado, y cuando no: ahora no lo está.

- Que es lo que brilla en sus ojos??, te preguntas, mientras esperas. Al minuto, con esfuerzo, se levanta de la silla, coge su bastón, y empieza a andar hacia tí. Te apartas un paso a tu derecha, y pasa de largo, dejando escapar un sordo: Sigueme.

Llegais a la zona de acabado de armas, y se acerca a una en la que habeis trabajado durante semanas, para encontrar el punto de aleación perfecto, y por la que te has llevado muchas de las broncas de las ultimas semanas: una espada larga, encargo de un tal "Sir Jonas Malyk", por lo que reza en la pizarra que hay sobre la espada. La coge, la sopesa, y te la lanza, diciendo:

- No se con que tontunas te habran engatusado, cabeza de chorlito, me da igual. A ver si con esto puedo evitar que te maten..., te dice, señalando con la cara la espada, que tiene una cruz corta, con una empuñadura para mano grande, con cuero tratado con varias sustancias, para aumentar su dureza y su agarre, sin perder un apice de suavidad. Un opalo de fuego, redondo, completa la empuñadura, que descansa en una vaina hecha del mismo material que la empuñadura, sin adornos, pero tambien con un acabado perfecto.

Tras eso, vuelve a enfilar hacia la puerta, con su andar asimetrico, refunfuñando algo que no logras entender, con su exagerado acento Thelgaariano. Le sigues , con la espada en la mano, y mientras abre al puerta de su habitación, te dice, sin girarse:

- Mañana, cuando te vayas, llevate la llave contigo, por si en algun momento, si no te matan en cualquier descampado, tu sesera deja de ser la de un zopenco, y decides volver a la herreria, aunque lo mas seguro es que te pegue una patada en el culo, y te mande a freir espárragos!!!, tras lo que pega un portazo, y echa la llave.

Te quedas de pie un buen rato, en el hall de acceso a vuestras habitaciones pensando. Nunca antes habias visto al viejo así. Dirias que ha estado a punto de soltar una lágrima!!

El enano asiente ante tus palabras de presentación, y cuando empiezas a enumerar lo que necesitariais que os preparasen, coge con destreza un cálamo, lo moja en la tinta, y empieza a anotar, a buena velocidad, y con trazos rectos (grafología enana, supones). Cuando acabas, deja de escribir, coloca el calamo en su sitio, suelta un suspiro lento, mientras cabila, tamborileando con los dedos sobre su oronda barriga. No pasa un minuto, y dice, mirandote a los ojos:

- Bien, teniendo en cuenta la relación de amistad entre mi Señor y Lord Fashtel, y dejando de lado el hecho de que todo esto quede al margen de su orden, en cuyo caso os abasteceriais en en Alcazar... Tranquilo, Sir, no temais, sea lo que sea, conmigo no está en peligro su discreccion, dice como quitandole importancia con una mano.

- No habrá problema en conseguir lo que pedís, Sir. Teniendo en cuenta que contais con el mecenazgo de Lord Fashtel, no os pediré nada del total por adelantado, y trataré de rebajar al maximo el montante total, dice, saltando de la silla, y cogiendo de la mesa un farol apagado, tras lo que lo enciende con una varilla que prende de una de las lamparas de la pared. - Y ahora, si me disculpais, he de dar las ordenes oportunas, para que todo esté preparado para mañana. Tienen pensado partir pronto, o tomarán el desayuno en el Castillo??, te pregunta, en frente de la puerta, antes de abrirla.

Me encojo de hombros y suspiro, me parece que el desayuno tendrá que esperar.

- Me temo que saldremos al empezar el día, no queremos que los buenos caballeros del alcazar se hagan más preguntas de las que podríamos responder unos simples escuderos- me levanto aceptando su invitación para salir de la habitación- agradezco sus más que sinceras atenciones y estoy seguro que encontrará un precio ajustado en estos tiempos de paz que vivimos, y donde los amigos necesitan unir lazos más que nunca.

-Su discreción es bienvenida, Maese Patek, ha sido un placer conocerle- le estrecho la mano.

Cuando el enano te escucha proceder, una cara de reconocimiento se hace patente en su rostro:

- Asi se hará, Caballero!! (no te pasa desapercibido el título que aun no has conseguido) Mañana antes del amanecer tendreis lo requerido. Que Gilean, en su conocimiento, os guie con sabiduria, y Reorx, en su fortaleza, guie vuestro brazo contra los que atentan contra las buenas gentes de Ansalon!! Te hace una reverencia, echa el cierre de su despacho, y con los dos tomos que lleva bajo el brazo, se aleja pasillo adelante.

La cena va pasando, consistiendo en : una ensalada de rucula, queso de cabra, pequeños tomates muy sabrosos, nueces, y trozos de calabaza hervida, de primero, un asado (recalentado, por lo que parece) de codornices con manzana macerada, de segundo, y acabando con varios tipos de fruta. Todo, acmpañado de pan negro y vino tinto, de la cosecha propia del Duque.

Asinto a Leviathan, no tenia nada que aportar, mas que mi conformidad con mi mirada.

Durante la cena.

-Ser anubis, contadnos de vos. Vamos a partir en una contienda profundamente arraigada en nuestros destinos, saber de vos nos ayudara a mejorar nuestras posibilidades de exito, ademas de mejorar nuestr confianza.

 Miré a mi interlocutor con una amble sonrisa:

 - No hay mucho que contar, aprendí magia de un mago elfo que estaba familiarizado con la antigua magia proveniente de las lunas, y me pidió que viniera aquí, a ayudar en lo que pudiera, mientras continuaba aprendiendo de paso...

 Mientras los demás hablan, yo planeo tratar de volver a reunirme con el antiguo mago de los Túnicas blancas, con el fin de seguir hablando y pedirle, formalmente, que me enseñe algo de magia mientras estoy aquí. a oportunidad es demasiado buena como para desperdiciarla...

Es nuestra última comida de nuestra vida tal como la conocíamos hasta entonces, vale que puede ser que no haya sido un camino de rosas para algunos, pero estoy seguro que nos lo parecerá en un futuro no muy lejano. En los libros de caballería que mi maestre Eric Voldein me hacía leer, era tipo empalagoso y un tanto afeminado, con una voz caramelizada dispuesta a chasquearla ante cualquier signo de disgusto ya sea una acusación de asesinato o una arruga en su pantalón.

Bien, pues en esas historias los nuevos compañeros, disfrutan de una última comida, las risas y la música llena la habitación donde las viandas son abundantes y el vino corre sin control. No soy tan ingenuo para pensar que eso puede pasar tal cual, pero la diferencia con la realidad es tan opuesta que me deja perplejo. Cenamos una comida correcta y la mayor parte del tiempo en silencio, cada uno con la mente puesta en sus problemas, casi se puede escuchar a cada uno darle vueltas a sus problemas, unos más cercanos y otros, pienso mirando al minotauro, atrás en el tiempo. sólo el ruido de los cubiertos rebota en las gruesas paredes.

Es tan tensa la situación que Tarben intenta llenar el silencio con más corazón que cabeza, Anubis no se deja arrastrar y apenas dice un par de frases. Realmente no nos conocemos lo más mínimo. Resignado a esto, termino de cenar pensando en mis propios asuntos, será una noche activa, espero tener un par de horas para dormir.

La idea de que Dunbar, el antiguo Maestro de la Tunica Blanca comparta contigo alguno de sus secretos hace que comas algo mas rápido de lo que debieras, y un ligero dolor de tripa te acompaña durante el postre. El ambiente es algo forzado, no es necesario ser muy observador, pues la tarea por delante se intuye titánica, a parte de que quitando, parece, Sir Leviathan (Assa) y Sir Tarben (Jotade) que parecen ser amigos, el minotauro debe conocer a ambos, pero tampoco parecen amigos de antiguo.

La tensión del momento no te deja ver, hasta el final de la cena, que no tienes tiempo material para estudiar con Dunbar, al menos ahora, pues al parecer, mañana al amanecer saldreis de viaje, así que, tras pasar un rato en el balcón disfrutando del fresco de la noche, y de la agradable vista de la Villa, mas abajo, el cansancio empieza a hacer mella en tí. Crees que ha llegado el momento de ir a descansar...