Partida Rol por web

El día era bello y claro en las tierras del antiguo reino de Juma, el viento soplaba fresco y suave desde el oeste mientras a lo lejos el Sol empezaba a acercase a su lecho. El camino había sido corto y tranquilo, sin gran contratiempo para los Hamsum y compañía, viajaban en una comitiva destinada puramente a estar presente en los festejos de la hija del rey Alton que se habia visto acompañada por la diminuta comitiva de los Khan de Harsid.

En el centro de la comitiva viajaban en sus monturas Sargon III heredero de Omankai, y sus tios Enkidu Hamsum y Sadesh Hamsum; todos ellos habían sido enviados por el sultán Arash Hamsum quien al parecer se encontraba ahora en el grueso de la comitiva de Omankai atendiendo ciertos asuntos. Los Hamsum habían traído un batallón de Inmortales que fungían como sus protectores ademas de un gran número de acompañantes y esclavos a sus servicios. Estos eran acompañados por el tímido y enfermizo Jenaab Khan quien al parecer era el único de los Khan de Harsid en haber asistido, su comitiva era pequeña y casi podría pasar desapercibida entre la comitiva de los Hamsum.
Los Hamsum se habían encontrado con Jenaab apenas medio atrás mientras aun era de madrugada; la comitiva de los Harshid al darse cuenta de la presencia de la gente de Omankai había intentado acelerar el paso pero sabiamente los Hamsum cabalgaron a todo galope para invitar a Jenaab a acompañarlos hasta el castillo blanco de los Alton, a lo cual Jenaab no pudo negarse.
El castillo ya no debía estar lejos, y era probable que llegaran a él en poco mas de 2 horas. A pesar de la tranquilidad del día había algo que perturbaba a los allí presentes, un caballero de armadura azulada se había unido al grupo un par de horas atrás, su comitiva era diminuta, compuesta por tan solo 10 hombres; probablemente se trataría de un caballero errante, pero su elegante armadura ademas de su bello estandarte que mostraba un barco blanco de velas plateadas en un mar azul llamaba demasiado la atención y lo volvía sospechoso. Aquel caballero marchaba a un costado de la comitiva de los Harshid y los Omankai, lo suficientemente lejos para no trabar conversación y los suficientemente cerca como para poder tener la protección de viajar en grupo.

El camino se extiende delante de nosotros y nuestras monturas nos llevan apasiblemente. Me acompañan mis tios Enkido y Sadesh, respetados nobles de la Casa Hamsum, la familia real del Sultanato de Omankai. Junto a nosotros iban esclavos, servidores, nuestros fieles Inmortales y los regalos para nuestro anfitrion y su celebrado matrimonio. El novio deberia recibir los regalos, pues la mujer como tal, solo era la mercancia que sellaba la unión familiar entre el novio y el padre de la novia. Bueno, los hombres del oeste siempre han tratado a sus mujeres con excesiva amabilidad e interes, cuando no son más que instrumentos de placer, servidumbre y reproducción, aunque a veces tambien sirven como indicador de estatus.

Independiente de como sea, vamos a este reino, Juma, donde hay más verde del que acostumbro ver. Es bello, es cierto, pero le falta el misterio del desierto. Si tuviera una tierra como esta, quizas pasaria algun periodo disfrutando del clima.

Nos acompaña Jenaab Khan, de los Harsid. Si bien nuestros hermanos son un poco reticentes a nuestra compañia, siempre es sabio hacerse acompañar de personas fuertes y dinamicas como nosotros. La miserable comitiva con la que venia no era más que aperitivo de bandidos, mientras que nuestros Inmortales y yo mismo, somos capaces de arrasar pueblos. El se beneficia de nuestra protección fisica, y nosotros ya usaremos esto para nuestra protección, quizas de otra indole.

Sea como sea, me inquieta el extraño caballero que nos acompaña en la lejania. Hablo a mis tios, preguntandoles:

- "Tios, ese hombre es extraño y su comitiva es elegante a pesar de no parecer más que un paria. ¿Creen que deberiamos hacerle hablar? ¿Quizas intentar dialogar para eventualmente beneficiarnos?"

Pienso en las posibles opciones, pues quizas lleve cosas valiosas que podamos recoger de su cadaver, o quizas es alguien importante y daría una muy buena impresión saber que fuimos amables y le cuidamos durante el trayecto. Habia muchas posibilidades y todas indicaban ser buenas para nosotros.

- Dioses, ya habia olvidado lo molesto de un viaje tan largo -

Recolocandome en la silla de mi destrero, lanzo un gruñido de pesar al tiempo que sacudo el polvo del camino que cubre mi otrora lustrosa tunica. Mi mundo de pasillos oscuros, rincones ocultos, pasadizos, intrigas palaciegas, callejones, secretos y misterios, queda lejos de la vida del guerrero, queda lejos de las arduas jornadas a caballo, queda lejos del camino, del viaje y del cansancio de la marcha.

Pero no os momento de añorar el suave tacto de mis sabanas de seda o la tersa piel de los pechos de una concubina y la rigidez de sus pezones mientras los acaricio levemente con mis pulgares.

- No. Este es el maldito momento de viajar. De realizar labores diplomaticas. -

El hilo de mis pensamientos se ve interrumpido por los comentarios de mi querido sobrino acerca del extraño individuo que aparentemente ha decidido unirse a la comitiva del Este.

- Y por lo que parece aun queda mucha diplomacia que hacer y enseñar - pienso con un suspiro.

Espoleo levemente a mi caballo a fin de alcanzar la par del heredero al sultanato.

- Mi querido sobrino - Le digo con la mas amplia de mis sonrisas - no me cabe la menor duda de que clase de "beneficios" te gustaria... substraer de ese caballero, mas si me lo permites, creo que esta situacion requiere de una aproximacion un tanto menos... violenta. -

En un mundo gobernado por la brutalidad y la guerra, donde la fuerza bruta y el honor se miden a la par en duelos de guerreros y caballeros, si nuestro belicoso sobrino se aproximase a ese hombre, las probabilidades de que dicho encuentro acabase con resultados... violentos, son altas.

- Si me lo permitis, desearia acercarme personalmente a el... a solas. Ya sabeis de mi aficion por la "diplomacia". - le digo mientras le guiño un ojo y ladeo la cabeza apuntando a la daga que siempre oculto bajo mi manga, y el frasco de veneno que cuelga de mi cinturon...

Habíamos cabalgado durante ya mucho tiempo, desde las desoladas tierras del norte hasta los valles al sur de Harsid, pasando por los grandes lagos y finalmente estaba aquí, cabalgando en mi corcel junto a mis primos de sangre, los Hamsum de Omankai. Llevaban un grupo gran de e intimidante, eso no era bueno, me preocupaba, no debería haber venido, no debería haber aceptado, pero como negarme, jann me hubiera mandado a azotar si me hubiera negado.
Pero ahora, como dialogar con esta gente, como mantenerme centrado en mis deberes, eran personas peligrosas y violentas, no debería haber venido, no debería.
Ahora no tenia grandes opciones, cabalgábamos a pocos metros entre si, en cualquier momento podrían preguntarme algo, decirme algo, y no sabría que hacer, quizá debería cabalgar con aquel caballero, se veia muy callado, aunque eso también era preocupante, quizá no debería haber venido.

Enkido se giro sobre su montura y pudo observar el magnifico estado de su tropa, eran los inmortales, sus mejores guerreros, nunca le habían defraudado y nunco lo harían. Cabalgaba junto con su sobrino y su hermano en dirección a Juma, el asunto por el cual se le requiería alli no le importaba mucho, temas de la corte, pero la travesía le encantaba, a lomos de su poderoso caballo y acompañado de semejante regimiento eran cosas que le hacían disfrutar y más ahora que ya hacía tiempo que no salia del sultanato.

Por el rabillo del ojo pudo observar como su hermano, al contrario que él, un guerrero ya curtido, no se tomaba tan bien el viaje y su cara mostraba que no estaba a gusto fuera del palacio, esto produjo que una ligera sonrisa asomara en su boca. Luego miro directamente a su sobrino, sería el proximo sultan, si los dioses lo permitían, tenía bastante fe en él, y mostraba un fuerte temperamento y buenas artes en el combate, pero esto no sería suficiente para ser un buen sultan, era muy impulsivo y tomaba decisiones a la ligera. Para eso estaba alli Sadesh, le enseñaria como tratar a los otros nobles, era bueno muy bueno dialogando.

No escucho mucho de la conversación sobre el extraño caballero, que se les había unido, le parecía un simple noble sin mucho poder y menos tropas. Se alegro eso si cuando fue Sadesh el que se encargo de ir a hablar con él. Con un pequeño movimiento de cabeza a sus fieles guardaespaldas, les indico que le siguieran y protegieran.

El grupo avanzaba en la frescura de la tarde, el avance era algo lento pero ameno, no había prisas, el castillo estaba cerca, llegarían a buen tiempo. Aquel caballero de armadura azulada se había mantenido distante durante todo el trayecto, los Hamsum habían dialogado sobre ir entablar conversación con este pero hasta ahora no lo habían hecho, por su parte Jenaab se mantenía escudado en si mismo, intentando dar respuestas cortas y hablar lo menos posible.
Para sorpresa de los allí presentes fue aquel caballero quien corto el silencio entre ellos, espoleando a su corcel se adelanto frente a ellos e inclinándose levemente les saludo.
-Mis señores, mirad!- su brazo se extendía en lo alto apuntando hacia unas lejanas colinas, allí a lo lejos bañado por las luces del sol que iba descendiendo se ocultaba el majestuoso castillo blanco, el cual seria su hogar durante los próximos días.
-Hay una comitiva grande cerca de la entrada, no logro distinguir los estandartes, quizá si nos damos prisa logremos llegar poco después que ellos- Sus palabras eran articuladas en un extraño pero elegante emerio que razonaba desde el interior del casco de su armadura.

Uno de mis hombres de confianza se acerco a mi hablándome al oido, a lo cual asentí para luego mirar a los Hamsum y compañía -Mis informantes aseguran que una gran comitiva del norte nos sigue los pasos como a 6 horas de aquí, ha visto estandartes de Timotan, Imari y Azcan, asegura que no había nada de Timotan y Xocala..., crei, crei que quizá les interesaría... son muchos, al parecer- Mire a los allí presentes esperando no haber provocado alguna reacción inesperada para luego exponerles mis pensamientos -Quizá deberíamos esperarlos, estamos ya cerca del castillo, llegaremos en poco mas de 1 hora, a lo sumo 2, seria conveniente reunirnos con los norteños, y saber por que vienen todos juntos, quizá seria útil dado el presente que vivimos-

Por dos partes los hombres que nos acompañan hablan de reunirse con grupos. Grandes comitivas delante nuestro, e inmensas comitivas detras. Sea como sea, todos ellos eran paganos que no merecian nuestra compañia. Miro a mis tios, quienes son gente a la que respeto, por su edad, su poder y sus experiencias de vida que tanto tienen que enseñarle a un joven de 18 años como yo. Aquel hombre de armadura me intriga aun más que los barbaros del norte o los idiotas que sean que estan delante, por lo que le respondo, preguntandole acerca de él: - "Hola buen caballero. Somos la Casa Hamsum del Sultanato Omankai. Hemos disfrutado de su agradable compañia, pero aun desconocemos su identidad. Mi nombre es Sargón III Hamsum, heredero de la Casa Hamsum. ¿Cual es vuestro nombre, buen señor?" Hago mi presentación y la pregunta, ante la demora de nuestro diplomatico tio. Quizas mis palabras sean amables, pero debe ser intimidante verme, pues soy un joven moreno, de mirada severa y de 2.10 metros de altura, lo que junto con mi robusta y musculosa constitución, me hacen ver como un amenazante individuo.

-Sir Alastor Halknan, vengo de tierras lejanas y olvidadas, nade de importancia en comparación con sus territorios- Respondió aquel caballero sin dar mas explicaciones –Es uno honor para mi estar en presencia de todos ustedes, supongo el sultán de Omankai esta con ustedes- Hasta ahora el caballero misterioso empezaba a mostrar interés en las comitivas, además su mirada se turnaba constantemente hacia el castillo como si este tuviera prisa por llegar.
Por su parte al grupo que marchaba al frente se estaba incorporando una figura mas que hasta ahora había permanecido en el interior del grueso de la comitiva, esta persona no era otro que el mismísimo Sultán Arash Hamsum.

Avanzo lentamente, con la cabeza alta y el semblante orgulloso mientras la comitiva me dejaba paso para que pudiera llegar al caballero -Soy el sultán Arash Hamsum-Digo con el orgullo marcado profundamente en mi voz mientras observo al caballero de arriba abajo con desdén -Decidme de donde sois exactamente y que haceis en estos territorios- No era una pregunta si no mas bién una orden marcada por una voz desdeñosa.

-Sultan Hamsum, no era mi intención molestarlos al reunirme con ustedes, soy de tierras lejanas, mas allá del mar esmeralda; desconozco estas zonas así que considere que viajar con ustedes era los mas seguro. Por lo que creo entender tenemos el mismo objetivo, el torneo de la dama Joselyne en el castillo Blanco de Juma; ese es el porque de mi presencia en estas lejanas tierras, he venido a competir y representar a mi humilde casa- Las palabras de aquel caballero llamado Sir Alastor parecían completamente sinceras, y sin embargo irradiaba una extraña sensación como cuando se tiene junto a uno algo que es mucho mas de lo que aparenta.

Los Hamsum y sus acompañantes avanzaban por el sendero  real que iba del castillo blanco hasta Dakhbala, el lugar parecía haber sido arreglado especialmente para la ocasión pues parecía recién construido y bien cuidado.
Frente a la inmensa comitiva estaba ya el imponente castillo de los Alton, construido desde tiempos muy remotos, en la época en que Chayu y el imperio Vasariano estaban en guerra. Desde las afueras se podía escuchar ya el ajetreo de la gente en el interior, probablemente algunos nobles importantes estaban ya avanzando por la ciudadela hacia el castillo.
Los allí presentes hubieran deseado avanzar cuanto antes pero fueron detenidos por embajadores de los Alton, al parecer el rey de Juma estaba recibiendo ahora a unas de las grandes comitivas y otras iban atrás por lo que el camino por la ciudadela estaba saturado. Al parecer el rey de Juma les solicitaba que tuvieran algo de paciencia y esperasen allí o avanzasen pausadamente.
Mas adelante las cosas se tornaron difíciles, tal como les habían advertido los embajadores de los Alton, el lugar estaba abarrotado de gente, caravanas, y comitivas de nobles, y aun cuando les estaban abriendo paso a los mas importantes invitados era claro que la llegada demoraría mas de lo previsto.
Fue pasada cerca de una hora de moverse en ese ajetreo cuando se encontraron con que la gran comitiva que venia detrás ya los había alcanzado y los señores del norte cabalgaban a penas detrás de ellos.

al acercarnos fui saludando a aquellos con los que nos encontrabamos conforme a su rango y posicion, El imperio Azcam no tenia mucho contacto, o ninguno mejor dicho con los paises del este, por lo que la enemistad o amistad brillaban por su ausencia.

Me dirijo al frente de mi comitiva con mi semental negro, un hombre alto y orgulloso con una larga barba detrás de la cual denotaba una gran sabiduría y cerca de los cincuenta años, miraba a los líderes de las otras comitivas.

No se pueden comparar a mí, yo fuí elegido por los dioses del este, soy el favorito del gran Zarvan

Mi magnífico semental relincha y alza su cabeza orgulloso, ese animal era el perfecto para el sultán Arash Hamsum, orgulloso y fuerte como yo.

Montando el corcel que tiene la dificultosa tarea de llevar mis más de cien kilos de peso, me mantengo al lado de mi padre, el Sultán Arash. El bullicio de la gente a nuestro alrededor y el inmenso e incontrolable caos de tamaña multitud intentando ingresar al lugar con sus comitivas son un claro ejemplo de como a los occidentales les faltan tradiciones de como hacer las cosas. No puedes simplemente convocar a decenas de nobles y no tener un lugar, una organización y el personal apropiado para recibirlos como se merecen. Este lugar parece un mercado y nosotros parecemos miseros refugiados entrando a una ciudad durante la guerra.

Hablandole a mi padre, pero sin problema alguno en que otros miembros de nuestra comitiva escuchen, le comento la situación a nuestro Sultan en Esmerio:

- "Padre, este lugar es un caos total. Deberian recibirnos con alfombra, pompa y bailes de mujeres, no haciendonos esperar para nuestro ingreso. ¿En verdad habrá venido tanta gente importante para que estos paganos no nos reciban primero?"

Luego miro con un poco de desprecio a la comitiva que viene detras nuestro, compuesta por barbaros del norte, adoradores de animales y bestias del frio bosque. Nada de esa gente puede interesarme y no los respeto. Continuo mi camino en silencio, mirando a mi alrededor, conociendo el lugar y a la gente, hasta el momento en que seamos recibidos oficialmente por alguna autoridad de aquel lugar, si es que la tiene.

Me giro hacia mi hijo cuando este me habla y le lanzo una seria mirada -No digas tonterías, envidia es lo que tiene esta gente- Digo lanzándole miradas de asco a las otras comitivas-No se como se puede considerar tan importante como para hacerme esperar a mí y a mi familia, pero no te quepa duda que no tiene la educación adecuada-Digo sin quitarle la razón a mi heredero-Deberían habernos recibido ya ¿Que clase de verdadero lider no lo haría?-

La conversción con mi hijo me había puesto de mal humor, por la simple razón de que era cierto, merecíamos una bienvenida mas honorable, acorde con nuestro poder y cargo.

Removiendome de nuevo sobre la silla de montar escucho con una amplia sonrisa la airada conversacion entre mi hermano y mi sobrino.

Mi ceño se frunce en una mueca maquiavelica mientras espoleo a mi destrero a fin de colocarme a su lado.

- Y que pensais hacer al respecto? -

- Que siembre y germine la semilla de la discordia...-